La Luz De Tu Mirada

Od JackieValand

108K 4.7K 880

Un choque de miradas accidentado. Así comienzan la mayoría de las grandes historias. Y esta, no iba a ser me... Více

BOOKTRAILER
Prólogo
OTOÑO...
I
II
III
IV
V
VI
VIII
IX
X
XI
*Escena Extra*
XII
*Extra*
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
*Extra*
INVIERNO...
XXI
XXII
XXIII
XXIV
*Extra*
PRIMAVERA...
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX (P.1)
XXX (P.2)
Último Capítulo
VERANO...
EPÍLOGO

VII

2.3K 127 33
Od JackieValand







Considero que en este momento, soy absolutamente capaz de cerrar los ojos y recrear en mi mente, todas y cada una de las manchas y marcas que tiene el techo de mi habitación. Debo llevar horas en esta misma posición. Acostada boca arriba, como si estuviera observando el cielo estrellado más interesante del mundo. Ya he contado ovejas, cerditos, cabras, incluso leones, y ni siquiera esa granja ha conseguido que sea capaz de pegar ojo. Morfeo parece no querer visitarme esta noche y la desesperación comienza a impacientarme.

Dado que además de eso, mi estómago comienza a crujir por el hambre, después de resoplar completamente resignada, decido levantarme a la cocina en busca de un vaso de agua y algo de comida, con la esperanza de que actúen como somnífero. Son las 4:03 de la mañana, eso quiere decir, que si me durmiera en este preciso instante, dormiría 2 horas y 57 minutos. Pero obviamente a eso debemos restarle el tiempo que tardaré en ir a la cocina, comer y volver. No, mejor no calculo el resultado. Además ¿Por qué demonios no puedo dormir, si no soy capaz ni de mantener los ojos abiertos cuando me levanto?

Observo como White está acostado sobre su cómoda cama para perros, situada en la sala y alza la cabeza en cuanto siente mi presencia.

─¿Tú tampoco puedes dormir?

¿Será cierto eso de que las mascotas, concretamente los perros, son capaces de dejarse influenciar por el estado de ánimo de su dueño? ¿Y que reciben las buenas o malas vibraciones de cualquier ser humano?

No sé si será cierto o no, pero si es así lo compadezco, pues sus únicas preocupaciones deberían ser; comer-dormir-salir a la calle, y no aguantar mi insomnio y mis quebraderos de cabeza.

Me sigue hasta la cocina, sabiendo que seguramente recibirá algo de comida él también. Así que lo primero que hago es servir un poco de ese pienso que tanto le gusta, en su recipiente, al que rápidamente ataca como si llevara semanas sin ser alimentado.

Busco entre los armarios algo rápido y fácil que no precise de preparación, pero al ver que lo único apetecible son unas galletas a punto de acabarse, recuerdo que debo hacer la compra. Los supermercados deberían estar abiertos a esta hora, así al menos, mi insomnio resultaría productivo.

Una vez de vuelta en la sala, decido tumbarme en el sillón y encender la tele mientras disfruto de mis últimas galletas y un vaso de leche caliente, que terminó siendo la sustituta del agua. En la televisión a estas horas no hay más que programas de tele-tienda en absolutamente todos los canales. Juegos de cuberterías, milagrosos aparatos que te hacen parecer culturista sin necesidad de pisar un gimnasio, otros extraños aparatos que no sé para lo que sirven, y dada su forma, prefiero no saberlo. Y así, un largo etcétera de productos que probablemente alguien esté comprando en estos momentos.

White no tarda sino unos minutos en aparecer de un salto sobre el sofá, dispuesto a hacerme compañía y apartar mi atención de esos anuncios publicitarios tan "interesantes", nótese la ironía.

─¿Por qué no podemos dormir? ─Pregunto observando cómo recuesta su pequeña cabeza sobre mi estómago.

Nunca he sufrido de insomnio, de hecho, mi capacidad para quedarme dormida es bastante rápida y profunda. Y no son muchas, por no decir ninguna, las ocasiones en que algo ha conseguido robarme el sueño. Aunque si es cierto, que siempre he sido una especie de ave nocturna, para quien la inspiración aflora en las noches con más intensidad.

Hace algunos años, cuando pasaba las vacaciones en la casa del lago, podía perfectamente estar despierta hasta las 3:00 y 4:00 de la mañana, escribiendo cualquier cosa que por mi mente pasara. Mi abuela solía despertarse en plena madrugada y al ver encendida la luz de la sala, siempre me preparaba un vaso de leche caliente y se sentaba a mi lado, esperando que le leyera lo que quiera que estuviera escribiendo. Adoraba compartir esos momentos con ella, porque era la persona más sincera que podía existir y siempre tenía tanto elogios, como críticas constructivas. Ella aseguraba que con el paso de los años, mi expresión y vocabulario mejorarían a la hora de escribir. Pero siempre me decía, que yo poseía algo que no se ganaba con los años, ni con la experiencia. "Escribes con el corazón ─Me decía. ─Consigues que con cada palabra, me sienta parte de ti y de tus emociones. Eres increíblemente sensible, Dulce... y la persona que consiga conquistar tu corazón, se estará llevando el mejor regalo que la vida le pueda dar."

Claro que, era mi abuela, prácticamente como mi madre, ¿Qué podía pensar ella de su nieta favorita? Si me viera ahora, después de tantos años y sin haber encontrado aún a esa persona, seguramente tendría nuevas y alentadoras palabras que me impedirían perder la fe.

No es que la haya perdido. Pero a veces pienso que he idealizado tanto el amor durante toda mi vida, creándolo en historias imaginarias, que si cuando alguien se acerca a mí, no siento eso, simplemente no pierdo el tiempo. Pero en ocasiones pienso... ¿Cómo voy a encontrarlo, si ni siquiera doy la oportunidad de que alguien entre en mi vida el suficiente tiempo para que pueda comprobarlo? A lo mejor me equivoco al pensar que es algo súbito e inesperado, algo que te controla sin que puedas controlarlo. Así como mismo no puedo controlar el hecho de llevar horas recordando todo lo sucedido el día de hoy, o el de ayer, dada la hora que es.

─Habló... ¿Sabes? ─Me dirijo al cachorro, dejando suaves caricias en su cabeza ─Y tiene una voz... perfecta. Perfecta para ella, igual de dulce y delicada que su apariencia. Definitivamente, no podría haber tenido otra voz que no fuera esa. ─No puedo evitar suspirar, con un sentimiento de preocupación, mientras observo a la nada ─White, es tan hermosa...tan frágil... ¿Cómo puedo ayudarla, pequeño? ¿Cómo puedo hacerla abandonar ese infierno que debe estar viviendo? Siento tantas ganas de protegerla cuando está a mi lado... cuando me mira, con esa tristeza que expresan sus ojos... con ese vacío, te juro que solo tengo ganas de abrazarla. Abrazarla y que nada ni nadie pueda dañarla mientras esté entre mis brazos.

Sin mucho ánimo de volver a la cama para continuar dando vueltas, recuesto mi cuerpo sobre el sofá, mientras continúo recreando en mi mente cada imagen de lo ocurrido hace apenas unas horas. Cada momento, cada palabra, cada mirada...

─Esto es una locura... ─Vuelvo a suspirar ─Déjame ayudarte, Anahí... Permíteme intentar conseguir que veas el mundo con otros ojos. Déjame llegar a ti, déjame rescatarte.


◊◊



8:00 de la mañana y aquí me encuentro un día más, andando por el pasillo de la primera planta, como si de un zombi me tratase. Debo haber dormido una hora en toda la noche. A ciencia cierta, no estoy segura, solo recuerdo que el sonido del despertador me sobresaltó haciéndome creer que hacía apenas cinco minutos que había cerrado los ojos. Gracias al café, estoy un poco más despierta en este momento, pero aún así, presiento que la trasnochada me pasará factura a lo largo del día.

Unos pasos aproximándose ponen alerta mis sentidos, y mis órganos parecen despertarse por arte de mi magia, sabiendo que en unos segundos la tendré frente a mí. El corazón ya se acelera por sí solo, recibiendo ese ya común hormigueo que sube desde mi estómago, produciéndole a mis manos una nueva sensación de sudor frío y temblor.

Y entonces la veo aparecer, igual de bonita que siempre, con su cabello aparentemente recién lavado, pues cae húmedo sobre sus hombros y no me hace falta acercarme para que me invada ese olor a fruta tan característico y adictivo.

Me observa fijamente mientras se acerca, incluso con una extraña seriedad que me inquieta de un momento a otro. Ambas nos detenemos, al llegar una frente a la otra, pero no decimos absolutamente nada. Un simple "buenos días", sería la mejor opción, y de hecho, es lo que llevo toda la mañana practicando. Pero su forma de mirarme, descolocó por completo mis planes.

─Tienes mala cara ─Afirmó simplemente.

Sorprendida por su actitud, no pude hacer más que sonreír al mismo tiempo que alzaba ambas cejas, confundida.

─Buenos días a ti también...─Respondí irónicamente ─Y gracias por tu sinceridad.

─¿Qué ocurre?

Su insistencia me hizo fruncir el ceño, tratando de averiguar qué pasaba por su mente. ¿Estaba preocupada?¿Preocupada por mí?

─Una mala noche... ─Sonreí con la intención de tranquilizarla.

─¿Muchas cosas en las que pensar?

─Seguramente.

─El mejor remedio para eso, es tomarse un vaso de leche caliente. Ayuda a relajar el cuerpo y conciliar el sueño.

─Ese fue mi truco... Pero no fue hasta las 4:00 de la mañana que decidí llevarlo a cabo.

─De ahí la explicación a tus ojeras.

─Vaya... ─Alcé una ceja ─gracias otra vez. Veo que hoy te levantaste con la sinceridad a flor de piel.

─No hay de qué.

Su pasotismo, además de causarme cierto nivel de gracia, que por supuesto no le iba a demostrar, me hizo rodar los ojos. Me resultaba increíble cómo podía pasar de la preocupación a la indiferencia en cuestión de segundos.

─Bueno, pues... dado que tu amabilidad hoy brilla por su ausencia, voy a comenzar a trabajar ─Finalicé, dispuesta a continuar mi camino con fingida frustración. Pero algo me impulsó a voltearme por última vez, para descubrirla con el semblante serio, viendo como me marchaba. No fue hasta entonces, que supe lo que quería decirle ─¿Sabes? Es una pena que con una cara tan bonita, tengas tanta mala leche ─Sus ojos se entrecerraron, prácticamente queriendo matarme con la mirada, cosa que me hizo sonreír triunfante ─Deberías sonreír más a menudo ─Concluí dándole un toque pícaro y cariñoso con mi dedo índice en su nariz. Y salí definitivamente de allí, antes de que su boca se abriera con la intención de protestar.

Minutos más tarde, me encontraba en la segunda planta, dirigiéndome hacia mi despacho, cuando alcé la vista y vi a Marta de frente, saliendo del suyo y observándome de una forma extraña.

─No sé por qué debo preguntar primero... ─Decía mientras llegaba hasta ella ─Si por esa mala cara que tienes, como si no hubieras dormido en toda la noche, o por la sonrisa de estúpida que te acompaña.

─¿Hoy añadieron un plus de simpatía al café del centro? ─Pregunté incrédula, con ironía ─Porque no es normal que todas estén tan amables, de verdad.

─Voy a permitirme deducir que en ese "todas", me estas comparando con Anahí. Y... ¡Es más!, me la jugaré apostando que esa sonrisa de estúpida, tiene algo que ver con ella.

─Lo que me faltaba... ─Resoplé rodando los ojos.

─Acompáñame a tomar un café, anda. Necesito un descanso y quiero saber por qué hoy viniste disfrazada de mapache.

─Obviando por unos segundos tu comentario ─Alcé una ceja ofendida ─Está bien, ─Me encogí de hombros ─Tú eres mi jefa.

─¡Vaya! ¡De repente la muchacha se volvió obediente!

Entre risas, nos dirigimos a la cafetería del centro, donde pedimos a Carmen que nos sirviera dos deliciosos y humeantes cafés, que a continuación llevamos hacia el jardín. Marta prefirió tomar un poco de aire fresco, así que nos acomodamos en una de las mesas donde algunos pacientes solían jugar a sus habituales juegos.

Al ser tan temprano, el jardín aún no estaba muy concurrido. Por lo que pudimos disfrutar de una agradable vista y conversación.

─Oye, ayer con todo lo sucedido, se me olvidó comentarte lo que pasó en la universidad.

─¡Sí, es cierto! ¡Ni siquiera me enseñaste las anotaciones de tus profesores!

─Este... uhm... bueno, eso va a estar un poco difícil ya.

─¿Qué hiciste? ─Preguntó alzando una ceja.

─Pues... lo leí ─Informé viendo como asentía de acuerdo ─Lo arrugué y... lo tiré a la papelera.

─Oh...¿Y se puede saber por qué hiciste eso?

─Marta, porque quiero hacerlo a mi manera, no como ellos digan.

─Pero es que ellos son los que te van a aprobar o suspender, ¿Entiendes?

─Sí, entiendo. Pero creo que si voy a tener que defender una investigación delante de esas personas, lo más lógico es que sepa de lo que estoy hablando y que defienda algo que hice yo, a partir de mis convicciones y mi trabajo, ¿No crees?

─Sí, lo creo, pero también creo que eres una rebelde y una cabezota sin remedio. ¡Ni siquiera me dejaste leerlo!

─No decía nada interesante, créeme.

─¿Sabes, Dulce? Tú eres de esas personas a las que solo les puede ocurrir dos cosas en la vida; o triunfan, o fracasan... Pero nunca te vas a quedar en el medio. No sirves para vivir sin arriesgarte.

─Lo curioso, es que ni te imaginas cuantos años llevo conformándome y aceptando las cosas como vienen. Creo que esa rebeldía, murió junto a mi abuela, y es apenas ahora, cuándo la estoy volviendo a recuperar. Y ni siquiera sé por qué.

En ese instante, sentí una presencia caminar a nuestro lado, obligándome a mirar hacía mi izquierda.

Entonces la vi, era ella. Nuestras miradas se clavaron la una sobre la otra, sin decir absolutamente nada, en esos segundos en los que, mientras continuaba su camino, el tiempo había parecido detenerse. Así como la voz de Marta, y el resto de los sonidos, desaparecieron. Me observaba con intensidad, únicamente a mí... Y yo solamente podía mirarla a ella. Como si en este jardín, no existiera absolutamente nada más.

Y así, segundos más tarde, me descubrí a mí misma sonriendo, mientras ella procedía a sentarse en su ya habitual banco, perdiéndome de vista. Un incontrolable suspiro se apoderó de mis pulmones y negué ligeramente con la cabeza, al mismo tiempo que volvía la mirada hacia mi amiga, encontrándomela observándome expectante.

No dijo ni una sola palabra. Simplemente me observó. Y yo, tampoco tenía mucho que decir, esperaba que hiciera alguno de sus comentarios, o se quejara porque dejé de escucharla un instante. Pero no... absolutamente nada.

─¿Ocurrió algo más en la universidad? ─Preguntó después de unos segundos, consiguiendo que recordara nuestra conversación.

─Uhm... Vi a Claudia. ─Eso me recordó también otro hecho ─¡Es cierto! Me sugirió que fuéramos este fin de semana a cenar o a tomar algo, para distraernos de trabajo y exámenes.

─Me parece una buena idea. Creo que a las tres nos hará falta. ¿Qué te parece ir a cenar mañana, y después a donde la noche nos lleve?

─Está bien. Si la veo esta tarde en el parque, le informaré sobre el plan.

─¡Perfecto! ─Exclamó guiñándome el ojo ─Y ya, creo que es hora de que volvamos. Si no, después me vas a reclamar que no te dejo trabajar.

─Oh... dudo mucho que eso llegue a ocurrir en algún momento, doctora Andoni.

Entre risas una vez más, subimos a la planta de despachos, donde nos despedimos para cada una ir a hacer su trabajo. Por fin, pude encender mi ordenador y esperar pacientemente a que el archivo se abriera, para continuar redactando mi proyecto. Me resulta curioso darme cuenta de que Anahí, ocupa probablemente el 90% de mis pensamientos a lo largo del día. Cuando no es porque estoy redactando esta investigación de la cual es protagonista, es porque ocurrió algún hecho con ella que no sale de mi mente. Sea cual sea el motivo, la tengo en mis pensamientos cada minuto del día.


Pasaron algunas horas entre letra y letra, frase y frase, café y café. Y un día más, me encontraba entrando en el jardín, esta vez yendo directa y sin titubear hasta su lado.

─Creo que estás en la misma posición que cuando me fui esta mañana ─Comenté sentándome frente a ella, apoyando mi espalda en el posa-brazos del banco y subiendo las piernas, para quedar cara a cara.

─¿Y tu almuerzo? ─Se extrañó al levantar la vista de su libro y verme con las manos casi vacías.

─Hoy no tengo hambre. Llevo toda la mañana tomando café para combatir mi sueño. Pero... ─Añadí rebuscando en el bolsillo de mi bata, con cierto tono de misterio ─¡Si traje el postre!

En cuanto pronuncié esa frase, dejé a la vista dos "paletas", en forma de corazón, que parecieron llamar poderosamente su atención, ya que abrió los ojos de inmediato.

─¿Paletas de corazón? ─Preguntó casi incrédula.

─Exacto ─Le ofrecí uno de ellos.

─Ni te imaginas cuantos años hace que no como uno de estos.

─Pues no sé a qué estás esperando.

Mientras decía esas palabras, el caramelo ya había sido introducido en mi boca, dispuesta a disfrutar de su adictivo sabor.

Ella permaneció mirándome algo dudosa, durante unos instantes.

─Como no te des prisa, me va a costar aguantarme las ganas de robártela.

─Pero si tú ya tienes la tuya ─Se defendió entrecerrando los ojos.

─Sí, y se acaba muy rápido. Así que, aprovecha antes de quedarte sin ella.

Le guiñé un ojo al tiempo que sonreí, y ella, mirándome aún desconfiada, como una niña pequeña, introdujo el caramelo en su boca. Dejándome observar un brillo en sus ojos, en cuanto el sabor llegó a su paladar.

─Eran mis favoritas ─Comentó.

─¡Es que son las más ricas!

Asintió de acuerdo y pude observar como durante unos segundos se concentraba en saborear aquel caramelo, como si realmente hiciera años que no disfrutaba comiendo algo. Un hecho que me resultó bastante extraño. Pero entonces, un ruido procedente de mi boca, la distrajo y me observó confundida.

─¿Qué estás haciendo?

─Comerme mi paleta ─Respondí sin entender su pregunta.

─¿Pero la estás mordiendo? ¿Por qué la estás mordiendo? ¡Así se te acaba más rápido!

─Por eso te aconsejé que te dieras prisa.

─Pareces un ratón. ─Finalizó sacándome la lengua.

Al instante, continuó saboreando concentrada su caramelo. Y yo permanecí observándola, absolutamente atontada por el gesto que acababa de hacerme y por la ternura que me inspiraba verla disfrutar de la golosina, como si realmente fuera una niña pequeña.

Después de unos minutos, su mirada se detuvo en mí, durante un largo instante. Dando la apariencia de que algo pasaba por su mente, algo que me encantaría averiguar. Sin embargo, no pronuncié ni una palabra, simplemente dejé que me observara y no aparté mi vista de ella en ningún momento.

─¿Realmente eres tan diferente como aparentas? ─Preguntó de pronto.

─¿Qué quieres decir exactamente con "diferente"?

─Eres distinta a todos los que hay por aquí y a todos los profesionales que alguna vez han intentado acercarse a mí. Me tratas diferente... me miras diferente... Tú no me miras como si fuera un trabajo a llevar a cabo.

─Eres una chica. ─Me encogí de hombros ─Y aunque te parezca extraño, debajo de esta bata de doctora importante, no hay más que otra chica.

─No es por desanimarte, Dulce. Pero si vas a ver a todos tus pacientes como simples personas, creo que te equivocaste de profesión.

─¿Sabes? Eso mismo llevo pensando yo durante cuatro años ─Sonreí ocasionándole confusión ─Pero hace poco alguien me dijo, que el camino que tú eliges, no siempre tiene que llevarte al lugar que esperabas. Sin embargo, eso no hace que deje de ser el camino correcto, mientras tú creas en él. Aún no entiendo bien el significado de esas palabras y aún no sé si a todos los pacientes los veré de la misma forma que te veo a ti. Pero probablemente tenga que averiguar ambas cosas.

─Eres una chica curiosa.

─En dos días me has dicho, curiosa y extraña ─Alcé ambas cejas sonriendo ─Solo espero que con el tiempo, esos adjetivos te parezcan algo bueno.

─Yo nunca he dicho que sean malos.

En ese momento, se produjo un silencio en el que nuestras miradas permanecieron la una sobre la otra nuevamente. Me pareció ver un atisbo de sonrisa en sus labios, pero si esa fue su intención, no terminó de llevarla a cabo. Simplemente me observaba, mientras mi corazón sufría un hormigueo al que aún me resulta imposible acostumbrarme.

─Así que es cierto eso de que ya hablas ─Afirmó una voz, mientras se aproximaba hasta nosotras.

Cuando alcé la vista y ella volteó a medida que se levantaba, habiendo reconocido dicha voz. Observé como su padre llegaba hasta nosotras en cuestión de segundos, con el semblante serio y acompañado por ese hombre alto y fuerte del día anterior.

─¿Qué estás haciendo aquí, papá?

─¿Cómo que, qué estoy haciendo aquí? Vine para llevarte a casa en este preciso instante.

─No puedes. Ya firmé un documento autorizando mi propio ingreso.

─Sí, ya me informaron de esa nueva estupidez tuya. Pero en este momento vamos a ir al despacho de la doctora para que revoque dicho documento.

─Ya dije que no. No me quiero ir de aquí.

─¡Me importa un comino lo que tú quieras, Anahí! ─Gritó agarrándola por los brazos. ─¡Ya está bien de caprichos!

En el momento, en el que vi las manos del señor Valente, sosteniendo los brazos de su hija con brusquedad, un insoportable calor interno recorrió mi cuerpo, consiguiendo que en un acto reflejo saltara del asiento y lo apartara aún con más brusquedad de la que hubiera pensado.

─Será mejor que no vuelva a agarrarla así o tendré que llamar a seguridad ─Sentencié posicionándome entre ambos, protegiendo su cuerpo con el mío.

─¡¿Otra vez tú?! Muchacha, ya te dije que te mantuvieras al margen o me encargaré de que te quedes sin trabajo en cuestión de minutos.

─Y yo le dije a usted que no me importa lo que quiera hacer conmigo y que como vuelva a agarrarla así, voy a llamar a seguridad.

─¿Tú no sabes con quien estás hablando verdad? Eres demasiado joven para saber las consecuencias que esto puede traerte.

─Dulce, por favor... ─Susurró Anahí a mi espalda, agarrándome el brazo con la voz algo temblorosa ─No te busques problemas, déjalo así.

─No, Anahí ─Me giré para encontrarme con su mirada asustada ─No voy a permitir que nadie te hable, ni te trate de esa forma. Así sea tu padre o el presidente del país.

La seguridad en mis palabras, así como la de mi mirada, hicieron que permaneciera en silencio, simplemente observándome.

─Eres una inconsciente, muchacha ─Volvió a interrumpir la voz del hombre ─Ni siquiera sé cómo te atreves a intervenir en lo que quiero para mi hija.

─Intervengo porque no se trata de lo que usted quiera, señor Valente. Se trata de lo que ella quiere y necesita. Anahí está enferma y precisa de ayuda. Una ayuda que desde luego no va a recibir en su casa. ¿Acaso se ha parado a preguntarle en algún momento lo que quiere?

─¡No necesito saber lo que ella quiere! ¡Necesito que mi hija, esa niña que siempre lo ha tenido todo, deje de comportarse como una cría y crezca! ¡Que deje de hacer espectáculos y llamar la atención! Si tu madre viviera, se avergonzaría completamente de ti ─Finalizó rudamente, dirigiéndose a ella.

─¡Ya basta! ─Volví a ordenar ─Lárguese de aquí. Porque si alguien da vergüenza en este momento, es usted y su actitud. No se hace ni una idea de lo equivocado que está...

─¿Qué está ocurriendo aquí? ─Intervino la voz de Marta, que de pronto apareció con el personal de seguridad.

─Ocurre que el señor Valente, no entiende que su hija ya tomó la decisión de permanecer en el centro. Ocurre, que es un egoísta, y lo único que le importa, son sus propios intereses.

─¡No le voy a permitir que me siga faltando el respeto!

─¡Y yo no voy a permitir...

─¡Por favor, se acabó! ─Volvió a interrumpir Marta ─Señor Valente, acompáñeme a mi despacho para explicarle la situación.

El hombre la miro de mala gana, supongo que sin mucho ánimo de hablar, ni saber absolutamente nada. Jamás había conocido a una persona tan cerrada e insensible con su propia hija. Volvió a mirar a Anahí, que por estar a mi espalda, no supe que expresión tenía, y de ninguna manera iba a apartar mi vista de ese hombre. Y por último, se dirigió hacia mí, con semblante serio y extremadamente frío. Encontrándose recibido por una mirada desafiante que sin querer, llevo minutos sin abandonar.

─Esto no se va a quedar así ─Finalizó volteando al instante, dispuesto a marcharse.

─Algún día, ella va a recuperarse, va a salir adelante... Y usted se arrepentirá de todo lo que acaba de decir y hacer.

Detuvo unos segundos su marcha al escuchar mis palabras. Pero ni siquiera volteó. Simplemente esperó un instante y continuó su camino sin decir una sola palabra, seguido por Marta y el resto de personas. Me di cuenta entonces, de que en el jardín se había creado un extraño ambiente de expectación, pues nunca sucedía nada parecido.

Sentí mi pecho completamente agitado y me resultó extraño no haberme dado cuenta de ello hasta este momento. Mi corazón latía con fuerza, furioso y nervioso. Mis puños estaban cerrados, ejerciendo mucha fuerza sobre mí misma. Entonces volteé, tratando de controlar mi respiración y calmar mis nervios. Pero en el momento en que la vi, todo mi mundo se vino abajo.

Tenía la mirada fija en el suelo, y podía distinguir algunas lágrimas descendiendo por sus mejillas.

Esa imagen, simplemente me rompió el corazón. Y la rabia que sentía hace unos segundos, desapareció transformándose en una absoluta ternura. Dicha ternura, me hizo extender los brazos y refugiarla junto a mi cuerpo, en un intento de ofrecerle cobijo, protección, comprensión, o lo que quiera que necesitase en este momento. Ella no me correspondió. Al igual que el día anterior en el despacho de Marta, su cuerpo permaneció inmóvil, además de tensarse en el instante en que sintió mi calor.

Pero no desistí ni un segundo. Me mantuve firme en mi deseo de protegerla y poco a poco, sus músculos se fueron relajando, dándose cuenta, de que nada le iba a suceder, de que no pretendía hacerle daño.

Entonces, sin esperarlo, sentí sus brazos rodearme y aferrarse a mi cuerpo con tanta fuerza, que parecía no querer que nada ni nadie la hiciera abandonar esa posición. Sus lágrimas comenzaban a mojar mi ropa. Pero no dije absolutamente nada. Simplemente permití que desahogara sus sentimientos. Que dejara salir hacia afuera, todo eso que tanto tiempo lleva guardando. Permití que sus emociones se apoderaran una a una de ella, y que por fin, recuperara su humanidad. Sintiendo en todo momento, que mi cuerpo, mi mente y sobretodo mi corazón, estaban aquí, a su lado, acompañándola.



Pokračovat ve čtení

Mohlo by se ti líbit

1.1M 189K 160
4 volúmenes + 30 extras (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso jus...
6K 448 63
Tercera adaptación con Jeon Jungkook.
131K 28.2K 59
La mano del rubio se coló bajo la máscara del anbu acariciando su rostro suavemente, los azules lo veían con debilidad y un gran amor, Itachi se dejó...
6.6K 420 10
𝘼𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝙊́𝙉 𝙉𝙊 𝙇𝙀𝘼𝙎 𝙎𝙄 𝙉𝙊 𝙏𝙀 𝙂𝙐𝙎𝙏𝘼 ⚠️ 𝙀𝙎𝙏𝙊 𝙀𝙎 𝘽𝙊𝙔𝙎 𝙇𝙊𝙑𝙀 ⚠️ 𝘚𝘰𝘶𝘭 𝘴𝘦 𝘷𝘦 𝘢𝘵𝘳𝘢𝘱𝘢𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪...