Placeres Ejecutivos - Emmgy R.

By EmmgyR

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Placeres Ejecutivos
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Capitulo 6

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By EmmgyR

La luz que se filtra por la ventana me hace despertarme, me estiro en mi cama y mis extremidades vuelven a caer pesadamente a la cama. Volteo mi cabeza y me fijo en el reloj de la mesa de noche, marca las 11:13 a.m. Jo, que tarde es. ¿Cómo he podido dormir tanto tiempo? Cuento mentalmente 1...2...3...8...9 y mientras digo el 10 en voz alta, me levanto de sopetón de la cama. Es una costumbre que agarre desde pequeña para los días que me costaba pararme de la cama cuando debía ir al colegio. Cuando me calzo las pantuflas, me doy cuenta de las terribles ganas de hacer pis.

15 min después de haberme lavado la cara, los dientes voy a la cocina y me hago dos sándwich de queso y bacon con jugo de naranja. Mientras se hacen me visto con unos shorts de jean y un sweater gris holgado, cocinar con ropa interior nunca me ha traído nada bueno. Voy corriendo a la cocina porque me empieza a oler un poco a chamuscado. Los sándwich nunca me han quedado igual de dorados de cómo se ven en la propaganda de tv con la que compré la sandwichera, ¡que estafa!

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Después de haber arreglado un poco el piso me tiro en la cama boca abajo con la laptop. Tras revisar mis cuentas en Facebook y Twitter decido hacer la investigación acerca de Robert que tenía planeada. Tecleo en la entrada de Google: "Roberto Accuri".

De inmediato me salen muchas entradas, incluso una en la Wikipedia, abro esa.

"Roberto Accuri empresario e inversionista dueño y presidente de la empresa Accuri. Posee más de diez sedes alrededor de los continentes, siendo la de Italia y España las más importantes. Nació en Roma (Italia) el 28 de Julio de 1986. Hijo de Andrea Accuri y Francesca de Accuri (1963 - 2003)..."

Al leer eso me detengo, Robert perdió a su madre. Aún no me imagino en una situación así.

Demás detalles son acerca de la empresa, las relaciones exteriores, todas las empresas de inversión. La empresa fue creada por su padre, pero no fue hasta que Robert entró en ella que se amplió de tal manera; su padre sigue al pendiente de la empresa en Italia.

Sigo curioseando en la internet, y veo a Robert con varias mujeres... muchas mujeres. Quiero pensar que solo son chicas con las que tiene relación laboral. No debería querer pensar nada, total es mi jefe de mañana en adelante.

Apago el portátil molesta y les envió un Whastapp a Vicente y Ali para cenar juntos y ambos me responden afirmativamente.

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A las 7 de la noche estábamos sentados en la mesa del pequeño restaurante cenando y tomando vino. No comimos nada pesado solo entradas y cosas simples. Hablamos de todo y de nada, esas conversaciones entre amigos que empiezan con parques donde puedes montar a caballo, luego hablas de caballos para correr y después de los beneficios de correr por la mañana o la noche. En fin, de todo.

En medio de la cena Vicente me pregunta cómo me preparo para mi primer día de trabajo.

- Normal la verdad, tengo muchas ganas de empezar no te lo niego - le digo normal.

- Pues claro que tienes ganas... con ese jefazo que te gastas - dice Ali con un tono y una cara de lo más perversa.

- ¿Está bueno? - pregunta Vicente con gestos femeninos. Amo cuanto se pone así, normalmente es muy serio.

- ¿Bueno? ¿Qué si está "bueno"? - Ali toma su IPhone y en un par de segundos se lo pasa a Vicente.

Vicente mira el teléfono y su mandíbula se despega de la cara. Me mira, y vuelve la vista al teléfono de nuevo.

- ¿Este es tu jefe? - me muestra el teléfono y sale una foto de él en traje con una chica flaca/anoréxica/odiosa. Asiento - ¡Dios santo si hubiera sabido que este es Robert... no te habría dicho del trabajo!

Ali y yo no reímos y Vicente continúa con su cara de asombro.

- Te lo dije - Ali le responde con su típica sonrisa pícara.

- ¿Pero es que no podéis pensar en otra cosa que no sea sexo? - les digo a ambos, medio en broma medio en regaño.

- Nosotros no, pero tú te nos unirás querida - Vicente pone serio su semblante, pero sé que quiere reír. Levanta una ceja - cada día que vayas a trabajar, teniendo a ese bombonazo a solo unos pocos metros de distancia - hace una pausa crítica - vas a querer ir a su despacho... que te tome brusco y como un animal encima de su escritorio. Que te haga gritar su nombre en cada embestida, para luego, cuando estén ambos saciados, mandarte a buscar unos papeles para la próxima reunión.

Quedé simplemente anonadada e impresionada y... mojada joder. La relación jefe/secretaria es tan cliché. Pero ahora lo entiendo, y más si ellas tienen un jefe como el mío. Pero no, la ética laboral primero.

- Pues serán ustedes - ni yo me creía lo que les decía - porque él no me inspira el mínimo deseo sexual - me quemare en el infierno por mentirosa. Encojo mis hombros - además, es mi jefe. Así que ni hablar.

Ali y Vicente me miran y sé que no se han creído ni una pizca de lo que les dije.

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Son las 5:15 de la madrugada y yo sin poder dormir, tengo que levantarme a las 6 para arreglarme e ir a trabajar. Doy vueltas en la cama tratando de conciliar nuevamente el sueño, pero no lo consigo. Me desperté agitada tras soñar con Robert poseyéndome encima del escritorio... ¡Maldito Vicente!

Luego de dormitar de nuevo veo el reloj y son cerca de las 6 y media me levanto de un brinco. ¡Oh Dios, que este sea un buen día!

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Ya a las 7:43 de la mañana estoy parada frente al gran edificio Acurri. Cuando entro lo hago con el pie derecho. No es que sea supersticiosa, pero me da algo de confianza.

Me he decidido por una falda negra de tubo con una camisa color coral manga larga, zapatos altos cerrados negro con un blazer del mismo color. Tengo el cabello en una especie de moño del que salen cabellos sueltos.

Cuando llego al piso 20 me dirijo al área de recepción donde había visto a la chica embarazada el día de la entrevista.

Ya instalada reviso los papeles y los contactos anotados en las agendas. Hay dos teléfonos lo cual me confunde, debo preguntarle a Robert más tarde. Mientras me pregunto si alguna vez podré revisar las cuentas de la empresa - cosa para la que he estudiado - suena el pitido del elevador. Mi corazón se acelera, tomo dos bocanadas rápidas y Robert entra al piso.

- Buenos días, señor... Accuri - hago un pretencioso énfasis en la palabra "señor" que para cualquiera hubiera pasado desapercibido, pero por supuesto, no para Robert.

- A mi oficina. - me responde secamente, con ningún "buenos días" de vuelta o un por favor, genial.

Entro por segunda vez a su oficina, ni una vez voltea a verme. Se quita el saco del traje y lo coloca en el respaldo de la silla, dándome una hermosa vista de su espalda.

- La felicito por llegar a tiempo Sra. Elizabeth. - su sonrisa cínica hela mi cuerpo, solo puedo asentir. Algo en mi expresión hace que suavice su tono - En fin. En la libreta junto a los teléfonos están las citas, las agendas de contactos. Diariamente llega el mensajero con información que debe clasificar y ordenar de acuerdo al nivel de importancia, poco a poco entenderá que cosas son más primordiales que otras - me habla sin dejar de mirarme - Por hoy y el resto de la semana acostúmbrese al entorno y a la manera de trabajar, pero le recomiendo... Hágalo rápido. - Se sienta en su silla, pone una de las manos en su mentón - ¿Alguna pregunta?

Vaya, me he quedado de piedra. Su actitud es tan distante, parece otra persona. Sacudo mi cabeza para despejar mis pensamientos. Le sonrío dulcemente.

- ¿Por qué hay dos teléfonos? - Inclino mi cabeza un poco de lado, mostrando mi confusión.

- ¿Esa es su pregunta? - Me dice Robert extrañado pero sé que le divierte, sus ojos brillan cuando algo le parece gracioso.

- Sí señor, por algo se la hago - Trato de no formar una sonrisa con mis labios, ya cambió el humor y no quiero que lo haga de nuevo.

- Bien, si... El teléfono a su derecha es para todas las cosas relacionadas con la empresa. Cualquier llamada de empresarios, inversionistas... usted me entiende - afirmo con la cabeza - y el de la izquierda es para mi familia. Verá Srta. Elizabeth, tengo dos hermanas mayores que creen que a estas alturas pueden controlar. - me da una sonrisa abierta que hace que mi corazón se detenga por unos segundos, para luego volver a latir desenfrenadamente - También mi padre para cualquier cosa de la empresa en Italia - su ceño se hace presente, veo que no le gusta hablar de su padre - Así que básicamente es un teléfono para la familia. ¿Eso contesta a su pregunta?

- Sí señor. - me volteo para salir de la oficina y me llama.

- Elizabeth... - giro mi cuerpo hacia él - Bienvenida.

- Gracias señor. - asiento con mi cabeza y me retiro de su oficina.

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El día ha pasado muy tranquilo, ya son cerca de las 3 de la tarde. A las 12 tocó mi hora de almuerzo y salí a comer a un café cercano a la empresa y cuando volví. Le informé Robert que tenía un almuerzo con un posible inversionista. Cuando salió no se despidió.

Hora y media después llega el mensajero, es bastante coqueto, pero es solo un chaval. Me dan gracia sus intentos de ligue, pero es adorable.

Clasifico las cartas y sobres según yo considero importante mientras me coloco los audífonos y le doy play a la canción "Just give me a reason - P¡nk ft Nate Ruess". Empiezo a cantar mientras llevo los papeles a la oficina de Robert y cuando camino contoneo las caderas en una especie de baile. En uno de esos pasos cuando ya voy llegando al escritorio tropiezo con mis propios pies y caigo al piso estrepitosamente, los papeles se esparcen por todo el piso. Me quedo pensando en lo que acaba de pasar y me entra un ataque de risa por la tontería. Me río tanto que hace que se me salgan las lágrimas mientras recojo los papeles. Agarro todos los que quedaron cerca del escritorio aun arrodillada y voy en busca de los que quedaron por la puerta.

Cuando me topo con una par de zapatos negros. Oh dios, no, por favor no...

Me quito uno de los audífonos y respiro hondo antes de subir la vista. Robert me mira apoyado en la puerta mordiendo su labio inferior aguantando la risa. ¡Por todos los santos! Qué vergüenza.

Termino de agarrar los papeles y queda uno justo al lado de su zapato. Espero a ver si me lo pasa y no lo hace. Maldito, maldito, maldito. Lo odio. Me acerco arrodillada a donde está su pie tragándome todo mi orgullo y tomo la hoja que faltaba. Creo que podría llorar.

Me levanto y no mido distancias, nuestros cuerpos quedan muy cerca. Acerca una de sus manos a mi cara, me roza el mentón con sus dedos y llega a mi oreja. Todo mi cuerpo se eriza ante su contacto. Me quita el otro audífono.

- Usted, Srta. Elizabeth... - me mira a los ojos - canta muy mal. - el muy bastardo tiene el coraje de reírse en mi cara, si no estuviera tan molesta su expresión me habría debilitado.

- Lamento que haya tenido que escucharme señor. - me separo de él y voy al escritorio a dejar los papeles y me dispongo a salir de la oficina, cuando él se atraviesa en la puerta y me obstaculiza el paso - Disculpe. - no le doy la cara y espero que se quite... no lo hace. Pongo mi vista en él y le levanto una ceja.

Su mirada hace que pierda el aliento. Y antes de poder recuperarlo me toma de la cintura y me besa. Me besa como desaforado. Su otra mano toma mi cuello y me acerca más a él. Muerde mi labio inferior fuerte y hace que suelte un gemido. Levanto mis manos y las coloco alrededor de su cuello, tiro de su cabello para acercarlo aún más a mí. Sus manos toman mi trasero y me pega a su erección, vuelvo a gemir y rompo el beso. Nuestros cuerpos se mantienen unidos y nuestros labios entreabiertos comparten respiraciones, su mirada y mi mirada no se apartan. Hasta que un carraspeo me hace aterrizar al lugar donde estamos realmente... y con quien estoy.

Trágame tierra. Cuando Robert se voltea y veo quien está en la puerta... David. ¿Podría ir peor?

- Elizabeth, vaya ¿eres la nueva secretaria? - Me mira impresionado.

- Sí. Me alegro verte David - respondo rápido y salgo de la oficina lo más rápido que puedo.

Me siento en mi silla y tomo tres respiraciones profundas para serenarme. ¿Qué demonios ha pasado?

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45 minutos después sale David de la oficina de Robert y se despide de mí, ni siquiera me atrevo a levantar la mirada.

A las 6 de la tarde termina mi día, recojo lo que es mío y lo meto en mi cartera. Marco las cosas importantes que debo hacer mañana apenas llegue. Y me dirijo a la oficina de mi jefe. ¿Le digo algo o debo hacer como si no ha pasado nada? Opto por lo segundo

- Señor ya terminé. ¿desea algo más? - le miró y le doy una sonrisa.

- No gracias. - No dice más, solo eso. Ni siquiera me dirige una mirada.

Me volteo y voy al ascensor. Ya dentro, marco "planta baja".

Al fin se acabó... y este es solo el primer día.

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Espero les haya gustado, gracias de nuevo por leer.

No habia publicado porque falleció un miembro de mi familia. Podría inventar una excusa, pero quizás el escribirlo me sirva como un medio de desahogo. Gracias por la paciencia.

Recuerden votar y comentar la historia, si os gustó... o no. sus opiniones son importantes.

Besos desaforados.

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