Desde que te conocí.

By Cami2908

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Aquella sonrisa, ya la conocía y de verdad la amaba. Era la que por años me había levantado de todas mis caíd... More

SINOPSIS
UNO
DOS
TRES
PAUSA COMERCIAL
CINCO
SEIS
SIETE

CUATRO

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By Cami2908

Fernando

Quizás sea tarde, para curar la herida

entu corazón.

El daño es irreparable,

traté de arreglarlo y no encontré tu perdón.

Nuestro amor escomoun cristal,

nuncava a quedar igual.

Las fisuras se verán.

Tengo que admitir que había días en los que me preguntaba cómo es que tenía vecinos, pero la música que Louanne ponía, era su manera de decirme que estaba en casa, y que todo iba de maravilla.

- ¡Hola, pulga! - dije por encima de la música. Louanne al verme, bajó el volumen del estéreo y se acercó a mí- ¿Cómo te fue hoy?

- Bien, ¿y a ti?

- Yate imaginarás...

- Oye, transportar famosos de un lado a otro no es algo malo. Al contrario.

- Claro, salvo por la parte de transportar.

Louanne miró al cielo como en busca de ayuda, y sonrió.

- Mañana tengo examen de básicamente todas las materias. Estoy a punto de estallar del estrés.

- ¿Y qué esperas para ponerte a estudiar?

- Unmilagro, realmente. No quiero hacer nada.

- ¿De qué son tus exámenes?

- Francés, negocios y cálculo integral.

- La noche es larga, pero el tiempo no se detendrá a esperarte. - volteó los ojos, y tomó de nuevo su cuaderno. Caminó hasta la habitación y la cerró la puerta detrás de sí.

Me dispuse a preparar algo de cenar, puesto que no había comido nada en toda la tarde. Sentía que en cualquier momento la gastritis iría a hacer acto de presencia mediante fuertes dolores, y preferí evitarlo.

Preparé sándwiches sin dejar de pensar en lo que había pasado horas atrás. Nunca me ha interesado seguir la vida artística de una persona como lo hace Louanne con Lucero. Quizás esa lejanía fue la que me hizo darme cuenta que ella no solo actuaba frente a las cámaras de un foro, Lucero sonreía sin los suficientes motivos para hacerlo.

Tomé asiento en el sofá después de tener preparado mi emparedado y el de Louanne. Encendí la televisión, sin saber en qué momento caí rendido ante el sueño, y me profundicé.

Sin saber cuánto tiempo pasó desde que me quedé dormido, desperté alarmado por el timbre de mi teléfono que aún permanecía en el bolsillo del pantalón. Antes de contestar, me fijé en la hora; 3:24 am.

Acepté la llamada del número desconocido, pero nadie me habló. Un profundo suspiro al otro lado de la línea se hizo presente el segundo antes de que cortaran la llamada. Seguramente se trataría de una broma.
Me quedé ahí, sin hacer nada más que bostezar, vencido por el sueño. Necesitaba urgente un día de descanso.

Esperé unos minutos más a que quizás devolviesen la llamada, pero no fue así. Cuando di por hecho que no insistirían más, me acosté de nuevo en el, hasta ahora reconocido, cómodo sofá de mi casa. Acerqué mi chaqueta para abrigarme un poco evitando la fatiga de ir hasta mi habitación a buscar acomodo en mi cama, o a la habitación de huéspedes a buscar una cobija y de nuevo me dormí. Ahora sí descansé sin ser interrumpido más que por la alarma.

6:00 am. Louanne ya había salido a la universidad hacía 15 minutos. Me levanté, acomodé todo en la sala, me alisté y esperé a la camioneta que puntualmente estuvo en mi puerta a las 6:45. Partimos rumbo al hangar, y después de aquella rutina de revisión en los papeles de cada uno de nosotros, nos asignaron camionetas y así, a las 7:30 comenzaría un nuevo día.

Al abordar la camioneta, la mobile pad anunció el primer servicio de la mañana. "Pasajeropendientepuerta 3". Sin dudarlo, acepté el trayecto y estacioné la camioneta frente a la dichosa puerta. Esta vez era un locutor de radio quien se encontraba allí, lo reconocí porque su tono de voz era inconfundible. Me dictó la dirección del lugar al que se dirigía, y durante el camino se desahogó y me comentó los percances que tuvo en el vuelo. Yo no di mayor importancia a lo que escuchaba, aunque asentía y ocasionalmente pronunciaba dos o tres palabras para demostrar falsa atención a lo que él decía. Tenía que admitir que no era la mejor persona escuchando a otras, y seguramente sigo sin serlo.

- Y no pude parar de pensar en cuánto tiempo faltaba para aterrizar. ¿Puede imaginarlo? Tantas molestias y uno sin poder hacer nada.

- Debesertedioso.

- Bastante, a decir verdad. Pero eso no ha sido lo peor, en el aeropuerto tuve otra serie de percances. Parece una película- rió, y a pesar de que no hallé gracia en lo que escuchaba, fingí reír también. Tras unos segundos de incómoda conversación, llegamos a su destino. Se despidió cortésmente, bajó del auto y yo también lo hice. Le ayudé con las maletas, retomé mi lugar en el coche, y cuando estuve a punto de arrancar nuevamente, sentí mi teléfono vibrar. 

Respondí colocando el manos libres en mi oreja y pisé el acelerador.

- ¿Bueno?

- Sé que haciendo esta llamada me expongo totalmente, pero necesito que venga por mí.

Inmediatamente reconcí esa voz. 

- Estoy en horas de trabajo.

- No será mucho tiempo. Se lo pido por favor.

La voz de Lucero seguía teniendo aquel tono sombrío que me inquietaba. No pude hacer más queaceptar.

- Está bien. Estaré allá en 15 minutos.

Acepté su agradecimiento, y salí inmediatamente para allá. Rezando a cualquier santo que se tomara el tiempo de escucharme, que no tomara mucho tiempo. Quizás entenderían que se trataba de Lucero la que solicitaba "el servicio de transporte", y así evitar tantos problemas. Igualmente sólo se trataba de llevarla de un lado a otro, ¿no? algototalmenteprofesional.

Pasados los 15 minutos, estuve en frente de la propiedad donde la había dejado la noche anterior. 

No me dio tiempo si quiera de apagar la camioneta, cuando la vi dirigirse hacia mí. Llevaba puestos unos jokers negros a juego con una camiseta blanca con un estampado negro llamativo, y una beisbolera gris. Llevaba el pelo suelto, al natural, como si hubiese salido de la ducha a penas unos minutos antes y poco maquillaje. Estaba completamente diferente a como la había visto la noche anterior.

Abordó la camioneta, y sonreí.

- Buenos días.

- Buenos días, gracias por venir.

Vi en su rostro la sombra de una sonrisa, pero se quedó en ello, una simple sombra.

No tuve si quiera que preguntarle a dónde iríamos, ella me calló sutilmente tomando la palabra.

- Antes que nada, he llamado al aeropuerto advirtiendo que requeriría de su compañía toda la tarde. No tendremosinconvenientes.

Oír aquello me dejó helado. Pero al menos supuse que ya no tendría por qué preocuparme.

- Iremos para esta dirección- me pasó un papel-, ¿sabe dónde es?

- Sí.

- Deacuerdo.

El motor rugió y empezamos a andar hacia el destino que ponía en el pedazo de papel. El tráfico no se convirtió en problema, por lo que pasados 45 minutos de un silencio indescriptible, nos ubicamos en frente de una inmesa residencia. 

- Mi madre ya ha dado autorización para entrarel vehículo.

Sin dudarlo, esperé hasta que el vigilante a cargo de la entrada vehicular me diera entrada e indicaciones de donde dejarlo mientras tanto. Cuando obtuve lo que esperaba, avancé unos cuantos metros hacia dentro, dejé que Lucero bajara del auto cuando estuve en frente de la puerta principal de la casa, y di la vuelta para estacionar el coche. 

Lucero no me dijo nada de "Espere aquí", o "venga conmigo", por lo que cuando tuve el auto estacionado, desabroché el cinturón de seguridad, recosté un poco la silla y me dispuse a reconciliar un poco de sueño y cuando estuve casi que cayendo profundamente dormido, sentí mi teléfono vibrar una vez más. Se trataba de un mensaje de texto.

De: Número desconocido [1:23 pm]

Disculpe la molestia Fernando, ¿podría entrar a la casa? Necesito su ayuda.

No respondí el mensaje, pero me encaminé deinmediato. Rodeé la casa, y cuando estuve frente a la puerta principal, toqué el timbre. Una mujer mayor fue la encargada de recibirme. Caminé hacia la que parecía ser la sala de estar buscando a Lucero, pero no la encontré. Aproveché y me fijé en todos los detalles perfectamente cuidados del lugar. Ni un solo polvo sobre la mesa de centro, y las sillas estaban simétricamente acomodadas.

Sentí la voz de Lucero a lo lejos, y decidí disimular un poco mi curiosidad. 

- ¿Podría por favor ayudarnos a desarmar esa cuna?

Giré y vi que al fondo del pasillo se encontraba una cuna de madera. Asentí y vi cómo se acercaba a mí con un bebé en brazos. 

Me inquieté.

No di tanta importancia, traté de mantenerme en mi sitio ocultando mi asombro.

Junto con Lucero venía una mujer más baja que ella, con pelo negro y corto. Su madre, quién me sonrió amablemente al verme.

La mujer que me atendió a la entrada trajo a mi disposición toda clase de herramientas que podría necesitar, y sin dar más vueltas al asunto me puse en cuclillas y empecé a retirar uno por uno los soportes que dan estabilidad a la cuna.

- Lu, quiero que me escuches: Deberías esperar que se calmen las cosas un poco. Sabes que si Manuel llegase, el primer lugar donde te buscaría es tu casa. 

-  Manuel poco me importa, má. Quiero tener a Ainhoa conmigo, no aguanto otra noche más sin mi hija.

- Entiendo, pero...

- De verdad agradezco todo lo que haces por mí, má. Sé que cuento contigo si algo sale mal.

- Claro que sí.

Salí de la casa llevando en los hombros las partes que iba desarmando de la cuna y las acomodaba en el baúl de la camioneta. Me tomó aproximadamente 30 minutos aflojar todos los tornillos y tuercas al tiempo que memorizaba cómo iban ubicados, pues tenía la sensación de ser el próximo en armarla. 

- Avísame cualquier cosa, Lucero, por favor. Y cuida bien de Ainhoa.

- Má, me la llevo a micasa, no a otro país.

- Entiende que estaba acostumbrada ya a tenerla conmigo.

Lucero sonrió y me estremecí al verla. Tras unas palabras de despedida entre madre e hija, me encaminé a la puerta de la casa, pero la voz de la señora León me detuvo.

- Un emparedado le caería de maravilla, ¿o no, señor?

Sonreí y agradecí aquel gesto. 

¿De qué manera podría contarle a Louanne todo lo que había descubierto de Lucero esa mañana? Ya tendría tiempo de hallar la forma de decirle todo, sin que quiera comportarse como una desquiciada con Lucero, finalmente, la historia recién empezaba.

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