La paciencia de Harry iba para el suelo a una velocidad impresionante. Todas las personas que estaban en el castillo y su seguridad estaban en las manos del pelinegro, y eso lo sometía a un gran estrés.
No se daba tiempo alguno de pensar si quiera en qué rayos iba a hacer a continuación, sólo tenía en mente la cara de Ginny.
Era para él casi una obligación ver a la pelirroja por última vez, antes de enfrentarse al señor Tenebroso.
Buscó hasta el cansancio a la susodicha, hasta que la encontró en las escaleras bajando con la cara sucia.
—¡Ginny!- grito en medio de la multitud y la abrazó cuando llegó a ella.
—¡Harry! ¡Estaba como loca buscándote!- gritó entre sus brazos.
—Tengo que ir por la diadema de la casa de Ravenclaw, tengo que destruirla.- informó apresurado suspirando con exageración.
—Yo voy contigo.- afirmó Ginny decidida.
—No, no voy a dejar que te expongas al peligro, Ginny, prométeme que no vas a intentar nada mientras yo no esté.
—No te puedo prometer nada, Harry.- exclamó molesta.
—Te amo.- susurró mirándola a los ojos.
—Lo sé. - ella se acercó y lo besó en los labios con mucha lentitud, pero el chico terminó el beso.
—¡Suerte, Harry!- gritó la pelirroja cuando él ya había empezado a correr por las escaleras y lo vio alejarse con los ojos llorosos.— Ten mucho cuidado, por favor.- susurró con voz tan baja que nadie más la alcanzó a escuchar y siguió con su camino por el lado contrario como había prometido.
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Después de un buen rato y con la desesperación de su familia en sus hombros, Ginny salió con su padre al encuentro del señor Tenebroso.
Ellos eran los primeros en salir y vieron la espantosa cara de aquel maldito que quería matar a su novio.
—¡Harry Potter ha muerto!- gritó embriagado de felicidad.
—¡NO!- gritó Ginny con desesperación, con los ojos llenos de lágrimas y dispuesta a vengarse por la muerte de Harry. Su padre la tomó por la cintura y ella forcejeó por un rato largo.
Su mente no funcionaba correctamente, estaba desesperada y sentía un gran peso en su pecho que casi no le permitía respirar.
No él, no su Harry.
Sabía que aquello no era posible, trataba de convencerse a sí misma de ello.
—¡¿Cómo pudiste?!- gritó con todas sus fuerzas.
Todos miraban anonadados la escena y escuchaban con atención el discurso de Neville. Pero de un momento a otro, el cuerpo que llevaba Hagrid se empezó a mover y cayó al suelo.
Ginny abrió la boca con sorpresa y empezó a gritar, viendo a Harry correr con velocidad por el pasillo más cercano a las afueras donde se encontraban.
—¡Por Merlín! ¡Si! ¡Si!- decía esperanzada mirando como los demás la escena y sintió una paz interior que le permitió respirar de nuevo. Y ahí supo que él estaría bien, y que era todo un Gryffindor.
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Cuando las cosas se ven mal, no desesperen, al contrario, tengan esperanza de que las cosas ocurrirán de la mejor manera.
Holi, de nuevo.
Un Hinny, amo el gif.
Att: LauraHillón.✍