Regálame una sonrisa.

Da LetyLorenzo

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Al principio ella no creía que Ismael sería alguien imprescindible en su vida debido a sus diferencias. Él nu... Altro

Regálame una sonrisa.
Capítulo 1: Todo empezó una mañana de Diciembre.
Capítulo 2: Miedo.
Capítulo 3: Quiero conocerte más.
Capítulo 5: No puede ser.
Capítulo 6: Te he echado de menos.
Capítulo 7: Navidad y fin de año.
Capítulo 8: Mi ausencia no se notaría.
Capítulo 9: Te mueres por probar mi boca.
Capítulo 10: Era el destino.
Capítulo 11: Segundo plato.
Capítulo 12: Ya no te pertenece.
Capítulo 13: Una se acaba y otra empieza.
Capítulo 14: Me encanta tu forma de ser.
Capítulo 15: No quería volver a verte.
Capítulo 16: El malentendido.
Capítulo 17: Domingo.
Capítulo 18: A primera vista, otra vez.
Capítulo 19: Chispas.
Capítulo 20: Mis amigos.
Capítulo 21: El reencuentro
Capítulo 22: 10 años después.
Capítulo 23: Una boda, recuerdos y tensión.

Capítulo 4: Un viejo amigo, mi primer amor.

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Da LetyLorenzo

En mi estómago sentí un cosquilleo que se apoderaba de él. Los ojos verdes de Isma se encontraban muy cerca de los míos, así como su nariz y, por supuesto, su boca.

Me aparté brúscamente de él, me ardían las mejillas, estaba demasiado avergonzada.

- No, no somos novios, - le dijo él al niño - ella sólo está aburrida y por eso me molesta, pero apenas nos conocemos.

- Oye, no exageres - le di una colleja bromeando, él me sonrió. Maldita sonrisa.

Estuve con él toda la mañana, la gente pasaba y le daba dinero a Ismael, escuchando lo bien que tocaba y cantaba, poniendo caras de asombro. Ese chico tenía mucho talento.

- Deberías ir a comer a casa, - me dijo, mientras, yo asentía - ¿esta tarde tienes algún plan?

- No, ¿ya quieres una cita conmigo?

- Ya quisieras tú. - Soltó riéndose a la vez que me pellizcaba el brazo. - He quedado con mis amigos, si quieres puedes venir.

Me fui de allí después de responderle. Obviamente le había dicho que sí, por eso intenté llegar rápido a casa, para comer y prepararme.

Mis padres no estaban en casa, tal y como era de costumbre, empezaba a cansarme el silencio que había siempre, las empleadas de casa eran silenciosas y el único ruido que había ocasionalmente era la música que ponía mi hermana con un volumen exagerado, creo que hasta podría escucharlo el vecino de en frente.

Comimos sin hablar de nada, mi hermana leía una revista y yo veía la televisión. La sopa que Alicia y Clara nos habían preparado estaba demasiado rica.

Al terminar me fui de la cocina, dirigiéndome al baño para ducharme y luego a mi cuarto para pensar qué podía vestirme.

Finalmente, opté por unas vans rosas, un short vaquero, una camiseta blanca y una sudadera también rosa. Me alisé el pelo y me sorprendió encontrarme un pelo rubio en medio del mío castaño claro. Empecé a reirme sola y luego me sentí estúpida.

Salí, quería llegar cuanto antes. Tenía el presentimiento de que Isma y yo seríamos buenos amigos.

- Hola. - Alguien me había sujetado por el hombro. - Hacía tiempo que no te veía.

Me giré y me encontré con un chico rubio. Sus ojos azules se me hacían familiares, pero no conseguí averiguar de qué. Tenía una boca perfecta, sus dientes eran blancos y rectos, sin nada que corregir. A su vez, su nariz también era recta y preciosa, daban ganas de besarlo.

- Nai, ¿ya te has olvidado de mí?

- ¿Yoel? - él era el único al que le permitía llamarme así.

- ¡Claro que sí, enana!, ¡Ven aquí! - me acercó hacia él y me dio un gran abrazo.

Yoel siempre había sido mi amigo de toda la vida. Su padre era amigo del mío, y juntos manejaban la cadena de restaurantes que ambos tenían. Mi amistad con él aminoró cuando hacía cuatro años se fue con su padre a Inglaterra, donde se ocuparía de más y más restaurantes, para así ampliar la empresa y nuestros bienes económicos. El único problema que hubo en nuestra amistad era que a mí me gustaba muchísimo, pero él eso nunca lo supo.

- Oye, Yoel, ahora tengo que irme pero puedes venir a mi casa cuando quieras, creo que tenemos mucho que contarnos - le dije sonriendo.

- Sabes que iré. Es más, me dijo mi padre que esta noche cenaremos en tu casa.

Felizmente, me despedí de él y me fui hacia donde Ismael debería estar.

Él ya no se encontraba solo, dos chicos y dos chicas lo acompañaban, me imaginé que serían las novias de esos dos.

Primero me presentó a Gabriel, un chico de ojos castaños y pelo del mismo color. Era bastante alto, por lo que podría ser jugador de baloncesto. Cristina era su novia, quien estaba sujetando su mano. Su pelo era precioso, de un tono rubio casi platino y de una textura probablemente suave. Por otro lado, se encontraba Adrián. Tenía el pelo muy negro y también era bastante alto, su sonrisa destacaba ante su piel morena. Y por último, Lidia, la que creía que era novia de Adrián. Ella era pelirroja y bastante guapa, sentí envidia.

Salimos de esa calle, seguramente Isma aborrecía estar ahí, ya que, de cierta manera, era su lugar de trabajo.

- Esta noche te puedes quedar en mi casa, no te quedes aquí que hará mucho frío - le dijo la chica pelirroja a Ismael.

Él negó con la cabeza. ¿Pensaba pasarse la vida de un lado a otro cargando con esa mochila y con la guitarra?

Le cogí la mochila y la cargué a mi espalda.

- Naiara, ¿qué estás haciendo?

- Sólo te ayudo, tu espalda acabará dañada si sigues así.

Él me la arrebató en silencio mientras seguíamos caminando.

Entramos en un pub y jugamos al billar. Luego, en el futbolín, tuve que ir de pareja con Adrián. Lidia e Isma le ganaron a Gabriel y Cristina, así que fuimos contra los primeros.

Conseguí marcarle un gol a Lidia y ella me miró con bastante enojo. La ignoré y le marqué otro, no sin antes Ismael vengarse metiéndole un gol a Adrián. Pero finalmente ganamos, lo celebré con una sonrisa triunfadora.

La tarde fue entretenida, entonces dijeron que quedarían esa noche y si me apetecía ir con ellos.

Llegué a casa, la cena estaría lista pronto, y seguramente llegarían Yoel y su padre en cualquier momento. Por ello, decidí ayudarle a Alicia a cocinar, pero ella me lo impidió.

- Si quieres ayudar ve a junto Clara a poner la mesa, no te preocupes por mí, esto ya casi está listo - me dijo sonriendo.

Ayudé a Clara sin que nadie de mi familia me viese, no les gustaba que me metiese en lo que debían hacer las empleadas, pero a mí me encantaba ayudarles.

Mis padres entraron en el comedor y se sentaron esperando a que llegasen los invitados, quienes pronto llamaron al timbre de casa.

Fui a abrir la puerta, entonces pude ver a un Yoel guapísimo delante de mí, le sonreí ampliamente y él repitió mi gesto.

Todos nos sentamos a comer. Alicia nos había preparado una deliciosa Langosta con arroz.

Yoel y yo no dejamos de hablar durante toda la cena, estuvimos contándonos cómo nos había ido estos últimos años. No pude evitar reírme al saber que no había tenido ninguna novia porque "no le interesaba ese tema", hasta ahora.

Cuando terminamos de comer hubo postre, y luego chupitos, aunque yo sólo probé uno.

Le di mi número a Yoel y él me dio el suyo, luego se fueron.

Subí a mi cuarto para prepararme, iríamos a una discoteca. Busqué en mi armario algo bueno para la ocasión, no me decidía. Al final, opté por un vestido negro que se me ceñiría al cuerpo y ni siquiera llegaría a las rodillas. Me puse unos zapatos de tacón bastante altos y me ondulé el pelo, sujetándolo sobretodo hacia el lado derecho de mi cabeza.

Salí de casa en mi coche, hacía poco que me había sacado el carné pero ya no tenía miedo a llevarlo yo sola.

El camino se me hizo eterno, quería llegar cuanto antes, necesitaba volver a ver a Ismael.

- ¿Un Volkswagen Scirocco? - me preguntó Gabriel en cuanto estuve a su lado. Sólo faltaban la pelirroja e Isma por llegar.

- Sí, ¿no lo ves?

- Me encanta, - me dijo Cristina - te lo cambio por el mío. - Ella señaló hacia un Polo de 1990.

- Lo importante es que anden y nos lleven a sitios - le dije con una sonrisa.

- Ya vienen - nos avisó Adrián.

Ellos llegaron. Sus manos... estaban entrelazando sus dedos, sentí que algo me dolía en el pecho pero lo ignoré.

- ¿Vamos? - preguntó Ismael.

Nos fuimos de nuestro lugar de encuentro y pronto llegamos a la discoteca, era bastante cercana al centro de la ciudad.

Gabriel y Cristina empezaron a bailar, nosotros cuatro estábamos pidiendo algo de beber. Pero yo repetía, bebía una y otra vez, lo necesitaba, tenía que despejarme.

Fue entonces cuando Ismael y Lidia empezaron a besarse, y cuanto más lo hacían, más me dolía.

- Veo que somos los solterones del grupo - soltó Adrián riéndose - ¿o tienes novio?

- No, no tengo.

- Entonces... - él empezó a acercarse a mí, luego rodeó mi cintura con su brazo.

- Entonces, ¿qué?

- ¿Qué te parece sí...? - Él iba a besarme, a BESARME. Di un paso atrás. Adrián era guapo, pero no quería liarme con él, no deseaba entregarle mi segundo beso. - Oh, vamos, ¿nunca te has besado con nadie? - Noté cómo Ismael nos escuchaba, parecía que iba a venir a ayudarme - ¿en serio nunca nadie te ha besado con lo preciosa que eres?

- Sí, yo la he besado. - Una mano sujetó mi brazo y se deshizo del agarre de Adrián.

Lo miré atónita, no podía creerme lo que estaba pasando. Lidia estaba realmente boquiabierta. Él sonreía, sonreía de oreja a oreja, como siempre hacía.

Y entonces decidió darme mi segundo beso, su segundo beso.

Mi boca y la suya se movían a un mismo ritmo. Su lengua pidió paso entre mis labios y jugó con la mía. Acaricié su pelo introduciendo mis dedos entre él, me puse de puntillas para falicitarle el acceso a mi boca.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, había esperado tanto tiempo por volver a sentir esos labios... y aquí lo tenía. Sin embargo, tuve que separarme de él, una mano en mi hombro nos separó.

- Naiara, ¿quién es este? - me preguntó él, a medio metro de distancia.

- Él es Yoel. - Le dije con una sonrisa triunfante.

- ¿Y tú eres? - le preguntó a Isma el chico que acababa de soltar mis labios.

- Yo soy Ismael, y quiero que te larges de aquí ahora.

Se miraron desafiantes, así que, ignorando a Isma, me lancé torpemente a los labios de Yoel, de nuevo. Pero no conseguí alcanzarlos, alguien me había cogido por detrás, llevándome a otro lugar. ¿Los baños?, ¿los baños de hombre?

Me encerró con él, nadie podía vernos, estaba a muy poca distancia de mi cuerpo.

- ¿Qué mierda quieres? - le pregunté.

- ¿Por qué te besas con cualquiera que aparece?

- ¿Cualquiera? ¡Él es Yoel!

- ¿Y a mí eso qué coño me importa? Estás borracha, no deberías besar al primero que pasa, hubiera sido mejor si hubieses aceptado a Adrián, al menos lo conoces de unas horas.

- No me hagas reir. - Suspiré - ¡A Yoel lo conozco desde que tenía seis años!

Entonces la cara de Ismael parecía el reflejo de la vergüenza, acababa de quedar fatal por imaginarse cosas raras. Empecé a reirme.

- No tiene gracia, has hecho que me preocupe por ti.

- ¿Y por qué ibas a preocuparte por mí?

- Porque... porque tú te preocupaste por mí en primer lugar.

- ¿Sólo por eso?

- Bueno, también porque... - acercó su rostro al mío. Sus ojos se conectaron muy bien con los míos, haciendo que ese momento se hiciese eterno. Entreabrió los labios y dejó mis ojos abandonados para mirar mi boca. Se acercó y poco más, y un poco más. - Porque te acabo de conocer, pero empiezas a gustarme.

Mis ojos se abrieron de par en par. No podía creérmelo. ¿Gustarle yo?, ¿no tenía novia? Sí, tenía novia, no debería decir esas cosas.

Su boca se acercó a la mía, con intención de besarme, estaba claro, así que decidí reaccionar. Puse mi dedo índice entre sus labios y los míos, que se separaban a un sólo centímetro de distancia.

Pero luego él quitó el dedo que yo había puesto entre su boca y la mía, y siguió aproximándose...

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