¿Quieres mi ayuda? ➳ Fred Wea...

By MarieWeasley

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El mundo mágico por fin había conseguido la paz que tanto ansiaba, que tanto anhelaba. Por desgracia, para co... More

¿QUIERES MI AYUDA?
i. Final de una vida.
ii. Un nuevo comienzo.
iii. Decisión tomada.
iv. ¿Quieres mi ayuda?
v. Nuevos sentimientos.
vi. Barrera.
vii. Duro pasado.
viii. Cero amor, cero debilidad.
ix. Confesión.
x. Amor correspondido.
xi. Deseo desenfrenado.
xii. Éxtasis y locura.
xiii. Te quiero aquí.
xiv. Despreciable jugadora.
xv. Promesa cumplida.
xvi. De vuelta a la vida.
xvii. Eterna condena.
xviii. Inesperado milagro.
Epílogo.
Extra i. Los que se quedaron.
Extra iii. El dolor de George.
Extra iv. Nuevo miembro.
Extra v. Magia.
Agradecimientos.

Extra ii. La boda.

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By MarieWeasley

┌───── ∘°❉°∘ ─────┐

EXTRA DOS

LA BODA

└───── °∘❉∘° ─────┘ 

El jardín de la Madriguera estaba bellamente decorado para la inminente boda. Todos habían trabajado duro para conseguirlo, aunque habían sido Fleur y Molly las que dieron la mayoría de las directrices. Zaira ni siquiera había participado en la elección de la decoración, las dos mujeres anteriormente mencionadas no le habían dejado, pese a que se suponía que era su boda. Sin embargo, no había insistido. Mejor para ella, menos trabajo que hacer.

Solo había pasado un año desde que la morena había comenzado a vivir en el mundo de los vivos y aunque se adaptaba rápido, todavía le resultaba un poco difícil. Sobre todo cuando no podía sacar sus alas y echarse a volar cada vez que le diese la gana. Por suerte, Fred había tenido en cuenta esto y había comprado una casa para ellos en el campo, alejada de todo, para que su futura esposa pudiese actuar libremente y no tuviese que reprimir lo que era, un ángel. Bueno, ahora era considerada un ángel caído, un arcángel.


La morena se movía de un lado a otro en la que era la antigua habitación de Fred y George; ahora ninguno la utilizaba, pues George estaba en el apartamento de encima de Sortilegios Weasley y Fred estaba viviendo con ella en su bonita casa.

Observó el vestido blanco que reposaba colgado en una percha. Era precioso, pero sencillo. Curiosamente, tampoco había participado en su elección. Su futura cuñada lo había escogido por ella. Habían ido juntas de compras a Francia, el país de la rubia, pero había sido finalmente Fleur quien había tomado la decisión. A Zaira no le había importado, pues confiaba en el gusto de la mujer. Además, teniendo en cuenta que ella no era de ese mundo, prefería que una persona que sí lo era, escogiese aquello que estuviese de moda o fuera adecuado en la Tierra.

Entonces, la mencionada entró por la puerta con una amplia sonrisa.

—Ya está todo listo ahí fuega y los invitados han empezado a llegag —comenzó a decir—. Debegías comenzag a pgepagte.

—¿Ya es la hora? —preguntó ella, la rubia asintió.

—¿Negviosa?

—Sinceramente, no —llevó la vista hasta una pared donde se encontraban colgadas fotos de los gemelos—. Solo es un poco extraño. He vivido por muchísimos años, pero nunca me había planteado casarme o formar una familia.

La suave y coqueta risa de la francesa llegó a sus oídos. Se giró para volver a mirarla.

—La vida da muchas vueltas, ¿no?

—Demasiadas —ambas rieron.

No se llevaba nada mal con la rubia. Quizás porque habían compartido un mismo sentimiento. El sentimiento de sentirse un poco fuera de lugar en la familia de pelirrojos. Fleur todavía no tenía la mejor relación con Molly y Ginny, y Zaira tampoco la tenía con la última. Era por eso que ambas estaban preocupadas de no encajar del nunca; sumando el hecho de que Zaira no era humana y eso también podría ser un impedimento. Aun así, ambas estaban enamoradas de sus respectivos pelirrojos, así que hacían su mejor esfuerzo por cambiar aquello.

Por fin, se metió en aquel vestido de boda. Extrañamente, se sentía sexy con él. Aunque debía ser por la forma tan bonita con la que realzaba sus atributos femeninos. Fleur había dicho cuando lo escogió que sacaría partido del buen cuerpo que Zaira tenía y que, además, a Fred le encantaría mucho más uno así, que uno que ocultase su belleza. Y eso era verdad.

Seguidamente, la rubia la ayudó a maquillarse y peinarse. Lo último fue un poco difícil debido al corto cabello de la morena y a que la rubia insistía en que quería recogerlo, pues quedaría mucho más bonito que mostrase su cuello y hombros, junto con la bonita gargantilla que su futuro marido le había regalado un tiempo antes.

Molly entró en algún momento y nada más ver a Zaira se le empezó a escapar algunas lágrimas. La mujer era la más feliz por la unión de la morena a la familia, la apreciaba demasiado, pues gracias a ella su querido hijo había regresado con ellos.

—Estás preciosa —comentó, limpiando sus lágrimas.

—Muchas gracias, Molly —le sonrió dulcemente.

Se levantó una vez Fleur terminó de hacerle los últimos retoques y tras dedicarle una sonrisa de agradecimiento, se acercó a la mujer. Lentamente, posó sus dedos por las arrugadas mejillas de la contraria y limpió las lágrimas que quedaban. Y después, apoyó su frente en la ajena.

—Muchas gracias por aceptarme en vuestra familia —la señora Weasley no tardó en sonreír al oír aquello y tampoco en darle un pequeño abrazo.

—Es un placer, Zaira, haz feliz a nuestro Freddie.

—Con gusto lo haré.

Poco después, Molly se retiró junto con Fleur para dejarle unos últimos minutos a solas a la novia. Por si necesitaba relajarse, aunque Zaira no estaba particularmente inquieta.

—Mamá, ¿puedes creértelo? Voy a casarme, tu hija se casa, espero que me desees suerte y que sea feliz —susurró al aire después, mientras miraba al cielo a través de la ventana—. Ojala estuvieras aquí...

No podía evitar sentirse un poco triste y nostálgica en ese momento con respecto a su madre. Siempre la había echado en falta pues se había ido de su vida demasiado pronto. La había necesitado para tantas cosas, pero ella ya no había estado ahí para ayudarla. Sin embargo, ahora contaba con la señora Weasley. Puede que la mujer fuese realmente muchísimo más joven que ella, pero había comenzado a verla como un referente materno. Ese referente materno que nunca tuvo del todo.

Inspiró hondo y finalmente salió de la habitación. Era hora de casarse. Fred ya se encontraba esperándola y ella estaba deseando verlo. Descendió las escaleras de la casa, elevando el vestido para evitar pisarlo, y se encontró con el señor Weasley esperándola en la puerta trasera. Ella le dedicó una sonrisa que él devolvió. Arthur sería quien acompañaría a Zaira hasta el altar. A la morena le hubiese gustado que hubiese sido Kain, pero eso no podía ser ya que él estaba en el Reino de los Cielos, así que había aceptado la oferta del señor Weasley encantada.

Se tomó del brazo del hombre y ambos comenzaron a caminar hasta la carpa que habían preparado para la boda. Varias personas se encontraban asomadas y ya habían comenzado a lanzar exclamaciones. Fue entonces, cuando se estaba acercando, que Zaira sintió los primeros nervios. ¡Se casaba! De verdad estaba pasando, no era un simple sueño.

Sin embargo, los nervios no duraron demasiado, pues en cuanto sus dorados ojos se toparon con los marrones del pelirrojo del que estaba enamorada, se olvidó de todo. Él tenía una sonrisa demasiado encantadora y radiante en los labios y George le daba palmaditas en el hombro, divertido al notar sus nervios. Zaira no pudo evitar sonreír también como tonta. Ese debía ser el momento más feliz de su larga, pero larga, vida.

Arthur depositó un beso en su mejilla antes de entregársela a su hijo, quien tomó la mano de su prometida con total delicadeza. En ningún momento, los dos habían dejado de mirarse a los ojos, estaban demasiado perdidos por el otro y por el momento que vivían.

—Me has dejado sin palabras —mencionó él, Zaira alzó una ceja—. Realmente eres un ángel, te ves tan hermosa que mi corazón no deja de latir como loco.

Ella soltó una pequeña risa y le dio un apretón en la mano que sujetaba.

—El mío tampoco —confesó ella.

George carraspeó de pronto y la pareja dirigió la vista hasta él. Este elevó las cejas y tras que Fred asintiera, comenzó a oficiar la ceremonia. Pues sí, George había sido escogido por ambos para tan importante papel. Iba a ser el padrino, pero Fred había pensado que sería más divertido si era el oficial de ceremonia y a George le había encantado la idea.

Sinceramente, Zaira no escuchó prácticamente nada de lo que el pelirrojo decía, pues estaba demasiado concentrada en observar al que estaba a punto de convertirse en su futuro marido. Todos los recuerdos que tenían juntos inundaron su mente. Habían tenido sus problemas y algunos demasiado graves, pero al final los habían superado y ahí estaban, casándose y confirmando su amor.

—Hemos pasado por mucho, por demasiado, pero aquí estamos y aquí seguimos, juntos después de todo. Y así pienso seguir, pues nunca había sido tan feliz hasta antes de conocerte. Te querré y te amaré siempre, mi lindo humano —dijo con una pequeña sonrisa cuando George terminó de hablar, mientras colocaba el anillo de bodas en el dedo corazón de Fred—. Sin importar qué, mi corazón siempre te pertenecerá. Puedes pisarlo o cuidarlo, es tu elección, pero siempre será tuyo.

—Lo cuidaré sin duda —rio y tomó la mano ajena con cuidado—. Todavía recuerdo la primera vez que nos vimos, tú estabas subida en aquel tejado y yo acababa de salir de un bar enfadado... Creo que desde ese mismo momento, me atrapaste con esos ojos felinos tuyos y esos sexys movimientos —ella rio y él colocó el anillo en su dedo corazón—. Te pertenezco desde entonces, en cuerpo y alma, y siempre te perteneceré. Te amo, mi hermoso ángel.

La morena se abalanzó hacia sus brazos justo después y el pelirrojo la rodeó por la cintura rápidamente y la elevó para dar una vuelta con ella, antes de dejarla de nuevo sobre el suelo y unir sus labios en un beso cargado de amor y felicidad. 

Ahora ya eran marido y mujer, y un gran futuro se extendía ante ellos.

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