Huellas en la Piel ©

By MileMoony

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La tragedia que marcó su vida y el casi perderlo todo, hizo de Pepper una chica fuerte e independiente, ademá... More

Prólogo
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41. Parte 1
41. Parte 2
41. Parte 3
41. Parte 4
41. Parte 5
41. Parte 6
Epílogo
Agradecimientos
Descargalo!!! :D
Primer borrador de Huellas en la Piel

1

95.4K 4.2K 345
By MileMoony

Pepper

5 años después

Voy de camino a la facultad, a mi primer día de posgrado. Tardé un tiempo en decidir si hacerlo o no, pero al final decidí continuar, quiero ocupar mi tiempo en algo productivo. Pero tengo que hacer una parada, muero por un vaso de chocolate caliente.

Me estacioné en un Starbucks que queda de camino, y al entrar, supe que llegaría tarde a mi primera sesión, hay una fila enorme. Solté un bufido y dirigí mi vista al cielo, o al techo más bien, pero no me moveré de aquí hasta conseguir mi chocolate, así que para no aburrirme en la espera, me puse mis audífonos y encendí mi iPod.

Después de unos veinte minutos, por fin llega mi turno y me quito los audífonos.

-Un expreso americano -oigo que dice alguien detrás de mí.

-¡Hey! Espera tu turno -dije, girando un poco la cabeza para que me oiga, pero sin verlo en realidad.

-La chica va primero, señor -dice el chico que está detrás del mostrador, en un tono irritado. Estábamos deteniendo el avance, que en realidad era por culpa del tipo soy-el-dueño-del-mundo.

-Voy atrasado -dice el tipo.

Decido que tengo que enfrentarlo y cuando me giro, me quedo pasmada. ¡El cabrón es bastante atractivo! De un metro ochenta y cinco, cabello negro alborotado y ojos increíblemente azules que resaltan en su piel blanca con un ligero toque bronceado, y usa barba de largo como de tres días. Lleva un traje gris oscuro a medida y con chaleco, corbata negra y camisa blanca y puedo jurar que hace ejercicio, y usa unos zapatos negros Stefano Bemer estilo oxford. Desborda seguridad, clase y poder por todos lados.

Se me queda viendo con una expresión seria y recuerdo para qué me giré.

-Cada quien tiene sus asuntos. Espera tu turno como todos -logro decir, apenas de forma coherente.

¡Mierda! Me he de ver como una completa estúpida.

-Escucha, tengo prisa.

-Que lastima. Espera tu turno -. El hecho de sentirme como estúpida, no quiere decir que sea una y lo deje salirse con la suya.

-¿Qué vas a pedir?

-¿Qué?

-¿Qué vas a pedir? -me repite en un tono mandón. Me doy cuenta de que piensa pedir lo que quiero con tal de deshacerse de mí. Idiota. Decido cambiar mi simple chocolate caliente.

-Un pumpkin latte.

Veo un ligero movimiento en su rostro. ¿Irritación?

-Lo que ella dijo y un expreso americano -le dice al chico que nos atiende. Que falta de modales, ¡pero lo logré! Está irritado.

-¿Por favor? -le digo, alzando las cejas mostrándole su falta de modales. Sólo pone los ojos en blanco.

Estamos esperando nuestras bebidas en silencio. ¿Por qué demonios tardan tanto? Ah sí, sólo están dos personas: el que nos atendió y otro que hace las bebidas, y pedí algo más laborioso que un simple chocolate caliente. Ya no llegué a mi primera sesión, mal comienzo. Pero reconozco que me agradó molestar al mandón.

-¿Ahora ya no hablas? -dice, rompiendo el agradable silencio.

Creo que hubiera sido buena idea que me pusiera mis audífonos de nuevo. ¿Por qué no lo pensé antes?

-¿Por qué habría de hacerlo?

-Acabo de comprarte un café -. Mete las manos en los bolsillos de su pantalón, lo que hace que se vea un tanto más arrogante, pero jodida y maliciosamente sexy.

-¿Y? No te lo pedí, tú te ofreciste. Además, es lo menos que podrías hacer después de ser tan grosero y querer brincarme en la fila -dije, cruzándome de brazos.

-Entonces, ¿no deberías darme las gracias? -levanta las cejas como si me hubiera olvidado de hacer algo obvio.

-¿Las gracias? ¿Por qué?

-Te compre un café. Y tú fuiste la que insinuó que no tengo modales.

¡Que cabrón!

-Pues no los tienes. Hablas con un tono mandón y no pides las cosas con educación -. Su boca se curvó en una sonrisa. ¿Mencioné que tiene unos labios extremadamente sexys, y deliciosos, y carnosos, y comibles, y... ¿Qué mierda? Ya estoy divagando. Pero entonces me doy cuenta que sus dientes son increíblemente blancos y perfectos y su mandíbula es tan fuerte, marcada y varonil. Para terminar pronto, él es un jodido dios-. ¿Por qué sonríes? -le pregunto, cuando consigo concentrarme de nuevo y suelta una ligera risita.

¿Qué es tan gracioso? ¿Se está burlando de mí? Supongo que sí me he de ver como una completa idiota. ¡Mierda! ¿Pero es que cómo no perderse con su jodida presencia? Es tan imponente, y tan seductor, y tan...

-Sus bebidas -dice el otro chico detrás del mostrador que suena más alegre que el de la caja, y me doy cuenta que de nuevo estaba divagando-. Que las disfruten.

-Gracias -contesto, mientras tomo mi vaso.

-¿A él sí le agradeces? -me dice don mandón con su bebida en la mano y con su sonrisa aún en el rostro.

-Él sí es educado -contesto, mientras me giro y me alejo hacia la salida. Vuelvo a escuchar su risa y volteo sólo un poco para ver que está negando con la cabeza y luego le da las gracias al chico.

~ · ~ · ~ · ~ · ~ · ~

Como dije, no llegué a tiempo para mi primera sesión. Bueno, al menos tengo un latte que conseguí gratis.

Decidí sentarme en una banquita que encontré afuera del edificio mientras espero a que empiece mi próxima sesión.

-Hola -oigo la voz de una chica-. ¿Está ocupado ese lugar? -me dice, señalando el espacio que tengo a mi lado.

Es bastante bonita. Y alta. Supongo que veo a todos altos cuando apenas tengo uno sesenta de estatura. Calculo que ella tiene como uno setenta sin contar su tacones. Su cabello negro está recogido en un bonito chongo y un flequillo cubre su frente, ojos azules, piel blanca y apenas con un ligero toque de maquillaje. Unos bonitos pendientes cuelgan en sus orejas y viste un sencillo vestido turquesa que envuelve su delgado cuerpo y le llega arriba de las rodillas, mostrando sus largas piernas, y trae unos bonitos tacones del color de su piel. Bastante elegante.

-No, adelante -contesto.

-¡Genial! Soy América -. Y se sienta.

-Pepper -le digo sonriendo, y luego tomo un sorbo de mi latte. ¿Por qué pedí un latte?

-¿También es tu primer día?

-Ajám. ¿Qué estudias?

-Soy arquitecta. Estoy en posgrado, ¿y tú?

-Igual. Artes visuales.

-Eso es genial, siempre quise conocer a un artista.

-Los arquitectos también son artistas.

-Hummm -pone cara de que lo está pensando. Es bastante agradable-. Supongo que en cierta manera sí. Tal vez algún día trabajemos juntas.

-Oh no. No querrás arruinar tu trabajo -dije de broma, y ella sonrió.

-¡Que va! La que no lo querrá opacar con el mío eres tú. Ni siquiera puedo llegar a tiempo en mi primer día.

-Tampoco yo. Pasé por un café al Starbucks y la fila era enorme -. Se empezó a reír -. ¿Qué?

-Nada. Es que yo también llegué tarde por eso. Yo no pedí café, lo odio. Estaba en el auto esperando al tarado de mi hermano. Tardó una eternidad, pero cuando salió de ahí estaba de buen humor, supongo porque consiguió su café. No puede empezar el día sin su café. Él me trajo a la facultad.

-Al menos alguien salió con lo que quería de ahí.

-¿Por qué?

-Porque yo también odio el café. Quería un chocolate caliente, pero detrás de mí había un tipo bastante mandón que quería saltarme para pedir porque tenía prisa, y como no lo dejé, decidió pedir lo mío y lo de él junto, así que para molestar un poco al cabrón decidí pedir un latte. Está bueno, pero aún así me quedé con ganas de mi chocolate.

Se echó a reír de nuevo. Supongo que mi historia sonaba graciosa.

-Ya quiero ver la cara que ponga cuando le cuente.

-¿A quién?

-¡Kaa! -alguien gritó. América volteó hacia donde provenía la voz y yo seguí su mirada. Me congelé. Don mandón se acercaba a donde estábamos nosotras-. Dejaste tu teléfono en el auto. ¿Cómo piensas llamarme para recogerte si olvidas tu teléfono?

¡Vaya! Al parecer su tono mandón y su mal humor regresaron. América sólo seguía riendo.

-¿Qué es tan gracioso? -le pregunta. Todavía no me veía, así que empiezo a levantarme, tal vez podría huir... -. ¿Tú? -me vio.

América se puso de pie y se acercó a él -. Lo siento, Dastan, no me di cuenta -. Le quitó el teléfono y luego se giró hacia mí aún con su sonrisa en el rostro-. Pepper, te presento a Dastan, mi hermano.

Y entonces entendí por qué tanta risa. Acababa de insultar a don mandón en frente de su hermana. Ahora que los veo, me doy cuenta de que son exactamente iguales, pero se nota que él es mayor. No pude evitar sentir una pequeña sensación de dolor en mi pecho. La ignoré.

-Así que Pepper, ¿eh? -dice Dastan, y en su boca aparece de nuevo una sonrisa-. ¿Está bueno tu latte?

-Síp -contesto.

-De hecho, no tanto -dice América-. Prefiere el chocolate.

-¿Entonces por qué pediste eso? -me pregunta Dastan.

Me encogí de hombros-. Quería cabrearte.

-¿Por qué? -. La sorpresa se dibujó en su rostro.

-Por ser un cabrón mandón -contesta América, que sigue con su enorme sonrisa.

¡Mierda!

-¿Qué?

-Eso dijo.

-¿Con que soy un cabrón mandón? -seguía viéndome con sorpresa, pero también había diversión en su rostro.

-Pues la verdad sí. La actitud que tenías en el Starbucks es la de un cabrón mandón -contesté. Decidí hacer la vergüenza a un lado.

-Dije que tenía prisa. Y por tu culpa, Kaa llegó tarde.

-No -le dice América-. Llegué tarde porque tú no puedes hacer nada sin tu estúpido café y decidiste pasar primero por uno en vez de dejarme antes aquí y luego ir por él.

Me eché a reír, porque no pude evitar recordar cuando Emma me regañaba así. Claro, entre hermanos siempre hay peleas por ver quien tiene la razón.

-¿Ahora tú también te ríes? ¡Necesitaba mi café! -me dice Dastan, queriendo sonar indignado, pero fallando por completo.

-¡Que va! Creo que al final todo resultó genial. Conocí a una nueva amiga, y lo mejor de todo es que puso en su lugar a mi hermano.

-No creo que Pepper sea una buena influencia para ti, Kaa -le dice Dastan. Ahora está serio -. Llegó tarde a su primer día, eso no habla muy bien de ella.

-¡Quería un chocolate! -dije.

Todos nos echamos a reír.

-Pues conseguiste algo mejor: un latte gratis -dice Dastan, como si se estuviera vanagloriando.

Cabrón.

-Nop. No hay nada mejor que un chocolate. Suerte para la próxima.

De nuevo niega con la cabeza, riéndose.

Entonces suena un teléfono, Dastan lo saca del bolsillo de su pantalón y contesta. Se aleja un poco para hablar y aprovecho para acercarme a América.

-Lamento haber insultado a tu hermano, América. No lo sabía.

-No te preocupes, de hecho creo que lo describiste bastante bien -dice sonriendo-. Y por cierto, dime Kaa.

Le devuelvo la sonrisa.

-Me voy señoritas. Deberían ir a sus clases -dice Dastan, regresando a donde estamos y luego le dice a su hermana-. Llámame para venir por ti -y luego me ve-. Un placer conocerte, Pepper.

-¡Vaya! Tienes modales -dije burlándome de él, aunque recordando que le dio las gracias al chico del Starbucks.

-Te sorprenderás cuando me conozcamos mejor.

-En tus sueños.

Metió sus manos en los bolsillos del pantalón y se encogió de hombros-. De lo que te pierdes.

-Cabrón -le dije, mientras América y yo nos alejábamos rumbo al edificio de la facultad. Alcancé a ver como Dastan sonreía antes de darse la vuelta y marcharse.

-Ahora sé por qué Dastan estaba de buen humor cuando salió del Starbucks -dice América mientras me tomo lo último de mi latte y no entiendo a qué se refiere-, y no era porque consiguió su café.

Me atraganté.

Ella volvió a sonreír. ¡Cuántas sonrisas ha habido hoy!-. ¿Sabes? Creo que tú y yo seremos grandes amigas -dice.

Sentí de nuevo esa sensación de dolor en el pecho, pero de nuevo la aparté. Cuando decidí hacer el posgrado, también tomé la decisión de intentar cosas nuevas. Así que, ¿qué tenia de malo una amiga?

-Yo también, Kaa -le dije sonriendo.

______________

© Huellas en la Piel por Michelle Acero. Todos los derechos reservados.

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