Louis: (mimando) ¿Quién es el gatito más bonito de todos?
Harry maulló lamiendo la nariz de su "dueño".
El rizado había insistido en ir al parque ya que estar en casa todo el tiempo lo sofocaba. El mayor aceptó porque ya hace mucho no lo llevaba a pasear.
Louis: Sí, tú lo eres, bebé.
Rozó su nariz con la de su gatito y tomó asiento en una banca donde se podía apreciar el parque entero.
Louis: ¿Quieres ir a caminar un rato solo, amor?
El minino maulló en respuesta brincando desde el regazo del humano para luego hacer sus patitas caminar por el largo césped.
Louis: (exclamando) ¡Ten mucho cuidado!
Recibió otro maullido como respuesta y se alejó.
Desde que el de ojos azules había descubierto al de ojos verdes ver a una pareja tener relaciones, lo dejó pensando mucho. Sí, tenía tremendas ganas de hacerle el amor a Harry, pero era demasiado inocente (y teniendo una edad en donde ya sabrías sobre todo ese rollo). No quería perturbarlo aún, tenían que ser pacientes.
Unos minutos después el gatito negro regresó a él corriendo con pavor. Saltó al regazo de su novio y lo miró asustado.
Louis: Bebé, ¿qué ocurre?
Maulló varias veces pero Louis no entendió absolutamente nada.
Louis: Vamos a casa a que me expliques, ¿okey?
Cargó a su tesoro en sus brazos y se dirigieron a casa. Cuando llegaron, Harry se transformó en humano y comenzó a llorar aún en los brazos de su amado.
Louis: Cariño, no llores. Dime qué ocurrió.
Harry: (sorbiendo su nariz, con un nudo en la garganta, tartamudeando) Yo... Le tengo miedo a los perros... Y... Uno casi me... Muerde...
Louis: Oh, mi cielo. Ya pasó, bebé precioso, ya todo pasó.
Consoló a su chico con leche de fresa, besitos en su pancita, colocándole su suéter favorito, y canciones para dormir.
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