CUATRO

148 16 7
                                    

Fernando

Quizás sea tarde, para curar la herida

entu corazón.

El daño es irreparable,

traté de arreglarlo y no encontré tu perdón.

Nuestro amor escomoun cristal,

nuncava a quedar igual.

Las fisuras se verán.

Tengo que admitir que había días en los que me preguntaba cómo es que tenía vecinos, pero la música que Louanne ponía, era su manera de decirme que estaba en casa, y que todo iba de maravilla.

- ¡Hola, pulga! - dije por encima de la música. Louanne al verme, bajó el volumen del estéreo y se acercó a mí- ¿Cómo te fue hoy?

- Bien, ¿y a ti?

- Yate imaginarás...

- Oye, transportar famosos de un lado a otro no es algo malo. Al contrario.

- Claro, salvo por la parte de transportar.

Louanne miró al cielo como en busca de ayuda, y sonrió.

- Mañana tengo examen de básicamente todas las materias. Estoy a punto de estallar del estrés.

- ¿Y qué esperas para ponerte a estudiar?

- Unmilagro, realmente. No quiero hacer nada.

- ¿De qué son tus exámenes?

- Francés, negocios y cálculo integral.

- La noche es larga, pero el tiempo no se detendrá a esperarte. - volteó los ojos, y tomó de nuevo su cuaderno. Caminó hasta la habitación y la cerró la puerta detrás de sí.

Me dispuse a preparar algo de cenar, puesto que no había comido nada en toda la tarde. Sentía que en cualquier momento la gastritis iría a hacer acto de presencia mediante fuertes dolores, y preferí evitarlo.

Preparé sándwiches sin dejar de pensar en lo que había pasado horas atrás. Nunca me ha interesado seguir la vida artística de una persona como lo hace Louanne con Lucero. Quizás esa lejanía fue la que me hizo darme cuenta que ella no solo actuaba frente a las cámaras de un foro, Lucero sonreía sin los suficientes motivos para hacerlo.

Tomé asiento en el sofá después de tener preparado mi emparedado y el de Louanne. Encendí la televisión, sin saber en qué momento caí rendido ante el sueño, y me profundicé.

Sin saber cuánto tiempo pasó desde que me quedé dormido, desperté alarmado por el timbre de mi teléfono que aún permanecía en el bolsillo del pantalón. Antes de contestar, me fijé en la hora; 3:24 am.

Acepté la llamada del número desconocido, pero nadie me habló. Un profundo suspiro al otro lado de la línea se hizo presente el segundo antes de que cortaran la llamada. Seguramente se trataría de una broma.
Me quedé ahí, sin hacer nada más que bostezar, vencido por el sueño. Necesitaba urgente un día de descanso.

Esperé unos minutos más a que quizás devolviesen la llamada, pero no fue así. Cuando di por hecho que no insistirían más, me acosté de nuevo en el, hasta ahora reconocido, cómodo sofá de mi casa. Acerqué mi chaqueta para abrigarme un poco evitando la fatiga de ir hasta mi habitación a buscar acomodo en mi cama, o a la habitación de huéspedes a buscar una cobija y de nuevo me dormí. Ahora sí descansé sin ser interrumpido más que por la alarma.

Desde que te conocí.Where stories live. Discover now