El auto de Anthony estaba cerca de la carretera, fuimos hacia el a toda prisa, dejando atrás las llamas y el humo que inundaban el bosque. Todo era un desastre fuera de control, la gente que vivía por este lugar, no tardaría en darse cuenta.
Me metí al auto y no sabía si estaba haciendo lo correcto, pero Anthony me brindaba la poca confianza que aún quedaba en este mundo. Encendió el auto y nos pusimos en marcha, quise preguntarle a dónde me llevaba pero no podía ni hablar.
El reloj el tablero apenas marcaba las doce; era medio día y ya era un desastre. Tenía ganas de llorar, de gritar, incluso de golpear algo, pero no era buena idea hacer eso ahora. Todo el asunto de Lena y Robert era muy complicado. Cedric era un maldito mentiroso, dijo todo lo que pudo salvarle el trasero. Pero entonces venían a mi imagenes del prado que soñé, de cómo Lena corrió desesperada hacia nosotros, tratando de salvar su amor.
—¿A dónde vamos? —pregunté con un hilo de voz.
—A tu casa —respondió Anthony firme.
—¡Qué!, no puedo ir con ellos, ¡Lena los matará!
Traté de quitarle el volante arriesgando a que nos estrellaramos de nuevo. Anthony me empujó bruscamente y puso un brazo sobre mí.
—¡Cálmate! —gritó—, ¡te estoy haciendo un favor, no seas idiota!
—¿Un favor?
—Sí —dijo como si fuera obvio—, si las cosas salen bien, podré sacarte del país en menos de una hora.
¿Sacarme del país?
—Supe que te irías a Londres mañana —explicó—, no podrás decirle nada en concreto a Daniel, pero si él te ama tanto como dice, nos ayudará y te largarás de aquí.
—¿Por qué me ayudas? —pregunté confundida.
—Porque jamás estuve de acuerdo con esto —respondió serio—, tal vez pienses que soy como mi madre y Lena, pero yo sólo me limitte a estar aquí Alex. Créeme que incluso Lena, aunque sea una parte muy remota dentro de ella, no quiere herirte.
—Sí, claro, sobre todo ahora —repliqué—, esos golpes no dicen lo mismo.
Me había atacado con toda la intención de causarme daño. La Lena que yo conocía, mi mejor amiga y la chica amable se había esfumado, dando lugar a la perra que al parecer era.
—Yo no creo que hayas sido tú.
—Tú no crees nada de mí —reí amargamente.
—Es sólo que, aunque quizá no lo recuerdes ahora, pero pasamos muy buenos momentos de niños y creo que después de tanto...
Se quedó a media oración y me miro fijamente. Dios mio, ¿él también?
—Anthony yo...
—No Alex —interrumpió—, fui un idiota, porque yo sabía lo que sentías por Nathan, y sólo me dediqué a observarte y con eso me bastaba. Verte la noche del accidente, llena de heridas y sangre —cerró los ojos y suspiró—, me sentí a morir, no podía, no puedo imaginar un mundo sin ti.
Me había quedado sin palabras. En toda mi vida o bueno, la parte que si recordaba, había visto a Tony como un hermano, como uno de mis mejores amigos, jamás llegué a pensar que él sintiera algo por mi, era todo un rompecorazones en la escuela, todas se morían por él y parecía disfrutarlo.
¿Por qué todo esto tenía que pasar justamente ahora?, ¿realmente era buena idea irme sin arreglar nada?, quizás me encontrarían, en unos días, meses o años pero lo harían igualmente. Y una idea estúpida comenzó a surgir en mi cabeza.
—Ven conmigo —susurré.
—¿Qué? —preguntó confundido.
—Si me voy a cualquier lugar del mundo, ven conmigo.
—Pero Alex...
—Eres la persona en quien más confio ahora Anthony, por favor —supliqué—, no me dejes ahora.
Me miró un tanto atónito. Sus labios se movían como si quisiera decir algo pero nada salía de su boca. Siguió conduciendo y al llegar a mi calle me puse más nerviosa. Me esperaba una patrulla o más, pero todo estaba en plena calma. Anthony se estacionó y apagó el auto. Tomé un profundo respiro y abri la puerta, pero no bajé.
—Vamos, no tenemos tiempo —Anthony tomó mi mano.
—Ok.
Al bajar del auto la puerta de la casa se abrió de golpe y Daniel vino corriendo hacia mí y me tomó entre sus brazos. No pude evitarlo, las lágrimas salieron y no quería soltarlo.
—¡No te atrevas a hacer eso de nuevo, estábamos muertos de la preocupación! —se apartó de mí y me miró—, vamos, entra a la casa.
—Papá, escuchame por favor —lo detuve—, necesitamos hablar, es urgente.
Papá miró malhumorado a Anthony, algo muy raro, pues lo adoraba igual que a Lena. Tal vez la situación lo provocaba.
—Entren rápido.
Entramos a casa casi corriendo. Al parecer las niñas no estaban aquí. Janine estaba en el sofa con Emma. Tenía los ojos hinchados y rojos, Emma sostenía su mano. Al verme, corrió hacia mi igual que Daniel y me examinó de pies a cabeza.
—Dios mio, cariño pero, ¿qué te ha pasado?, mírate nada más, ven siéntate, iré a buscar algo para limpiarte.
Estaba frenética. Pobre mujer, le daría azúcar o algo peor.
—Tranquila hija —Emma se levantó—, yo iré.
Se fue a la cocina y nos dejo ahí. Me senté y Anthony hizo lo mismo. Tomó mi mano y me dio un apretón. Era algo asi como para darme fuerzas.
—Ahora sí, ¿qué rayos pasa? —Daniel estaba furioso pero a la vez muy preocupado—, y antes de que siquiera lo intentes, te lo advierto, quiero la verdad.
—La familia biológica de Alexia esta aquí —Anthony lo soltó de golpe antes de que yo pudiera decir algo.
Daniel y Janine se miraron el uno al
otro, estaban muy sorprendidos.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Janine.
Por Dios Janine, ¿tú qué crees?
—Que Alexia debe irse —Anthony no estaba siendo nada sutil—, lo más pronto posible, si se puede en unas horas.
—Momento, más despacio —interrumpió Daniel—, ¿quién rayos la encontró?
—Los Hathaway —respondí en voz baja—, ellos son mi familia o al menos uno de ellos.
—Pero, ¿cómo puede ser?, ¿por qué están seguros de eso hija?
—Porque yo los conozco —respondió Anthony de nuevo— mi madre, Lena y yo, sabíamos quiénes eran ellos, y por qué estaban aquí.
—Me quieren de vuelta con ellos —dije finalmente.
—No, no, no —Daniel empezó a caminar de un lado a otro por la sala—, ¡no se llevarán a mi hija!, no voy a permitirlo.
—Nosotros hemos cuidado de ella —Janine dijo por fin—, todos estos años, ¿por qué precisamente ahora?, ellos no son una verdadera familia. La abandonaron
—Ahora concuerdo con Lucinda, estoy seguro que ellos estuvieron detrás del ataque del sábado, ¡van a pagar por todo!
—¡Papá eso no importa! —grité enojada.
Se estaba yendo por otro lado y ahora mismo quería seguir el plan de Anthony y largarme de aqui. Ahora.
—Papá, escúchame, debo irme, las cosas son distintas, más de lo que tú crees, no podemos enfrentarlo sólo asi, va más allá de lo que conocemos.
Daniel se sentó junto a mí y no dijo nada. Sus ojos estaban llenos de lágrimas también.
No, por favor, no lo hagas.
—No quiero dejarte ir —sollozó—, ya me quitaron a tu hermana, no me puedes dejar tú tambien cielo, te he cuidado desde que te vi aquella noche, no pueden quitarme a mi bebé.
—Lo sé, y te estaré eternamente agradecida por todo lo que has hecho por mí, pero debes dejarme ir, no puedo permitir que los lastimen, no a ustedes, jamás me lo perdonaría. Ya me quitaron a Dëni y a mis amigos, ustedes no.
Anthony se levantó y miró por la ventana. Debía apresurarme.
—Alex, es hora.
—Pero no, por favor.
Janine se levantó y me dio un fuerte abrazo. No quería dejarme ir. Y yo tampoco, pero era lo mejor.
—Deben perdonarme —interrumpió Anthony.
—¿De qué hablas? —preguntó Daniel.
Anthony no dejaba de ver hacia la ventana.
—Yo les avisé dónde estabas Alexia —se dió la vuelta y me miró con toda la culpa plasmada en el rostro.
—¿Qué? —no podía creerlo.
—Sólo quería que esto acabara —dijo—, sólo quería que estuvieras bien.
—Y vaya que lograste que estuviera bien, Anthony.
La voz de Lena sonó desde la cocina. Estaba parada ahí, con un gran golpe en la cara, llena de ceniza y la ropa quemada. ¿Y Robert?, se veía muy furiosa, no había duda.
—Hola Daniel, Janine —los saludó como si nada—, si me permiten, su querida bastardita y yo tenemos un asunto que arreglar.