HAUNTED ▸ SUPERNATURAL #FANDO...

By Eliathe92

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❝Tenías algo, teníamos algo, y no dudaste ni un segundo en mandarlo a la mierda.❞ [ SUPERNATUR... More

HAUNTED:
EPÍGRAFE:
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO
CAPÍTULO VEINTIDÓS
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISÉIS
CAPÍTULO VEINTISIETE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
CAPÍTULO CUARENTA
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
CAPÍTULO CINCUENTA
CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO
ESTOY EN ELLO
CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS

CAPÍTULO DIECISÉIS

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By Eliathe92

●◇●◇●◇●◇●◇●◇●

HAUNTED CAPÍTULO SEIS; PARTE UNO

—Entonces...— comenzó a decir Savannah desde su cama.

Castiel acaba de entrar en su habitación para hablar con ella. Sam y Dean habían vuelto a salir debido a otro caso que tenía toda la pinta de ser un alma absorbida por Amara.

Habían dejado las llaves del Jeep de Liam en el recibidor del motel en el que habían estado a la mañana siguiente de lo ocurrido. Y desde entonces no habían vuelto a hablar de aquello. Savannah simplemente quería olvidarlo y concentrarse en todo lo que tenían por delante.

Castiel había estado bastante cansado cuando llegaron y Savannah había decidido volver a quedarse con él mientras ambos hermanos volvían a salir. Se encontraba a gusto en su compañía, más a gusto de lo que la gustaba admitir. Y desde que la dijese las tres palabras aquella noche en el motel, era el único en el que se permitía depositar su confianza y sentía poder hablar con facilidad. La había desmontado con la simple frase "Yo estoy aquí". Y por su bien, esperaba que fuese cierto que Castiel no la leía los pensamientos.

—Entonces ¿qué?— preguntó el ángel parado en la puerta de la habitación.

La cazadora había comenzado a acostumbrarse a aquello. A veces simplemente Castiel aparecía y se sentaba a su lado, sin hablar, sin decir ni una sola palabra. Al principio la había incomodado, pero ahora ella misma se encontraba muchas veces haciendo lo mismo, simplemente buscando su compañía.

Castiel solo quería estar con ella, después de lo ocurrido en el Lago Michigan, el miedo se enterraba en su pecho si pasaba muchos ratos lejos de ella, algo por lo cual Dean y Sam habían comenzado a picarle y por lo que él se estaba comenzando a preocupar.

—¿Estas mejor?— preguntó la joven.

—Mucho mejor.

—¿Mucho mejor?— inquirió la castaña entrecerrando los ojos mientras una sonrisa divertida comenzaba a asomar sus labios.

—Sí— contestó Castiel confuso por aquella expresión y conteniéndose para no leerla la mente, sonriendo sin poder evitarlo por la mueca de la cara de Savannah

—Entonces...— repitió la chica levantándose de la cama y acercándose a él.

Se detuvo a centímetros observándole con la misma cara mientras la sonrisa de Castiel desaparecía, sorprendiéndose de lo mucho que le alteraba la cercanía de la cazadora. Se tensó, esperando por lo que fuese que ella iba a hacer, y se extrañó al ver que la chica le daba la vuelta poniendo ambas manos en sus hombros. En un momento sintió todo el peso de Savannah sobre la espalda, moviéndose rápidamente para tratar de sostenerla.

—A la habitación de Sam, por favor— le dijo la chica al oído, haciendo que la piel se le pusiese de gallina sin poder evitar sonreír.

Soltó una risa seca cuando la escuchó gritar mientras él salía corriendo. No podía teletransportarse, pero seguía siendo más rápido que los seres humanos, así que en milisegundos estaba atravesando la puerta de la habitación del menor de los Winchester y tirando a la chica sobre la cama.

Savannah cayó bocarriba gritando y riéndose a la vez.

—¡Podrías haberme matado!— exclamó queriendo echarle la bronca aunque sabía que el ángel se controlaba perfectamente.

—Lo he calculado— dijo cogiendo el mando de la televisión y dejándose caer en la cama junto a ella.

Apenas las él programa de "¿Quién es el padre?" apareció en la pantalla, el teléfono de Castiel sonó junto a él. Savannah lo sacó del bolsillo de la gabardina y puso el manos libres.

—Hey—saludó la chica leyendo el nombre de Dean en la pantalla.

Hey ¿cómo vais, tios?— dijo la voz del mayor de los Winchester al otro lado del teléfono.

—Hola— saludó el ángel mirando atontado el televisor. Savannah sonrío viendo el efecto que tenían aquellos aparatos de forma instantánea en Castiel—. Estamos bien.

—Creo que se refiere a cómo estas tú— comentó Savannah sabiendo que probablemente aquella llamada era para comprobar el estado del de la gabardina.

¿Habéis encontrado algo de Metatrón?— los labios de ambos se contrajeron en una fina línea.

Últimamente lo único que hacían era ver series y salir de vez en cuando a comprar comida para el búnker.

—Nada en radio-ángel— contestó Castiel intentando salir del aprieto.

Realmente estaba descuidando los problemas. El silencio se hizo al otro lado del teléfono y Savannah se pudo imaginar la cara que estaría poniendo Dean en aquel momento.

¿Cuánto hace que no salís del búnker?

—¿Por qué salir? Tenemos todo lo que necesitamos aquí— Savannah le dio un golpe en el brazo al saber que realmente Dean estaba preocupado por el estado de salud de su amigo.

—Salimos ayer, Dean. Compramos un par de cosas y dimos una vuelta.

Espera un... ¿Qué es eso? ¿Estáis viendo "Jenny Jones"?— inquirió el rubio.

Savannah le quitó el mandó a Castiel, bajando el mando de la televisión.

—Noup— contestó ella con rapidez.

—Es una repetición. Va a anunciar los resultados de la prueba de paternidad— anunció el ángel tirando por tierra la respuesta de Savannah. Castiel dejó caer la cabeza hacia atrás exasperado al escuchar el veredicto de la presentadora—. ¡Jenny no está preparado para ser padre!— se quejó mirando a Savannah mientras señalaba la pantalla y haciendo a la cazadora estallar en carcajadas.

Vale... Creía... creía que ibais a ceñiros a maratones socialmente aceptables. Ya sabéis... "The wire" o incluso "Juego de Tronos".

—Si bueno, una persona no puede vivir solo de caviar, Dean— se quejó la chica.

—Vale, en serio, sois raros, raros en el mal sentido. Yo he pasado por esto antes. He escuchado los cantos de sirena de la caja tonta, y os digo, sea lo que sea lo que estéis buscando, no lo vais a encontrar ahí. Así que hacedme un favor, apagad la tele, salid a que os dé el aire— ambos se sintieron como si les estuviesen regañando, y es que eso era probablemente lo que Dean intentaba controlándose en no comenzar a dar gritos por el teléfono—. No tenemos pistas, chicos. Necesitamos que os pongáis las pilas ¿vale?

—Sí, papá—dijo Savannah escuchando al momento los pitidos que indicaban que la llamada se había cortado—. Odio decir esto, pero creo que tiene razón— añadió colgando ella también y dejando el teléfono sobre la cama.

Volvió sus ojos sobre Castiel para encontrárselo pausando la televisión con gesto serio.

—¿Castiel?— preguntó—. ¿Estas bien?—el aludido asintió y se incorporó.

—Deberíamos salir de aquí y hacer algo— contestó el ángel con el mando de la televisión en la mano.

—Ya, pero el qué exactamente. No es qué sepamos por dónde empezar a buscar al tipo este... Metatrón. Y últimamente tú pareces tener algo de agorafobia...— dejó caer la chica.

Sabía por todo lo que había pasado Castiel. Cuando había ido con ella en busca de su hermano parecía llevarlo bien, pero después de lo ocurrido junto al lago y que la Gorgona le hiciese volver a convertirse en un loco semejante a cuando había tenido el hechizo de Rowena, parecía con miedo a salir del confort del búnker.

— La verdad es que tienes razón, debemos salir de aquí...— dijo levantando la mirada y encontrándosele de nuevo con los ojos fijos en la televisión y con la cara extrañada—. ¿Qué? ¿Qué pasa?— le preguntó pasando su mirada de Castiel a la televisión y de vuelta.

El de la gabardina pausó la imagen y retrocedió, dejando en la pantalla el reflejo de un hombre en el retrovisor de un coche con una cámara de vídeo que parecía estar grabando un crimen.

—Castiel, ¿qué ocurre?—volvió a insistir Savannah acercándose a la pantalla para tratar de ver cualquier detalle que pudiese estar llamando la atención del ángel.

—Es Metatrón— anunció Castiel.

—¿Cómo que...? ¿Estas seguro?—dijo fijándose en el hombre. Apenas podía distinguirse bien su cara, el reflejo estaba deformado, permitiendo distinguir al hombre con la cámara en la mano, lo que parecía una barba prominente, y una gorra con algún tipo de logotipo en su visera—. ¿Dónde es esto?

—Omaha.

—Esto esta a unas tres horas de aquí— murmuró Savannah sorprendida con el corazón saltándole en el pecho por los nervios y comenzando a notar a Castiel inquieto junto a ella—. ¿Qué hace Metatrón en Omaha?

—No lo sé— Savannah le quitó el mando a su lado para volver a rebobinar el vídeo.

La imagen mostró a dos hombres peleándose a la salida de un bar, y cuando parecía que se habían separado, uno de ellos sacaba una pistola y le disparaba al otro por la espalda. La pausó de nuevo, dejando el rostro de Metatrón otra vez a la vista y tratando de pensar mientras Castiel a su lado andaba en círculos pasándose las manos por la cara, como si tratase de pensar.

—No tiene su gracia— murmuró más para sí que para Castiel y recordando todo lo que este le había contado sobre su etapa como humano—. Osea que debe de estar intentando sobrevivir, y por imágenes como estas las compañías de televisión tienen que pagar mucho dinero— explicó—. Yo digo que vayamos a por él. Sabemos dónde esta— anunció la castaña esperando la reacción de Castiel.

Como respuesta, el ángel se dio la vuelta quedando frente a ella y asintió, haciendo sonreír a Savannah. Salió corriendo en dirección a su habitación a por una chaqueta y cuando volvió a salir Castiel ya la esperaba en el pasillo.

—Conduces tú—le dijo Savannah lanzándole las llaves del coche que habían usado una semana antes para ir a buscar a su hermano—. Yo tengo que hacer unas llamadas.

—¿A quién vas a llamar?— preguntó Castiel interesado y cogiendo las llaves al vuelo para luego abrir la puerta del garaje.

Rápidamente se dirigieron al coche y el arrancó mientras Savannah rebuscaba entre sus bolsillos para sacar su teléfono.

—¿Cuál era el nombre de la cadena de televisión?— insistió la castaña abriendo la pantalla del navegador de su teléfono mientras Castiel sacaba el coche del garaje del búnker.

—Ehmmm...— Castiel pareció pensárselo un momento antes de contestar—. Eran las Noticias de la OWW2.

—Bien— contestó Savannah—. Voy a llamar a la cadena a ver si me pueden poner en contacto con alguien que me de la dirección de Metatrón— anunció la chica tecleando mientras Castiel la miraba alternativamente a ella y a la carretera, curioso—. Aquí esta.

Dijo pegándose el teléfono al oído y carraspeando unos segundos antes de escuchar la voz que la saludaba al otro lado de la línea.

—Hola, buenas tardes— saludó ella igualmente— .Perdón, soy de la cadena... Fox— dijo la chica girándose y torciendo el gesto a Castiel—. Sí, quería saber si me podían dar el teléfono de contacto y la dirección de uno de sus empleados. Hemos visto unas imágenes y nos ha gustado mucho la toma de estas. Nos gustaría hablar con él para ver si podía darnos sus servicios también a nosotros.

Castiel sonrió viendo la facilidad con la que Savannah parecía estar inventándose todo aquello por el camino. Y por primera vez, después de mucho tiempo, tenían una pista. Algo más incluso que ello, que les pudiese llevar a Metatrón, el cuál quizá podría echar un poco de luz a todos los problemas que tenían sobre la mesa, principalmente con Amara.

— Aham, sí, nos referimos al hombre que ha conseguido las imágenes sobre el escándalo en Omaha. A la salida del bar— explicó la castaña, dándole después un par de toques a Castiel en el brazo y susurrándole que le pasase su teléfono. El de la gabardina soltó el volante durante unos segundos y sacó su móvil de uno de los bolsillos de la gabardina, ofreciéndoselo a Savannah—. El 7125 de Ohio Street. Vale, perfecto. Muchísimas gracias.

La castaña colgó y sonrió triunfante al ángel enseñándole la pantalla del teléfono de este en la que había apuntado la dirección.

—Lo tenemos. Lo fácil que es hoy en día conseguir todos los datos de la gente.

....

—Oh, Dios mío— murmuró Savannah al entrar allí mientras Castiel arrugaba la nariz.

La habitación alquilada de Metatrón era pequeña, llena de humedades, y con un olor a descomposición que dejaba mucho que desear de las condiciones en las que vivía el antiguo escriba.

— Se supone que es un ángel.

—Ex ángel— la cortó Castiel tratando de pasar por alto el olor que desprendía aquel lugar y paseando su mirada por toda la habitación.

—Da igual, ¿no se supone que debería ser todo... no sé... más blanco y puro?

—Yo vivía en el cuarto de la limpieza de una tienda cuando era humano— Savannah se calló, sintiéndose incómoda y culpable durante unos instantes al darse cuenta de que se había vuelto a olvidar de aquella etapa en la vida del de la gabardina.

—Aún así probablemente las condiciones serían mejores que estás— trató de justificarse.

—Sí, estoy seguro de que en aquel cuarto no había chinches.

—¿Por qué dices eso?

—Esa cama...— dijo el ángel señalando al colchón con las sábanas completamente deshechas—. Esta plagada de chinches.

—Oh... iugh— contestó Savannah apartándose un par de pasos inconscientemente tratando de hacer espacio entre ella y aquellos pequeños bichos, todo mientras Castiel se adentraba en la habitación como si estuviese buscando algo.

—¿Qué estamos haciendo aquí, de todas formas?— preguntó Savannah de nuevo mientras Castiel levantaba montones de ropa que había sobre una silla de plástico en la esquina de la habitación para luego desaparecer tras una puerta que debía entrar al baño.

—Cuándo recuperé mi gracia— explicó el ángel desde el aseo—, Metatrón se escapó con algo—contestó repasando todos los lugares del baño y saliendo de nuevo a la habitación en dirección a la cama.

—¿Con qué?— volvió a insistir Savannah echándose más atrás segura de que había visto algo saltar encima de la cama.

—La piedra de los demonios.

—¿Qué es eso?— Castiel levantó rápidamente el colchón con un gemido de asco por parte de Savannah, dejando al descubierto una piedra negruzca que parecía tener grabados sobre ella, entre las tablas del canapé.

—Esto— anunció el ángel sonriente y agitando la piedra en su mano mientras se la mostraba a Savannah—. Contiene todos los secretos sobre los demonios— le contestó acercándose a ella.

—No te acerques a mi sin lavarte las manos antes— pidió Savannah alzando sus palmas por delante de ella a modo de defensa—. Te lo digo en serio. Quien sabe si no te ha saltado ningún bicho de ese asqueroso colchón.

—No tengo nada— contestó Castiel seguro, con el ceño fruncido y confuso.

Savannah alzó una ceja y aquello le dejó claro que no le iba a dejar acercarse si no hacía lo que ella le había pedido, así que dejó la piedra a los pies de ella y se adentró en el baño para aparecer después con las manos humedecidas.

—Mejor— agradeció Savannah mirando de reojo la piedra y sin atreverse a cogerla tampoco—.  Secretos como— curioseó mientras Castiel volvía agacharse para cogerla.

—Como cerrar las puertas del infierno— explicó el ángel.

—¡¿Qué?!— exclamó la chica siguiendo al ángel de nuevo en dirección al coche.

—Necesitamos una radio de policía— murmuró Castiel mientras Savannah lo perseguía asombrada.

Salieron de aquel edificio lleno de habitaciones al aparcamiento mientras el sol comenzaba a ponerse.

—Un momento, ¿me estas diciendo en serio que se pueden cerrar las puertas del infierno?— preguntó introduciéndose en el asiento del copiloto y recibiendo la piedra por parte de Castiel—. ¿Con ellos dentro?

—Sí.

—¿Y no lo habéis intentado antes?—
el silencio de Castiel no le dio buena espina, pero la curiosidad pudo de nuevo con ella y continuó insistiendo—. Castiel...

—Sam y Dean lo intentaron...— contestó el ángel dejando el resto de la historia al aire.

—Vale, ya lo voy entendiendo. ¿En qué metieron la pata aquella vez?

—Realmente fui yo el que metió la pata. Ellos sólo... pararon a tiempo.

—No lo entiendo.

—Para cerrar las puertas del infierno había que pasar una serie de pruebas. Tres. Sam fue el que las iba llevar a cabo. Pero cada uno de ellas lo destrozaba por dentro de formas... inimaginables— explicó el de la gabardina con su mirada centrada en la carretera—. Ni si quiera yo podía curarle. Dean lo paró antes de que terminase con la última prueba cuando se enteró de que aquello iba a matar a su hermano.

—Vaya...— Savannah no sabía que pensar de aquello.

No sabía que pensar de los Winchester. Por una parte lo habían intentado, y por otra lo habían arriesgado todo de nuevo el uno por el otro. Y, sin embargo, volvió a recordarse que ella habría hecho lo mismo en el caso de que se tratase de su hermana o de... Liam.

Mientras Castiel rememoraba aquello con gesto triste, la noche en la que ellos no habían terminado con aquellas pruebas, el sí lo había hecho, sin siquiera saberlo, y había sido el causante de la expulsión de todos sus hermanos del cielo.

—¿Hacia dónde estamos yendo?— preguntó la cazadora, tratando de cambiar de tema al ver la pena reflejada en el rostro del ángel.

—A la estación de policía.

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