Sherlocked (BBC Sherlock & Tú...

By astronope

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Jennifer Watson, una joven ex-médica transferida a Londres para trabajar en Scotland Yard. Jamás imaginó que... More

Prólogo.
Parte 1.
Capitulo I
Capitulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capitulo VI
Capitulo VII
Capitulo VIII
Capitulo IX
Capitulo X
Capitulo XI (Final Pt. 1)
Capitulo Final
Epílogo, Pt I.
Parte 2.
Prólogo.
Capitulo I
Capitulo II.
Capitulo III.
Capitulo IV
Capitulo V.
Capitulo VI.
Capitulo VII (Final Pt. 1)
Epílogo.

Capitulo Final Pt. 2

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By astronope

Éste capitulo será narrado en tercera persona para ampliar la perspectiva, ya que incluye los puntos de vista de casi todos los personajes :). Espero os guste mucho el final -definitivo- de ésta novela. No olvidéis poner la música de multimedia cuándo os avise (repetid si es necesario.)

Después de tres horas estando semi-consciente en el techo, Jenn escuchó una puerta abrirse, giró levemente la cabeza, y logró ver a aquel hombre que de cierta forma, había convertido su vida en un verdadero infierno, al menos por un rato. 
Anderson caminó lentamente hacia ella, temblando. Jennifer lloraba del coraje que sentía, él se limitó a soltar sus lágrimas y recogerla con todo y silla, la colocó en la misma pocisión que antes. Sentada de frente a un edificio aparentemente abandonado. Anderson se colocó a su lado, escuchando cómo ella le insultaba con la mordaza en la boca, él tembló y miró hacia el frente, tal cómo le habían indicado. Dios sabía que él había sido obligado a aquello, no quería morir, pero tampoco quería que ella muriera. Desgraciadamente, sólo uno de ellos podría vivir, y él había tomado su decisión. 
Jenn miró a su alrededor, abrió los ojos inmensamente al ver el Big Ben a lo lejos, finalmente dándose cuenta de que hacía tiempo que no estaba en Brighton. Anderson, aún siguiendo las indicaciones, colocó una venda en los ojos de Jenn, quién no tenía fuerzas para resistirse.

Sherlock, al saber que la vida de Watson corría peligro, no dudó en correr hasta la dirección a la que todas las pistas habían apuntado. Sus rodillas temblorosas no le impidieron correr hasta aquel edificio dónde esperaba recuperarla, corrió y corrió tan rápido cómo su largucho y débil cuerpo se lo permitió. Él no era un atleta, para nada, lo que la hacía resaltar no era su físico, si no su inhumana inteligente, y eso, por primera vez en su vida, fué un problema. 

Moriarty se encontraba en el edificio al que sabía que Sherlock llegaría, impaciente, se dispuso a preparar los últimos detalles. Ésta vez acabaría con Sherlock de la mejor y más dolorosa manera posible, destrozando su no tan frío y solo corazón, y había indicado a la persona indicada; Jenn Watson. Él se había dado cuenta de lo tanto que Sherlock la amaba el día que la mandó a Brighton, irónico, ¿no? No para él, mientras Watson sólo veía cobardía por parte de él, Moriarty vió...amor. Sherlock la amaba tanto, que decidió sacrificarse por ella. Porque eso ha sido alejarla para él, un sacrificio para mantenerla a salvo...por unos días.

Holmes por fin había llegado a aquel edificio en no-tan-malas condiciones, sabía que era ahí. La puerta estaba abierta, y todo el camino de las escaleras hasta el piso superior estaba lleno de fotos de ella. Fotos que Moriarty se había encargado de tomar mientras la observaba.

Moriarty se había obsesionado tanto con aquellos dos, que no podía esperar a matar a uno para hacer sufrir intensamente al otro, por supuesto, sin ensuciarse las manos. Todos salían ganando, especialmente él. 
Justo en el momento en el que todo estaba preparado, Sherlock entró pateando fuertemente la vieja puerta que lo llevaba al techo del edifico. Moriarty sonrió inmensamente, aún dándole la espalda, se dió la vuelta y disfrutó inmensamente de la confusión de Sherlock al ver que el techo se encontraba rodeado por espejos.

— ¿Qué opinas? — habló Moriarty divertido, alzando los brazos. — He tardado muchas horas en perfeccionarlo, pero lo he logrado. Puedes ver hacia dónde quieras, Sherlock, sólo te encontraras con la cara de un hombre débil. 

Sherlock involuntariamente miró hacia su izquierda, encontrándose con su reflejo. Observó bien su cara, y se sorprendió. Tenía los ojos rojos e hinchados, y unas leves ojeras, se veía débil y demacrado, pero no le importó. Sacó su arma y apuntó al cráneo de Moriarty, quién sonreía divertido. 

— ¿Dónde está ella? — habló Sherlock, con voz fuerte y firme. 

— ¿Quién? — Holmes le miró fijamente, con la mirada obscurecida. Jim comenzó a reír. — Oh...¿Jenn? Te has confundido, me parece... 

— N-no. Todas las pistas me llevaron aquí, ¡la nota ponía sus iniciales! — gritó Sherlock, sacando la nota de "Jenn" de su bolsillo y mostrándoselo a Jim, él fingió pena y emitió un raro sonido con la boca, un sonido burlón.

— Oh, no puede ser...— cubrió su rostro, ocultando su sonrisa.— C-creo que me he confundido, Sherlock...He escrito la 'M' al revéz...

*poned multimedia*

Holmes sintió su corazón latir a una velocidad peligrosa, sentía coraje e impotencia, tenía tantas ganas de presionar el gatillo y perforarle el cerebro a Moriarty, pero sabía que eso pondía en peligro la vida de Watson, si es que seguía viva...él cambió la pistola de dirección y apuntó a uno de los espejos. Moriarty cambió su expresión a una seria.

— No. te. atrevas.

A Sherlock le importó poco, pues le disparó a un espejo, Jim le gritó que se detuviése, pero lo único que logró fué que no parara hasta terminar con casi todos los espejos, faltaba el último, y antes de que pudiése disparar, Moriarty sacó un arma.

— Permíteme...— dijo con una enorme sonrisa. 

Sherlock miró atentamente cómo le disparó al espejo, éste cayó al suelo en pedazos, dejándole ver una imágen devastadora. En el edificio de al lado, logró ver a Jenn atada a una silla, vestida de médico, la mancha de sangre proveniente de su aún reciente herida llamó su atención, pero algo le hizo hervir la sangre...Anderson, con lágrimas en los ojos, le estaba apuntando a  Jenn. Ella probablemente no sabía, pues tenía los ojos vendados. El arma de Sherlock cayó al suelo, Moriarty disfrutó inmensamente de aquel pequeño placer que la debilidad de Holmes le había brindado. Gimió suavemente al ver cómo una lágrima caía de su ojo. 

— Y yo que quería que fuése sorpresa...— dijo Moriarty posándose al lado del débil Sherlock. — Debiste haber esperado, Holmes. — susurró en su oido. Moriarty sacó su móvil, Sherlock esperó unos segundos y logró ver cómo Anderson contestaba del otro lado, mirándole fijamente.— Quiero hablar con ella. 

Anderson asintió y posó el teléfono en el oido de Jenn, quién se mantenía en silencio. Sin llorar, ni rogar por su vida, simplemente...quieta, en silencio.

— ¿Sí, Jim? — dijo ella con voz tranquila. 

— Jenn, ¿quisieras repetirme lo que Anderson te ha inyectado hace unas horas? 

Jennifer se quedó en silencio. Moriarty le recordó que pasaría si no obedecía, así que, intentando alargar lo máxima su vida, suspiró pesadamente y se dispuso a hablar. 

— Escopolamina...— dijo débilmente, apunto de quebrarse. 

— Dime qué ocasiona una sobredosis en el cuerpo humano. 

— Puede causar delirio...psicósis...parálisis...escupor...y la muerte, en algunas ocaciones. — dijo ella sin saber que Sherlock la escuchaba por el otro lado de la línea. 

— Muy bien, jugar a la doctora te ha servido de algo...— rió a carcajadas—. ¿Quieres despedirte?

— ¿De tí? Prefiero lanzarme del edificio.

— ¿Y qué hay de Sherlock? 

El silencio inundó el ambiente. Jenn sintió una lágrima quedarse en la venda al escuchar su nombre, al saber que se encontraba cerca, Sherlock la veía desde el otro edificio, deseando poder besarle y abrazarle de nuevo, pero sabía que no sería tan fácil.

— ¡Jenn! — gritó Sherlock por el teléfono.

— Paciencia, Sherlock.— gruñó Moriarty colgando—.Lo creas o no, esto está a punto de llegar a su final. Ésta vez no es necesario usar tu complicado y gigante cerebro para vencerme, porque, realmente no tienes opción, sin embargo...si intentas algo, alguien morirá antes de tiempo, y sabes quién es. ¡ANDERSON, LA VENDA! — gritó Moriarty. Anderson obedeció y desató la venda, permitiéndo a Jenn ver a Sherlock por última vez. Ella sonrió levemente, mirándolo fijamente, intentaba calmarlo, pero no podía. 

— Jenn...— susurró él. 

— ¿Sabes algo? Estoy impresionado. Sufrir por amor es algo nada egoísta, es una ironía viniendo de tí, ¿no? Tú mismo has dejado a relucir tu debilidad mandando lejos a Watson, por el bien de ambos...¿Porqué? ¿Querías protegerla? — rió— ¿Cómo te salió eso, Holmes? — su cara se volvió seria, sin expresión.— En fin, he decidido acabar rápido con ésto, me estáis aburriendo...

Sherlock se puso de pie y comenzó a correr hacia Moriarty, quién se quedó completamente quieto con una sonrisa, mirando fijamente a Sherlock. Pero justo antes de que Holmes lograra coger a Moriarty en sus manos, escuchó un balazo proveniente del edificio de al lado. Paró en seco, Jim aprovechó para mirar su expresión de dolor. Holmes se dió la vuelta y logró ver el rostro de Jennifer cubierto de sangre.

En ese momento, sintió el dolor más intenso jamás, era como si de pronto, le hubieran arrebatado el aire, Sherlock cayó al suelo, su cabeza daba vueltas, se sentía débil, vacío. Sacó su arma, y lleno de odio, furia, y rencor, apuntó al pecho de Anderson...y disparó. El cuerpo inerte del hombre que había matado a la mujer que amaba cayó al suelo, Moriarty sonrió abriendo más los ojos. Sherlock, quién no tenía nada más que perder, apuntó al monstruo que se encontraba a su lado, pero él se adelantó. 

— Recuérdame cómo el hombre que acabó contigo, Sherlock. — y con la enorme sonrisa que le caracterizaba, disparó el gatillo de la pistola que se encontraba posada en su cabeza. Moriarty cayó al suelo, un charco de sangre comenzó a pintar el suelo del techo. Sherlock no sabía cómo dejar de sentir éste dolor, no sabía cómo bloquearlo, cómo dejar de llorar, de sentir. Aún en suelo comenzó a retorcerse, ésto le dolía más que cuándo le habían disparado, mil veces más.

Sherlock lloraba por el dolor, y por no lograr arrepentirse de haberla dejado entrar al rincón más íntimo de su ser. En éste momento no estaba seguro de si era la mejor, o la peor cosa que le había pasado, enamorarse no estaba en sus planes, jamás lo estuvo, y ahora sabe porqué. 
Por su mente pasó todos los momentos en los que se burlaba o despreciaba a las personas que le hablaban del amor, pero todo cambió cuándo la conoció a ella. A su lado, creía que el amor no era tan malo cómo lo había pintado en su propia mente, pero llegó este momento. 

Lestrade y su equipo entró al techo del edificio dónde se encontraba Sherlock en el suelo, nadie comprendía lo que le pasaba, Sally miró a Lestrade con el ceño fruncido. Donovan casualmente giró su mirada hacia el edificio de al lado, cubrió su boca al ver a Jennifer cubierta de sangre en el edificio de al lado. Lestrade, sin saber el porqué de la expresión de ella, miró en la misma dirección. Su corazón se estrujó. 

— No puede ser...— dijo Lestrade, con un hilo de voz.

Donovan por primera vez vió el corazón de Sherlock, Lestrade corrió hacia él y lo mantuvo en el suelo mientras, con señas discretas, le pedía a Sally que por favor se encargara de...Watson. Holmes lloraba, gruñía, maldecía, rodaba en el suelo mientras posaba una mano en su pecho. Ésta imágen destrozó el corazón de Lestrade, pero no más que el de su amigo. 

Cuándo despejaron los dos cadáveres del edificio de al lado, Lestrade obligó a su amigo a caminar hasta la salida. Sherlock, con la mirada fija en el suelo y pasos lentos, caminó hasta la salida, no sin antes dedicar una última mirada al lugar en dónde había pasado todo, el charco de sangre seguía ahí, él no podía creer que eso era el final. se negaba a creérselo. 

 (...) 

Sherlock se encontraba en su casa, no había dicho nada desde que llegó ahí. Martha se encontraba igual, Lestrade, Donovan, todos. Nadie podía creer lo que había pasado, mientras Holmes no dejaba de culparse...Su vida había empezado y acabado en tan solo 12 meses, había jurado que la protegería, lo había intentado, pero todo fué en vano. Pudo haber pasado más tiempo con ella de no haberla mandado a Brighton, pudo haberle dicho las palabras que a ella tanto le encantaban por última vez.

Enamorarse era tan nuevo para ellos, les hubiera encantado disfrutarlo un poco más. 

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