La mala reputación de Andrea...

By TatianaMAlonzo

5.2M 712K 181K

GRATIS OTRA VEZ EN WATTPAD Y TAMBIÉN EN AMAZON CON CONTENIDO NUEVO. Sinopsis: Andrea Evich es la chica más po... More

La mala reputación de Andrea Evich
Capítulo 1
Capítulo 2
El diario de Andrea. 1
Capítulo 3
El diario de Andrea. 2
Capítulo 5
El diario de Andrea. 3
Capítulo 6
El diario de Andrea. 4
Capítulo 7
El diario de Andrea. 5
El diario de Andrea. 6
Capítulo 8
El diario de Andrea. 7
Capítulo 9
Capítulo 10
El diario de Andrea. 8
Capítulo 11
Capítulo 12
El diario de Andrea. 9
Capítulo 13
El diario de Andrea. 10
El diario de Andrea. 11.
Capítulo 14
Capítulo 15
El diario de Andrea. 12
El diario de Andrea. 13
El diario de Andrea. 14
El diario de Andrea. 15
Capítulo 16
Capítulo 17
El diario de Andrea. 16
Capítulo 18
Capítulo 19
El diario de Andrea. 17
AHORA EN FÍSICO
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
El diario de Andrea. 18
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
El diario de Andrea. 19
Capítulo 31
Más detalles de El diario de Andrea
EPÍLOGO
El diario de Andrea. 20
Escena extra: Elige un compañero, Andrea.

Capítulo 4

154K 16.3K 11.6K
By TatianaMAlonzo

Preferí dejar lo de la visita a la señora Pratt para otro día e ir directo a casa. Tengo que esperar a Andrea. Me obligo a reflexionar sobre cómo me siento respecto a eso: Ella en mi casa. Andrea Evich y todo lo que ella representa en territorio Odom. No me lo creo.
¿Por qué me siento así?, me cuestiono, nervioso. Es sólo una tarea de Español. ¿Me sentiría igual si mi compañera fuera Karla? Tal vez sí. Tal vez no. Quizá mi problema son las chicas. Ser tímido tampoco ayuda. Es decir, estamos sacando a un animal de su hábitat natural. Por Dios, no debería estarme comparando con un animal. Me corrijo: Estamos sacando a un hombre de su zona cómoda. Eso está mejor.

Cuando llego a casa encuentro una invasión casi alienígena en mi cocina. Byron. 

—Hoy te di el día libre —dice, mordisqueando un pedazo de pizza—. Pedí pizza.

Miro su boca —Ya vi —arrugo mi nariz—. ¿Peperoni?

—Con queso extra.

—Porque lo huelo desde aquí.

Me sirvo cinco pedazos. Los únicos cinco pedazos que quedan. Si llego un poco más tarde no como.

—Igual tengo que cocinar para papá —digo.

—Eso lo pondrá de buen humor. Odia cuando cocino yo.

Ya somos dos.

Byron es hermano menor de papá y vive con nosotros desde que murió la abuela, pero ya había dicho eso antes. Hechos: Por ser menor de edad tengo que vivir bajo la supervisión de un adulto bla bla bla; y papá no cuenta porqué él también necesita la supervisión de un adulto.

Cuando Byron recién se mudó, trabajó como asistente de cómputo en una empresa y casi siempre estaba fuera; lo que para mí significaba vivir solo. Únicamente contaba con la compañía de la señora Pratt, que venía a darme tutorías. Pero ahora Byron es su propio jefe y puede trabajar en casa. ¡Ni siquiera tiene que quitarse la pijama! La mayoría de sus tratos los cierra mediante video llamadas. Él tiene una compañía unipersonal que crea contenidos software, y, para nuestra buena suerte, tiene su clientela. Supongo que es feliz. Se ve feliz. Aún así, y aunque él no lo admita, sé que ha tenido que hacer sacrificios para estar aquí; porque él tenía una prometida antes de mudarse con nosotros, pero bueno... Así es la vida.

Cuando Byron se va a su oficina-habitación me dedico a limpiar un poco de más nuestra casa.
El timbre suena un poco antes de las cuatro. Veo por el ojo de gato antes de abrir. Es Andrea y llega casi una hora tarde.
Esto empieza mal. No me gusta ser negativo, pero estoy acostumbrado a no ser positivo.

Abro la puerta. Ella me está dando la espalda, pero no tarda en volverse para ofrecerme su mejor sonrisa.
Ahora me siento un poco trastornado.
Andrea lleva puestos sus lentes Ray-ban. Viste botas, vaqueros, una cazadora de cuero,una camiseta blanca y una bufanda marrón a juego con un gorro de lana, de esos que se acomodan hacia un lado. Rayos, luce como una chica de portada de revista. Quizá lo único que no encaja con ella es su cabello. ¿Por qué lo usa de esa manera? Puede que sea una buena pregunta para el ensayo.

—¿Qué hay? —saluda y entra a mi casa sin que la invite a pasar.

Oye...

—Que hay —repito, enredándome con mis palabras y la sigo dentro.

En el vestíbulo, me entrega su cazadora, su gorro y su bufanda. Nervioso, me apresuro a acomodarlo todo en el perchero.

Andrea está mirando hacia todos lados, evaluando. Me siento incomodo. ¿Tiene que ser tan poco sutil? Menos mal Byron y yo somos ordenados, porque la casa luce limpia y bien acondicionada. Aún tiene el estilo que mamá dejó: blanco hueso combinado con verde 

—¿Estabas limpiando? —pregunta, mirando de reojo la aspiradora en medio de la sala.

¡Olvidé guardarla! 

—Sí, algo así.

Parece divertirle eso. Sí, soy el amo de casa aquí.

Me apresuro a guardar la aspiradora en el cobertizo debajo de la escalera y le pido que me siga a la cocina. Advierto que mis manos están sudando.

En el camino ella se detiene frente a una estantería repleta de fotografías. Fotografías mías.

Mierda...

—¿La verdadera identidad de Batman? —pregunta con una mueca graciosa en su cara y observa todo con cuidado.

¿Batman?

—Eh...

Me pongo de pie detrás de ella y la miro sonreír tontamente a algunas de mis peores fotografías. ¿Por qué no las escondí en el sótano?

—Ow. Eras un bebé lindo —cuchichea, poniendo esa cara que ponen las mujeres cada que ven un perrito.

AY NO, está una viendo la foto en la que tengo tres años y estoy de pie en una bañera, desnudo y sosteniendo en mi mano un patito de hule. Esa es la fotografía favorita de mamá; pero, justo ahora, yo me quiero matar.
Debería haber una ley que prohíba a los padres tomarte este tipo de fotografías.

—Vamos —digo, casi atragantándome y sintiéndome humillado. Retomamos el camino hacia la cocina—. Trabajaremos aquí —digo a modo de explicación cuando llegamos.

Elegí trabajar en la cocina por dos motivos:
1. En esta parte de la casa ella estará lejos de papá.
2. Yo me siento cómodo aquí. De toda la casa, la cocina es mi lugar favorito.

Andrea se sienta en un banquillo del desayunador, coge una manzana verde del frutero y la muerde como si estuviera preparada para que saque mi cámara.

—Linda casa —dice, apreciativamente.

—¿Gracias? —la miro ceñudo.

¿Por qué tanta confianza? ¿De cuándo acá ella y yo...

Y mi molestia hacia ella me da el valor que necesito para hablar:

—Aquí tengo libros, hojas y lapiceras para que trabajemos —digo, un poco molesto—. ¿Ya pensaste con qué personaje te identificas?

—Oye, tranquilo, amigo —me dice como si le hubiera propuesta que corramos a mi habitación a tener sexo—. Toma asiento y relájate.

Oh, ahora estoy siendo invitado a tomar asiento en mi propia casa. Pero le hago caso.

Y porqué ella no trajo libros o cuadernos, y porqué en definitiva necesito una ruta de escape, empiezo a acomodar el material que yo recolecté para el ensayo

Ahora ella luce tímida. ¿Le hablé demasiado pesado? ¿Debería disculparme?

—Puedo ayudarte con eso... —dice, apenada, e intenta coger un libro.

Niego con la cabeza. No necesito su ayuda.

Se quita sus lentes Ray-Ban:

—Oye —intenta llamar mi atención— ¡Oye! —la miro—, no suelo ser tan maleducada, lo juro —dice, disculpándose—. Sólo pretendo que no te sientas cohibido cuando estás conmigo.

La miro con mi mejor cara de póquer. ¿Qué?

—Funcionó, ¿no? Te animaste a retarme —sonríe, esperanzada.

Si que es rara.

Bajo la mirada sintiéndome confundido. Rayos. No lo sé. Igual me siento cohibido. Ella es tan...

—Eso creo —sigo.

Ella suspira aliviada.

—Prometo no hacer algo más sin tu autorización —dice—. Anda, mírame —Lo hago y me muestra sus manos, a modo de darme a entender que estoy a salvo.

—Es bueno saberlo.

—Sé que no te caigo bien... —continua, dejando esta afirmación en el aire.

—Yo no he dicho eso.

—Las personas no van por ahí diciéndote si les caes bien o no. Simplemente lo demuestran.

Oye, eso lo sé, pero no.

—Me caes bien, Andrea —aclaro, pero soy cortante. No sé qué más decir.

¿Me cae bien?

—Menos mal. No podía dormir pensando en ello.

¿Eso fue un intento de broma?

Sonrío y eso me ayuda a relajar mis hombros. Ella se está esforzando en hacerme sentir cómodo y de verdad aprecio eso.

—¿Me puedo quedar con la manzana?

Su pregunta suena más como una plegaria.

Nota mental: Le gustan las manzanas.

—Toma las que quieras.

Termino de acomodar el material de trabajo, que quizá ahora está demasiado acomodado porque lo vamos a utilizar y desordenar. Pero bueno...
Andrea sonríe... sonríe... Ahí está, dedicándome una sonrisa juguetona mientras come su manzana y... ¿Qué estaba haciendo yo? Tierra llamando a Oliver. Tierra llamando a Oliver. ¡Concéntrate, hombre! Cierto. Estaba terminando de acomodar nuestro material de trabajo. Aunque es hora de empezar a trabajar de verdad.

—Sé que aún tenemos tiempo para hacer esto, pero francamente quiero invertir el menor tiempo posible en mi ensayo.

Ella asiente con la cabeza mientras continua mordisqueando su manzana.

—Suerte con eso, porque no soy una persona fácil de conocer —asegura.

Pienso en las paredes del baño horriblemente pintarrajeadas con la leyenda Andrea e-BITCH y sonrío irónicamente. ¿Pero quién soy yo para juzgarla? No seas cretino, Oliver.

—Entonces empecemos. Háblame de ti.

Genial. Ya superé la etapa de no encontrar mi voz cuando estoy cerca de ella. Aunque admito que me sigue apabullando.
Ella sonríe. Le gusta sonreír.

—Cuando Derek nos pidió elegir un personaje, casi de inmediato pensé en Cleopatra —dice como si contara la mejor idea que ha tenido—. Ella es increíble.

¿En serio? No puedo recordar nada importante sobre Cleopatra, más que tuvo algo que ver con un emperador romano, o algo así.

—¿Has visto fotos de ella? Es impresionante. Tiene esa...

Já.

—No es ella —digo y me mira como si la hubiera abofeteado. ¿Por qué? Cualquiera sabe que...—. En la época que vivió Cleopatra no había cámaras fotográficas  —¿En serio tengo que aclararle esto?—. Sólo podemos tener una idea vaga de cómo era ella gracias a vestígios de la época.

—Pero yo he visto fotografías —responde Andrea como si intentara tenerme paciencia—. No soy tonta, Oliver, sé que son actrices de Hollywood, modelos y eso. Pero hay detalles que no fallan cuando intentan parecerse a Cleo.

Cleo.

—Bien —cedo—. Entonces investiguemos a Cleopatra.

—Bien —sonríe, mirándome con aire victorioso.

Elijo dejarla creer que tiene razón. No voy a discutir con ella esto. Quiero invertir bien el tiempo que compartiremos.

Cuando ya llevamos media hora de trabajo saco del refrigerador una Coca cola y le sirvo un poco. Ella está escribiendo mi nombre en una hoja.

—¿Qué personaje elegiste tú? —pregunta.

Diablos, no lo sé. No he pensado en eso. Para mí no es una elección fácil.

—Preferiría que hoy hablemos de ti. Yo no he elegido.

—Puedo elegir por ti —dice y muerde otra vez su manzana.

Una gota de zumo escurre por su barbilla pero la limpia con un gesto gracioso. Me distraigo unos segundos viéndola hacer eso.
¡Concéntrate, Oliver!

Niego con la cabeza —No gracias.
Parece dolida con mi respuesta. Sin embargo, por lo que he visto y he oído, sé que es mejor no animarla.

—Entonces, ¿qué tienes en común con Cleopatra? —insisto.

—No sé. ¿Qué también soy sexy? —pregunta, juguetona.

Jesús. No puedo evitar quedarme boquiabierto. ¿Qué le digo? ¿Qué si? Sí.

Ríe y escupe hacia mí una semilla de la manzana. Sí, escupe. Aunque lo hace ver como si me estuviera lanzando un beso.
Me sonrojo.

—¡Dios, tu cara! —dice, enternecida—. En serio eres un encanto, Oli.

Oli.

Siento mis orejas calientes ¿Por qué me hace esto? No sé qué decir. Me limito a mirar mis manos. Yo soy tímido.
¿Qué está haciendo?

—Oye, relájate —me pide—. Lo digo en serio.

—¿Lo de que soy lindo? —digo, incrédulo.

Sé que me voy a arrepentir de haber preguntado eso.
¿Por qué sigo su juego?

—Sí, también. Las chicas lo dicen.

¿Qué?

—Me estás jodiendo.

—Nah. Aunque no me lo dicen a mí, por supuesto —aclara, con un gesto aburrido—. Pero deberías escuchar lo que dicen en el baño.

—No soy lindo —me defiendo.

¿Por qué me defiendo? Sueno patético. ¿Y por qué insisto en hablar de esto cuando ella ya cambió de tema?

Jesús, tú no me ayudas.

Andrea toma una lapicera y vuelve su atención a la hoja en la escribió mi nombre. Lee en voz alta lo que escribe a continuación:

—No se siente lindo a pesar de que lo es.

Quiero ahogarme en el maldito vaso con Coca cola. Suficiente. Cambiemos de tema:

—¿Qué me decías sobre Cleopatra?

Ella continúa riendo juguetona. Bien, se está divirtiendo a costa mía. Esto no va a ser fácil.

—No me hagas hablarte de Cleopatra —suplica, con voz de niña—. No sé nada sobre ella. Ayúdame con eso ¿quieres? Tampoco sé qué decirte sobre mí.

Está bien, le ayudaré.

—Empecemos con por qué elegiste ese corte de cabello.

Con eso la sorprendo. Abre y cierra la boca dos veces y niega con la cabeza.

—No, eso no —murmura un poco dolida y me siento culpable por haber preguntado eso. ¿Qué va mal? —. Siguiente pregunta —pide, buscando ayuda.

Mejor no mencionar los grupos de Facebook.

—Háblame de tu familia.

—Yo... —ahora mira hacia todos lados.

Oh, ese camino parece peor que el anterior. Diablos, ¿entonces qué te pregunto, Andrea?

—No hables de eso si no quieres —la tranquilizo—. Dime lo que quieres que sepa.

Le alivia escucharme decir eso.
Creo que usaré esa misma regla cuando ella me pregunte sobre mi familia. Tampoco me sentiría cómodo hablando de mamá o papá con Andrea. No hablo de ellos con nadie.

—Tengo una tortuga —suelta y supimo una risa. ¿Qué? Ella se sonroja y tuerce su cara en una mueca—. Se llama Donatello.

Así que le gustan las Tortugas Ninja. ¿Es en serio? Una chica a la que le gustan las Tortugas Ninja.

—¿Por qué una tortuga?

Se encoge de hombros antes responder:
—¿Porque ya es adulta y no pasa nada si olvido alimentarla uno o dos días?

Ahora soy yo el que está riendo. Vaya, Andrea Evich tiene una tortuga. Por alguna razón eso suena divertido.

—¿Tú tienes mascotas?

—No —Ya que encontramos un tema de conversación que está bien para ambos, no quiero cortarlo ahí. Trato de mejorar mi respuesta—: Pero me siento competente para ser dueño de un pez de dorado.

Ahora ella está riendo y tiene una forma peculiar de hacerlo: arrugar su nariz y acomodar su cabello. Bien hecho, Oliver, entendió tu broma, me felicito.

—También soy buena imitando
—dice.

No puede estar hablando en serio.

—No te creeré a menos que lo vea.

—Escupe un nombre —me alienta, relajando sus hombros.

—No lo sé... —trato de pensar en una buena opción.

Ella empieza a dar saltitos en su banco.

—Dios, por favor, que diga Pato Donald, que diga Pato Donald —reza en voz alta.

¡Oye, eso es coacción!

Finjo pensarlo detenidamente:

—Bien. Elijo al Pato Donald —digo, mirándola escéptico.

Se pone de pie y hace un gesto de enojo.
—¿Imitar al Pato Donald? —grazna molesta e imitando la voz del Pato Donald ¡Já!—. Eso es muy difícil... ¡Oh, esperen! —finge sorprenderse—. ¿Acaso ya estoy hablando como él?

Tengo que reírme.
Le aplaudo y ella se inclina a modo de recibir mi ovación como se debe.

—¿A quién más me aconsejas pedirte?

—Al Pato Lucas —suplica.

—¿Qué problema tienes con los patos?

Me mira como si no pudiera dar crédito a lo que digo.

—Los patos son mejores que los conejos —escupe, imitando la voz del Pato Lucas.

Estallo en una carcajada y vuelvo a aplaudir. Realmente me está sorprendiendo.

—¿Qué más debo saber sobre ti, Andrea?

Se toma su tiempo antes de responder. ¿Qué más quiere que yo sepa?

—Déjame ver —Parece evaluar sus opciones—. ¡Lo tengo! —salta, emocionada—. He visto tantas veces Titanic que me sé los diálogos de memoria.

¿En serio quiere que escriba eso? Lo hago.

Sonrío.

—Sabes, dudo que Cleopatra imitara voces de patos o que haya visto Titanic.

Andrea se muestra pensativa:

—Estoy de acuerdo. No creo que le vayan las películas románticas.
Pongo los ojos en blanco y ella ríe otra vez. Pero una vez más nos quedamos en silencio, buscando algún otro tema de conversación.
—Vi que tienes una abuela —digo, recordando su foto de perfil en Facebook.

Su sonrisa se borra de inmediato. Mierda. ¿Lo eché a perder otra vez?

—¿Dónde viste eso?

—Facebook —digo a modo de confesión.

Ay no, ¿por qué dije eso? Ella mira sus manos ahora. Parece avergonzada. Soy un imbécil.

—¿Visitas mucho Facebook? —pregunta y creo saber hacia dónde va esta conversación.

No puedo mentir.

—Sí, pero anoche fue la primera vez que te busqué —Ella empieza a jugar con su cabello y al instante su mirada recorre millas lejos de aquí—. Quería saber de ti... por el ensayo —intento aclarar.

Pero no es la respuesta que ella quiere escuchar. De inmediato se vuelvo a colocar sus lentes Ray-Ban.

—Debería irme —dice y se pone de pie, limpiando su nariz con actitud cabizbaja. Ay no.

Ahora no me da la cara. Soy un imbécil.

—Lo siento —me disculpo y eso la hace sentir peor, pero sonríe. Aunque es una sonrisa triste.

—Está bien, Oliver —dice.

Siento estrujar todo en mi interior cuando dice mi nombre como si le doliera saberlo.

Me muestra la manzana a medio terminar y le señalo el bote de basura. Salimos de la cocina.

En el vestíbulo le entrego su cazadora, su gorro y su bufanda, pero no espera a que abra la puerta por ella. Cielo santo. Casi está huyendo de mi casa. Me siento mal.

—Te veo en la Prepa —se despide.

Y avanza hacia la calle. Sin embargo, se detiene después de caminar dos metros.

—Si quieres... envíame una solicitud de amistad —dice sin volver atrás y sigue caminando.

Huye.

Estoy tan enojado conmigo mismo que golpeo la puerta con mi puño sintiéndome Hulk en pleno hecatombe...y de inmediato me retuerzo del dolor. Okay, eso no fue buena idea.

—¿Todo está bien ahí? —escucho que pregunta Byron.

—Estoy bien —chillo como una niña y cierro la puerta.

Bien. Bien. Merezco que me duela.

Regreso a la cocina. Y ya sentado en un banquillo del desayunador, busco una hoja:

—A Andrea Evich le gustan las manzanas —escribo leyendo en voz alta—. ¿A Cleopatra le gustaban las manzanas? Seguro que sí ¿A quién no le gustan las manzanas? Por otro lado, a Andrea no le gusta  hablar de Facebook. La buena noticia es que podemos estar seguros de que a Cleopatra tampoco.



------------------

ACONSEJO: Tomar en cuenta las circunstancias de Oliver al evaluar su forma de SER y razonar :) Oliver es inseguro, tímido y guarda mucho dolor. 

Gracias por votar y comentar ♡

Continue Reading

You'll Also Like

5.9K 896 42
"Solo dame 40 días para enamorarte con notas de mi corazón" Kagome quedo algo confundida asustada y emocionada por la nota extraña que llego a sus ma...
3K 750 78
Ella era como un telescopio, y él su estrella. Obra registrada. No se permiten adaptaciones de ningún tipo. Portada realizada por @Thera_mis
4.9M 222K 78
Sophie es la protagonista de la más famosa y peor serie de televisión del momento. Además de lidiar con fans, debe acabar el colegio, aguantar las to...
19.5K 1.3K 23
» Ella, como un tornado, fuerte, indomable e impredecible; él como un día en la playa, vivaz, divertido y lleno de calidez. Lejos de ser iguales o si...