Instituto de Hombres [#1] EN...

By Cam_Music

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Sarcástica, irónica y directa. Esas son las palabras con las que se define a la perfección a Dylan Parker, un... More

PRÓXIMAMENTE
Nota importante
Capítulo 1| Nueva vida
Capítulo 2| Un viaje a Los Ángeles
Capítulo 3| Esto no puede estar pasando
Capítulo 4| Viviendo con cuatro chicos
Capítulo 5| Noche de chicos
Capítulo 6| La iniciación
Capítulo 7| Primer día y venganza
Capítulo 8| Entrando al equipo -parte 1
Nota de autora
Capítulo 9| Entrando al equipo -parte 2
Nota de autora
Capítulo 10| Una pelea
Capítulo 11| Muchas versiones
Capítulo 12| Castigos
Capítulo 13| Partido con los Bulldogs -parte 1
Capítulo 14| Partido con los Bulldogs -parte 2
Capítulo 15| Los chicos de fiesta
Capítulo 16| Venganza, dulce venganza
Capítulo 17| Cabeza de zanahoria y Mr. Grinch
Capítulo 19| La venganza de Tyler
Capítulo 20| Tyler, estás muerto
Capítulo 21| Un viaje al bosque -maratón 1/3
Capítulo 22| El hormiguero -maratón 2/3
Capítulo 23| El Kikoran -maratón 3/3
Capítulo 24| La venganza del Kikoran
Capítulo 25| Daniel capitán
Capítulo 26| Atrapar la bandera
Capítulo 27| Celular nuevo, amigo nuevo y helado en el suelo
Capítulo 28| ¡Soy Cam!
Capítulo 29| Es Nick Parker
Capítulo 30| Un tomate en los pantalones
Capítulo 31| Primer día de vacaciones
Capítulo 32| ¿Me descubrieron?
Capítulo 33| La verdad
Capítulo 34| Soy tu hermana
Capítulo 35| Ethan y Evan, me defiendo con Barnie
Capítulo 36| Estúpido Ethan, estúpido Barnie
Capítulo 37| ¿Celos? ¿Dónde?
Capítulo 38| Los hermanos Smith
Capítulo 39| Aprender a conducir
Capítulo 40| Prisión y McSexy
¡Feliz Año Nuevo!
Capítulo 41| Malentendidos y examen de Química
Capítulo 42| ¿Qué me pasa con Tyler? -parte 1
Capítulo 43| ¿Qué me pasa con Tyler? -parte 2
Capítulo 44| Desatre navideño
Capítulo 45| Un desastroso año nuevo
Capítulo 46| ¿Descubierta?
Capítulo 47| Partido importante, confesión importante
Capítulo 48| ¿Quieres...?
Capítulo 49| No estoy drogada
Capítulo 50| Droga en tu sistema y desfibrilador
Capítulo 51| Pelea y castigos
Capítulo 52| Una cita un tanto diferente
Capítulo 53| La cápsula del tiempo
Capítulo 54| Plan cabrón-nicornio
Capítulo 55| La verdad siempre sale a la luz
Capítulo 56| Entrar en razón
Capítulo 57| El sabor del amor
Capítulo 58| Siempre fui chica, imbécil
Q&Q -curiosidades
Capítulo 59| Siempre en mi piel (final)
EPÍLOGO
Aclaraciones/SEGUNDA TEMPORADA
EXTRA #1
EXTRA #2
AGRADECIMIENTOS
Segunda temporada lista

Capítulo 18| Recuerdos (especial)

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By Cam_Music

Jamás en mi vida he logrado comprender a esas personas que están en contra de la venganza. A mi parecer, es demasiado placentero ver a quien te hizo daño recibir su merecido. No obstante, me ha sucedido que cinco minutos después de haber completado mi venganza, ya no es tan divertido. Pero esta vez sí que me hace gracia, mírele por donde le mire. Aún no supero los rostros de la pelirroja y el Grinch, no dejaban de rascarse incluso contra la pared como si fueran perros llenos de pulgas. Después de aquello logré percibir cómo salían disparados hacia la enfermería.

Los gemelos y yo no dejamos de discutir sobre un partido de fútbol, Nick no ha parado de devorar las albóndigas –sin brillantina– que Daniel preparó especialmente para él. Mr. Grinch ya volvió de la enfermería, ahora está en su dormitorio aplicando el ungüento para la comezón. Luego de que saliera corriendo con un gorro de lana para que nadie viera su cabello, Tina le recetó reposo y una pomada para desinflamar sus picaduras. Ese momento fue épico, aunque no lo haya visto en persona.

Todos nosotros –exceptuando a Tyler, quien no ha salido de su cueva– nos mantenemos en los sillones como si de unos sacos de patatas se tratara, comiendo palomitas de maíz y viendo Phineas y Ferb.

— ¿Su mamá por qué nunca los descubre? —Sondea Will, llaveándose un puñado de palomitas a la boca y tragándolo se forma subnormal— Digo, siempre pasa algo y no ve lo que hacen.

—Magia —responde Daniel, haciendo un ademán raro con sus manos. En este punto todo de él es raro, nada me sorprende.

—Solo es la trama de la serie. —me encojo de hombro, tragando un bocado de palomitas.

Los chicos giran sus cuellos con lentitud, observándome como si hubiese dicho que odio la Nutella, cosa que no es cierto porque comer Nutella es como tocar el cielo con la lengua.

—Arruina momentos. —Nick achina los ojos en mi dirección, antes de negar decepcionado.

—Mi hipótesis es mejor —afirma Daniel, sacándome la lengua como un niño pequeño.

—Malvaaado —me señala Will al estilo en el que Gunter le dijo a la bibliotecaria en Kick Buttowski, alargando la letra «A».

—Ahora yo soy la mala. —deposito las palomitas de lado y emito un resoplido, al mismo tiempo que ruedo los ojos.

—Siempre lo has sido... espera, dijiste ¿mala? No tendría que ser ¿malo? ¿O te sientes identificado con otro pronombre? —inquiere Nick, observándome con una ceja elevada. Los gemelos arrugan el entrecejo, fijando también su atención en mi persona. Mis músculos se tensan de inmediato, abro mi boca para explicar, pero solo balbuceo incoherencias.

MI-ER-DA.

Rasco mi nuca, huyendo de los penetrantes ojos de los chicos, quienes intentan escrudiñar dentro de mí. Los engranes de mi cabeza parecen haberse detenido.

—Emm... sí, sí. Es que me equivoqué, quise decir «malo». Solo que de tanto hablar se me lengua la traba —contesto entrecortado, intentando sonar confiada.

— ¿Se te qué? —interroga Daniel, dudoso.

—Es cuando se me traba la lengua al hablar o me equivoco al decir una palabra, yo digo «se me lengua la traba» —les explico. Me descoloco ante el mohín que se forma en los labios de Nick.

—Ugh, está bien —murmura sin estar cien porciento convencido. Posa sus ojos en los míos, intentando ver más allá, lo cual solo me pone nerviosa—. Tienes los ojos muy azules —menciona, sin dejar de observarme con tanta fijeza. Asiento, removiéndome incomoda.

—Sí, igual a los de mi padre. Mi madre, al contrario, los tiene grises. —me encojo de hombros, sin darle mayor importancia. Su rostro luce sorprendido por un instante, además de un brillo inexplicable que cruza en su mirada.

—Bien. —no dice más, solo concentra su atención en la pantalla frente a nosotros, sin embargo, parece que solo estuviera viendo un punto en la pared. Observo la expresión de añoranza que se extiende por rostro con cierta aprensión.

—Hablas raro —dice Daniel, alejándose como si tuviese una enfermedad contagiosa.

— ¿Desde cuándo las cosas te parecen raras? Es más, lo normal es aburrido —afirmo. Al decir esas últimas palabras Nick vuelve a mírame fijamente, incomodándome de pies a cabeza.

— ¿Qué tanto me miras? ¿Tengo un moco? —toqueteo toda la cara de forma desesperada.

—Nada, solo te me pareces a alguien, pero nada significativo. —le resta importancia, volviendo a su punto fijo: la pared.

— ¿De dónde sacas esas palabras y dichos raros? —Will interrumpe, fijando su atención en mí.

— ¿Qué cosas? —respondo, más bien le respondo con una pregunta.

—Sí, no es la primera vez que dices algo así de... raro. —frunce el entrecejo, intentando explicarse. Daniel y Nick se fijan en mí, expectantes.

—Siempre lo hago y siempre lo he hecho. Yo tengo mi propio diccionario o vocabulario con las palabras que invento. Y eso no les incumbe, idivesiles.

Los chicos callan.

—Tranquilo. —me tranquiliza Will, con una gran sonrisa en su rostro, le devuelvo el gesto.

Tyler

—Yo tengo mi propio diccionario y a ustedes no les incumbe, idivesiles —la niña de cabello como león nos señaló a Nick y a mí con su dedo índice, mientras achinaba sus ojos azules.

Si bien intentaba lucir intimidante, solo me hacía gracia, pues su rostro angelical me distraía. No sabía cómo esa niña podía ser un ángel y un demonio a la vez. Lo que más llamaba mi atención eran esos ojos tan claros como el cielo, chispeantes y vivos que me hacían sonreír. Su gran carácter que encanta, pues jamás se dejaba vencer, pero al mismo tiempo me desesperaba en cierta forma. Era la única que se atrevía a retarme y eso me gustaba.

—Nick, tu melliza es rara. Dime que no es contagioso. —me acerqué al oído de mi mejor amigo para susurrarle, sin despegar la vista de la niña, quien solo cruzó los brazos sobre su pecho, abriendo ligeramente la boca. Seguro escuchó.

—Tu cállate, Wirthman, lo normal es aburrido —me señaló la pequeña Dylan, con aires de superioridad—. Deja de comportarte como retrasado, Mr. Princeso. —se quejó, soltando un resoplido.

Era gracioso cuando me llamaba Mr. Princeso, solo ella lo hacía, según porque me creía superior a los demás. Esa niña tenía algo especial, pero lograba sacarme de mis casillas con facilidad. Era mi enemiga de bromas. No entiendo cómo nos llevábamos tan mal, aunque en cierto modo puede que sea mi culpa.

Al escuchar a Dylan decir esas palabras llegan a mi mente un millón de recuerdos y estoy seguro de que Nick también recordó. No solo por la cara de idiota que trae, sino porque le hace varias preguntas a nuestro amigo Dylan. Sin embargo, ellos no habían notado mi presencia, para ellos yo seguía encerrado en mi dormitorio. Intento recordar todas y cada una de las bromas que le hice y que me hizo Blue, ese era el apodo que le tenía a la niña con la que tanto me divertía en mi infancia. La chica que cuando mi mejor amigo me la presentó como su hermana melliza –cuando yo tenía siete años y ellos cinco– le pregunté que si era chico o chica. Gracias a eso recibí un golpe justo en la cara y unos insultos en francés de parte de ella. Ella amaba Francia, por esa razón aprendió el idioma.

No era mi culpa que vistiera con las camisetas de mi mejor amigo, ya que estas olían a él y tenían personajes de Marvel y no princesas pretenciosas. Palabras de ella, no mías.

Jamás olvidaré el día en que conocí a mi mayor enemiga. Ambos teníamos una larga colección de apodos, tales como Microorganismo o Slenderman. Yo le decía Blue por sus hermosos ojos azules que tanto me encantaban, los cuales parecían hechizantes.

Ya estás diciendo estupideces y cursilerías.

«Hola, conciencio. Tanto sin escucharte».

No me digas conciencio, soy tu conciencia.

«Eso quiere decir que eres mujer, ¿te hiciste una operación o algo así?»

No, idiota, solo que no se dice conciencio sino conciencia.

«Consi de cariño».

Contigo no se puede.

«Claro, porque soy único».

Me gustaba verla enojada, pues inconscientemente hacia un divertido puchero con su labio inferior. Eran tantos los apodos que le puse, todos y cada uno de ellos me sacan una carcajada. Como el de Microorganismo.

Sí, y por ese apodo recibiste un zapato en la cabeza.

Llevo mi mano al lugar donde recibí el golpe hace un par de años. Cada frase extraña y palabras fuera de lugar me han recordado a esa chica con la que solía divertirme en mi infancia. Eso me hace pensar en cómo estará ahora, si habrá crecido unos centímetros por lo menos. De forma inconsciente una sonrisa se posa en mis labios al recordar el tonto sobrenombre que se ganó por parte de Nick: Leoncita. Todo porque jamás traía esa melena castaña recogida.

Salgo de mis pensamientos al sentir comezón en el sarpullido de mi cuerpo. Suelto un resoplido al recordar el estado en el que me encuentro. Mi cabello se mantiene de un color verde moco, por lo cual lo oculto con un gorro de lana. No quiero ser la burla del internado, pero esto no se va a quedar así. No sé cómo mi compañero de habitación logró hacer todas esas bromas absurdas, incluso Brittany salió perjudicada. Eso último no me molesta en lo absoluto. Si bien soy amigo de la pelirroja, eso no quiere decir que me preocupe demasiado. Con ella he mantenido una especie de relación solo para las necesidades, eso sí, ambos estamos de acuerdo. A Brittany no le gustan las ataduras, al igual que a mí.

De inmediato aprieto los labios en una fina línea para evitar reír al recordar la forma en la que Dylan discutió con la pelirroja. Eso hace que una pregunta llegue a mi mente: si la hermana de Nick estuviera aquí, ¿habría actuado de esa forma?

Dylan

Hace un rato que volví a mi dormitorio. Al parecer los patrones imaginarios del techo son entretenidos, o será que no tengo nada que hacer. Mis compañeros son tan divertidos que parece irreal, su forma idiota de comportarse es chistosa.

Mis ojos se abren como platos al recordar el mensaje que mi madre prometió enviar. Me incorporo en el colchón, tomando el móvil entre mis dedos. Rebusco en mis mensajes, pero no encuentro ninguno que llame mi atención. Frunzo los labios, dejándome caer rendida. Seguro y está ocupada como para recordar que debe enseñarme una fotografía de mi hermano para poder localizarlo. Al entrar a la galería de mi celular encuentro una vieja –viejísima– imagen. Sonrío de forma inconsciente, observando en la pantalla como mi mellizo toma por los hombros a una pequeña yo, y junto a mí su estúpido mejor amigo, poniéndome literalmente los cuernos tras mi cabeza. La sonrisa de los tres se me contagia. Sin darme cuenta un recuerdo llega a mi mente.

Me fijé en mi reflejo, intentando acomodar los mechones de cabello que caían por mi rostro. Tomé el cepillo de la mesilla de noche para intentar desenredar el nido de pájaros al cual llamaba cabello, pero mis pequeñas manos no alcanzaban para tanto. Solté un resoplido, dejando mis intenciones de lucir presentable. ¡Melena de león por siempre! Tal vez por eso me llamaban Leoncita, me daba mucha risa ese apodo.

Acerqué más mi anatomía al espejo, fijándome en mis ojos. No eran tan azules como él decía, solo celestes con manchas en diferentes tonos. Todavía no entendía por qué ese odioso Slenderman me llamaba Blue, era un apodo tonto. Un antipático, grosero, insípido con lindos ojos avellanas. Lo detestaba.

Abandoné mi habitación para bajar las escaleras dando pequeños saltos, cuando llegué al patio trasero mi broma estaba lista para ser ejecutada. Se supone que la venganza no es buena, o eso dicen, pero mi estúpido hermano se pasó de la raya. Al llegar Nicholas Valentín y Wirthman quedarán bañados en pintura y brillantina.

Acomodé las cuerdas en el árbol antes de ocultarme detrás de él, dejando afuera mi cabeza para observar. Escuché como se acercaban, sin esperar un segundo más dejé de sostener las cuerdas, pero no lo esperaba. Ellos también tenían una broma, era de miel y huevos. De un momento a otros los gritos se escucharon por todo el patio trasero, el cual estaba lleno de miel, pintura, huevos y brillantina. Nada lindo. Los alaridos pronto alertaron a nuestros padres.

— ¡Dylan, Nick y Tyler! ¡Miren cómo han dejado nuestro patio! —el grito de mi mamá se escuchó por todo el lugar, observamos como entraba con pasos acelerados junto a mi padre y los padres de Tyler. Los tres nos dimos una mirada asustadiza.

— ¡Hoy es la reunión con nuestros nuevos socios! —vociferó la madre de Tyler, Hannah. Nuestros padres intentaban calmar a nuestras madres.

—Tranquila, querida, ahora mandamos a limpiar esto. Aún faltan cuatro horas para la cena —intentaba calmarla papá con voz pasiva, antes de fijar su mirada en nosotros—. Chicos, fue una gran broma, pero vayan a bañarse. Dylan Camila, ve a lavarte ese cabello y por favor desenrédalo —nos dijo con suavidad.

Entoné los ojos ante la mención de mi segundo nombre, él solo lo hacía cuando fingía enojo. Eso amaba de papá, era muy comprensivo.

— ¡Melena de león por siempre! —exclamé, corriendo por la casa, ensuciando todo a mi paso.

Sonrío sin ser consciente, amaba esos tiempos felices. Recuerdo esa cena con los socios, Wirthman empezó a discutir conmigo sin que se dieran cuenta, yo solté arañas bajo la mesa que se metieron en los pantalones del socio de mis padres. Tyler explotó una bomba de harina –que, por cierto, iba directo a mí– pero les dio a los socios, a mis padres, y a los suyos propios. Nick hizo un incendio en el baño, ¿cómo lo logró? Un misterio de la vida. Nos castigaron dos semanas y los socios de nuestros padres nos demandaron. En la estación policía les dijeron que no ponían demandar a unos niños lindos e inocentes. Solo tuvimos que poner cara de perritos, labios temblorosos y voz tierna para que nos creyeran. 

Este capítulo esta editado, si encuentran un error comenten sobre él. Muchos dulces y pingüinitos para ustedes.

No olviden disfrutar la historia tanto como yo disfruto escribiendola.

Ahora un chiste...

Profesora de matemáticas: ¿Y dónde debe ir el cuatro?
Yo: En mi cama
Estudiantes: ...
Director: ...
Padres: ...
Amantes de Divergente: *ovación de pie*

Jjajahsjiajdieq xD

Cam V.

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