UNO

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Louanne

- ¿Y por qué no vamos a tu casa? Tienes casa sola, ¿no? Allá podremos trabajar más a gusto, sin interrupciones.

- De acuerdo, vamos entonces.

Era jueves por la tarde. El cielo prometía una tormenta eléctrica y al parecer no habría escapatoria. Por ese motivo, junto con Abril, salimos casi que corriendo de la facultad 2 manzanas más al sur para poder encontrar algún taxi libre.

Afortunadamente, las primeras gotas de la lluvia cayeron cuando yo ya me encontraba en frente de la puerta principal del apartamento que compartía con mi tío. Al entrar, dejé mi mochila en el sofá y Abril hizo lo mismo, fui a la cocina y le ofrecí algo de comer.

- Bonito clima el que se gasta la ciudad- comentó Abril mirando por la ventana.

- Aquí está tu fruta- le avisé y nos sentamos a almorzar. Cuando estuvimos juntas en la mesa, tomé mi celular para avisarle a mi tío que ya estaba en casa.

- Louanne, no puedo con tanto silencio. Pon música o algo, por favor- comentó en tono de broma. La verdad es que para mí la música es más que un complemento, es una manera diferente de ver la vida... Una perspectiva distinta.

Me había privado de encender el estéreo porque sabía que sería incómodo la conversación que se avecinaba.

Me levanté, caminé hacia el estéreo y lo encendí.

Sonaron las primeras notas de "La vida aquí está", y después de sonreír, regresé a la mesa.

- ¿Esa es la voz de Lucero?

- Sí- asentí.

- ¿No te cansas? - no importaba cuánto lloviera afuera. Dentro de mi casa se avecinaba una tormenta de preguntas.

- ¿Cansarme de qué?

- De... Ya sabes, Louanne, son muchos años.

- No los que me gustarían.

- ¿A qué te refieres?

- Abril, es algo que no entiendes.

- Si tú lo dices, no diré nada más al respecto, entonces.

Terminamos de comer en completo silencio. Cuestionar mi incomprensible gusto hacia un artista, de verdad que me sacaba de quicio. Primero, porque la gente tendía a criticar cualquier cosa que yo hiciese con respecto a la mujer que admiraba, y aunque trataba de mostrarme ajena a los malos comentarios, me afectaban porque de cierto modo yo conocí a Lucero gracias a mi madre, quien tarareaba alegremente sus canciones día y noche... y la vida me había quitado el placer de seguir oyéndola cuando murió.

Por esa razón, me encontraba con mi tío. A los 17 años es imposible conseguir trabajo con el salario mínimo para poder pagar el arriendo de un departamento medianamente decente. Él prometió, frente a las lápidas de mis padres que estaría conmigo y cuidaría de mí hasta que eso ya no hiciera falta.

- ¡Louanne, estoy hablándote!

- ¿Eh? Disculpa.

- Suelta el teléfono y préstame atención.

- Perdona, dime

- Te decía que podemos dividirnos el trabajo. Yo puedo hacer la parte gráfica y tú haces la parte escrita, ¿va?

- Va- acepté.

Centré mi atención total en el proyecto. Necesitaba, como fuera, una buena nota para no afectar mi promedio.

Desde que te conocí.Where stories live. Discover now