Princesa Juliana: La maldició...

By RainaBlank

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Hace mucho tiempo existió una princesa dispuesta a ensuciarse las manos para subir al trono. Ella aseguró su... More

Epígrafe
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Epílogo
Nota de autor

Capitulo 8

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By RainaBlank

Julia conversa con sus padres amenamente acerca de la nueva casa. Mientras tanto, un automóvil va detrás de ellos. Éste, los ha perseguido desde que salieron del aeropuerto y aún nadie se ha percatado de este hecho. Sin embargo, todo cambia cuando de pronto, los hombres que se movilizan en el vehículo que da persecución a Julia, a su familia y a su guardia, toman acción. Así, el giro tormentoso se brinda, cuando el conductor de los atacantes que viajan en el carro blanco, pisa el acelerador a toda potencia para ejecutar una hábil maniobra que los sitúa justo delante de sus objetivos, como una especie de barrera que corta el paso de sus víctimas.

George es obligado a frenar en el acto, de forma brusca y tempestuosa. Y, en un acto reflejo, para evitar que su hija mayor sea lastimada, Caroline aprovecha el que ésta se haya sobre sus piernas para colocar una de sus manos en su cabeza y la otra, en la pequeña cintura de la niña, con el objeto, de amortiguar el impacto.

Los vidrios se rompen y se llenan de color carmesí.

La sangre mancha varias partes del automóvil. Los vidrios rotos indican la fuerza del impacto de los cuerpos que fueron lanzados hacia el frente.

Únicamente, se escuchan gritos alrededor. Muchas personas salen corriendo sobresaltados de diferentes lugares como si corrieran para salvar sus vidas. A los pocos segundos, se oye el sonido de una ráfaga de balas.

La primera persona de los atacados en reaccionar es Nicole, quien tiene un ligero corte en su mejilla, pero cuya mayor herida está en su antebrazo izquierdo donde tiene un pedazo de vidrio incrustado. Al abrir sus ojos y percatarse de la situación, ella extrae el cristal. Su brazo sangra al sacarlo; el sufrimiento la consume. Llena de dolor, saca un pañuelo de su bolsillo y presiona con él la herida para parar el sangrado, desabrocha su cinturón y se acerca a su chofer; revisa su pulso, está muerto.

Cuando George frenó, su cabeza impactó el vidrio, lo cual hizo que sufriera un trauma craneoencefálico que terminó con su vida al instante.

La señorita Carroll observa con dificultad que el vehículo que los interceptó está al frente, a escasos metros. Recuerda a Julia, por lo cual se dirige a la parte trasera del carro donde se percata de que la niña aún está respirando. Afortunadamente, solo está inconsciente y no presenta ninguna herida visible gracias a la rápida respuesta de su madre al momento del percance.

De pronto, Grayson despierta y observa la escena que está frente a sus ojos: su esposa tiene las manos cubiertas de sangre y Nicole trata de arrebatar a Julia de Caroline. Y ante esto, el hombre lleno de confusión y miedo, sujeta la mano de la maestra de su hija.

―¿Qué estás haciendo? ¿Qué pretendes?

―Salvarle la vida a tu hija ―indica Nicole agitada y añade―: Tengo que darme prisa, los que hicieron que nos accidentáramos vendrán por ella.

―¿Qué sucede con los demás? ¡No los puedes dejar así!

―La única que importa es la princesa Juliana. Además, George está muerto y probablemente, Caroline y tu otra hija también lo estén.

Él suelta a Nicole alarmado, desabrocha su cinturón de seguridad y el de Anne, quien está a su lado y yace en un asiento especial para bebé. Con turbación, acerca sus oídos al pecho de su hija menor y distingue que su niña está viva. Los ojos de Grayson se llenan de lágrimas al tener una esperanza.

No es momento de perder tiempo. La señorita Carroll quita a Julia de las manos de su madre. Pero, al instante, como percibiendo el peligro, Caroline reacciona, observa a su esposo con Anne en sus brazos y a Nicole con Julia.

―¿Qué sucedió? ―Pregunta aturdida―. ¿Por qué tienes a Julia en tus brazos?

―Cariño, tú también estás viva ―expresa el hombre con emoción.

Entretanto, el panorama afuera del automóvil es devastador: varias personas corren con más desesperación cuando uno de los atacantes levanta su mano y con tan solo ese leve movimiento, una serie de vidrios de los edificios son alzados en el aire y dirigidos hacia ellos.

Al percibirlo, Grayson rápidamente se inclina y se coloca sobre su esposa e hija para protegerlas. Nicole hace lo mismo con Julia.

Luego, cuando cesa el ataque, se levantan y se impresionan al observar que no hay ningún impacto en el automóvil. Al parecer, la agresión está dirigida a los demás individuos que están en el lugar; obviamente los hombres no quieren tener ningún estorbo ni testigos.

―Esto está cada vez peor. Grayson, Caroline, necesitamos escapar de aquí o de lo contrario, nos asesinarán y se llevarán a Julia.

―No podemos dejar que eso suceda ―habla Caroline con miedo.

―¿Podemos llamar refuerzos? ―Consulta Grayson―. ¿Esperamos a la policía?

―No es posible. ―Niega la joven rubia―. Aunque llamáramos refuerzos, éstos no llegarían a tiempo y con referente a la policía... ―Toma una pausa―. Ellos son unos idiotas, los matarían en un segundo. La única opción para sobrevivir es que los enfrente.

Nuevamente, la señorita Carroll coloca a Julia en los brazos de su madre y con su habilidad para rastrear poderes psíquicos, se percata de que son dos sus objetivos. Posterior, busca un arma debajo del asiento del conductor, la encuentra y se dispone a buscar otra pistola en la guantera. Cuando tiene las dos armas, las coloca en la parte de atrás de su pantalón. Observa a los Byington preocupada.

―Claramente, estoy en desventaja al combatir dos contra uno. Además, por si fuera poco, solo poseo dos armas. ―Suspira y amarra su cabello con una mano―. Tengo una idea, pero necesito que sigan mis indicaciones.

―¡Estás mal! ¡Estás herida! Si peleas con ellos, obviamente morirás.

Las palabras de Caroline están llenas de preocupación debido a que se ha percatado de la herida de Nicole. Ella entiende que, al decidir pelear, la señorita Carroll lleva la carga de hacerlo con un solo brazo ya que su otra extremidad, la izquierda, está muy lastimada como para utilizarla en un combate y eso, es un riesgo alto.

―Ese es mi deber ―indica la agente, segura de su decisión―. Si para protegerla debo morir, lo haré sin dudar. No hay honor más alto que morir protegiendo a la princesa Juliana.

La determinación que demuestra Nicole es evidente para los padres de Julia. Ellos saben que a pesar de que le pidan no enfrentarse a esos hombres, lo hará. Los agentes como la señorita Carroll, dedican su vida a la protección de la organización y a la princesa; no hay nada que importe más que eso.

―Lanzaré dos ataques de energía hacia nuestros atacantes para desviar su atención. ―explica con detenimiento el único plan que se le ha ocurrido―. En ese momento, ustedes deberán aprovechar la situación para salir rápidamente del automóvil y colocarse en un lugar seguro. Pelearé para darles una oportunidad para escapar, ¿comprenden?

Ambos adultos asienten, pese a que, en su interior, no están satisfechos con la decisión. No obstante, ejecutan lo único que pueden hacer y así, Grayson sostiene entre sus brazos a Anne y Caroline a Julia. Los dos se colocan en posición para abrir la puerta y salir corriendo.

―Debo decirles algo más ―interrumpe Nicole, colocando en las manos de la pareja unas capas negras que ha sacado de debajo de su asiento―. A pesar de que todo está en nuestra contra, tenemos la ventaja de que ellos no conocen la identidad de Julia. No dejen que nuestros atacantes miren su rostro.

Dicho esto, rápidamente los jóvenes padres colocan las capas negras sobre las niñas y se disponen a entrar en acción. Por su parte, los enemigos finalmente se deciden a caminar hacia el automóvil. Entretanto, Nicole cuenta números mentalmente para tranquilizarse. Y, cuando ella siente que los sujetos están a una distancia razonable, acerca su mano derecha al orificio del vidrio delantero del automóvil, de su mano emerge una bola de energía que es seguida por otra; ambas se dirigen hacia los hombres.

Con suma facilidad, los individuos evaden los ataques de Nicole y éstos impactan unos edificios haciendo que una densa capa de polvo inunde la escena.

Grayson abre la puerta del vehículo y corre; él es seguido por Caroline. Los dos se sitúan junto a sus hijas en una pequeña tienda de dulces cercana donde adentro, no hay presencia aparente de ninguna otra persona.

Nicole sale del automóvil al mismo tiempo que los padres de Julia, pero a diferencia de ellos, corre hacia los hombres, saca una pistola y dispara.

Uno de los atacantes, un hombre de tez morena con cabellos y ojos castaños, evade las balas, se apresura hacia ella, sujeta con fuerza su brazo izquierdo que está lastimado y la arroja contra una pared. Nicole se contrae del dolor, pero manteniendo su fuerza de voluntad, se levanta para hacerle frente a su enemigo. Sin embargo, el hombre no la deja y golpea fuertemente su estómago. El golpe está dirigido con tal fuerza, que hace que Nicole vomite sangre y se desplome al suelo de rodillas.

―No queremos hacerte daño ni a ti, ni a nadie. ¡Contesta! ¿Dónde está la princesa?

Las palabras del hombre suenan patéticas para Nicole. Él no puede decir que no quiere hacer daño a nadie cuando ha llenado sus manos con sangre inocente.

Molesta y adolorida, la señorita Carroll dirige su mirada hacia a un lado y se impresiona al observar a un sin número de personas desmalladas en la calle, pero eso no es lo que la estremece, sino el hecho de que ninguno de los individuos parece lastimado por impactos de balas o por trozos de vidrios. En apariencia, todos están inconscientes. No hay un rastro de sangre en su cuerpo. Lo que ven sus ojos es increíble.

«¿Qué objeto tiene atacar a personas cuando no se les eliminará? ¿Qué están planeando? ¿Lo han hecho a propósito o ha sido accidental?» Indaga Nicole en su mente.

―¿No me estás escuchando? ―pregunta el hombre de cabellos castaños interrumpiendo sus pensamientos.

―No tengo ni la menor idea acerca de quién me estás hablando ―miente limpiando la sangre de su boca.

El otro individuo, un hombre alto, de piel nívea, cabellos negros y ojos dorados, se acerca.

―Sabes a la perfección de quién estamos hablando. ―La mira con fijeza y añade―: Tu nombre es Nicole Carroll, eres miembro de la segunda rama de la séptima familia protectora, estás bajo las órdenes directas del padre de tu estirpe. Hace un par de semanas fuiste instaurada en el cargo de maestra auxiliar de la doceava princesa Juliana.

―Por lo visto saben hacer muy bien su trabajo. Se molestaron mucho averiguando sobre mí. ―Sonríe sarcástica―. No voy a negar eso, pero, en definitiva, no sé dónde está la princesa y aunque lo supiera, no se lo diría a una basura traidora de la Insurrección.

―¿Basura? ¡Ustedes son la basura! Entréganos a la princesa o de lo contrario...

El hombre de ojos dorados detiene a su compañero sosteniendo su brazo, antes de que golpee a Nicole y demuestre su poca inteligencia emocional.

―Pensé que debía preocuparme, pero estaba en un error. ―Sonríe de nuevo, dispuesta a enfadarlos―. Estoy tratando con un par de amateurs que no han asesinado a nadie. Delante de mí, son unos pequeños niños, con miedo a ensuciarse las manos.

―¿De qué estás hablando? ―Pregunta el hombre de tez morena hastiado ―Si nosotros quisiéramos, podríamos asesinarte ahora mismo. ¿Acaso no valoras tu vida?

―Claro que la valoro y por ello, no pretendo morir en manos de un par de idiotas que no son capaces de asesinarme. Y, respecto a esto, se preguntarán cómo puedo estar tan segura. La respuesta es simple, si ni siquiera fueron aptos para asesinar a esas personas... En definitiva, no lo harán conmigo.

En un movimiento rápido, ella sujeta la pistola con la que les había disparado y tras colocarse en un mejor ángulo de disparo, tira del gatillo y hiere el hombro del sujeto de tez morena. Con todo, no lo lastima de gravedad ya que el proyectil apenas roza su hombro.

Sin dejarse amedrentar, el hombre que ha sido lastimado por la señorita, contraataca. Él sabe que ha cometido un error al bajar la guardia y más aún, teniendo información sobre las habilidades de Nicole. Por ello, para redimirse, utiliza la telequinesis para hacer que un vidrio se introduzca en la pierna izquierda de la agente y así, termina haciéndola caer.

Mientras tanto, a cierta distancia, los Byington lo único que pueden hacer es ver horrorizados cómo atacan a Nicole, la mujer que está tratando de proteger a su hija.

Caroline sujeta con fuerza el brazo de su esposo; a ella le duele ver cómo golpean a Nicole. A pesar de que ya no son compañeras de equipo, de sus múltiples disputas verbales en el presente y de sentir como el primer día el dolor de una traición que en realidad fue mutua, para ella, esa joven que está siendo lastimada, sigue siendo su mejor amiga.

De modo que, Caroline continúa observando a la señorita Carroll mientras miles de imágenes de sus tiempos de amistad atraviesan su mente. Y es que, hubo muchos momentos de felicidad que pasaron juntas y por ello, su conciencia hace que reflexione la situación. En otras circunstancias, ella habría corrido a auxiliar a Nicole, pero ahora las cosas no son tan sencillas como antes.

―Deseas ayudarla, ¿cierto? ―Pregunta Grayson mirándola―. Nicole es muy importante para ti. Yo la ayudaría si supiera que existe una oportunidad de que le haga frente a esos hombres, pero soy un inútil en estas circunstancias. Aunque me gustaría protegerte a ti, a mis hijas y a ella, lo único que puedo hacer es cuidar a las niñas mientras tú te encargas de todo.

Sus palabras van dirigidas con toda la sinceridad posible. Como hombre, desea hacer más. Sin embargo, ¿qué puede hacer un sujeto que nunca ha combatido y que ni siquiera sabe usar un arma? Si escoge combatir, solo dejaría a su esposa viuda y sus hijas sin padre. Si bien, podría considerársele poco hombre por tomar la decisión de quedar en la retaguardia mientras su esposa protege a su familia, es la única opción que tiene.

―Te amo Grayson, pero no puedo ―responde nerviosa―. Nicole es muy jactanciosa, jamás me perdonará que la ayude. Además, hace años no peleo.

―Conozco su orgullo, pero te necesita. ―Se acerca a ella, la besa y añade―: Eras una excelente agente. Tú me dijiste que empezaste a pelear desde los catorce años; esas cosas no se olvidan. Nicole necesita que la apoyes, de otra forma la matarán.

Su atención es desviada por un grito devastador que sale de la agente. El hombre de cabellos castaños, introduce con fuerza un vidrio en la pierna de Nicole que ya está lesionada; por un segundo deja de torturarla y saca el trozo de vidrio. Posteriormente, el hombre de ojos dorados desenvaina su espada y la coloca en el cuello de Nicole para decapitarla.

Sin pensarlo dos veces, Caroline sale a toda velocidad para rescatar a su amiga haciendo caso a las palabras de su esposo. En menos de un minuto, se coloca detrás del hombre y hace explotar una bola de energía entre ambos. El sujeto se hace a un lado para evitar un daño a su cuerpo y Caroline aprovecha la situación para arrebatarle la espada de su mano, además de una pistola. La señora Byington sujeta a Nicole del brazo derecho para luego, alejarse a una distancia considerable de sus atacantes.

―¿Qué hiciste? ―Reprocha Carroll―. ¡Tu trabajo es esconderte, no hacerte la heroína!

―Lo sé, pero no podía dejarte sola. ―Suspira y habla llena de melancolía―: Tú estás tratando de proteger a mi hija y yo no puedo quedarme sin hacer nada.

―Pero aun así...

―Mi hija te necesita ―habla interrumpiéndola―. ¿Qué le diré si te asesinan?

―No creo que eso...

―¡Entiéndelo! Necesitas de mi ayuda si no, te eliminarán.

―Tú también estás lastimada.

―¡No seas tonta! ―Se mira las manos y frota sus nudillos contra su camisa blanca―. No es nada grave, solo unas heridas superficiales.

Nicole baja la cabeza para pensar en que Caroline tiene razón. No puede combatir sola contra esos hombres. Ella necesita de las habilidades de lucha de su ex compañera.

―Está bien, pero la única razón por la que lo apruebo es porque mi misión es proteger a la princesa y sin ti, no podría hacerlo. No creas que por haberme salvado la vida hemos vuelto a ser amigas.

―Obviamente no. ―Finge estar molesta y luego sonríe―. Eres demasiado orgullosa.

Caroline le da la espada a Nicole y ella se queda con la pistola.

Antes de atacar, la joven madre le da un pequeño frasco de cristal a la señorita Carroll, el cual contiene un líquido morado.

―Encontré esto en una de las capas. Estoy segura de que se trata de una de las medicinas especiales creadas en los laboratorios de la tercera familia. Si es así, te ayudará.

―No recordaba que aún me quedaba uno.

Nicole bebe del líquido y de inmediato, una luz azul cubre sus heridas haciendo que se cierren por completo.

―¡Vamos, Caroline! ―Expresa rehabilitada―. Es hora de que les enseñemos a esos ineptos, el verdadero poder de la organización Juliana.

Ambas se levantan con ímpetu del suelo, dispuestas a trabajar en equipo como lo habían hecho un par de años atrás. Sin embargo, en ese momento, aparecen tres patrullas de policías, pero antes que se acerquen al lugar, éstas se estrellan contra un edificio. Tanto Nicole como Caroline se dan cuenta que el culpable de lo sucedido es el hombre de ojos dorados cuya pigmentación de su iris es debido a que es un usuario de ilusiones; los agentes como él, se encargan de colocar imágenes ilusorias para hacer que sus víctimas pierdan la conciencia.

De forma súbita, el hombre alto de cabello negro corre hacia Caroline para agredirla. Ella sujeta uno de sus brazos y lo empuja contra el pavimento.

―Lo siento, pero de los usuarios de ilusiones se encarga Nicole. Yo, prefiero enfrentarme a los usuarios de telequinesis.

Dicho esto, embiste al sujeto de cabellos castaños con una ráfaga de bolas de energías que lo golpean de manera directa y le ocasionan varias heridas. Además, sin darle tiempo para que utilice la telequinesis, prosigue a golpearlo de forma reiterada con sus puños.

―Deberías darme las gracias. Si te enfrentaras contra la líder de la primera familia, te arrancaría cada miembro como pago por tu traición.

De manera improvisada, el sujeto actúa atrayendo una motocicleta con su telequinesis, la cual coloca entre él y Caroline para detenerla. La joven esquiva un posible golpe saltando hacia atrás, pero los segundos que Caroline tarda en evadir el ataque, son los suficientes para que el hombre cobre su segundo aliento y vuelva a sostener en el aire trozos de vidrio de diferentes tamaños y grosores que lanza hacia ella. No obstante, a pesar de la rapidez con la que se aproximan, la joven de cabellos castaños, esquiva cada uno de forma elegante mientras avanza hacia el sujeto.

Finalmente, estando a una distancia que considera perfecta por brindarle un perfecto ángulo de tiro, Caroline termina su combate perforando el cráneo de su contrincante con una bala. Pero esto, no ha sido producto del impacto de cualquier proyectil, sino de uno que es la especialidad de Caroline Krieger: una bala cubierta con una densa capa de energía psíquica.

Entretanto, Nicole sigue con un combate lento pues no puede apresurarse y caer en alguna ilusión del hombre de ojos dorados. Por ello, trata de golpearlo de forma repetida, ya que sabe que su poder de ilusionista es lo más peligroso. Después de todo, él hizo que todas esas personas perdieran la conciencia.

La agente ejecuta una serie de golpes en los brazos del sujeto y en un descuido de él, se inclina y deslizando su pierna en el suelo, hace que el hombre pierda el equilibrio y sea derribado. Nicole aprovecha este suceso para introducir la espada en la caja torácica de su enemigo, haciendo que después de unos segundos, de la boca de él salga sangre y sus ojos cambien de color a un par de orbes verdes, el cual es el verdadero pigmento.

Al acabar con sus oponentes, cansadas debido a la pelea, ambas mujeres caen al suelo sentadas y empiezan a tratar de respirar con normalidad mientras piensan en que hacía mucho tiempo que ninguna de las dos sentía correr la adrenalina por su cuerpo. Es más, Nicole no recuerda la última vez que elaboró un verdadero combate en equipo pues con Leonti y John, siempre ha tratado de estar al frente del combate y encargarse por sí misma de todo.

De pronto, los pensamientos se rompen, por el sonido de unos pasos acercarse.

―¡Felicidades! Había escuchado que el dúo de oro de la séptima familia era impresionante, pero nunca lo imaginé así.

―¡Cállate! ―Reprende Nicole a Leonti, en tanto sin querer sonríe mientras se limpia el sudor de la cara―. Encárgate de los civiles y de la princesa.


Buen día. Este capítulo tiene un poco más de acción que los demás. Espero que les haya gustado porque a la verdad, yo disfruté mucho escribiéndolo.

Gracias por su apoyo. Besos.


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