Moon se encontraba acostada en una camilla, se sentía incómoda por lo que moviéndose levemente comenzó a abrir los ojos, acostumbrándose de a poco en la luz que había en el lugar.
Cuando por fin pudo enfocar a su alrededor lo primero que observó fueron unos bonitos ojos, de un color que ella calificaría como los de las aguas marinas. Suspiró suavemente intentando sentarse cómodamente sobre la cama, recibiendo al instante la ayuda del chico dueño de aquella peculiar mirada.
- Gracias..
Junto a aquél ronco susurro trato de sonreír, únicamente logrando una mínima sonrisa ladeada, la cual fue devuelta al instante por la brillante del chico. Moon se encontraba algo mareada, pues en su mente en esos momentos comenzaban a aclararse todos aquellos difuminados recuerdos, todos a una velocidad mareante. Algo que se detuvo al escuchar la voz del azabache, fijando sus ojos grises en los azules de él.
- No es nada, soy Percy Jackson, hijo de..
Percy no pudo terminar de hablar cuando la puerta de la enfermería se abrió con fuerza dejando a la vista a una chica de cabello rubio color miel algo rizado, y unos ojos de un intenso color gris.
- Moon.. ¿Eres tu?
La hija de la luna no pudo evitar sonreír con nostalgia al reconocer aquella voz, que aún habiendo cambiado levemente seguía poseyendo aquél timbre que solo su amiga podía poseer.
Sin dejar de sonreír, con los ojos brillantes de la emoción extendió los brazos, aún demasiado mareada como para levantarse, pero en una petición muda, a lo que Percy se alejó levemente, observando como su amiga se lanzaba a abrazar a aquella chica que para el hijo de Poseidon era de lo más interesante.
- ¿Donde has estado estos últimos cinco años Moony?
La mencionada suspiró suavemente, comenzando a relatar lo ocurrido tras desaparecer años atrás del campamento, no solo observaba a la rubia, si no que sus ojos viajaban en ocasiones hacia el centauro Quirón y el azabache.
Su voz sonaba baja, pero cuando estaba por terminar de hablar no pudo evitar pensar en alguien que debía estar ahí en esos momentos, abrió los ojos observando a Annabeth, por lo que esta supuso que le preguntaría, algo que corroboró con una mueca al escucharla preguntar.
- ¿Y que hay de Lucky-Luke?
Su amiga no pudo evitar suspirar, tensándose levemente mientras compartía una mirada con Quiron y Percy, con eso supo que algo había pasado por lo que se colocó recta volviendo a hablar.
- ¿Que ha pasado? ¿Esta bien?
- Perfectamente.
La sarcástica respuesta de Percy hizo que su ceño se frunciera mientras observaba a su lado, pues el chico se había sentado en la cama junto a ella.
- ¿Perdona? ¿Que ocurre?
Silencio.
- ¿Annie?
La chica simplemente observó hacia otro lado.
- ¿Quiron? Por favor..
- Moonlove, será mejor que vayamos a caminar.
- Vale..
Se levantó de la camilla nuevamente siendo ayudada por Percy, quien la soltó al ver que no se caería ni nada por el estilo, a la chica de trece años aquello le había parecido bastante tierno y algo extraño, pues ella no sabía que no solo los hijos de Apolo la habían cuidado, si no que el azabache se había sentido en la necesidad de cuidarla desde el momento en que la vio tan débil sobre aquél pegaso seis días atrás.
Comenzaron a caminar por el campamento mientras le relataban a la bruja lo ocurrido un año atrás. Moon les escuchaba totalmente atenta mientras su mirada se encontraba fija en el lago y sus manos agarraban el borde de la camiseta naranja del campamento que Lee le había dado.
La chica no sabía como sentirse ante lo que le contaban, no quería creer por completo que Luke les había traicionado. Aunque se sentía algo traicionada por aquél que consideraba su hermano mayor, no podía evitar en parte seguir queriendo al chico.
Se mantuvo en silencio, fijando sus ojos en la casa grande cuando estuvieron delante de ella, observó de reojo al dios que se encontraba sentado en la mesa del porche, jugando al poker junto a un semidiós y un sátiro. Sin desviar su mirada suspiró suavemente antes de hablar.
- Dejenme ver si lo he entendido bien; Tú- señaló al azabache dirigiendo su mirada a él- eres hijo de Poseidon- él asintió con una sonrisa- y el señor de los cielos- dijo señalando al cielo con un dedo- creía que habías robado su rayo maestro, aún sabiendo que tu no sabias quien era tu padre- él volvió a asentir- por lo que fuisteis a ver al dios del inframundo a Los Ángeles, por el camino os encontrásteis con el dios de la guerra, al cual has humillado y era quien tenia el rayo maestro por culpa de Luke, quien quiere que los Olímpicos caigan para que otros cojan el poder, Luke se ha ido del campamento y..
No pudo terminar de hablar cuando sintió como una lechuza de plumas marrones se posó en su hombro, la observó con los ojos totalmente abiertos, no entendía como una lechuza del mundo mágico había logrado llegar hasta aquél lugar. Observó a los que se encontraban a a su alrededor, los semidioses observaban sin comprender nada mientras que el dios alzaba una ceja y el centauro asentía en su dirección en un pequeño incentivo para que la abriera, por lo que soltó la carta de la pata del ave abriéndola bajo la curiosa mirada del resto, abrió la carta con la delicadeza que le caracterizaba para aquellas cosas y extendió la carta para leerla en bajo, solo para ella, aunque permitía que Quirón, al estar a su lado, leyera también.
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación
Internacional de Magos).
Querida señorita Black:
Tenemos él placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan él 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Directora adjunta
- ¿Una carta? ¿Que pasa?
- Me han admitido en el colegio de magia de Londres..
La chica no podía evitar sentirse algo emocionada por aquello ya que sabía que su padre había estudiado en aquél colegio, al igual que su padrino y su familia, apartó la mirada del sobre solo al escuchar la voz de su amiga rubia, haciendo que su suave sonrisa desapareciera.
- ¿Moon que quiere decir eso?
- Eso quiere decir, que me voy a estudiar a Londres, y que como tan solo faltan dos semanas para que empiece el nuevo curso, debería irme la semana que viene o antes, para comprar el material para el curso.
- ¡¿Como que te vas en una semana?! ¡Acabas de llegar, Moonlove!
La hija de Atenea observó a la chica totalmente seria, estaba enfadada, pero principalmente porque acababa de encontrar a su mejor amiga y no quería dejarla ir tan pronto, pues supuso que de estudiar en un colegio de Londres no la vería en todo un año.
- Annie, necesito que lo comprendas. Esta carta es la oportunidad que estaba esperando desde los 4 años, la carta con la que puedo encontrar a mi padre, al que en parte sería mi hermano..
- ¿Como? ¿Tienes un hermano?
La voz del azabache la cortó, por lo que le miró de reojo antes de suspirar y contestar a su pregunta volviendo su mirada a la carta, estaba totalmente agradecida con aquél director.
- Hermano de sangre, no. Mi padre es su padrino, o tutor legal, como quieras llamarlo.. Y ahora que mi padre se ha escapado de la prisión, creo que podría tener por fin a mi familia.
- ¿Por fin tener una familia? Nosotros no somos tu familia, ¿no? Vale, lo comprendo, vete si quieres.
La azabache no pudo contestar cuando la hija de Atenea se alejó corriendo de aquél lugar haciendo a la chica suspirar con tristeza, observando como tanto Quirón como el dios del vino se alejaban para adentrarse en la casa grande, seguramente para dejarles algo de espacio. Su mirada viajó al hijo de Poseidon, quien observaba a algún lado totalmente distraído, algo que era a su THDA.
Le observó por unos segundos, diciendo su nombre con suavidad por unos segundos hasta que, al ver que no le respondía, golpear con suavidad su brazo, logrando que la observara espectante.
- Annabeth me ha entendido mal, no digo que vosotros no seáis mi familia.. Debeís comprenderlo, necesito a mi padre.. Necesito estar con él, no creo dejar de venir al campamento nunca, este sigue siendo mi hogar, y estaría dispuesta a dar mi vida por cualquiera de ustedes, creo que Annabeth necesita su tiempo para procesar esto. Ella sabe mejor que nadie que llevo desde que tenia 1 año sin mi padre. Por lo que en vez de irme la semana que viene me iré en este momento, de tal manera podrá pensarlo mejor y yo trataré de contactarme con ustedes en cuanto pueda. Por favor Percy, dile lo que te he dicho, yo ahora me iré a hablar con Quiron y el señor D, luego me iré a un hotel en Londres, ¿Vale?
- Claro.
Observó la sonrisa del chico de su edad, recibiendo después un fraternal abrazo, algo que sorprendió por completo a la azabache, quien en un principio se quedó estática, y luego le devolvió cortamente el gesto.
Al separarse, el chico, aprovechando su distinta altura, pasó una mano por la melena oscura y levemente larga de la chica, ganándose que esta le observará con una ceja alzada con algo de diversión.
- Jackson, gracias.
- ¿Por qué lo dices?
- Según lo que me has dicho, este último año has cuidado de ella, y por lo que he visto creo que también has cuidado de mi, sin siquiera conocerme. Eso demuestra mucho de ti, y no se como compensártelo, por lo que siempre que necesites algo no dudes en mandarme un mensaje Iris, tenemos trece años, pero aún así siempre podremos ayudarnos en cualquier situación.
La chica le dedicó una suave y sincera sonrisa al chico para después girarse y lanzarle un dracma de oro mientras caminaba hacia el interior de la casa, en una despedida distinta, sintiendo por unos leves segundos la mirada del chico sobre ella antes de cerrar la puerta de la casa grande tras de si.
- Chica, mucho tiempo sin verte. Aunque te vas ya, ¿No es así?
La chica asintió suavemente mientras se sentaba en frente del dios y el centauro, observando como ambos la observaban, el segundo con una suave sonrisa.
La joven vestía unos pantalones negros lisos, junto a una camisa blanca y la chaqueta de cazadora, en sus pies estaban perfectamente colocadas sus botas negras y su cinturón multiusos, donde se podía apreciar lo que parecía ser un palo grueso, de forma cuadrada con unos finos dibujos en ella, era la varita de su padre aunque eso nadie lo sabía, y ella nunca se separaba de ella, deseando poder devolverla a su dueño tras haberla robado en una de las visitas junto a su tío al ministerio de magia.
- ¿Juegas?
Asintió con leve diversión mientras se colocaba mejor en la silla, se había acostumbrado a las buenas posturas gracias a su tía Narcissa. A mitad de la partida, sin dejar de observar las cartas habló, algo nerviosa.
- Ya han visto que me ha llegado una carta para el colegio de magia de Londres, me iré hoy mismo a Londres, me quedaré en un hotel mágico de allí, para comprar lo necesario e ir luego más rápido al tren.
- ¿Tienes el dinero necesario para comprarlo todo?
La chica asintió mientras observaba al dios de reojo, enseñando sus cartas, mostrando que poseía una escalera de color, haciendo que el dios bufara y la chica atrajera hacia ella los pocos dracmas con los que jugaban.
- Mi padrino me dio en la última carta que me mandó el número de la bóveda de mi padre, la 711. Me dijo que podría coger algo en caso de ser necesario.
- ¿Como viajarás? ¿Por las chimeneas?
La chica volvió a asentir, avisando de que recogería las pocas cosas que mantenía en la cabaña de Apolo, pues no confiaba en que los hijos de Hermes no tocaran sus cosas.
Cuando volvió a entrar en el lugar se encaminó directamente hacia la chimenea, la cual se encontraba ya prendida. Observó a su mentor y al dios, observando como este último observaba todo con leve aburrimiento y algo de frustración debido a que acababa de perder al poker ante una niña.
- Nos vemos en vacaciones.
Sin querer decir adiós rebuscó en la mochila que había preparado con sus cosas, hayando casi al instante un un tarro con una etiqueta donde ponía "Polvos Flú" tomó con su mano derecha una pizca para después volver a guardar el tarro y acercarse a la chimenea.
Observó está por unos leves segundos, mientras con la mano izquierda echaba hacía atrás su cabello oscuro, sonrió ladeado y tiró los polvos a la chimenea cuando apreció que las llamas se volvían de un color esmeralda, se metió en seguida en ella, manteniendo los brazos muy cerca de su cuerpo, abrazando su bolsa, para decir con voz fuerte y clara.
- ¡Al Caldero Chorreante!