Hubiéramos Sido Reyes.

By bellyster

9.4K 1K 1.1K

Dimitri nunca encajó en ningún lugar, hasta que los conoció a ellos y toda su vida cobró sentido. Charlie, Jo... More

Capítulo 1: Dos caras.
Capítulo 2: Sombras.
Capítulo 3: Justicia.
Capítulo 4: (Sin)Educación
Capítulo 5: Libertad.
Capítulo 6: Cuando la noche es más oscura.
Capítulo 7: Vinculo.
Capítulo 9: Contra ataque.
Capítulo 10: Limite.
Capítulo 11: Cenizas.
Capítulo 12: Sorpresa.
Capítulo 13: Mentiras.
Capítulo 14: Responsabilidad.
Capítulo 15: ¿Amigos?
Capítulo 16: El elefante en la habitación
Capítulo 17: No tan pasado.
Capítulo 18: Hacer lo Necesario
Capítulo 19: Por tú bien.
Capítulo 20: Hoy por ti, Mañana por mi.
Capítulo 21: Deslealtad.
Capítulo 22: Canción de Cuna.
Capítulo 23: Terapia.
Capítulo 24: A Su Servicio.
Capítulo 25: Vuelta Equivocada.
Capítulo 26: Amigos y Secretos.
Capítulo 27: Mala Compañía
Capítulo 28: Atrevimiento.
Capítulo 29: Mapa del Tesoro.
Capítulo 30: Elías
Capítulo 31: ¿Odio o Amor?
Capítulo 32: Una pizca de mala suerte.
Capítulo 33: Las buenas intenciones no bastan
Capítulo 34: Punto de no Retorno
Capítulo 35: Parte 3
Capítulo 36: Hablemos al Respecto
Capítulo 37: Un Trato es un Trato.
Capítulo 38: Lo que soy.
Capítulo 39: Recupera el Control.
Capítulo 40: La realidad puede ser Engañosa.
Capítulo 41: Miedo y Cobardía
Capítulo 42: Demasiado tarde
Capítulo 43: No te dejaré ir.
Capítulo 44: Una visita furtiva.
Capítulo 45: La serpiente y la manzana
Capítulo 46: Y la Serpiente Comienza a Cantar.
Capítulo 47: El rey y el peón.
Capítulo 48: Voy a seguirte.
Capítulo 49: Dr. Jekyll and Mr...
Capítulo 50: Subir el Nivel
Capítulo 51: El amor no es suficiente
Capítulo 52: Se atrapan más moscas con miel...
Capítulo 53: Play the Victim
Capítulo 54: Play the Dumb
Capítulo 55: Play his Game
Capítulo 56: Tras bambalinas
Capítulo 57: Una carta desde el pasado
Capítulo 58: Dos lados

Capítulo 8: Quiebre

285 31 12
By bellyster

1

Cassie abrió la puerta de su piso nuevo y dejó a Charlie y Dimitri entrar. Se trataba del lugar que habían conseguido Dana y ella para rentar, llevaban ahí apenas un par de días, las cajas seguían sin abrir y los muebles sin acomodar. La semana anterior los chicos habían estado ahí ayudándoles a pintar, así que ya lo conocían y caminaron directamente a la sala. Cassie los siguió, guardando un lúgubre silencio mientras observaba la espalda ensangrentada de Dimitri y juraba para sus adentros.

En el comedor había una toalla extendida sobre el piso, y un botiquín estaba abierto sobre el sofá. Todo estaba en orden, Charlie había llamado a Cassie antes de salir a recoger a Dimitri y ella había dispuesto las cosas para perder el menor tiempo posible.

—Por dios, ¡estas echo un desastre! —Cassie dio un dramático suspiro mientras miraba a Dimitri de arriba abajo. ­­­

—Se ve peor de lo que es— aseguró Dimitri con una sonrisa suave, pero ella no se dejaba engañar. Cruzó una mirada llena de intención con Charlie; tendrían que hablar sobre el asunto más tarde.

—Voy por agua. Charlie, ayúdale a quitarse la ropa— Cass se apresuró a ir a la cocina, y agregó, antes de desaparecer por la puerta— La ropa de la cintura para arriba, claro está.

El chico se arrodilló en la alfombra y Charlie le ayudó con mucho cuidado a quitarse la camisa. Deslizó la tela sobre sus hombros palmo a palmo, con algo de dificultad, pues la sangre la había hecho adherirse en varios sitios. No pudo evitar hacer una mueca al notar la cantidad de cortes y hematomas que tenía por todo el torso.

—Si esta fue la primera vez que te hacen bullying... —Charlie deslizó su pulgar sobre la cadera de Dimitri, donde estaban los moretones más desagradables, los que le habían quedado como recuerdo de su último castigo— ¿Quién te hizo estos?

—Mi papá —susurró Dimitri.

Hubo un destello de rabia en la mirada de Charlie que desapareció tan rápido como había aparecido, como un espejismo. Bien podría haber sido su imaginación.

—Ya veo— dijo, y nada más.

Cassie regresó con una palangana de agua y le relevó, lista para examinar las heridas. Charlie se sentó en el sofá a observar y recordó el día que Dimitri y él habían estado charlando por mensajes, el día que había ido de fiesta y se había terminado enrollando con una rubia moderadamente guapa. Ese día que, bromeando, Dimitri le pidió que le rescatara. Ellos habían estado pasando un buen rato mientras el niño recibía una paliza lo bastante desagradable para marcar su piel de ese modo.

No había creído que la situación del chico con su familia fuera tan mala, ¿Cómo iba a saberlo? Dimitri nunca hablaba de sus problemas.

Cassie recostó a Dimitri panza abajo sobre la toalla y, uno a uno, sacó los trozos de vidrio que aún quedaban en su espalda. Curó sus heridas con infinita paciencia, asegurándose de que no quedara ningún vidrio que causara molestias después. El agua de la palangana poco a poco fue tiñéndose de rojo y Charlie no podía dejar de mirar. La espalda de Dimitri se tensaba cada vez que un cristal era extraído, y cuando Cassie le limpiaba con alcohol apretaba los puños, gimiendo entre dientes. Era valiente. No le pidió que se detuviera ni una sola vez. Tampoco lloró, era un chico fuerte y Charlie no tenía duda de que se avergonzaba de haberlo hecho antes.

Pensó también en unas cuantas otras veces que le habían visto con moretones en los brazos o golpes en el rostro. Dimitri les decía que se había caído mientras practicaba saltos en la azotea y otras tonterías, pero ahora estaba seguro de que era mentira, ¿Cuántas veces lo habrían golpeado por salir de noche con ellos? La idea no le hacía nada de gracia. Ahora comprendía la ira feroz que Dimitri había mostrado cuando arrestaron a Charlie por defender a un chico indefenso. Todo tenía perfecto sentido.

Esa noche, hace tanto tiempo que comenzaba a esfumarse ya en el pasado, cuando se habían conocido, cuando Dimitri les había acompañado...

No era para salvarles. No solo para salvarles. Dimitri era egoísta y algo malcriado, no se preocupaba mucho por los demás, menos por los extraños.

Era una llamada de auxilio.

Charlie lo comprendió de pronto y se irguió sobre la silla observando fijamente el rostro de Dimitri, que tenía los ojos cerrados con fuerza para soportar el dolor. Era la misma sensación que había tenido esa tarde cuando le abrazó impulsivamente, quería hacerlo sentir mejor, quería ayudarlo, quería curarlo, porque Dimitri estaba pidiendo auxilio en silenció y nadie podía verlo.

Cuando estuvo listo, Cassie le hizo arrodillarse de nuevo y extendió una pomada de olor fuerte sobre los moretones.

—Esto ayudará a que desaparezcan.

—No quiero que desaparezcan, me gustan —Dimitri frunció un poco el ceño.

—¿Por qué? —preguntó Cassie sin dejar de aplicar la pomada.

—Puedo usarlos para hacer a mis padres sentir culpables. Es más fácil obtener permiso así. También puedo amenazarlos con una denuncia.

Ella y Charlie cruzaron otra mirada cómplice. Cassie pareció tentada a decir algo, pero Charlie negó con la cabeza a penas, deteniéndola. Dimitri no preguntó; ya no sentía ese vacío cuando le dejaban fuera de algo, ya no se sentía excluido. Sabía que si Charlie no le decía algo era por alguna razón. La ansiedad había desaparecido.

Su mirada se encontró con la de él y se encogió de hombros dándole a entender que estaba bien. Charlie respondió con una sonrisa.

Una vez terminada la curación, y antes de que Dimitri se congelara por el frío, Cassie rebuscó en su armario intentando encontrar algo de ropa para él. Al final se quedó con una ancha sudadera roja de canguro que le ajustaba bien. Ni siquiera lo intentaron con los pantalones, los de Dimitri eran negros y la sangre no se notaba tanto. Así que supusieron que estaría bien.

Dimitri se miró en el espejo, posando un poco. No solía usar colores tan vivos así que se sintió un extraño. Ese era más el estilo de Jona.

—Ese color queda increíble con tu tono de piel —dijo Cas—Te ves menos pálido.

Era cierto. Dimitri asintió con la cabeza y se dio la vuelta para encararlos. Pretendía decir algo ingenioso, pero las palabras se atoraron en su boca cuando perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer. Si no hubiera sido por Cassie, que se acercó de un salto para sujetarlo, habría acabado en el piso.

—¿Estas bien? —preguntó Cassie.

—Algo mareado, mi cabeza duele y eso me hace... eh... no lo sé, inestable, creo.

—Los analgésicos te harán sentir bien pronto, confía en mí—dijo Cassie —. Ve a recostarte a mi cama y duerme un poco.

Dimitri tenía muchísimas ganas de descansar, así que le parecía un gran plan, pero estaba un algo preocupado.

—Creí que no tenías que dormir después de un golpe en la cabeza.

—Mito de ancianas, créeme. Dormir es lo mejor.

Algo inseguro aún, miró a Charlie, como esperando su aprobación. A Cassie aquello le pareció cómico– Charlie sabía de medicina lo mismo que ella de naves espaciales–, sobre todo cuando Charlie le revolvió el cabello al chico y asintió con la cabeza actuando tan absurdamente confiado como siempre.

Después de eso, Dimitri ocupó la cama de Cassie. Recién entonces fue consciente del peso de su cuerpo y como cada musculo parecía dolerle. Estaba más que cansado, exhausto. Cayo dormido casi de inmediato.

2

Charlie despertó a Dimitri remeciéndolo suavemente. No tuvo que esforzarse demasiado, el chico abrió los parpados al instante, y no replicó cuando le ayudó a sentarse sobre la cama. La noche ya había caído del todo y el cuarto estaba a oscuras.

—¿Cómo te sientes? —Fue lo primero que dijo Charlie.

—Mucho mejor, esos analgésicos ayudaron mucho —Restregó sus ojos y dio un largo bostezo.

—¿Lo bastante mejor para que vamos a casa?

—Definitivamente.

Dimitri se puso de pie y su cabeza se sentía bastante firme. La movió a los lados para asegurarse y sonrió cuando no se mareo ni un poco. De hecho, ahora que era de noche, el aire refrescante hiso maravillas sobre él. Se sentía más despierto de lo que había estado en todo el día, lleno de energía.

—¿Qué hay del mareo?

—Por ahora, nada.

—Muy bien. Vamos, está servida la cena.

Fueron a la cocina donde se encontraron con Cassie, Dana y Jona sentados a la mesa.

—Hola chicos —dijo Dimitri ocupando una de las sillas vacías. Había estofado, y el aroma se coló por sus fosas nasales haciendo gruñir su estómago— Dios, estoy hambriento.

Charlie se sentó a su lado.

—Come despacio —Recomendó Cassie.

Jona estaba observándolo muy serio, sin perderse detalle. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y parecía molesto. Dana estaba ocupada con su comida y apenas murmuro algo más que un hola.

Jona se aclaró la garganta ruidosamente y todos guardaron silencio.

—Dimitri —comenzó, su voz sonó intimidante. Hiso una pausa para dar un trago de su vaso de gaseosa y respiró profundo. Charlie lo estaba mirando con desconfianza, listo para intervenir si le parecía que estaba diciendo algo fuera de lugar. La tensión era perceptible en el aire—Sé que no lo sabes porque acabas de unirte a nosotros, pero este tipo de problemas...

—Lo siento —Interrumpió Dimitri.

—¿Eh?

—Sé que les estoy causando problemas, lo siento, ¿Si? Sé que estás enojado conmigo, pero...

—¿Qué? No estoy enojado contigo.

Ambos se miraron en silencio un momento y luego Jona se echó a reír.

—Por dios, no estoy enojado contigo, ¿Por qué iba a estarlo?

Dana le dio a Jona una palmada en la cabeza.

—Parecía que quisieras matar al chico, con esa mirada de odio— explicó.

—No, okay, no, no estoy enojado contigo, Dem. Estoy enojado con quien sea que te haya hecho esto.

Dimitri sintió la tensión sobre sus hombros aflojarse un poco.

—Entiendo —musitó.

—Así que mañana mismo, vamos a ir todos a tu escuela, y les vamos a enseñar una lección a esos niñatos— Siguió diciendo Jona. Su voz había recuperado ese rencor ciego —Eres solo un chico, y además los muy bastardos te atacaron por la espalda, ¡No podemos dejarlo así!

—Jona, calma —dijo Charlie.

—Calma patrañas. Dimitri es un buen chico —replicó Jona, y para remarcar sus palabras golpeó la mesa con los puños.

—Y vamos a darles una lección, pero solo son chicos de secundaria, tenemos que medirnos.

Jona le enseñó a Charlie el dedo medio.

—Ellos no se midieron cuando le dieron con esa piedra en la cabeza, ni con la puta botella. Podrían haberlo matado.

Recién entonces Dimitri comprendió cual era el verdadero problema. Jona estaba más que furioso. Era extraño, ellos no eran tan cercanos, y sin embargo Jona parecía querer matar a las personas que le habían herido. No lo comprendía.

—Podrían, pero no lo hicieron —dijo Charlie.

—Pura suerte —replicó Jona—. Vamos a darle a esos niñatos un susto de muerte, me importa una mierda si se les rompen un par de huesos, no querrán volver a acercarse a Dimitri en su vida. Si vas suave sobre ellos solo van a reunir un grupo más grande y vengarse con él— Jona apuntó a Dimitri con el dedo para enfatizar sus palabras.

—Son solo niños —replicó Charlie, pero sonó menos convencido.

Entonces, inesperadamente, Dana interrumpió.

—Dimitri no es un niño. Puede ser un poco más joven que nosotros, pero no es un niño y no es estúpido. Tampoco lo son sus compañeros, así que no los trates como si fueran inocentes, Charlie.

Charlie negó con la cabeza.

—No creo que sean inocentes, sé que merecen un castigo, ¿Si? Es solo que la última vez que Jona ajustó cuentas con alguien...

Todos guardaron un significativo silencio. El rostro de Sam en la mente de cada uno.

—Tendré cuidado —Prometió Jona al fin, con un suspiro.

Dimitri sintió algo parecido a la ternura aparecer en su pecho.

—Gracias Jona.

Jona le dedicó una sonrisa y luego se inclinó sobre la mesa en su dirección.

—Escucha niño, sé que a veces soy algo brusco, y puede que no te mime tanto como Charlie, pero me preocupas, eres parte de nosotros, y haré lo que este en mis manos por ajustar cuentas y asegurarme de que nadie vuelva a molestarte. Somos familia, ¿cappicci?

—Así es Dem. No estás solo— acotó Cassie— Todo estará bien.

Y quizá así sería.

3

Dimitri y Charlie hicieron una parada en la estación de servicio.

—¿Podemos comprar alcohol? —preguntó Dimitri.

Charlie alzó las cejas y se cruzó de brazos.

—¿Quieres beber?

—Quiero emborracharme. Sería la primera vez.

Dimitri parecía bastante seguro. Charlie contuvo una carcajada.

—Bueno, me siento honrado de ser tu primera vez.

—Creí que dirías que no —rio Dimitri relajándose un poco.

Charlie pensó que quizá debería haber dicho que no, pero se sentía agradecido de que Dimitri confiara lo bastante en él para que le cuidara si bebía de más. Sabía que había tenido un mal día y quería mimarlo un poco. Si Jona lo supiera, probablemente se fastidiaría, pero Charlie no podía evitar ser el tipo de persona que quieren cuidar a los demás, y porque no, también mimarlos de vez en cuando, ¿Cuántas veces había hecho lo mismo por Cassie? ¿O por Jona?

—Tú déjamelo a mí —dijo, dirigiéndose a la sección de alcohol.

Una vez en su habitación, Charlie encendió el calentador eléctrico y puso música en su laptop. Ambos se sentaron sobre la alfombra, con la espalda apoyada en el borde de la cama.

Mucho tiempo después, Charlie le paso a Dimitri la botella tras de servirse el quinto vaso. Quedaba a penas un resto, pero el chico no dijo nada, y se lo acabó de un trago; el sabor aún le resultaba amargo, y le hizo dibujar una mueca de disgusto, pero podía decirse que lo disfrutaba. La habitación de Charlie era de alguna forma muy confortable. Las paredes abarrotadas con posters de bandas musicales resultaban refrescantes. Era diferente, y más humano que su propia habitación.

Pensando en retrospectiva, Dimitri no había tenido demasiadas aficiones, desde pequeño. No más que quemar cosas, torturar animales, iniciar peleas y tramar travesuras secretas. No más que sentarse en la terraza pensando sobre caer, con los audífonos a todo volumen destrozando sus tímpanos. Su vida había sido como una gran niebla borrosa en la que no se sentía confortable del todo. Como una prisión en la que no podía hacer nunca lo que deseaba.

—Toda mi vida... —Dimitri expresó sus pensamientos en voz alta, con la voz pastosa y pesada a causa de la bebida.

Charlie le miró con curiosidad.

—¿Qué cosa?

Su expresión le provocó a Dimitri una risita nerviosa. Era extraño sentirse tan ligero y cómodo. Tenía ganas de hablar, y decir cosas, esas cosas que nunca había dicho a nadie, porque Charlie no se reiría ni le miraría como si fuera un monstruo.

—Toda mi vida quise conocer alguien como... Como ustedes— Evitó la mirada de Charlie, y la fijó en las puntas de los dedos de sus manos—. Me siento libre desde que están conmigo.

Charlie sonrió.

—Eres libre— dijo— Que nadie te diga otra cosa. Es mejor morir a convertirte en una marioneta, sabes... — Hiso una pausa. Dio un largo tragó que acabo con la mitad de su vaso y lo dejo a un lado— Antes me sentía así también, prisionero—Reclinó la cabeza hacía atrás y la apoyó en el borde de la cama.

Era un poco difícil escuchar por encima del sonido de la música, así que Dimitri gateó hacía la laptop abierta y bajó un poco el volumen; presentía que la conversación se volvía algo más seria. Aunque no estaba seguro del por qué. Charlie llevaba toda la tarde en aquel estado melancólico.

—No te imagino a ti sintiéndote así, a decir verdad— Le dijo.

Charlie jugueteó con los dedos sobre la alfombra, y en voz baja y distante, comenzó a contarle una historia.

Charlie tenía 8 años cuando su madre se marchó de casa. Tenía tres meses de embarazo, y el padre no era su querido esposo Ben, sino un apuesto hombre de negocios llamado Edgard Colter, y apodado "el cuervo de las inversiones", un ave rapaz para los negocios, decían sus amigos. Estaba forrado.

La noche que se destapó el pastel su padre estuvo bebiendo toda la tarde, sentado en el pórtico de la casa, y mirando al frente ensimismado. Bebía, miraba, bebía. Y resultaba intimidante. Charlie no se atrevió a molestarlo para que le sirviera el almuerzo, ni la cena, y se las arreglo a solas con un emparedado de mantequilla y jamón. Luego subió por la escalera a su habitación, pensando en ver algo de televisión. Pero una fuerte sensación de inquietud, le hacía imposible concentrarse.

Su padre era más bien un tipo violento, sobre todo cuando bebía. Quizá por eso Charlie sentía con todo su ser que algo malo sucedería en cualquier momento. No era cosa de magia, sino puro instinto. La mayor parte del día observó a su padre desde la ventana y ambos aguardaron a que algo sucediera.

Cerca de las diez de la noche, su madre regresó a casa. Era una mujer joven; había quedado en cinta con solo 15 años. Ella y el padre de Charlie tenían trece años de diferencia de edad, y al lado de su belleza despampanante y su sonrisa radiante, su padre parecía una sombra. Era entendible que ella buscara otras compañías.

Charlie no sabía nada de ello. Lo único presente en su cabeza era un susurró quedo y constante; "cuidado, mamá, cuidado, por favor".

Su madre se detuvo en la puerta y comenzó a hablar con su padre. Al principio no podía escuchar lo que decían, pero pronto su padre empezó a gritar, sujetó a su madre del antebrazo, enterrando sus dedos macizos en la carne débil y arrastrándola dentro por la fuerza. Su madre se resistía, y Charlie estaba asustado. Muy asustado.

Su padre gritaba que ella se había acostado con alguien. En ese entonces, Charlie no comprendía bien a que se refería, y tardó un momento intentando determinar si acaso su madre había hecho algo malo. Ocultó tras la escalera, vio a su padre abofetearla, arrojarla al piso y comenzar a patear su vientre.

La mujer se revolvía, luchaba, intentaba cubrir su estómago y su cabeza. Una patada aterrizó en su cara y esta se convirtió en un caos sangriento.

—¡Voy a matar a ese maldito bebe endemoniado! —Gritaba su padre— ¡Me traicionaste! Eres de lo peor, te mereces esto y mucho más, puta de segunda.

Charlie supo que necesitaba hacer algo. Que incluso si su madre había hecho algo realmente malo, su deber era protegerla, y su padre la estaba matando. La estaba matando ante sus ojos; No había manea de que pudiera permitirlo. Su madre siempre lo defendía cuando su padre le decía que había sido malo, que había sido tan pero tan malo que merecía no haber nacido nunca o que le rompería a palos las piernas. Ella siempre se interponía para defenderlo, y el haría lo mismo.

Entró a la habitación pensando que hacer, asustado, con sus manos y piernas temblando. Si se lanzaba contra el hombre, él simplemente lo apartaría de un manotazo. Así de débil era, y lo sabía.

Tomó una decisión y se subió en el mesón de cocina, donde estaba la loza limpia. Cogió un vaso, y después de respirar profundamente para armarse de valor, lo arrojó contra su padre tan fuerte como pudo. El cristal se rompió en mil pedazos, y ciertamente distrajo al hombre, aunque no hiso más que aumentar su ira. Gritaba, gritaba y gritaba. Sobre cómo había confabulado con ella, sobre como él era un mal hijo y la pagaría caro.

Charlie no dejo de arrojar vasos y platos. Su madre se puso a gatas, luego se medió incorporó, y sin echarle un solo vistazo a Charlie, huyo. Dejándolo a solas con su padre enfurecido.

Charlie sonrió a Dimitri después de decir aquello. El chico le escuchaba atentamente, sin parpadear, recreando la escena en su cabeza.

—Después de eso no volví a verla. Mucho tiempo creí que ella simplemente se había olvidado de mí, pero la verdad es que mi padre la amenazó de muerte, y ella siempre le tuvo mucho miedo.

Dimitri asintió con la cabeza lentamente.

—¿Qué te hiso?

Charlie le quitó importancia con un gesto.

—Me dio senda paliza. Un par de costillas rotas, un brazo, pero nada tan serio. Supongo que en el fondo entendió que no era mi culpa. No puedo decir que fuera un buen padre, pero al menos se hizo cargo de mí. Siempre fue muy violento, eso sí. Cuando crecí peleé con él muchas veces, aunque cuando se dio cuenta de que podía vencerle me dejo en paz.

Dimitri se mordió el labio pensativo, pensando sobre el asunto.

—¿Crees que tu padre te quiere? —Preguntó.

—Lo hace, a su manera. Estoy en paz con el pasado y con él.

Dimitri dudó, se revolvió con nerviosismo. Intuía que Charlie había empezado a hablar de sus padres para hacerle sentir mejor, para hacerle saber que quizá podría aconsejarlo en su propia situación.

Charlie no hablaba de su relación con su padre. Fue una de las primeras cosas que aprendió sobre él, y sin embargo le estaba abriendo todas las puertas, pidiéndole que confiara en él. Pero era difícil confesar algo que había guardado siempre con tanto celo. Le haría vulnerable. Si era vulnerable, podría salir herido. Sus secretos podrían ser usados en su contra o, peor aún, Charlie podría decidir lo mismo que sus padres:

Que Dimitri era un monstruo.

Pero si se seguía ocultando, ¿Podrían ser realmente amigos?

—Mis padres me quieren también —dijo con voz suave —Pero ellos creen que soy un monstruo. Nunca me perdonaron. Nunca lo harán.

—¿Perdonarte por qué? —inquirió Charlie. Sus ojos reflejaban el fuego del calentador como dos ventanas al infierno y le observaba fijamente. Casi podía sentir como se quemaba bajo su peso, pero no podía apartar la mirada. Tenía que confesarse y quizá... quizá permitir que ese fuego acabara con él.

—Porque yo... Porque soy... —Sacudió la cabeza. Tenía miedo —Es algo desagradable.

—Hey... Dem, puedes confiar en mí. Solo déjalo salir, te sentirás mejor.

Dimitri asintió. Quería decírselo.

—Fue hace muchos años, cuando era un niño—Su voz se convirtió en poco más que un susurró, como si temiese que las paredes pudieran tener oídos—. Me descubrieron mientras... asesinaba a un perrito en un rincón de nuestro jardín—Bajo la vista, avergonzado. Charlie no había dicho nada, pero tampoco le miraba con desagrado, solo un poco sorprendido—. Se enojaron muchísimo y recuerdo que yo no entendía porque. No sabía que eso era algo malo, debí saberlo, pero no. Se pusieron furiosos cuando supieron que no era la primera vez que lo hacía y me enviaron a terapia.

—¿Qué tal resultó eso?

—Bastante bien— Dimitri se encogió de hombros—. La psicóloga me hizo muchas pruebas y descubrió que yo tenía niveles de empatía muy, muy bajos. Debido a eso no sabía distinguir entre lo que era "bueno" o "malo", los sentimientos de los demás seres vivos no me afectaban. Así que ella me lo explicó. La terapia estuvo bien. No volví a matar animales después de eso y prometí a mis padres que no volvería a hacerlo, pero algo se había roto ya, sin remedio. Me veían diferente...—Miró ansioso a Charlie, pero el muchacho seguía sin mostrar rechazo y se relajó un poco. Esa era la peor parte— Así que mis padres decidieron que nos mudaríamos, y me llevaron a un departamento diminuto, sin patio y sin mascotas, donde podían vigilarme todo el tiempo.

Charlie hiso una mueca.

—Así que así acabaste viviendo ahí.

—Contrataron para mí un furgón escolar que me llevaba a la escuela y de regreso. Me esforzaba en tener buenas calificaciones y ser amable con todos, pero mis padres seguían tratándome como si fuera un pequeño monstruo y me encerraban en mi habitación para que no saliera por las tardes. Decían que era por mi bien, pero me estaba desesperando. Hasta que un día... No pude soportarlo más. Destrocé mi habitación y rompí a puñetazos el espejo de mi cómoda. Mis manos acabaron con varios cortes profundos, pero yo ni siquiera sentía dolor, no podía parar de reír. Fui hasta la puerta y deje que la sangre goteara y se arrastrara por debajo de la puerta para que ellos la vieran.

—Suena loco —Charlie abrió otra botella y se la tendió para que bebiera un poco más. Dimitri la tomó, agradecido, y dejó que el calor quemara su garganta.

—Evidentemente después de eso todo se fue al diablo. Historia larga corta, terapia otra vez. Intenté ser perfecto en todos los sentidos... Pero eso no era yo, y a veces perdía el control, y entonces mis padres solo volvían a encerrarme. No confían en mí. Nunca van a hacerlo, ¿Entiendes? Soy para ellos un peso muerto que deben cargar, una molestia, una mancha incorregible en el registro familiar, soy solo un....

—shhh... —Charlie presionó un dedo sobre sus labios para hacerlo callar, y Dimitri se encontró conteniendo el aliento, incapaz de pensar en nada que decir. Los ojos de fuego de Charlie eran la única cosa en su cabeza— Tú eres Dimitri —dijo, deslizando el mismo dedo sobre las mejillas del chico para limpiar sus lágrimas. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando— Eres un chico inteligente, astuto y valiente. No eres ningún monstruo. Incluso si haces cosas malas sigues siendo una persona, ¿Escuchaste? No importa lo que digan tus padres.

—Pero...

—Yo te perdono —dijo Charlie, y su seriedad le arrancó a Dimitri una sonrisa.

—¿Me perdonas, dices?

—Por matar a lo que hayas matado, por herir a quien sea que hayas herido, te perdono por todo.

—Eso no tiene sentido.

—Y también te perdonó por cualquier cosa que hagas en el futuro. Si estás conmigo siempre estarás en casa.

Un agradable calor se extendió dentro de su pecho. Era algo que nunca había sentido, alguna clase de magia. Se sentía en casa, después de una vida perdido.

—Si estoy contigo...

—Siempre estarás en casa. —Prometió Charlie.

Charlie seguía despierto mucho después de que Dimitri se hubiera quedado dormido, acurrucado como un niño sobre las colchas, muy cerca de él, buscando su calor.

Estaba cansado, pero el sueño se le resistía. No podía dejar de pensar, obsesivamente, no podía dejar de preocuparse. ¿Era posible ayudar a que el chico mejorara la situación con sus padres?, ¿Cuánto deberían lastimar a los idiotas que se habían metido con Dimitri?, ¿Estaría Dimitri realmente curado o seguía pensando en matar animales cuando nadie miraba? Él no estaba a favor del maltrato animal, y una alarma le dijo que era una señal importante que le importara tan poco, pero estaba demasiado ebrio para pensar en eso.

Y lo más importante, no podía dejar de pensar en la sugerencia de Dimitri: Quemar el viejo departamento de Dana.

Charlie, al igual que Dimitri, estaba cansado de vivir intentando ser un buen chico cuando sabía que era un esfuerzo vano.

Era buena idea hacerse cargo de la justicia con sus propias manos para que, por una vez, las cosas fueran como deberían.

4

Jim no podría decir exactamente como o porque, pero percibía que algo había cambiado desde el día anterior. Quizá era que la indolencia de Dimitri habían alcanzado un nuevo límite, o quizá, era esa traviesa sonrisa que le bailoteaba en los labios, esa que hasta entonces había estado reservada solo para Jim (y a veces Kevin), cuando tramaban travesuras secretas.

El día había ido de mal en peor. Dimitri parecía decidido a hacer enojar a Derek y Jim comenzaba a preguntarse si tenían esperanzas de no repetir la escena del día anterior.

Derek y sus dos compinches bastardos, Nick y Matt, parecían fastidiarse más por segundo. Jim había visto sus muecas de incredulidad cuando habían visto aparecer a Dimitri con esa pose que parecía sugerir que el mundo le pertenecía y nada podía asustarle. Quizá era cierto que nada podía asustarle, pensó Jim con respeto, pero entonces el descorazonador llanto de Dimitri el día anterior regreso a su memoria y supo que no, que claro que Dimitri tenía miedo como cualquiera, solo lidiaba con ello de forma diferente, incomprensible para Jim.

A la hora de la salida casi pudo sentir como las miradas de Derek y sus amigos se cernían sobre ellos, pudo saborear el sadismo brutal que exhibían descaradamente, y un nudo oprimió su garganta.

—Nos están siguiendo —informó a Dimitri.

El chico no dio muestras de haberlo oído. Siguió caminando con el mismo paso firme hacía la salida.

Cuando estuvieron en la calle, sin previo aviso, dijo:

—Cuando se acerquen corre conmigo y no te quedes atrás.

Así que si sabía lo que estaba pasando. Ansiosamente Jim pasó el bazo izquierdo por el otro tirante de la mochila para poder correr sin estarla sujetando, y ambos siguieron andando calle abajo. Derek y los suyos no tardaron demasiado en acercarse.

Jim no comprendía nada. Dimitri caminaba en silencio, prestando atención, pero no seguía el camino hacía su casa, en cambio parecía internarse a propósito en las callejas más solitarias y peligrosas que encontraba. No tenía sentido, y de pronto, sin previo aviso, empezó a correr. Jim tardo un momento en seguirlo, pero los pasos a su espalda, acercándose a toda prisa le dijeron que era un asunto serio.

Afortunadamente era muy rápido –Le gustaba jugar futbol– y no tardó en alcanzar a Dimitri mientras él se metía en un terreno baldío de pinta lamentable. Se detuvieron encarando la entrada. Derek y sus amigos aparecieron en la abertura con sonrisas radiantes, pero no alcanzaron a decir nada, antes de que unos muchachos surgidos de entre las sombras se abalanzaran sobre ellos.

El espectáculo fue brutal. Jim tembló mientras un chico punk –Jona, dijo Dimitri– hacía a Derek arrastrarse por el piso a patadas con una sonrisa sádica. Charlie y una chica se ocuparon de los otros dos. Jim ahogo un gritó cuando el motociclista, sin asomo de remordimiento, torció el brazo de Nick hasta que cedió con un horrible crujido que arrancó un grito agónico a las cuerdas vocales del chico. Dimitri ayudo a la chica –Cassie– con Matt. Jim siempre había sabido lo brutal que Dimitri podía ser, pero verlo arrojarse como un animal sobre Matt y descargar puñetazos a diestro y siniestro con una sonrisa radiante era más de lo que esperaba ver. Sintió miedo. Estaba temblando cuando los cuatro muchachos pasaron a su lado sin mirarlo arrastrando a Derek, Nick y Matt hasta el fondo del terreno para reunirlos a todos contra la pared.

Estaban aterrados; temblaban y gemían como criaturas lastimeras, Derek parecía tener la nariz rota y la sangre cubría la mitad de su cara, pero los tres estaban conscientes. Era imprescindible que lo estuvieran para escuchar lo que tenían que decir.

Charlie dio un paso al frente y se dirigió a Derek, reconociéndolo inmediatamente como el líder.

—Sabemos que tuvieron un pequeño inconveniente con nuestro amigo Dimitri ayer —dijo con voz suave y llena de falsa amabilidad— Consideren esto una advertencia, porque si algo vuelve a pasarle, la próxima vez... —Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó del interior una pistola que apoyó lentamente sobre la frente de Derek. Los ojos del muchacho se desorbitaron, intentó retroceder aún más contra la pared, como esperando fundirse con ella— Voy a matarte.

Parecía hablar muy enserio. Sus palabras flotaron en el aire un minuto, dejando tras de sí un pesado silencio. Derek contenía el aliento sin despegar los ojos del arma, con sus manos sacudiéndose nerviosamente. Luego, Charlie guardó el arma dentro de la chaqueta y retrocedió hasta donde estaban sus amigos.

—Parece que se orinaron encima— Comentó Jona, riendo de buena gana y dando un último puntapié a la barbilla de Nick.

—Vamos, no vale la pena perder más tiempo con ellos —dijo Cassie. Ella fue la única en fijarse en Jim— Hey chiquitin, ¿Eres tú el amigo de Dem?

Las palabras no quisieron salir de su boca, así que solo asintió nerviosamente. Se acercó a ellos intentando no parecer tan patético como se sentía, y por la sonrisa burlesca de Jona, no lo logró en lo absoluto.

—Vámonos de aquí. —Dijo Cassie, y todos caminaron de regreso a la calle sin echar siquiera un vistazo al grupo de Derek.

Charlie y Dimitri se rezagaron un poco para hablar, y Jim hizo lo mismo, intentando escuchar lo que decían.

—¿Qué fue eso de la pistola? —Preguntó Dimitri con diversión.

—¿Fue demasiado? —Charlie evadió su pregunta.

—No lo sé, no. Solo los asustaste.

Charlie sonrió y susurró, tan bajo que Jim se preguntó si acaso no habría malentendido las palabras:

—Los matare si te hacen algo, solo dije la verdad.

Continue Reading

You'll Also Like

57.6K 2.4K 36
Para él, bella era todo y más -Eres mi dahlia bañada en posesión. ¿Acaso es pecado tomar lo que me pertenece? ... -Tus labios me vuelven loco...
799K 47.8K 102
Atenea Guzmán de la Torre: Una mujer perfecta no solo físicamente, con tan solo 25 años de edad es una empresaria multimillonaria exitosa, también es...
1.1M 39K 37
T/n Bloodswett es de las brujas que provocan obsesión en hombres como los Riddle, y solo uno podrá quedarse con ella. +18 Contenido sensible. Esta hi...
212K 9.8K 36
¿Te imaginas ser una espia el FBI sin conocer a tu nuevo Agente y que en un operativo tengas que ir a hacer un privado sin saber a quien se lo haces...