Jungkook había pasado veintisiete días esperando a que su chica fuera a los diferentes lugares citados, a las diversas horas que había acordado e incluso antes, pero por un desliz, ese día en específico no fue; no se había rendido, pero estaba seguro que ese día, como los anteriores, la linda chica no iría.
Jamás supo que Hyoyeon sí que había asistido ese día, y ella deseaba que nadie supiera sobre ese hecho, sea quien sea ese maldito admirador secreto, no debería enterarse de que había ido al encuentro.
Pero todo esto, quizás un sinsentido para la mayoría de la gente, para todos los que no estaban enterados de aquel revoltijo de sentimientos que tenía dentro, había sido algo sumamente importante para ella. El odio hacia su entorno había comenzado de manera brusca, si ya de por sí no confiaba en la gente, ahora repudiaba a todos y cada uno de los seres que conocía; a los hipócritas de su familia, los idiotas de sus compañeros, a los autoritarios profesores, a todo el mundo y lo peor es que no tenía a nadie con quien descargarse, menos ahora que le asqueaban todos.
Internamente ella se rompió aun más y nadie aparte de Jungkook lo había notado.