Placeres Ejecutivos - Emmgy R.

By EmmgyR

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Placeres Ejecutivos
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Capitulo 12

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By EmmgyR

Hey, hey, hey. Querido lectores. Nuevo capítulo... Disfrutenlo.

A votar y comentar si les gustó. o si no... ¡Tienen que decirmelo! :( para ver si dejo de invertar darmelas de escritora. (Bromeo, así sea cosas malas continuaré escribiendo jajaja)

Un beso, un abrazo y una buena lectura.

---------------------------------------------- o ---------------------------------------------

Tomo el metro y en menos de media hora estoy en casa. Me cambio de ropa por algo más cómodo y arreglo el piso para que mis amigos no lo encuentren tan desastroso. Saco una botella de vino y pongo unas cervezas en la nevera para Vicente.

Una hora después ya estamos los tres cómodos en el sofá viendo "Amigos con Beneficio" la de Justin Timberlake con Mila Kunis. Amo las comedias románticas, sé que voy a reír y a llorar, pero siempre se está seguro que habrá un final feliz. Eso me alivia cada vez que las veo.

En medio de la película no puedo evitar pensar en Robert, la relación entre los protagonistas es muy parecida a lo que él propone. Una relación sin compromisos, solo... sexo. Empiezo a pensar que debería dejar de usar tanto la cabeza y comenzar a hacerle caso a los instintos. Comenzar a...divertirme, de una vez por todas. Siempre he sido muy correcta en la vida y en todas mis relaciones. Tuve dos antes de Antonio, pero solo con él llegué a algo más serio e íntimo. Mi nivel de confianza era muy grande, quizás por eso me dolió tanto su traición.

Unos sollozos me sacan de mi ensoñación, cuando me volteo, Ali está llorando a moco suelto.

- ¡Qué buena película! - dice mientras se sacude la nariz en la sudadera.

Yo miro a Vicente de soslayo y me doy cuenta de que él también me está mirando. Cuando nos vemos nos entra la risa.

- Vaya debilucha te has puesto - Vicente le dice a Ali. Ella le hace un puchero.

- Es que es hermosa. - se sienta sobre sus rodillas en el mueble - Siempre supe que quedarían juntos.

- Creo que a alguien le ha picado la abeja del amor. - Vicente agita sus brazos al aire y empieza a bailar, Ali le lanza uno de los cojines y él lo esquiva.

Los veo desde la cocina y no puedo evitar reír. Sirvo dos copas de vino y destapo una cerveza. Se las doy y me siento en el suelo, frente al sillón. Ellos siguen discutiendo.

- Tu tampoco puedes decir mucho, eh... - ella refunfuña.

- ¿Cómo? ¿De que me perdí? - pregunto.

- ¡Que Vicente tiene novio! - dice casi gritando.

- Mentira... - digo. Luego veo la expresión callada de Vicente y se me cae la mandíbula. - ¡No puede ser! ¿Quién es? - le interrogo

- No es mi novio. - Vicente responde cansino. - es un chico que conocí la noche del club

El recuerdo viene veloz a mi mente.

- Ese castaño más bajito que tú. - le digo. - Yo estaba con Ro... bailando cuando te ví. -me corrijo rápidamente, no es buena idea que mis amigos sepan de mi relación con mi jefe. O por lo menos no me siento segura de decírselos aún.

Vicente me mira y sabe que estoy ocultando algo, pero en su mirada veo como decide dejarlo pasar.

- Sí. Ese mismo. - afirma dándonos una pequeña sonrisa.

- ¿Y por qué yo no lo vi? - Ali interviene haciéndose la molesta.

- Porque estabas muy ocupada dándole amor a tu querido David. - Vicente eleva y baja las cejas varias veces. Yo me rio y Ali se sonroja. - ¿cómo va eso?

La expresión en el rostro de Ali cambia a una más seria. Por un momento pienso que tiene algo malo que decirnos.

- M... me gusta. - arruga su ceño en gesto pensativo. - Me gusta mucho. - nos da una mirada esperando que digamos algo, pero nuestro silencio la anima a continuar. - Es, adorable. Hablamos... hablamos mucho y de todo. Robert, tu jefe - me dice como si necesitara aclaración. Mis sentidos se alertan ante la mención de su nombre - es su mejor amigo. Por cierto, David lo invitó al club, pero no fue. - se encoje de hombros y yo tengo que tragar más fuerte el sorbo de vino para no ahogarme. - No me sorprende. David me ha contado mucho de él. Es un hombre muy solitario, pero al parecer nunca le ha faltado una mujer. Solo que no las presenta. - trato de que mi rostro se muestre impasible ante esta cantidad de información a pesar del creciente dolor en la boca del estómago.

- ¿¡Pero como le va a faltar!? - exclama Vicente. - si esta hecho un delicioso bombón.

Ali ríe, y yo suelto una pequeña risa poco sincera y tardía.

- David me cuenta que la relación con su padre es muy tensa. Robert y el casi no se hablan. - vuelvo a poner real atención en lo que Ali dice. - pero en realidad Robert no habla mucho de eso y a el padre solo lo ha visto una vez que viajo a Italia para una reunión. Son grandes amigos. - se encoge de hombros - David es tan amable y en el sexo...

Mi amiga empieza una gráfica descripción de sus relaciones con David. Por el momento me desconecto tratando de guardar bien toda la información recolectada.

Alrededor de las 10 y media de la noche se despiden los chicos. Arreglo un poco la cocina y apago la tv.

En la cama estoy rueda que rueda. No puedo dormir, solo pienso en todo lo que dijo Ali. Mis pensamientos se retienen un poco más en la información de las parejas que ha tenido Robert. Y con lo guapo que es no dudo que ha estado con mujeres fascinantes. Sin conocerlas trato de hacer comparaciones mentales.

Cerca de la una de la madrugada mi último pensamiento es ese bizarro mensaje que me llegó al móvil. Antes de caer profundamente dormida.

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Voy corriendo por las escaleras de la empresa Accuri. Hoy me he levantado tarde, jodidamente tarde. Dentro del elevador me entra la angustia, no puedo dejar de zapatear el tacón en el piso... Quizás así vaya más rápido.

Cuando entro en el piso 20, mi jefe está en mi escritorio esperándome. ¡Joder!

- ¡Al fin se ha dignado a llegar! - me regaña en cuanto me ve entrar. - ¿Sabe lo que significan las palabras "puntualidad" y "responsabilidad? - espeta. Y me siento como los primeros días en el trabajo. - el teléfono no ha dejado d... - se detiene abruptamente y mira mi pecho fijamente.

Mi blusa tiene los tres primeros botones desabrochados y se puede ver el encaje de mi sostén. ¡Con razón he consigo tantas perversas miradas de camino acá! Si con esa salida tan rápida se me ha pasado hasta el vestirme bien.

Veo como Robert traga forzadamente y el rubor se extiende por toda mi cara. Me volteo un poco y abrocho los botones.

- Eh... Bueno; váyase a trabajar. - apunta rápidamente - y no me moleste a menos que sea estrictamente necesario. - se da la vuelta y entra en la oficina.

Me voy a mi escritorio, acomodo mis cosas. En él tengo dos portarretratos, una con una foto con mis padres y otra con Ali y Vicente. Sonrío ante la imagen de esta última, torcida y no en el lugar donde estaba el día anterior... Mi jefe tiene una vena curiosa.

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En la tarde he ido a almorzar con Marta y Carolina. Las chicas con las que fui hace un par de días. Todos en la empresa tienen una idea de Robert bastante misteriosa, no saben mucho de él.

De regreso a la empresa paso por la oficina de Martin que está en el piso 19. Pero no lo consigo, quizás no ha llegado de almorzar.

Son cerca de las 3 de la tarde cuando el teléfono suena.

- Oficina de Robert Accuri, ¿en qué puedo servirle? - atiendo.

- Por favor con Robert. - pide una chica.

- ¿Su nombre? - le pregunto.

- Mmmm... - tarda en responderme. - Dile que es una muy buena amiga. - la mujer hace un sensual énfasis en la palabra "muy"

Empiezo a sentir unas terribles ganas de estrellar el teléfono contra el escritorio... Vaya extraña cosa.

- Señorita, si no me dice su nombre no puedo transferir la llamada. - le espeto en tono brusco aunque no se lo haya ganado.

- No me arruines la sorpresa lindura. - siento como la vena de mi cien empieza a palpitar. - Dile que soy, su amiga más caliente... El sabrá quién soy. Haz tu trabajo niña. - dice ya molesta.

El "niña" hace que mis entrañas se retuerzan. Inspiro fuertemente.

- Espere. - le digo cansina.

Voy a la oficina de Robert, toco dos veces la puerta y entro. No está en su escritorio pero veo la luz del baño encendida.

- Señor. Tiene una llamada en la línea uno. - exclamo un poco alto para que me escuche.

Robert sale del baño con la corbata aflojada y el cabello desaliñado. Mi boca se seca al instante. ¡Oh mi dios! Lo deseo tanto.

- ¿Qué decía? -pregunta.

- Que... - aclaro mi garganta y saco mi cabello que de repente lo siento muy pegado al cuello. - Que tiene una llamada en la línea uno.

- Eso, lo escuche. ¿Quién? - hace gestos con la manos. Como para apresurarme.

- Si quiere saber algo haga las preguntas adecuadas. - le espeto lo suficientemente fuerte como para que lo escuche. El levanta la ceja. - Una mujer... "su amiga más caliente". - siento como una sensación de calor vuelve a tomar posesión de mi cuerpo, y las ganas de aventar algo contra la pared aparecen de nuevo.

La sonrisa que se forma en el rostro de Robert me intranquiliza. Se acerca al teléfono de su oficina y lo atiende.

- Nathasha, Nathasha. - dice en tono burlón. Ya entiendo el por qué su sonrisa me perturba. La he visto, hace casi una semana... en su casa. - Te puedes retirar. - me indica arrogantemente.

Aprieto mis puños a cada lado de mi cuerpo y salgo de la puta oficina.

Afuera camino de lado a lado de mi escritorio. Quizás... yo podría... ¡No! no puedo escuchar la conversación. Pero quizás así aclararía mis dudas acerca de quién era esa mujer. Ah, ¿Qué más da?

Me acerco nerviosa al teléfono de mi escritorio tapo mi boca una mano y descuelgo el teléfono con la mano libre.

- Pero se puede hacer... siempre que quieras. - la mujer, Nathasha, le decía a Robert en tono sensual. O eso es lo que mi ataque de psicosis me hacía creer.

Robert suelta una carcajada seductora a mis oídos.

- Tú sabes que siempre quiero. - Robert le responde y para mí eso es suficiente.

Cuelgo el teléfono lo más delicadamente posible. Y me tiro en mi asiento. Esto realmente me ha afectado. No sé por qué me esfuerzo tanto en no aceptar las cosas. Seré una mujer de impulsos de ahora en adelante.

Me quedo atenta a que mi jefe termine su llamada. Los nervios dentro de mí crecen, los hago a un lado antes de que me acobarden. Unos cuantos minutos después Robert cuelga. Tomo una respiración y entro en la oficina.

Él está inclinado en los ventanales de la manera tan seductora como la primera vez que lo vi en esta empresa. Cuando me oye entrar se voltea y me mira fijamente. Durante varios segundos ninguno de los dos dice nada.

- ¿Sí? - ladea su cabeza invitándome a decir lo que tenga que decir y luego irme.

No sé si es producto de lo que Ali me dijo ayer, o de la llamada de esa mujer hoy, o si simplemente ya he aguantado suficiente. Pero me veo a mi misma acercándome a él a paso decidido.

Cuando estoy frente a él su mirada me da a entender que no entiende que pasa conmigo. Tomo su cabeza entre mis manos, mis dedos entre sus cabellos; lo acerco a mí y lo beso.

Mi boca reclama energéticamente la suya. Él no pierde tiempo y me aprieta más cerca de él. Su lengua se hace valiente y entra en mi boca, más que gustosa la uno con la mía. Nuestros dientes chocan pero no nos detiene. En él vierto todo mi deseo, deseo que he estado conteniendo por muchos días.

Sus manos descienden por mi espalda hasta llegar a mi trasero y lo aprieta contra su erección. Yo gimo desvergonzadamente en su boca. Sus manos suben el dobladillo de mi falda hasta la parte superior de mis muslos. Acaricia el borde de los ligeros y me estremezco. Me desespera. Bajo una de mis manos hasta su pecho y de allí hasta su erección, la aprieto en mis manos y el gruñe; muerde dolorosamente mi labio.

De repente siento como nos estamos desplazando hasta el escritorio. Con una de sus manos desocupa el espacio, no ha dejado de besarme. Me carga en peso y me sienta en una de las orillas. Sus manos van a mi pecho y los presiona sobre la camisa hasta que siente como se yerguen mis pezones, me desabrocha los primeros tres botones justo como me veía en la mañana cuando llegue, solo que ahora estoy caliente y muy mojada ¡Jo!

Robert se separa de mí y se va a la puerta, extrañada por su acción veo cómo pasa el seguro a la puerta. Se voltea y me sonríe.

- Eres una caja de sorpresas Elizabeth. - susurra lo suficientemente alto para oírlo.

Él no se acerca a mí, me observa fijamente desde la distancia. Pero esta vez no me avergüenza, me hace sentir deseada... más mujer.

- La personificación del pecado y tentación. - dice y presiona con su mano su erección, muerdo mi labio para contener un gemido. El verlo tocándose, frente a mí. Es algo más que excitante.

Por un momento me siento osada, abro mis piernas para él. Y llevo una de mis manos a mis entrepiernas y me acaricio suavemente. Veo como sus ojos se abren de la impresión y el deseo. De mis labios se escapa un suspiro. Con la otra mano presiono mis hinchados pechos necesitados de atención. Robert desabrocha sus pantalones y logro ver la liga de sus bóxer.

Se acerca a mí con paso decido y me besa de nuevo. Esta vez es su mano quien acaricia mi interior. Pone a un lado mi ropa interior y me toca directamente, no reprimo el gemido que se forma en mis labios. Sin necesidad de abrir los ojos siento la fija mirada de mi jefe sobre mí.

- No sabes lo mucho que he imaginado el tenerte sobre este escritorio. - su declaración hace que abra mis ojos para observarlo. Sus ojos verdes están oscurecidos por el deseo y sé que los míos deben estar iguales. Saca su mano de mi interior y roza su dedo mojado de mí sobre mis labios, para luego besarme salvajemente. - Deliciosa... - afirma.

Su cuerpo se aleja de mí y siento su mano en busca de algo. En un par de segundos deposita un paquetito plateado en mis manos.

- ¡Pónmelo! Pónmelo para follarte. - exige.

Bajo mis manos hasta la liga de sus bóxer, con una lentitud demoledora. Cuando ya está fuera de mi camino tomo su miembro entre mis manos, lo aprieto. Robert suelta un gruñido y pone su frente contra la mía. Llevo a mi boca el paquete plateado, lo rasgo con los dientes y se lo pongo muy despacio.

- Pídemelo. - dice.

Lo miro a los ojos y acerco sus labios a los míos. Tiro de sus cabellos hacia atrás para que me observe.

- Por favor... Házmelo. - pido en un susurro.

Me da una sonrisa engreída de medio lado.

- Claro nena. - Me guiña un ojo y hace parecer mi petición un ruego. En ese momento lo odio un poco.

Me sube la falda lo más arriba que se puede. No se deshace de mi ropa interior sino que la pone a un lado. Lo que hace sentir la situación más perversa y prohibida. Mi excitación sube diez grados más.

Con un dedo restriega mi humedad por toda la cavidad. Cuando da por listo su trabajo toma mis piernas entre sus brazos y coloca su miembro en mi entrada. Y sin previo aviso me penetra.

- Esto será rápido cariño. - dice mientras continua con sus envestidas. - Te deseo demasiado como para tomarme mi tiempo. - Acelera sus embestidas y suelto un gruñido de pasión.

La posición en la que estamos hace que lo sienta muy profundo. Un dolor placentero se forma dentro de mí cada vez que empuja más fuerte. Tener su pecho tan cerca del mío junto a su mirada tan posesiva hace que no pueda más y me dejo caer sobre el escritorio. Una de sus manos se desliza entre mis piernas y masajea ese punto tan delicioso.

- Vamos Elizabeth, déjate ir nena. - habla entre dientes. Siento la tensión contenida.

Tras varios segundos de erótica tortura me dejo ir en un maravilloso orgasmo, un par de embestidas después Robert me sigue dejándose caer sobre mi cuerpo.

Sin poder evitarlo mis manos se van a su cabello para acariciarlo. No sé si estoy sobrepasando algún límite pero en este momento no me importa. Robert levanta su mirada y me da un corto beso en los labios para luego salirse de mí, lo que me ocasiona un estremecimiento. Él se ríe suavemente como para que no lo oiga. Le doy un pequeño puñetazo en el hombro para que sepa que si lo he oído. Se ríe más fuerte. - me hace soltar una sonrisa a regañadientes.

Me bajo del escritorio y arreglo mi ropa. Esto de hacer caso a los impulsos es bastante productivo. Suelto una risita y Robert me mira extrañado. Me termino de vestir lo más rápido que puedo.

Cuando termino me acerco a la puerta, pero me volteo antes de salir.

- Por cierto señor. - el aludido levanta la vista para observarme. - Digo que si...

Me mira extrañado sin entender ni una pizca.

- ¿Si a qué? - pregunta.

En vez de responder abro la puerta y de la salida le guiño un ojo y le sonrío. Y antes de cerrar veo como una brillante sonrisa se extiende por todo su rostro.

-------------------------------------

Ya afuera de la empresa emprendo mi camino hacia el metro. Alguien grita mi nombre. Cuando volteo es Martin quien se acerca a paso rápido. Toma mi muñeca.

- Me dijeron que pasaste por mi oficina. - dice.

De repente me siento un poco culpable.

- Sí. - respondo. - quería hablar contigo.

Una sonrisa surca su cara.

- Bien. ¿Quieres ir a cenar y charlamos? - me pregunta.

Mi cara se descompone. No quiero engañarlo más, pero creo que el medio de la calle no es buen lugar para hablar con él.

- No puedo. - me excuso.

- ¿Por qué? ¿Estás ocupada? - pregunta súbitamente.

- Yo... Quizás... - no sé qué excusa inventar. - Solo no puedo. - digo finalmente.

Siento como su agarre en mi muñeca se aprieta dolorosamente. Miro su mano sobre mí y al parecer se da cuenta porque me suelta.

- Bien. Nos vamos mañana. - responde.

Se da la vuelta sin esperar una respuesta de mi parte.

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