¿Quieres mi ayuda? ➳ Fred Wea...

By MarieWeasley

165K 13.4K 3.1K

El mundo mágico por fin había conseguido la paz que tanto ansiaba, que tanto anhelaba. Por desgracia, para co... More

¿QUIERES MI AYUDA?
i. Final de una vida.
ii. Un nuevo comienzo.
iii. Decisión tomada.
iv. ¿Quieres mi ayuda?
v. Nuevos sentimientos.
vi. Barrera.
vii. Duro pasado.
viii. Cero amor, cero debilidad.
ix. Confesión.
x. Amor correspondido.
xi. Deseo desenfrenado.
xii. Éxtasis y locura.
xiii. Te quiero aquí.
xiv. Despreciable jugadora.
xv. Promesa cumplida.
xvi. De vuelta a la vida.
xvii. Eterna condena.
xviii. Inesperado milagro.
Epílogo.
Extra ii. La boda.
Extra iii. El dolor de George.
Extra iv. Nuevo miembro.
Extra v. Magia.
Agradecimientos.

Extra i. Los que se quedaron.

4.9K 360 69
By MarieWeasley

┌───── ∘°❉°∘ ─────┐

EXTRA UNO

LOS QUE SE QUEDARON

└───── °∘❉∘° ─────┘

¿Qué había sido de los que se quedaron en el Reino de los Cielos cuando Zaira se marchó? ¿Cómo había quedado aquel lugar, aquel «paraíso», después de la rebelión? ¿Seguiría igual de restrictivo con sus normas o habría cambiado radicalmente?

La paz había regresado después de seis largos días de batallas; ángeles contra ángeles, humanos contra humanos y ángeles contra humanos. La victoria había sido finalmente para los revolucionarios, para el ángel Keigar que había dirigido y comenzado el ataque. 

Oh, Keigar, quien se habría pensado que este tosco ángel sería quien se rebelaría. Había sido una sorpresa para todos, pues él siempre había puesto su trabajo y las leyes del reino por encima de todo. Sin embargo, había tirado todo eso por la borda por una sola persona, por un solo ángel, por Zaira. ¿Por qué por ella? Porque habían sido amigos durante siglos, habían crecido juntos, se habían apoyado mutuamente, habían estado ahí para el otro siempre que hizo falta. Incluso si al final su relación se torció, Keigar –pese a sus negativas– seguía apreciándola y por ello, no había podido permitir que la historia del ángel terminase así. ¿Encerrada en el Laberinto por la eternidad? No, jamás de los jamases habría tolerado aquello.

Ahora Keigar había tomado el puesto de uno de los líderes del Reino de los Cielos. Había sido escogido por los otros dos líderes tras la derrota y muerte de Haxis, en sus manos, durante la rebelión. Su posición había cambiado significativamente y aunque el rubio nunca había visto del todo mal las normas del reino, se decidió a cambiarlas para el mayor beneficio de todos. Para evitar que otra historia como la de Fred y Zaira se volviese a repetir. Una historia en la que un ángel tenía prohibido enamorase de un humano. Esa estúpida norma impuesta hace milenios fue la primera en ser revocada, pero no la última.

¿Quién había ayudado a Keigar con su nueva posición y sus decisiones? Nada más ni nada menos que el querido sirviente de Zaira, Kain. El ángel menor le había pedido al mayor que trabajase para él y aunque éste se había negado en varias ocasiones, ya que alguien tenía que hacer cargo de la mansión de Zaira y sus territorios, finalmente accedió. Se unió al Consejo como la mano derecha de uno de los líderes y dejó el cuidado de las propiedades de su señorita a los sirvientes humanos que la habían servido durante siglos.

Por supuesto, todavía frecuentaba la mansión, para asegurarse de que todo estaba bien. Y también, un poco, debido a la nostalgia, ya que había vivido allí desde que era un joven ángel. Aunque realmente esa nostalgia se debía a que su señorita ya estaba allí. La extrañaba muchísimo, no podía evitarlo. Por suerte, podía comunicarse con ella de vez en cuando, siendo así capaz de escuchar su armoniosa voz. Se sentía aliviado cada vez que la morena le contaba cosas curiosas que le sucedían en el mundo humano, pues de esa manera sabía que le estaba yendo bien, tanto a ella como a Fred.


Por otro lado, los dos amigos humanos, que había hecho Fred, habían cambiado sus vidas totalmente. Leo, para sorpresa de todos y pese a su todavía recelo con los ángeles, se unió a una de las instituciones que dirigían estos; la institución de música. No era que quisiera aprender música, era que él quería enseñarla. Era bueno en ello y sabía tocar múltiples instrumentos. Leo había sido un gran músico y mago cuando aún vivía en el mundo humano. Sin embargo, había dejado la música de lado, una vez murió y se le concedió aquella nueva «vida», pero ahora era el momento para volver. Quería volver a deleitarse con la música y quería que todo el reino también se deleitase con ella.

Anthony también había tomado una decisión significativa. A diferencia de Leo que parecía estar tratando de darles una oportunidad a los ángeles, Anthony era incapaz. No importaba cuando lo intentase no podía olvidar como Zaira había jugado con él en su día. Aunque quizás no era que no pudiese, era que no quería. Por eso, una vez que la norma que impedía que los humanos pudiesen vivir en ciertos lugares fue revocada, se marchó al rincón más alejado del reino. Se marchó a una zona en la que todo era campo. Un territorio precioso a decir verdad. Pero en el que apenas vivía gente, pues la mayoría preferían estar en el centro o sus alrededores.


James y Lily seguían viviendo en el mismo sitio junto con Remus, Tonks y Sirius. Todos ellos habían participado en la rebelión, pese a que al igual que muchos tenían recelos sobre los ángeles y ellos mismos habían juzgado mal a Zaira, habían querido salvarla por el bien de Fred. Desde entonces, se contaba hasta con su opinión en algunas de las reuniones del Consejo, quizás porque los cinco de ellos habían demostrado una gran determinación por aquel tiempo.

Dejando eso de lado, las dos parejas vivían felizmente y la mayor parte del tiempo, la pasaban juntos. Ambas parejas se comunicaban de vez en cuando con aquellos que una vez habían dejado atrás, con sus seres queridos. La pobre Tonks lloraba cada vez que escuchaba al pequeño Teddy, quién apenas había comenzado a decir algunas palabras. Mientras tanto, los Potter tenían largas y tendidas conversaciones con su hijo Harry; quizás porque no habían podido tenerlas antes. Eran felices al ver que él estaba creciendo bien y que tenía a muchas buenas personas a su alrededor.

Mientras tanto, Sirius era el que más a disgusto vivía. Se aburría muchísimo estando con las dos parejas y acababa de mal humor siempre que cierta persona se presentaba en la casa, esa misma persona a la que él había machacado durante sus años en Hogwarts, Severus Snape. Para ser exactos, Remus y James también se disgustaban por su presencia y lo mismo era a la inversa, pero Snape los ignoraba ya que únicamente estaba allí por Lily. Durante aquel tiempo, el moreno y la pelirroja habían recuperado la amistad que habían perdido en el pasado, y debido a la felicidad que esto otorgaba a la mujer, James no había tenido más remedio que guardar silencio y aceptar a Snape.

Esa misma tarda, Sirius salió dando un portazo a la puesta, después de la llegada de Snape y comenzó a caminar sin un rumbo fijo. ¿Por qué hasta el maldito de Quejicus era más feliz que él?, se preguntaba en varias ocasiones. Y era cierto, hasta Snape parecía estar llevando una vida mejor en aquel reino que el propio Sirius. ¿Por qué? ¿Qué estaba mal? No lo entendía. Quizás era porque le faltaba algo; algo que los otros habían conseguido hacía tiempo.

James y Lily y Remus y Tonks habían conocido el amor y disfrutaban de él en esos momentos. Incluso Severus había conocido el amor, aunque hubiese quedado en uno no correspondido. De todas maneras, al moreno ya no parecía importarle, mientras que Lily fuese feliz, él también lo sería. Pero en cambio, Sirius nunca había conocido ese sentimiento. ¿Por qué? Había salido con muchísimas mujeres mientras estaba vivo, pero nunca había habido amor. Nunca se había tomado en serio aquellas relaciones, se había dedicado a jugar y para cuando ya fue lo suficiente mayor para dejar de hacerlo, era tarde, había muerto.

Pero, ¿quién decía que fuese tarde?

—¡¿Qué estás haciendo?! ¡No puedes ir por ahí! —una voz femenina lo sobresaltó de pronto, justo cuando estaba a punto de dar un paso más.

Rápidamente se giró para encontrarse a una hermosa mujer que parecía unos años más joven que él –aunque obviamente no lo era– y largos cabellos oscuros, observándolo desde cierta distancia. No hubo necesidad de dudar, era obvio que se trataba de un ángel. Era tan hermosa que era imposible que fuese humana. Era demasiado perfecta.

—Pensaba que ya no había prohibiciones de donde pueden o no ir los humanos —replicó él con cierto sarcasmo.

—Y no las hay, pero estás a punto de entrar en el huerto de alguien y no creo que le haga mucha ilusión que destroces sus hortalizas.

Sirius se mostró confuso durante unos segundos, hasta que volvió la vista al camino que había estado a punto de tomar. En efecto, era un huerto y encima uno que recién había comenzado a ser cultivado. ¿Cómo es que no se había dado cuenta? Además, ¿dónde estaba? No recordaba haber estado en esa zona con anterioridad. ¿Tan metido en sus pensamientos había estado que había caminado a un lugar que desconocía? Sí, ese parecía ser el caso.

Regresó la vista al ángel y una ladeada sonrisa comenzó a asomar en sus labios.

—Entonces, para que no aplaste estas hortalizas, ¿qué tal si tú y yo nos vamos a tomar una copa? —seguidamente, le guiñó uno de sus ojos. Ya que estaba no iba a perder la oportunidad de ligar con un hermoso ángel.

¿Ligando con un ángel? —una de sus cejas se enarcó dándole, según el merodeador, un aire seductor.

—Ya no hay ninguna ley que lo prohíba, ¿no?

—Cierto... —los segundos pasaron mientras la hermosa ángel parecía meditar y aun así sus impactantes ojos verdes no se apartaban de Sirius, como si lo estuviese escaneando para comprobar si era su tipo—. Vayamos a tomar esa copa, será... divertido.

Si su arqueamiento de cejas ya le había parecido seductor, cuando la curva de sus labios se transformó en una sonrisa, a Sirius estuvo a punto de parársele el corazón para segundos después comenzar a latir como loco. Sin duda, era una mujer bellísima y seductora. Soberbia, era la palabra exacta. Sería divertido estar con ella y tratar de conquistarla, aunque algo le decía que no iba a ser fácil de domar. Lo que no sabía el merodeador en ese momento es que él sería el domado y ella la domadora. Pues había ido a encontrarse con el único ángel que podía superarlo en términos de conquista y de juegos de amor.

Sin embargo, no sería un juego, no sería una simple conquista más. Igual que Fred, después de haber muerto, Sirius iba a conocer lo que era enamorarse. Iba a conocer eso que siempre le había faltado, ese sentimiento que se decía que era el más fuerte en comparación a los demás. Ese sentimiento que podía cambiar a cualquiera. El amor.


───❉───


Y así es como yo me imagino al ángel en cuestión. 

Eva Green, asjhda.

Marie Weasley.

Continue Reading

You'll Also Like

230K 13.6K 27
Maya pensó que en Beacon Hills podría relajarse y tener una vida normal, alejada de su pasado, sin dramas, sin problemas, bueno, eso pensaba, antes d...
4.9K 765 5
𝐅𝐈𝐕𝐄 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒, 𝐃𝐈𝐅𝐅𝐄𝐑𝐄𝐍𝐓 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄𝐒: "𝙎𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙡𝙚𝙨 𝙝𝙖 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖𝙙𝙤 𝙟𝙪𝙜𝙖𝙧 𝙘𝙤𝙣 𝙛𝙪𝙚𝙜𝙤" ...
482K 34.6K 131
Los Cooper. La familia perfecta. Novios de preparatoria que se casaron y tuvieron tres bellas hijas. Polly, Dominique y Betty. Perfección. Algo impos...
1.1M 110K 104
Desde que era niña, Skuld Weasley no entendía que había mal con ella. ¿Por qué la muerte y la guerra parecían estar siempre a su alrededor? La guerr...