Orígenes: Hijo De La Oscurida...

By AlecHBlackhell

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La lucha entre el bien y el mal siempre ha existido y siempre existirá. ¿Qué pasaría si un día descubrieras q... More

Resumen
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Sueños y Planes

Capítulo 1

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By AlecHBlackhell

 ¿Qué más da lo que piensen de ti? Nadie sabe el dolor que has soportado, las malas experiencias que han dejado una huella en tu carácter, ni lo que has tenido que padecer para sonreír de nuevo.  



¿Nunca han tenido la sensación de estar solos aunque estén rodeados de personas? Pues para mí eso es muy común, a pesar de estar rodeado de personas siempre me sentía solo, y todo empeoró cuando me enteré que tal vez soy hijo de la Oscuridad, porque si, la Oscuridad es un especie de dios, no solo algo que percibimos.

¿Raro no?

Las personas se alejan de ti cuando se enteran de este no tan pequeño dato, pero aun así estoy obligado a encontrar a los cinco hijos de los elementos, suena loco ¿no? Lo bueno es que ya encontré a tres, lo malo que los otros dos fueron raptados por mi padre... Creo que debo empezar por el principio, para que entiendan.

******

Estaba en un parque corriendo no sé por qué, pero necesitada llegar a ese lugar con urgencia, alguien o algo me estaba llamando, tenía una voz profunda y con un leve siseo decía:

—Ha llegado el momento de poner todo en marcha. Aren debes prepararte, ven a mí, estamos cerca, no nos queda mucho tiempo, no confíes en nadie.

Cuando llegué a un volcán...

¿Volcán? En el parque, qué raro.

La voz se detuvo, estaba por preguntar porque no nos queda tiempo, lo sé es raro que mi primera pregunta no fuera ¿quién eres? O ¿qué quieres?, pero ya estoy acostumbrado a la rareza. De la nada, la oscuridad engulló todo a mi alrededor, y una falta de emociones y sensaciones me dejó en estado apático.

Intento moverme y es cuando lo noto. Mi mano está rodeada de fuego pero no sentía nada, ni siquiera pude entrar en pánico. Era extraño, era consciente de que debería doler, o por lo menos sentir algo de miedo, pero no sentía nada, era como si el fuego solo lamiera delicadamente mi piel.

Poco a poco dirigí mi mirada a mí alrededor, no podía ver nada más allá de la oscuridad.

Doy un paso adelante y me doy cuenta que hay un líquido oscuro y pesado a mis pies, cuando fijo mi mirada puedo ver mi reflejo en él. Pero hay algo distinto en mi reflejo, mi rostro no parece mi rostro y es mucho más pálido.

La alarma está sonando.

Me levanto e inmediatamente llevo mi mano al cuello donde cuelga mi collar, es una vieja maña que utilizo cuando algo me preocupa, después de calmarme voy directo al baño.

Es la tercera vez que sueño eso.

Esto me está preocupando, pero no tengo tiempo para preocuparme. Hoy es el primer día de clases de mi último año en la preparatoria.

Me dirijo al baño donde me doy una ducha rápida y atiendo mis negocios, me pongo lo primero que encuentro, un pantalón rojo y una franela básica blanca, me calzo mis tenis desgastados y preparo mis cuadernos.

Me doy un vistazo en el espejo y me repugna el reflejo. Un chico de 1.80 m., de piel pálida, ojos grises y cabello negro como la noche.

El grito de mi madre me saca de mis pensamientos. Que como siempre son sombríos.

Mientras salgo de mi habitación con mi morral y mis cosas listas, escucho a mi padre discutir con mi hermana, ese par, no pueden vivir juntos pero tampoco separados. Llego a la cocina y mi mamá está cocinando, mi madre no s una mujer alta, pero a sus cuarenta años parece más mi hermana que mi madre y tiene unos hermosos ojos cafés que parecen haberlo visto todo.

Me siento en la silla de la isla de la cocina y mi madre me mira por unos segundos.

—Buenos días cariño, ¿qué tienes? te ves más cansado de lo normal, ¿quieres que baje el tono de las luces? —Y sí, esa es mi madre, solo con verme sabe que pasa.

Y sí, a mis diecisiete años soy fotosensible, lo que quiere decir que las luces me afectan, siempre he sido una persona nocturna, pero la pregunta de mi mamá me deja fuera de lugar.

—No tengo nada. —La indiferencia de mi tono es mortal—. Aparte de que tú no me quieres dar información sobre el hombre que te ayudo a procrearme, y sí, por favor bájale el tono a la luz que no encuentro mis lentes y me está doliendo la cabeza. —Mi madre me mira con esa expresión que solo las madres pueden hacer, esa que te advierte que bajes el tono.

—Ya te dije que tu padre era muy parecido a ti. —Mientras empieza a hablar parece perderse en el pasado. —La única diferencia es que él era más pálido y tenía los ojos de un negro muy profundo, además me dejó el collar que cuelga en tu cuello como un regalo y una disculpa hacia ti, ya todo eso te lo dije. —Comienza a parpadear como regresando al pasado, aunque no dejó de cocinar en ningún momento—. Aunque tú y yo sabemos que eso no es lo que tienes. —Me mira fijamente como esperando que le cuente y cuando no digo nada prosigue, no sin antes soltar un suspiro pesado—. Pero está bien, si no me lo quieres decir no lo volveré a preguntar.

A veces adoraba y odiaba a mi madre al mismo tiempo, por una parte agradecía que siempre me diera espacio, pero por otra, odiaba que no me dijera el motivo por los que mi supuesto padre me hubiera abandonado y lo odiaba profundamente por eso.

Sin decir más nada me comí mi desayuno, el cual no me fije que era, como siempre, mientras escuchaba a mi hermana y a mi papá bajar por las escaleras.

Estaba concentrado pensando en el sueño que había tenido y el fuego que siempre me despertaba, no sé por qué pero imagino que es por mi fotosensibilidad, que siempre he odiado el fuego y todo lo que brille demasiado, tanto o más que odio a mi padre biológico.

—Aren llegarás tarde al colegio, tendrás que aumentar la velocidad para llegar a tiempo. —No me di cuenta que mi papá me estaba hablando.

— ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Hablas conmigo? —La verdad es que no me importa, pero descubrí que si muestro interés, no me fastidian con estar metido en mi mente.

—Qué raro tú en tu mundo —dice mi hermana—. Llevas como veinte minutos jugando con el tazón vacío, deja eso y apúrate para que me lleves en tu moto que se nos hace tarde.

Sin mucho apuro terminé de arreglarme, me observé otra vez en el espejo, mientras que mi madre me pasa un par de lentes de cristal oscuro, ella siempre tenía repuestos.

Me subí a moto una Harley Davidson Iron 883, con mi hermana apurándome, tomamos camino al colegio.

Al llegar al estacionamiento del colegio, mi hermana salta de la moto como si esta estuviera hecha de espina, y sale corriendo al encuentro de sus amigas, qué bobería. Bajo de mi moto con la misma calma de siempre y me voy directo a mi casillero, donde dejo la mayoría de mis cuadernos y saco el cuaderno de historia. Historia a primera hora, la verdad no me importa, de hecho la historia es una de mis materias preferidas.

Después de ordenar todo en mi casillero, me dirijo al aula. Las miradas de las chicas, que siempre entran tarde solo para verme pasar, absurdo, me acompañan todo el camino.

La verdad no entiendo a las mujeres de esta preparatoria... de hecho no entiendo a las mujeres, punto.

No me llaman la atención desde que pasó el incidente... no vayas por ese camino de recuerdos, siempre pasa algo cuando dejas que el dolor te abrace, me recuerdo mientras voy caminado por el pasillo para llegar a mi aula.

Tengo esa sensación, esa que solo me da cuando algo que no me gusta o algún peligro está cerca, sin embargo decido ignorarlo, aunque noto que las cosas no están normales este año.

CC no ha aparecido para molestarme por no usar mi físico para acostarme con todas las mujeres del instituto y tampoco he visto a Brad, para preguntarme sobre mi verano como hace todos los años. Ellos serían como mis amigos, pero no me importan mucho las personas como para preocuparme por algo tan trivial como eso.

Ya en el aula, noto que todos los estudiantes están mirando fijamente la parte del final del salón, donde hay poca iluminación, ese lugar está reservado exclusivamente para mí, así que sin importarme los estudiantes, que al parecer son nuevos porque jamás los había visto, me dirijo al lugar donde me voy a sentar porque sí.

Sin pensarlos dos veces me detengo frente a mi asiento, me quito mis lentes para que puedan ver la mirada de odio que irradio.

Son dos, una chica, pelirroja con unos hermosos ojos color ámbar y de tez clara y un chico, un tipo corpulento de cabello ondulado como si acabara de levantarse y ojos de un raro color azul grisáceo y de tez un poco más bronceada. La chica se percata de mi presencia y levanta la vista, me ve durante unos segundos y luego mostrando unos hermosos dientes blancos comienza:

—Hola soy Ángela y él es Chase, somos nuevos, transferidos desde China. —Sin dejar de sonreírme, como si hubiera ganado el premio de la lotería, continua—. ¿Cómo estás?

— ¿Qué cómo estoy? —El sarcasmo emana a mares de mi voz—. Bueno, te diré como estoy, estoy furioso, porque dos novatos, creen que porque son nuevos se pueden sentar en mi lugar. —En este momento mi voz no es más que un susurro aparentemente calmado—. Y si esos novatos no quieren problemas, unos muy grandes problemas, será mejor que se quiten de mi lugar. —Sabía que quizás estaba exagerando, pero ese era siempre mi carácter y no iba a cambiarlo solo porque ellos eran nuevos. También sabía que mis ojos se estaban tornando de un tono rojizo, por lo que opté por ponerme mis lentes negros otra vez.

El chico, que creo que se llama Chase, me observa, su mirada llena de odio justo como la que yo estaba utilizando en él. Se levanta de golpe, y todo el salón se quedó en un silencio sepulcral, sin previo aviso movió su brazo para golpear mi cara, pero como ya yo lo había visto venir y gracias al entrenamiento en las distintas artes marciales que mis padres me habían obligado a tomar, solo tuve que sujetarlo del brazo en el momento indicado, a centímetros de mi cara, y comencé a sonreír sombríamente.

—No debiste haber hecho eso. —Y en un rápido movimiento de mis manos, lo lancé por encima de mi hombro a dos puestos de donde estaba originalmente. Él se levantó con los ojos inyectados de sangre y una extraña aura que no logré reconocer, comenzó a aparecer por todo su cuerpo. Cuando él se iba a mover la chica, Cindy, de la nada apareció a su lado, ¿cómo hizo eso?, y lo agarró del hombro.

—Cálmate estamos aquí para estudiar no para pelear, y si ese fuera el caso este no es el lugar ni el momento. —Lo dijo tan bajo que ella pensó que nadie la había escuchado, pero yo sí.

Y eso me dejó una gran cantidad de dudas, pero cuando iba a preguntarle a que se refería, el profesor entró al aula y todos nos sentamos. Yo en el lugar de siempre y ellos cerca del profesor, ya que eran los único lugares libres.

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