Brooklyn, 1943.
Probablemente, aquellos momentos al lado de tu sargento se quedarían grabados en tu memoria para siempre.
Lo que en un principio fue sólo un juego de un simple coqueteo derivado de una gran atracción, se convirtió en un sentimiento verdadero, algo imposible de negar.
Se amaban, todos eran testigo de eso.
Cuando te dió la noticia de que en un día se iría al ejército, no pudiste evitar sentir nostalgia pero no eras la clase de chica que rompía en llanto tan fácil así que lo entendiste y apoyaste su decisión. Preferiste no hablar del tema y disfrutar de la última noche con tu chico antes de que se fuera por un tiempo.
Se encontraron con Steve y otra amiga en la expo de la ciudad, como siempre, sus manos estaban entrelazadas mientras miraban el espectáculo de Howard Stark y su auto volador del futuro.
Después de eso, sabían que su noche sólo podía terminar de una forma: en una pista de baile. Y lo hicieron aunque Steve y la rubia ya no los acompañaban.
—Sabes, espero verte en forma cuando regreses, estás algo gordito —le dijiste burlona, con una ligera risa incontenible. Él te miró mal un momento pero se le hizo inevitable no unirse a tu risa tan contagiosa.
—Claro que no —replicó él—. Siempre he estado igual.
—Bueno, tal vez es tu uniforme. Te hace ver más... rellenito —comentaste divertida, tomando su gorro para ponértelo.
—Te ves tan sexy así —alagó Bucky, recorriendo tu cuerpo con una sonrisa coqueta.
—Yo soy sexy con cualquier cosa, cariño —presumiste tajante. Una de las cosas que tenían en común es que amaban coquetearse y provocar.
—Te verías mas sexy desnuda —opinó en su tono de galán. Abriste la boca sorprendida y golpeaste su hombro.
—Cállate, alguien podría escucharte —lo regañaste mirando rápido a las parejas bailando alrededor de ustedes.
—¿Qué acaso no puedo expresar lo sexy que se vería mi hermosa novia desnuda? —preguntó con una ceja en alto.
—No si estamos en público —le recordaste.
—Oh entonces, ¿por qué no... vamos a mi casa? —propuso coqueto, pegando más sus cuerpos.
La música seguía, tus manos estaban en su cuello y las de el en tu cintura mientras se movían al lento ritmo de la orquesta en el escenario.
—Oh cariño, no puedo, quiero terminar este baile con mi novio —dijiste suave mientras el te daba una vuelta, haciendo que los flecos de tu vestido volaran.
—Estoy seguro de que tu novio entenderá, nena —sonrió, siguiendo tu juego.
—¿Crees que por ser sargento haré lo que quieras? —murmuraste cerca de sus labios.
—Tal vez —encogió los hombros—. La verdad es que me tienes loco, nena. No quiero otra cosa en este momento más que hacerte mía para que ningún hombre se acerque a ti mientras no estoy. No quiero que nadie toque a mi futura esposa, la única mujer que quiero para mi vida.
Tu corazón se descontroló al escuchar sus conmovedoras palabras, Bucky podía hacer eso siempre...y te encantaba. Te gustaba el Bucky coqueto y juguetón pero su manera tan especial de ser romántico te volvía loca.
—Le prometo, señor Barnes, usted será el único en mi vida, no quisiera a nadie más —besaste ligeramente sus labios—. Incluso si estás gordito, te podría adorar para toda la vida así —reíste leve.
—Bueno bebé, yo soy tuyo, hasta que llegué el día en que bailemos por última vez. Incluso si ya no eres sexy y seas una tierna abuelita con arrugas y todo eso —dijo él, sin dejar su encantadora sonrisa.
—Pues yo seré tuya hasta que seas un abuelo gordito y aunque tenga que bailar contigo en una silla de ruedas.
—Me parece bien.
—Dios, señor Barnes, prométame que nunca me dejara olvidar estás noches a su lado —recargaste tu cabeza en su pecho.
—Lo prometo. Aunque después de está noche no me olvidarás jamás —dijo tajante y lo miraste con una ceja en alto.
—¿Por qué estas tan seguro?
—Por que te haré mía —contestó simple.
—Oh, ¿aún quieres tener sexo? —preguntaste en voz alta, captando la atención de más de una pareja.
—¿Estás loca? Esas cosas no se gritan.
—Creí que querías que todos supieran que sólo soy tuya —le recordaste burlona.
—Es verdad. Sí, ______, quiero hacerte mía ahora —exclamó, llamando la atención de casi todos. Tú no pudiste evitar reír, él se unió contigo mientras los demás los miraban confundidos.
—Okay sargento, vamos a casa.
—¡Sí! —celebró él— Pero antes bailemos está última pieza.
Asentiste con una gran sonrisa. Siguieron en su mundo a pesar de haberle anunciado a casi toda la gente del lugar que tendrían sexo después de eso. Algunas veces se besaban en cada movimiento y otras sólo se miraban fijo o seguían haciéndose bromas.
Caminaron por las calles de la ciudad riendo a grandes carcajadas, tú montada en su espalda y él dando vueltas para provocarte un mareo.
La gente a su lado los veía raro pero no les importaba dar un espectáculo.
Llegaron a su casa y en poco tiempo estuvieron en la habitación, besándose con pasión, sus grandes manos sobre tus muslos descubiertos. Se sentaron sobre la cama sin abandonar su conexión de labios y siguió tocándote sobre la ropa hasta que llegó a tus pechos los cuales apretó con ambas manos.
—Bucky... —reíste entre besos, tratando de quitar sus manos.
—Nena, no actúes como inexperta ahora —bajó con besos a tu cuello el cual mordió levemente y chupó para dejar su marca.
—No, es sólo que... creí que me dejarías llegar virgen al altar —él levantó la mirada y alzó una ceja.
—Eso es un mito, la mayoría de las mujeres no llegan vírgenes. Además, será nuestro secreto. Yo no tendría problema si tu vestido es blanco o no, igual serías mi sexy esposa —admitió, volviendo a tomar tus labios.
Cerraste los ojos ante la sensación de placer en las caricias de Bucky sobre tu cuerpo y sus labios tomando los tuyos hasta que se convirtió en un beso caliente, haciéndote soltar un pequeño gemido al sentir como sus manos volvían a acunar tus pechos. Empezó a bajar tu vestido hasta tu cintura y se detuvo para quitar su saco y su camisa. Se puso sobre ti con cuidado y volvió a besarte hasta que te tuvo desnuda antes sus ojos
—Dios... eres tan sexy —musitó mirando todo tu cuerpo con descaro.
—Lo sé —respondiste tajante—. Pero aun faltas tú —señalaste su pantalón con una sonrisa.
Él no tuvo problema en hacerlo desaparecer hasta que estuvo desnudo para tus ojos. Te mordiste el labio, se puso de nuevo sobre ti, preparándose para entrar. Separó tus piernas, tomando su lugar entre estas, sus labios trazando un húmedo camino de besos desde tus senos hasta tus labios los cuales tomó con ímpetu y finalizó con una ligera mordida.
—Iremos lento, ¿okay nena? —susurró contra tu boca.
Tomó una fuerte respiración antes de empujar lentamente sus caderas hasta conseguir entrada. Se enterró lentamente en ti, escondiendo su cabeza en tu cuello el cual beso levemente.
—Ahhh mierda... maldición —soltaste un gemido de dolor al sentirlo por completo en tu interior.
—¿Te lastimé? —te miró preocupado.
—¿Tú que crees? Acabas de llevarte mi virginidad —musitaste, volteando los ojos.
—Bien, lo peor ya pasó, prepárate para la mejor noche de tu vida.
Volvió a atacar tus labios al mismo tiempo que empezaba a bombear dentro y fuera de ti. El dolor paso rápido y ahora tu cuerpo te obligaba a moverte con él, ambos soltando gemidos entre besos. Para ustedes era mucho más que sólo sexo, significaba que ahora se estaban entregando, ahora eran como uno.
Sus manos se aferraron a tu cintura, su cadera se movía de adelante hacía atrás en un vaivén suave pero demandante, quería tomar tu cuerpo hasta el fondo, reclamarte como sólo suya. Tus manos encontraron lugar en su fuerte espalda y su cabello el cual jalabas ante la gloriosa sensación de placer. Sus besos volvieron a bajar lento hasta tus pechos los cuales beso con dedicación y premura, soltando ligeros jadeos en su tarea. Siguió moviéndose, cada vez más posesivo hasta perder el control lo que provocó que los gemidos subieran de nivel.
—Nena... te amo —gruñó al sentir la meta cada vez más cerca, podía correrse en cualquier momento con sólo sentir tu cuerpo.
—T-te amo más, ahhh, Bucky...
No pudiste continuar, sus movimientos se hicieron tan fuertes que la pequeña cama sonaba con cada acometida. Parecía animal en celo pero no le importó cuando al fin sintió tu cuerpo sacudirse antes de estallar en un devastador orgasmo. Siguió penetrando hasta que llegó a la cima también dejando toda su semilla en tu interior.
Se quedaron unos segundos así tratando de recuperarse hasta que salió de ti con cuidado para acomodarse a tu lado.
—Y ahora eres mía —murmuró aún entre jadeos.
—Hasta que la muerte nos separe —prometiste.
—Acepto —sonrió antes de sellar sus palabras con un beso.
Aquellas noches de Brooklyn se convirtieron en tus favoritas y las cuales recordarías por el resto de tu vida.
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Alguien sacó mi cadaver del polvo? Xd
Finalmente! He revivido! :D
Pero sólo por hoy :'v
Me encantó este shot 💙 Lo empecé desde finales de julio pero nunca lo había terminado :v
Nunca encuentro OS así de Smut con el Bucky de los 40's y se me vino la idea un día.
Se que el Smut estuvo medio guango pero, idk me gustó mucho <3
✨
Y disculpen mi ausencia y mi falta de OS pero es que ya no tengo internet :v y escribo desde mi telefono asi que ya no podré actualizar tan seguido :'v Les dejaré otro OS más y dos Imaginas como recompensa ✨
Gracias por seguir leyendo y votando, nenas :3 Ya somos más lecturas y visitas y no saben lo feliz que me hacen :'v gsgsgs