Capítulo 2| ¡Cuidado con esas manos criminal!
James.
Estoy en espera a que el semáforo cambie a verde para poder seguir mi camino al aeropuerto donde me encontraría con los abuelos de Melanie. Cuando por fin cambia a verde sigo mi camino, el vuelo de California a Seattle es de una hora y media así que llegare justo a tiempo a mi destino.
Mi móvil comienza a sonar y de inmediato me pongo el auricular mano libre para poder contestar la llamada entrante.
― Dime.
― James, sé que tu novia llega hoy pero necesito pedirte un favor.― Habló Robert desde el otro lado.
― Te escucho.
― Tengo una reunión a las diez, normalmente Kevin cuida de tu hermana pero extendió las clases particulares en la casa de los Robinson y quiero pedirte si puedes venir a cuidar a Catalina.― Dice con urgencia.
― No tengo problema.
― Gracias, te veo antes de las diez.
Dicho eso finalizo la llamada y me quito el auricular guardándolo en la guantera. No puedo negarme, después de todo Robert ha sido un apoyo importante durante todo ese tiempo, además Catalina no soportaría que otro extraño cuide de ella que no sea yo o mi mejor amigo.
Minutos más tarde llego al aeropuerto, me bajo del auto y camino hacia la entrada. Le pregunto a una de las encargadas delos vuelos por el vuelo de California y me indica a donde debo ir así que continuo caminando hasta que llego a lo que veo a los abuelos de mi novia sentados de espalda a la enorme ventana.
― ¡James!― Gritó la señora Wells al verme.
Se levanta alejando la mano de su esposo quien toma el periódico cubriéndose el rostro con el, se acerca a mí para darme un abrazo tomándome por sorpresa, no suelo ser muy afectivo con las personas y aun me cuesta serlo con mi novia.
― H-hola.― Saludo, aun sin poder reaccionar.
― Lo siento por ese repentino abrazo.― Se disculpa.― Me alegro mucho de que estés aquí y es un honor de por fin conocerte― Me coge de las manos.― ¡Steve ven a saludar al novio de tu nieta!― Gritó la mujer a su esposo, bajó el periódico para mirarme así de pies a cabeza.
No cabe duda que tampoco le agrado.
Entonces termina cediendo, se pone de pie dejando el periódico sobre el asiento en que estaba sentado y se acerca a mi.
― Buenas tardes, soy James Tanner.― Extiendo mi mano a él.
Es la primera vez que conozco a los abuelos de Melanie, de todo el tiempo que llevábamos juntos hoy es la primera oportunidad de presentarme ante ellos aunque al parecer ellos si conocen mucho de mi.
<< Estoy seguro que Christopher habló pestes de ti...>>
― Así que tú eres el famoso James Tanner.― Su mano se estrechó con fuerza contra la mía.― Mi hijo y mi nieto me han hablado mucho de ti.
― Y espero que de cosas buenas, señor.― Él me suelta la mano de inmediato.
― No te creas mucho por ser el novio de mi niña.― Recalca las dos últimas palabras, fuerzo una sonrisa.
Como dije, al abuelo de Melanie lo caigo bien.
― Steve por favor, disculpa a mi esposo cariño es un poco celoso cuando hablamos de nuestra nieta.― Dice, mirando con mala cara a su esposo.
Después de eso él ni yo cruzamos palabra alguna, el Señor Wells en cambio me platicaba lo feliz de que Melanie se venga a pasar un tiempo con ellos.
Cuando creí que la conversación estaba tomando un rumbo agradable eso se deshizo en el momento en que el Señor Steve volviera hablar dirigiéndose a mi.
― Así que muchacho, ¿dices amar mucho a mi nieta, eh?― Preguntó, mirándome con ojos fríos de pies a cabeza desaprobando los colores oscuro de mi vestimenta.
Mientras más veo a este señor y en la manera en cómo me habla, no puedo evitar recordar a Christopher y el odio que siente por mi.
Sin duda la sombra de ese imbécil va estar siguiéndome hasta que muera.
― Sí, amo a su nieta como no tiene idea.― Respondí, intentando no sonar brusco.
― ¿Entonces por qué la dejaste...?
― Steve por el amor de dios, basta con hacerle preguntas incomodas al chico.― Lo regañó su mujer y el suelta un bufido, se levanta de su asiento y se aleja de nosotros.― Discúlpalo, mi esposo no acostumbra mucho a socializar con los novios de su nieta al menos una vez lo hizo con Harry.
¿Qué?
― ¿Harry?― Pegunto intentando sonar lo más tranquilo al escuchar el nombre del amigo de Melanie de la universidad.
― Sí, bueno Steve se llevó una buena impresión de ese muchacho y creyó que era el novio de Melanie.― Se ríe pero yo no comparto su risa.― El muchachito le confeso a mi esposo por lo que sentía por mi pequeña y estuvo de acuerdo en ayudarlo para ganarse el corazón de Melanie pero ya sabes cómo es mi nieta.
Así que el abuelo de Melanie quería emparejarlo con ese imbécil, ¿por qué me sorprende? Estoy seguro que hasta Christopher lo hubiera ayudado.
― Lo sé, sé cómo es su nieta.
― Y no te preocupes por mi esposo, terminara aceptando su relación que de eso me encargo yo.― Me dio una suave palmadita en la espalda y sigue a su esposo.
Los minutos transcurrían con suma lentitud, comenzaba a pasarme de aquí y por allá esperando a que Melanie llegara y como si la suerte estuviese de mi lado escucho a la señora Wells a gritar a todo pulmón el nombre de su nieta.
Miro en dirección en donde la señora Wells corría para ir abrazar a Melanie, ella dejó caer su equipaje al suelo envolviendo así a su abuela en un fuerte abrazo.
Me aproximo a donde ellos se encuentran y luego Melanie abraza a su abuelo con la misma fuerza, se quedaron así por unos largos segundos y aunque no podía verla directamente a los ojos (ya que ocultó su rostro en el cuello de su abuelo) debe estar al borde de las lágrimas.
― Me alegro de poder tenerte aquí, mi pequeña.― Le dice.
No logro escuchar lo que ella le responde, pero cuando se separa de su abuelo se da cuenta de mi presencia justo detrás de ellos.
Entonces es mi turno y se lanza a mis brazos, deslizo mis manos por su cintura y ella esboza una sonrisa. Han pasado solo dos meses desde que yo me vine de California y jamás imagine cuanto iba a extrañar a esta mujer.
― Te extrañe mucho.― Murmuró.
― Yo también te extrañe a ti.
Sellamos aquellas palabras con un beso largo y profundo olvidándonos por un momento de todo, hasta que ese pequeño momento mágico se cortó al escuchar un carraspeo por parte del abuelo de mi novia.
― Suficiente de mimos, es hora de ir a casa para la cena.― Dijo el señor Steve, cogiendo las maletas de su nieta.
― ¿James quieres ir a cenar con nosotros?― Preguntó entonces la señora Wells, con una cálida sonrisa que comenzaba agradarme.
Aún es temprano, tengo tiempo de llegar a casa de Robert.
― Será un placer poder acompañarlos.― Melanie sonríe y me toma de la mano, en cambio su abuelo no le gusto para nada mi respuesta pero no dijo nada.
Tengo claro que los hombres de esta familia son mucho más complicados que las mujeres.
***
Nos encontrábamos cenando en casa de los abuelos de Melanie, una de las empleadas de la casa serbia la comida y retiraba los platos ya vacíos. Sólo nos encontrábamos bebiendo una taza de té para abrigar el estomagó como dijo la señora Wells.
― Mañana es tu primer día de universidad Meli, ¿quieres que vaya a dejarte?― Preguntó su abuelo, mirando a su nieta pero sus ojos se dirigieron a nuestras manos entrelazadas sobre la mesa.
― No te preocupes abuelito, James vendrá por mi ¿cierto?― Me mira.
― Sí.― Afirmo, sintiendo la mirada intimidada del hombre sentado frente a mí.
― Lo que tú digas, mi niña.
― Hija puedes subir con James a tu habitación si gustas...
― Nada de eso.― Interrumpió el señor Steve, ganándose la mirada llena de molestia de su mujer.― Pueden pasar a la sala si gustan donde mis ojos los vean.
― ¡Steve por el amor de dios!― Exclamó su mujer.
― No te preocupes abuela, si el abuelo así lo quiere está bien.― Melanie se pone de pie y yo también, me toma de la mano guiándome a la sala.
Su abuelo se convertirá en un enorme grano en el culo.
Debo irme en media hora más a casa, al menos no vivo tan lejos que los abuelos de Melanie pero ellos viven en un sector más resguardado y lujoso en el que vive Robert.
Nos sentamos en el sofá, Melanie apoyaba su cabeza en mi hombro mientras veíamos una serie en Netflix llamado The 100.
― No dejes que mi abuelo te intimide, es así con todo el mundo pero es una buena persona.― Dice.― Y un poquito celoso.― Se ríe.
¿Un poquito?
Creo que la palabra le queda muy corta.
― Hasta un niño de primaria se daría cuenta que a tu abuelo yo no le agrado para nada, Mel.― Continué.― Puedo entender su lado protector contigo, Robert también lo es con mi hermana menor.
― Mi abuelo es un caso especial.
― Claro.
Ella rueda los ojos y se me queda viendo apoyando su codo sobre su rodillas descansando así su mejilla en su mano.
― ¿Qué?― Pregunto.
― Te amo.― Dice y su mano busca la mía.
― Yo te amo mucho más, Wells.― Ella sonríe.― Y prometo no soltar tu mano nunca más.
Poder tener a esta chica sentada frente a mí, tan cerca en cómo está justo ahora, ver su sonrisa, sus ojos cada gesto que hace me dan ganas de besar sus labios.
Ella no tiene ni la menor idea de cuánto bien me hace su existencia, ella es la luz y la esperanza que yo necesitaba para salir del abismo en el que estaba. Ella no está consciente de lo mucho que significa para mi poder tenerla a mi lado.
― ¿Por qué no te quedas a pasar lo noche aquí?― Preguntó y yo sonreí con picardía.
No sería bueno dormir hoy juntos esta noche.
― Me encantaría pero sabiendo que el celoso de tu abuelo podría estar vigilándonos, no muchas gracias.― Hizo un puchero.― Además no podría simplemente dormir junto a ti sabiendo que cuando estás conmigo duermes con ese pijama tan sexy que me quita el sueño.― Murmuro cerca de sus labios.
― ¿Quieres tener sexo conmigo, James?― Una risita se les escapo de los labios, por inercia muerdo su labio inferior con fuerza.
― Más bien hacer el amor.― Sus manos viajan a mi pecho.― Pero debemos controlar este deseo que tenemos.
― Muy bien dicho.― Uno mis labios con los suyos, volviendo nuestro beso algo apasionado que siento que en cualquier momento iba a perder el control y ser capaz de llevarla al baño para poder hacerla mía.
Mis manos viajan a sus piernas y ella se sube ahorcadas sobre mí a lo que yo aprieto su trasero entre mis manos a lo que ella se ríe entre medio de nuestro pasional beso.
― ¡Cuidado con esas manos criminal!― Gritó una voz al lado de nosotros, obligándonos a separarnos.― Dije que alejes tus manos sucias de mi nieta.
― Abuelo.― Dijo Melanie, poniéndose de pie.― Por favor.
― Nada que por favor, nos les dejare tener sexo mientras nosotros estemos bajo el mismo techo que ustedes.― Sentenció.
Melanie se sonroja y sin nada más que añadir el señor Steve se retira volviendo a dejarnos solos. Melanie suelta un suspiro.
― Bueno será mejor que me vaya.― Tomo mi chaqueta negra.― Por cierto, ¿tu hermano te ha llamado?― Ella meneó la cabeza.
― Sigue enfadado y estoy segura que cuando me llame tú y yo ya estemos casados con tres hijos.― Dijo.
La tomo de la cintura acercándola más a mi.― Ya te hiciste la idea de que tendremos tres hijos, eh.― Se ríe.
― Lamento tanto la actitud de mi abuelo.― Agachó su mirada.
― No te preocupes, yo sé que con el tiempo va a terminar aceptándome.― Le doy un beso en la punta de la nariz.― Mañana pasare por ti ¿ok?
― Ok.
Me despido de ella con último beso y salgo de la casa dirigiéndome a mi auto para irme devuelta a casa. Espero que las cosas salgan bien con mi búsqueda de trabajo, necesito reunir el dinero para poder cumplir uno de mis propósitos que deseo.
¿Qué será lo que James querrá hacer con ese dinero?
-Besos y abrazos.