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Dastan

Desde que salí del Starbucks, no me la he podido sacar de la cabeza. Era tan hermosa y tan... diferente. Normalmente cuando hago eso de saltarme a la persona de enfrente, si es hombre, al principio igual me enfrentan, pero en cuanto me ven se quedan callados y se hacen a un lado, y si es una chica, bueno, simplemente me miran como caniches enamorados, coquetean conmigo, tratan de conseguir mi número o algo y hasta se les olvida que iban a pedir su bebida. Ella no. Pero no entiendo por qué sigo pensando en ella. Es hermosa, sí. Jamás he estado con una chica fea, todas son hermosas, pero ella no es la clase de chica en la que acostumbro fijarme. No es como las barbies de plástico con las que suelo estar.

Se veía tan malditamente sexy con todos esos tatuajes sobre su pálida piel y su cuerpo delgado. Su cabello rubio que desde donde sea se nota que es natural, estaba recogido en un chongo descuidado que se veía bien en ella y uno que otro mechón suelto rodeaban su cara y su cuello. Sus extraordinarios ojos verdes resaltaban con un ligero delineado en negro y ya, eso era lo único que llevaba de maquillaje. Tiene pechos pequeños y sus piernas parece que miden kilómetros a pesar de lo pequeña que es. Vestía un sweater beige de punto que le quedaba un poco holgado con sus mangas dobladas hasta por debajo de los codos, lo que dejaba ver los tatuajes que sólo había en uno de sus brazos, y también se asomaba un poco de otro por su cuello. Llevaba un short negro de vestir ajustado, encima de unas medias negras transparentes por donde vi más tatuajes, debajo de otras medias negras sin transparencia que le llegaban hasta las rodillas y unos botines de tacón negros con cosas brillantes en la parte de los talones. En sus dedos había varios anillos de diferentes formas y tenía tres pequeñas expansiones en cada una de sus orejas. Ella es una prueba más de que alguien con tatuajes y expansiones puede verse muy elegante. Además, su voz era algo ronca y tenia un poco de acento americano, lo que la hacía más jodidamente sexy.

Cuando regresé al auto con Kaa, no me había dado cuenta de que estaba sonriendo como estúpido hasta que ella me lo dijo, así que le dije lo que pasó. Bueno, una parte. Le dije que tuve una pequeña discusión con la persona que estaba antes de mí porque la quise saltar, y que para variar yo había ganado. No le dije que no era por eso por lo que estaba de buen humor.

Y cuando tuve que regresar a la facultad después de dejarla porque me di cuenta que de nuevo olvidó su teléfono, ahí estaba ella otra vez. Luego de las presentaciones y de platicar un poco, me di cuenta de lo agradable que era a pesar de que me hizo comprarle un café que no le gustaba sólo para cabrearme... ¿y me llamó cabrón mandón?

-Señor Wolf, el señor Black llegó -dice la voz de Lisa a través del alta voz, y vuelvo a la realidad en mi oficina, donde veo todo desde lo más alto de la Wolf Tower.

-Gracias, Lisa. Hazlo pasar.

-En seguida, señor.

De inmediato se abre la puerta.

-¿Por qué carajo necesito tu autorización para entrar?

-Hola, Lex -digo sonriendo, mientras me acerco a mi escritorio. ¿Por qué sigo sonriendo?

-En serio, Dastan, nos conocemos de toda la vida, ¿y tienen que anunciarte que llegué? -dice mientras se sienta.

-De todas formas haces lo que quieres -digo bromeando.

-No puedes ser un cabrón mandón con todos.

Vale, con que Pepper tiene razón. Me encojo de hombros y Lex alza las cejas con sorpresa.

-¿Qué?

-Te dije cabrón mandón, ¿y no dices nada?

-No es algo que no supiera ya.

Huellas en la Piel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora