Encontré a Sophía pagando unas prendas de ropa y salimos del centro comercial. Me dirigí a casa y llamé a mi madre.
-Mamá.-miré en la cocina, no estaba.-mamá.-llamé de nuevo y caminé por el pasillo. Tampoco estaba.-Mamá.-Entré a su cuarto y allí estaba, fumando marihuana.
-Hola Haylie.-me regaló una sonrisa hipócrita a la vez que le daba una calada al cigarrillo.
Suspiré.- Voy a salir luego.-me di la vuelta.
Has lo que quieras.-contestó.-Sal, diviértete, ten sexo, bebe alcohol, fuma, la vida es corta niña.-me volteé y se levantó de la cama, apagó el cigarrillo y salió de la habitación.
Mi madre es de las que le importa una mierda su hija y se la pasa todo el día fuera bebiendo de fiesta en fiesta. En realidad no le importo. Desde que papá nos abandonó ella ha cambiado. Ahora mientras estoy en la escuela o estoy fuera lleva hombres a su casa y estos le pagan. Vamos, si se volvió toda una prostituta.
Fuí a bañarme, me coloqué mi pijama favorita y me acosté en mi cama a revisar mis redes sociales.
A las 5:00 sonó mi teléfono. Era desconocido.
Llamada telefónica:
-¿Hola?-hablé.
-Hola preciosura, ya salí a buscarte.-No me jodas. Tiene que estar jugando, no es cierto.
-¿No te rindes tan fácil eh?-dije.-Ya te dije que no saldré contigo.-respondí borde.
Colgué la llamada.
A las 6:00 tocaron la puerta.-Debe ser Sophía.-pensé. Me dirigí a la puerta. Abrí y casi me desmayo al verlo.