Placeres Ejecutivos - Emmgy R.

By EmmgyR

1.2M 55.8K 2.4K

More

Placeres Ejecutivos
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Capitulo 11

48.9K 2.5K 187
By EmmgyR

Buenaas, aquí un nuevo capítulo. Espero lo disfruten. 

Me encantó leer en sus comentarios las sospechas para este nuevo capitulo. ¿Será Robert el observador misterioso? ¡AVERIGUENLO!  Jajajaja

Gracias por leer, por los votos, los comentarios y los nuevos followers. Si les gustó el 11 comenten y voten.

Sin más... ¡a leer!

-------------------------------------------- o ----------------------------------------------

Abro la puerta de mi departamento y me quito los tacones. Voy al refrigerador y tomo un vaso con agua. Creo que soy la persona con la peor suerte en el mundo.

Debería gustarme Martin, debería gustarme mucho. Es adorable, encantador, gracioso… normal. No hay algo bien en mí en definitiva. Al tener sus labios sobre los míos sentí… nada;  joder, absolutamente nada. Y no lo entiendo. Quizás si lo haga, pero no lo puedo aceptar. No me puede gustar mi jefe.

Dejo el vaso en la encimera de la cocina.  Y voy a mi cama. Me quito los pantalones y me saco la camisa. La dejo en el suelo, ya mañana la recogeré. Busco en las gavetas una bata de dormir de satén negro. Quito la goma de mi cabello y masajeo mi cuero cabelludo, ¡vaya día para largo!

Cuando estoy rebuscando entre las gavetas el desmaquillador, tocan la puerta de mi departamento. Es extraño, ni siquiera ha sonado el timbre avisando que hay alguien abajo. La idea de que sea un ladrón da un peso en la boca del estómago. Vuelven a tocar la puerta. No sé qué hacer, no hace mucho que vivo sola, siempre había compartido departamento con Ali. ¡Maldita sea la idea de tener privacidad! Trago fuerte y tomo un cuchillo de la cocina. No sé si sería capaz de matar al ladrón, pero esto es lo que siempre hacen en las películas de terror.

Me acerco a la puerta y tomo una respiración, la abro un poco y empuño fuerte el cuchillo.

Cuando miro a mi visitador nocturno, la presión en el estómago aumenta y no precisamente de miedo.

-          Hola. – Robert me saluda tímidamente.

¿Qué hace aquí y a estas horas? Frunzo el ceño, es la última persona que esperaría aquí.

-          ¿Hola? -  pregunto aun de la puerta.

-          Estaba por aquí cerca y… - pasa sus manos por el cabello desordenándolo - ¿Por qué tienes un cuchi…? - sacude su cabeza - ¿Puedo pasar?

-          ¡Oh!  - miro el desastre de ropa que tengo al lado de la cama, ¡eso me pasa por desordenada! Tranco la puerta y voy a arreglarla. Luego me doy cuenta de que le he trancado la puerta en la cara a mi jefe.

Voy corriendo  de vuelta y abro la puerta de nuevo.

-          Espera un momento. – digo y vuelvo a trancar. Creo que pensará que estoy loca.

Tomo la ropa y la lanzo al cesto de basura. El vaso de agua que deje en la encimera lo pongo en el lavamanos, creo que no hay más nada que guardar. Voy a abrirle por tercera vez a Robert.

-          Pasa. – Esta vez sí abro la puerta entera y lo dejo pasar.

Robert entra a mi departamento, que de repente se siente muy pequeño con su presencia.

-          ¿Qué sucede? ¿Está todo bien? – pregunto.

Me mira y pasea sus ojos por todo mi cuerpo, deteniéndose un poco más en mis piernas. Recuerdo que estoy vistiendo solo una corta bata y lucho contra el impulso de envolverme con mis brazos.

No entiendo el porqué de su visita. En eso los nervios y la incertidumbre vuelven a tomar mi cuerpo. ¿Habrá sido Robert el motivo por el que me sentí vigilada cuando estaba con Martín?

-          Estaba dando una vuelta por aquí… - Respira y pasa sus manos por el cabello en un gesto nervioso. – en realidad estaba esperando que terminaras tu cita con Martín. – hace un gesto desdeñoso. Pero nada del otro mundo, con lo poco que conozco a Robert sé que no vio mi “beso” con Martin, su reacción no sería tan calmada.

El saber que no fue él me serena pero me intranquiliza en iguales proporciones. ¿Quién habrá sido?¿Me estaré volviendo loca?

-          ¿Y…? – Insisto,  sigo sin entender el porqué de su visita.

-          ¿Por qué me besaste? – suelta repentinamente.

-          ¿Besarte? – pregunto.

Nos hemos besado varias veces, así que no puedo entender el motivo de su  inquietud.

-          Hoy… en la oficina. ¿Por qué me besaste cuando te fuiste? – me pregunta haciendo gestos con su mano.

-          N… No lo sé. ¡Por que quise! – exclamo. No sé qué respuesta quiere oír.

El me mira, su respiración se oye alterada. Se acerca a mí sin responder y me besa.

Envuelve mi cuerpo con sus fuertes brazos de la manera en que quería hacerlo con los míos hace minutos – con los suyos se siente mucho mejor -  cuando me tiene pegada a su cuerpo sube una de sus manos a la parte trasera de mi cabeza y extiende sus dedos entre mis cabello. Su boca me devora, mis labios hinchados no quieren detenerse, quiero más, quiero todo de él. Juego con la punta de mi lengua sobre sus labios. El abre su boca y siento como sus dientes buscan morder mi lengua, la guardo rápidamente en mi boca y él se ríe. Yo también lo hago.

Toma mi trasero con sus dos manos y me eleva. Pego un grito por la sorpresa y como acto reflejo pongo mis piernas alrededor de su cintura. Luego del susto me sale una carcajada que hace que él también se ríe y rompamos el contacto de nuestro beso para mirarnos. Mis piernas alrededor de él permiten el contacto directo de nuestras entrepiernas; siento su potente y maravillosa erección entre mis piernas que me hace soltar un suspiro del más puro placer. Robert camina conmigo entre sus brazos hasta mi cama. Me acuesta en ella y se posiciona encima de mí.

-          ¿Quieres hacerlo? – pregunta desde arriba acariciando la cara interior de mis piernas tentadoramente. Su sonrisa de medio lado derrite mi interior.

Mi cuerpo grita a toda voz que ¡Sí! Pero una pequeña parte de mi cerebro, la que aún funciona, duda. No quiero sentirme como la última vez. El roce de su erección me hace perder la noción del tiempo, pero trato de mantenerme fuerte.

-          No puedo… - le digo en un susurro y lo aparto con mis brazos.

-          ¿Qué pasa? – pregunta decepcionado y extrañado.

-          No puedo estar contigo... No con lo que pasó la otra vez – le digo y veo en sus ojos un brillo de tristeza.

Resopla frustrado. Se para de la cama y  se coloca frente a mí. Pasa sus manos por su cara.

-          Yo… Lo siento ¿vale? – me mira suplicante. Quisiera entender que pasa en su interior.

-          ¿Por qué eres así? – no aguanto, lo tengo que saber, me siento en la cama – Por momentos eres tan… y después tan… Arrg – lanzo los brazos al cielo, no sé cómo expresarme.

Me mira y una pequeña sonrisa curva sus labios.

-          ¡Qué buena eres formando oraciones! – dice sarcásticamente. Cuando ve mi expresión molesta vuelve a enseriar su rostro. – Solo… soy así. – encoge sus hombros. Luce torturado.

“Solo soy así” esa respuesta resuena en mi mente unas cinco veces más. Lo veo y trato de entender el enigma que es este hombre. ¿Ahora qué hago?

-          ¿Te vas a quedar a dormir? – pregunto en casi un susurro.

Robert me observa, no tengo ni la más mínima idea de lo que puede estar pasando por su mente.

-          No puedo dormir contigo. -  responde carente de emoción. – la primera vez fue solo un error. – apunta en el mismo tono

Yo simplemente ya no puedo con toda esta presión mental. Estoy muy cansada y ya no tengo ánimos ni para entender lo que dice, ni para sentirme mal por ello.

-          Cuando te vayas, cierra la puerta. – digo naturalmente. Y me acuesto en la cama arropo mi cuerpo con la sabana y le doy la espalda.

Escucho como sus pasos se alejan hacia la puerta. No escucho como la abren o la cierran, así que curiosa que volteo a ver qué pasa.

Robert está en el arco de la cocina mirándome, su cuerpo se ve algo tenso.

-          ¿Puedo quedarme a dormir? – pregunta muy suave, apenas pude escuchar su pregunta.

Lo miro por varios minutos, evaluando su pregunta. Definitivamente no es normal… mi jefe no es una persona normal.

Tomo una de mis almohadas y una sábana pequeña y se las lanzo.

-          ¡Pues al sillón te vas! – le digo y él sonríe como el hombre más feliz del mundo, parece un niño.

-          ¡Si señora! – hace una especie de saludo militar.

Me volteo de nuevo, no creo ser capaz de ver como se desviste.

Roberto Accuri, presidente de numerosas empresas a nivel mundial; con una casa de ensueño y una mullida y muy espaciosa cama. Está durmiendo en el pequeño e incómodo sillón de su asistente. ¡Pero es que lo cuento y no me lo creen!

-----------------------------------------------

En la mañana suena el despertador. Me estiro en la cama lo más que puedo y me vuelvo a tirar boca abajo. Digo muchas incoherencias sobre la almohada… ¡No quiero ir a trabajar!

Con ese pensamiento, recuerdo que mi jefe está durmiendo en mí casa. Y me levanto de sopetón. Restriego mis ojos y lo veo en la cocina, en unas de las sillas altas de la encimera con una taza de café y observándome.

-          Buenos días. – tiene una adorable sonrisa que calienta mi pecho. Está vestido con otra ropa. ¿de dónde la habrá sacado? – siempre tengo ropa en el carro. – apunta. Respondiendo a mi pregunta mental.

-          Bu… buenos días. – respondo, y salgo directo al baño.

20 minutos después ya estoy vestida. Una falta tubo negra con una camisa color turquesa. Cuando entré en el baño vi lo horrible que estaba mi cabello, con razón Robert se estaba riendo.

Voy a la cocina y mi jefe sigue en el mismo lugar de antes. Tomo una taza de café. Saco dos rebanadas de pan, me volteo para mirarlo.

-          ¿Quieres desayunar? – le pregunto haciéndome la indiferente.

-          Si, por favor. – me observa profundamente y vuelvo lo más rápido que puedo mi mirada.

Tomo 3 rebanadas para él, las 2 mías y las pongo a tostar. Trato de no mirar al hombre sentado en mi cocina. Saco dos vasos, el jugo de naranja, la mermelada y la mantequilla de maní. Pongo dos platos, uno frente a él y el otro para mí. Cuando ya está el pan los pongo en un plato entre los dos.

-          Me gusta tu departamento. – dice sencillamente. – es… cálido.

-          Mmm. Gracias, creo. – respondo y ladeo mi cabeza. Me mira y sonríe. Le sonrío de vuelta.

Desayunamos en silencio. Cuando terminamos, recojo mi bolso y mis cosas y salimos del piso.

Cuando estamos en la calle tomo camino a la derecha donde voy a recoger el metro, pero me detienen tomándome del brazo.

-          ¿Pero qué pasa?  - pregunto a Robert. Detesto que me zarandean.

-          ¿Adónde vas? – pregunta estupefacto.

-          Al trabajo, por supuesto. – le respondo en igual tono.

-          Yo te llevo. – dice como si fuera deductivo.

-          Yo prefiero que no. – acoto.

-          Claro que sí. – insiste.

-          ¿Qué van a decir si nos ven Robert? Sé lógico hombre. – digo bufando.

-          ¿Y a mí que me interesa? El que diga algo… lo despido. – hace un encogimiento de hombros.

No le respondo sino que me doy la vuelta y me meto en su carro dando un portazo. El entra por el otro lado.

-          Pero que madura… - dice.

Lo remedo haciendo mueca con los labios, él se ríe sacudiendo su cabeza y arranca en auto.

En eso mi teléfono suena en mi bolso y lo saco. Tengo un texto, lo abro  y lo que leo me deja helada.

Un hombre por la noche y el jefe por la mañana. Vaya zorrita estás hecha.”

 

Mi corazón bombea frenéticamente en mi pecho; me doy vuelta para ver si veo a alguien pero ya estamos muy alejados del edificio. Instintivamente trato de responder el mensaje para preguntar quién es. Pero el número está privado. Doy un par de respiraciones para calmarme pues Robert ya me está mirando extrañado.

Llegamos al trabajo  saludamos a los guardias y subimos en silencio.

------------------------------------------

El día ha pasado volando. He rezado por no conseguirme con Martín, sería algo muy incómodo. Pero decido que mañana hablaré con él. Mejor hacerlo rápido y darle a entender que no quiero nada con él. Mientras arreglo la correspondencia de la tarde, suena el segundo teléfono. Sé que es de familiares y es la primera vez que suena en todo el tiempo que llevo aquí. Hecho un vistazo a la oficina de mi jefe pero está en una reunión. Tomo el teléfono y contesto.

-          Oficina de Robert Accuri, ¿En qué puedo servirle? – digo formalmente.

-          Bella. Es Eleanora, Come stai? – habla rápido con un marcado acento italiano. – il bambino… ¿ya nació? – en ese momento me doy cuenta que me está confundiendo con la antigua asistente.

-          Hola, sra Eleanora. Mi nombre es Elizabeth, soy la nueva asistente de Robert. La antigua asistente renunció. – respondo.

-          Oh, ciao Elizabeth. – dice suavemente. – ¿Así que eres la nueva asistente?

-          Sí.

-          ¿Y no tienes bambino? – pregunta. Me siento en una entrevista.

-          No señora, sin bambino – le respondo y me río, soy una estafa como italiana.

-          ¿Y novio? – me pregunta de nuevo.

-          Tampoco. – Esto es algo incómodo.

-          Molto bene! – dice muy entusiasta y me hace reír de nuevo – ¿mio hermano?

-          Está en una reunión señora. Eleanora.

-          No, no. no. Nada de signora. ¡Soy la menor de los tres! – me reprocha. – dile a il mio hermano que lo llamo a su casa más tarde… Y que me gusta su nueva asistente sin novio y sin bambino. – ríe pícaramente, ¡oh Dios qué vergüenza!

-          Se lo diré. Hasta luego. – le digo y escucho como me lanza un beso y cuelga. Esta mujer es adorable.

--------------------------------------------

Pocos minutos antes de que termine mi día de trabajo ya Robert salió de la reunión. Voy a su oficina.

-          Permiso. – digo.

-          ¿Dígame Elizabeth? – no me mira y me pregunto qué he hecho ahora. O tal vez sea él, total… está loco.

-          Su hermana llamó. – levanta la cara y veo que tengo toda su atención. – Eleanora. – le aclaro. – Dijo que lo llamaría más tarde a su casa y… - me cohíbo.

-          ¿Y…? – me mira esperando que siga.

-          Olvídelo – sacudo mi cabeza.

-          ¿Qué dijo mi hermana Srta. Elizabeth? - ¿acaso está molesto?

-          Que “le gusta su nueva asistente sin novio y sin bambino” – Veo como Robert se sonroja levemente. ¡No puede ser! Roberto Accuri sonrojado, esto está para tomarle foto.

-          Bien. – responde simplemente y vuelve a bajar la mirada.

-          Bien. – repito su respuesta. -  Si no necesita nada más, me voy. – le digo y me doy la vuelta.

-          Espere. -  me pide.

-          ¿sí?

-          ¿Qué hará hoy? – pregunta y se nota ¿nervioso? Que cambio.

En la tarde había quedado con mis amigos a tomarnos unas copas en mi departamento  y ver una película. Decido ser sincera.

-          Unos amigos van a mi casa a ver una película. – hago un encogimiento de hombros.

Su cuerpo se ve en tensión. Parece que se debate mentalmente entre decir o no decir algo. Toma una fuerte respiración y despeina su cabello con sus manos en gesto nervioso.

-          ¿Podría… acompañarlos? – pregunta mirándome brevemente para luego bajar su mirada.

¿Robert quiere ir conmigo? Tal y como están las cosas no lo veo una buena idea. Me muero porque pase la tarde conmigo y mis amigos. Pero eso sería muy… ¿intimo? Y una de las condiciones de su “propuesta” fue sin compromisos. – ahora estoy considerando la propuesta, ¡pero que maravilloso! - Traerlo conmigo confundiría más las cosas y me daría muchas preguntas por parte de Ali y Vicente, que no sabría responder.

Lo miro fijamente tratando de elegir bien mis palabras.

-          Creo que… no sería muy… ¿conveniente? -  respondo lentamente. Y la mirada que me da hace que me dé una patada en mis rodillas mentalmente.

-          Tiene raz… Bien. Hasta mañana. – responde secamente. – cierre la puerta al salir. - Dice sin mirarme.

Siento en mi pecho un fuerte peso de culpabilidad. Pero mi orgullo no me permite, darme la vuelta, lanzarme en sus brazos y retractarme. Aunque creo que con esto ya le he perdonado ese terrible día en su casa.

Continue Reading

You'll Also Like

356K 14.8K 42
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
118K 5.5K 42
Ya ha estas alturas no existe un triangulo amoroso, existe es un pentágono amoroso. Dave Michima y Paulet Isasi lo van a descubrir. ¿Sera que existe...
Broken By Andrea Traña

General Fiction

11.1K 749 66
[HISTORIA DESTACADA DEL MES DE JULIO EN EL PERFIL OFICIAL DE @FicciónGeneral_ES 1-1-7-19] Tras quedar embarazada y desamparada en una ciudad nueva, M...
167K 7.8K 31
-Jamas pedí un guardaespaldas.-Dije mientras su rostro se mostraba completamente inexpresivo- +Y yo jamas pedí ser niñero. Recoje tus cosas, nos vamo...