Este año sentía que iba a ser diferente al anterior, pesé que había llegado la hora de juntarme con otras personas y empezar a ser más social con el fin de ser aceptada.
Conforme el año avanzaba, nuevas amigas aparecieron dispuestas a aceptarme tal y como era, y así fue, pero ahora que ya tenía amigas, ahora que estaba siendo aceptada, que me estaba convirtiendo en una persona normal pensáis que ya está todo solucionado verdad, que ya podía volver a sonreír como lo hacía siempre, como si fuera una niña a la que le acaban de comprar un juguete nuevopues bien, esto no era ciertoquedaba la parte más difícil por solucionar, y era solucionarme a mí misma.
Anteriormente os había dicho que empecé a odiarme y era cierto.
Todo tiene en principio y un final, en este caso el principio fue causado por aquellas manipulaciones por parte de la lider, aquello me hizo perder el autocontrol y la confianza, lo que me volvió débil y vulnerable ante cualquier situación de dificultad, llego la hora de comenzar una nueva etapa en un nuevo instituto, con nuevos profesores, asignaturas, clases, personasaquello era demasiado grande para mí o por lo menos eso creí.
El primer año paso bastante rápido, pero los problemas no faltaron, personas que se creían superiores a mi me manipularon y maltrataron, gracias a las clases de defensa personal que recibía pude defenderme, por lo que la situación la pude controlar. Por desgracia aquellas personas con las que tuve discusión eran las preferidas por todo el instituto por lo que me aislaron de todos los demás y tan solo un pequeño grupo me acogió, el resto del curso paso normal aunque las secuelas de todos los años de manipulación y regañinas absurdas empezaron a tener efecto junto con el aislamiento, empecé a sentirme mal conmigo misma, ya no me quería como lo había hecho antes, no era feliz y no lucia la sonrisa que siempre tenía, el curso terminó, a lo que le siguió el verano, nada en especial paso en el, mis padres no son los típicos que te dejan irte de fiesta o salir con tus amigos, por lo que no hubo mucha emoción, pero si tiempo para que mi mente siguiera pensando en lo mal que me veía y con ello llegó el desastre final.