Estabas con Wanda en la sala de la torre, cantando ebria y riendo sin ningún sentido.
El resto del equipo se encontraba fuera ya que era fin de semana y era el único día que tenían disponible para sus familias. Tú y la gemela siempre se quedaban solas ya que...bueno, desde que se unieron a los Vengadores, ellos eran a los únicos que podían considerar una familia.
Antes pasaban el sábado con Pietro pero ahora que él tenía novia, sólo eran tú y Wanda. También se quedaban con el sargento anticuado y con Visión pero ellos eran unos ermitaños que nunca salían de su habitación.
Ese día, estaban tan aburridas de ver películas en Netflix que propusiste sacar una de las tantas botellas de alcohol que guardaba Stark en el mini bar. Al principio Wanda no parecía tan emocionada con la idea, pero lograste convencerla y después de una hora, las dos ya se encontraban completamente ebrias y el mini bar casi vacío.
Pusieron algo de música a todo volumen ya que no molestaría a nadie y aprovecharon eso para cantar y bailar desequilibradas.
—'Cause i just can't look it's killing me, and taking control! —cantaste alto, usando una botella cómo tu micrófono imaginario mientras saltabas de un sillón a otro.
—Esa canción no me la sé. Mejor cantemos otra —protestó la gemela, sus palabras se arrastraban y sonaban raras.
—Bien, ¿entonces que pongo, princesa sokoviana? —preguntaste, haciéndole una reverencia a Wanda con un ligero tambaleo e imitando su acento. Ella te tiró al suelo con sus poderes.
—Ummmm, algo famoso —sugirió Maximoff.
—¡Algo de Lady Gaga! —exclamaste y corriste hacia las bocinas para poner la primera canción que encontraste de esa artista. Al instante empezó a sonar Telephone.
—¡Esa sí la conozco! —celebró ella y siguieron saltando entre los enormes sillones.
—¡Stop calling, stop calling...eh eh eh my telephone...! —tratabas de cantar.
—Cállate, cantas terrible —dijo Wanda, lanzándote una almohada a la cara.
—Bruja tonta, te voy a matar con mi sable de luz —tomaste una escoba e hiciste un sonido raro.
—Ven por mí, maestra Yoda —te retó ella.
Después de unos minutos, cayeron al suelo agotadas, jadeando, sudando y quejándose por los golpes que se habían dado. Decidieron hacerse una casita con almohadas y sábanas y comer helado como dos niñas pequeñas.
—Tu turno —le dijiste a Wanda, jugaban al típico "verdad o reto".
—Bien... —se detuvo para pensar y luego chasqueó los dedos— ¿Quién te gusta de la torre? —preguntó con una sonrisa muy ampliada.
—Te lo diré sí tú me dices quién te gusta —propusiste, riendo sin razón aparente.
—Mmm... —se frotó la barbilla con los dedos—. Creo que me gusta Vis —dijo al fin.
—¡Ja! Lo sabía —te burlaste pero a ella no pareció molestarle.
—Y a ti te gusta el sargento anciano, ¿verdad? —ahora reíste nerviosa.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque puedo leer tú mente cada vez que estás cerca de él y no son muy agradables tus pensamientos —contestó la gemela sin dejar su sonrisa.
—Oye, eso era privado —te quejaste, jalando un mechón de su cabello.
—¿Enserio? —preguntó incrédula— No lo creo, cariño. Se nota demasiado.
—¿Qué tanto?
—Muuucho —alargó ella, girando los ojos. Tú te golpeaste la frente con la palma de la mano.
Sí, era cierto: estabas enamorada de Bucky desde hace algún tiempo pero nunca te sentías con el valor de decírselo a alguien, ni siquiera a Wanda que era casi como tú hermana.
Lo mantenías en secreto porque todos en la torre te molestarían sí se enteraban, en especial el sarcástico de Tony. Además, no estabas del todo segura de sí Bucky sentía lo mismo que tú.
—¡Tonta, tonta! —te autorecriminaste por tu descuido, mientras seguías golpeándote la frente.
—Ya ______, vas a abrirte la cabeza sí sigues con eso —dijo Wanda, sirviéndote otro vaso con Vodka.
—¿Crees que el viejo cyborg lo note? —preguntaste, cogiendo el vaso que te ofrecía la sokoviana.
—Probablemente, aunque...¿te cuento un secreto? —susurró como sí fuera lo más confidencial del mundo. Tú asentiste varias veces.
—Ya ya, dímelo —exijiste. Wanda se acercó más a ti y miró a ambos lados antes de murmurarte:
—Tú le gustas también.
—¿C-cómo sabes? —balbuceaste atónita.
—También leí la mente del anciano hace unos días y me enteré. Iba a decírtelo antes pero te habías ido en una misión con Sam —explicó ella sonriente.
—¿Y-y qué se supone que debo hacer?
—Pues ve y dile que te gusta —resolvió obvia—. Te reto a que lo hagas.
—Lo haré sólo sí tú le dices a Visión lo que sientes también —la miraste desafiante.
Wanda se puso a pensarlo un poco. En tu estado normal, jamás habrías aceptado hacer una estupidez como esa pero todo pensamiento coherente no era aceptado en tú cerebro en ese momento.
—Trato hecho —dijo al fin ella.
Chocaron sus vasos entre sí antes de hacer fondo para sellar su apuesta.
(. . .)
Tocaste fuerte en la puerta del "Sargento Anciano" como lo llamaban tú y Wanda. Eran las dos de la mañana pero igual no te importaba. Después de un minuto esperando, planeabas irte,... Pero el apareció en la puerta.
—¿_____? —preguntó un poco dormido aún— ¿Qué pasa?
—Necesito que me digas algo —lograste decir ya que tus palabras aún se arrastraban y te era difícil concentrarte, pues Bucky no llevaba camisa. El arqueó una ceja y te miró de arriba para abajo.
—¿Estás ebria? —murmuró confundido y tú reíste como sí te hubiera dicho el mejor chiste del mundo.
—Noooo, sólo quiero saber la verdad.
—_____, ¿por qué no mejor hablamos mañana cuando... te encuentres mejor?
—¡No Bucky! Debe ser ahora —protestaste. Él suspiró rendido y se cruzó de brazos.
—Bien, te escucho —te preparaste para lo que ibas a decir, poniendo las manos en tú cintura como jarra y mirándolo nerviosa.
—¿Te gusto? —dudaste al fin.
Él se quedó en silencio, debatiendo sí decírtelo o no. Llegó a la conclusión de que estabas demasiado ebria para acordarte en la mañana lo que te diría en ese momento.
—Sí —admitió Bucky con una leve sonrisa.
—Pues... Tú también me gustas —confesaste y el se quedó pasmado. Esperaba que aquello no fuera una mala broma tuya o un efecto del alcohol.
—_____, creo que mejor hablamos mañana.
—O-Okay.
Bucky cerró la puerta, aún confundido con lo que acababa de pasar y por un momento tuvo la sensación de que era un sueño. Él también estaba enamorado de ti pero eso sólo lo sabía Steve ya que conocía a su amigo y sabía que no podía ocultarle nada. Era raro para él lo que sentía por ti ya que había pasado MUCHO tiempo desde que perdía la cabeza por alguien.
Unos toques en la puerta lo sacaron de su mente, abrió y ahí estabas tú de nuevo pero no hablaste. Sólo te lanzaste a él y lo besaste.
Bucky no te respondió porque lo habías tomado por sorpresa, te alejaste al ver que sus labios no se movían y pensabas en irte pero él te volvió a tomar en otro beso, tomándote fuerte de la cintura.
Te emocionaste y sin esperar a nada, le devolviste el beso con ansias. Te abrazaste al cuello de Bucky y él te tomó de los muslos para levantarte, haciendo que enredaras tus piernas en su cintura.
Sus respiraciones se aceleraron, perdieron el control en poco tiempo mientras seguían devorándose con fervor el uno al otro. El bajó sus manos a tu trasero, le mordiste el labio en respuesta y te frotaste contra el miembro de Barnes, provocando un gemido en ambos. Bucky te colocó en la cama y se puso sobre ti sin aplastarte.
Bajó sus labios a tu cuello y lo atacó sin piedad al mismo tiempo que se frotaba contra tu feminidad. Gemías despacio mientras rasguñabas su espalda. Bucky bajó uno de los tirantes de tú vestido para liberar uno de tus senos y lo besó con voracidad para repetir lo mismo con el otro. Se detuvo un momento para mirarte a los ojos.
—¿Quieres seguir? —preguntó con la voz agitada.
—Vaya pregunta la tuya. Claro que quiero —respondiste riendo.
—Bien, espera aquí —te indicó. Tú asentiste mientras él se metía al baño.
Bucky se miró en el espejo, su cabello era un desastre. Sacó un preservativo de un cajón y se lo guardo en la bolsa de su pantalón de pijama, suspiró fuerte y salió para encontrarse contigo de nuevo. Y se llevó una gran sorpresa.
Ahora estabas dormida. Bucky se puso a un lado tuyo y te movió para despertarte pero no respondías, estabas igual que un muerto. Todo por culpa del alcohol. Él sonrió al verte tan tranquila y se acostó junto a ti para dormir también no sin antes darte un beso en la frente y tapar tú cuerpo con una sábana.
(. . .)
Despertaste con un terrible dolor de cabeza sin recordar mucho lo que había pasado ayer.
Sólo tenías claras algunas palabras: Wanda, mucho alcohol, música, baile, risas y luego nada.
También recordabas haber tenido un extraño sueño caliente con Bucky, o al menos lo que pensabas que era un sueño. Cuando sentiste un cuerpo moverse al lado tuyo, creiste que era Wanda ya que en ocasiones dormían juntas, pero lo que te encontraste fue muy diferente. Era Bucky.
—Buenos días —susurró él con una sonrisa. Tú enrojeciste al momento.
—¿T-tú y yo... l-lo hicimos? —te apresuraste a preguntar.
—Casi lo hicimos —corrigió—. Pero te quedaste dormida y no quise despertarte.
—Mierda —mascullaste entre dientes— ¿Y cómo llegué aquí?
—Pues...me hiciste una revelación sorprendente.
—¿Cuál?
—Que te gusto...
—Rayos... —musitaste, avergonzada.
—Y entonces te respondí que tú también me gustas.
—Espera... ¿Qué?
—Me gustas, _____ y mucho —te interrumpió con un beso del cual te sorprendiste pero lograste responder, nerviosa.
Te acarició la curva de la cintura y tú temblaste ante su tacto. Jamás imaginaste despertar así, con él.
—¿Quién fue el gracioso que se tomó toda mi colección de Absolute Vodka y destruyó mi sala, eh? ¡Esto no es un hotel para vagos! —el grito de Tony en la sala los obligó a separarse rápido.
—Rayos, creo que tengo problemas —reíste.
—Tranquila, yo te ayudo, borracha —dijo él tomando tu mano.
—Gracias, Sargento Anciano —lo besaste levemente.
—¿Sargento qué? —tú reíste mientras ambos bajaban a la sala, con sus manos aún entrelazadas.