Lo que el hielo ocultó

By gabyaqua

360K 18.5K 2.8K

Roger Bernard es cirujano, un hombre atento, tranquilo, y que para sorpresa de Lauren, vive casi al frente de... More

LHO
Nubes negras
Lo que el hielo ocultó: Intriga
Lo que el hielo ocultó: preocupa.
Lo que el hielo ocultó: hace creer (Él era para mi)
Lo que el hielo ocultó: (ahoga) Llegar al fondo... y despues ahogarme.
Lo que el hielo ocultó: ilusiona.
Lo que el hielo ocultó: invita.
Lo que el hielo ocultó: provoca.
Lo que el hielo ocultó: descubre.
Lo que el hielo ocultó: persuade.
Lo que el hielo ocultó: avergüenza
Lo que el hielo ocultó: asusta.
Lo que el hielo ocultó: convence
Lo que el hielo oculto: advierte.
Lo que el hielo ocultó: aturde.
Lo que el hielo ocultó: embosca.
Lo que el hielo ocultó: golpea.
Lo que el hielo ocultó: traiciona.
Lo que el hielo ocultó: lastima.
Lo que el hielo ocultó: recuerda.
Lo que el hielo ocultó: alumbra.
Segunda parte: 22 Lo que el hielo ocultó
Lo que el hielo ocultó: prueba la vida.
Lo que el hielo ocultó: cuestiona.
Lo que el hielo ocultó: cambia.
Lo que el hielo ocultó: trae recuerdos.
Lo que el hielo ocultó: miente.
Lo que el hielo ocultó: sale a la luz.
Lo que el hielo ocultó: aísla.
Lo que el hielo ocultó: Espera.
Lo que el hielo ocultó: "Supone"
Lo que el hielo ocultó: Prohíbe.
Un largo quizá
Hola, aviso.
El final; comentarios

Lo que el hielo ocultó: te marca.

2.5K 249 19
By gabyaqua

Capitulo 19

Lo que el hielo ocultó: te marca.

—Está delirando. —Una voz masculina decía a otra—. Está hablando con su mamá, diciéndole a una tal Rosemary que no quiere galletas de avena y a un Vid que sus ojos son bonitos también.

Nadie respondió.

—Su temperatura está muy alta. Se está cocinando viva Roger.

Yo solo moría de frío. Mucho frío. Alguien arrancó la frazada que me cubría, y abrí los ojos. Recibí agua que provenía de una cubeta, que mojó toda la cama y me empapó por completo.

Abrí la boca para poder respirar. Roger se me acercó y me cargó. Yo enredé mis piernas en su cintura y escondí mi cara ardiente en su cuello. Ni siquiera grité, estaba tan caliente y me sentía tan mal que ni siquiera cuestioné nada.

Roger me llevó a la habitación que me había llevado antes y me explicó que el agua había sido para que mi cuerpo dejara de calentarse.

Lo demás no puedo recordarlo, simplemente mi mente lo borró. La fiebre estaba acabando conmigo.

—Roger, ¿Qué vas a hacer conmigo? —pregunté.

—Aun no lo sé. —Lo sentí respirar por la nariz. Mi estómago se encogió.

—No quiero volver al lago. —Le tomé la cara—. Haré todo lo que me pidas, pero no me lleves ahí. Por favor. Ya tienen a esa chica y yo no puedo soportar el agua del lago.

—Te gusta mucho el Lago Cisne, venias siempre, nunca me dijiste antes. Yo te pude haber advertido.

—Ya no, lo odio. —Mi voz vibró—. Por favor, yo no quiero morir. —Traté de sostener las lágrimas, pero no pude; me desmoroné a llorar mientras le decía que necesitaba vivir.

—¿Por quién quieres vivir?

—Por mí, ¿por quién más? Quiero vivir.

—¿Qué más? —preguntó mientras tocaba la punta de mi cabello y mi ser se estremecía.

—Quiero seguir creciendo, quiero ir a la universidad tal vez, quiero casarme y tener hijos, quiero ver a mi mamá...

—¿Quieres tener hijos? —me preguntó cuidadosamente.

No pude creer que hubiera dicho eso en primer lugar.

—Roger... —sollocé—, te dedicaría toda mi vida solo si me dejas vivir, renunciaría a todo lo que tengo, a todo lo que sería.

—Tu mirada... —Tocó mis parpados—. Nunca vi lo que estoy viendo en tus ojos en nadie más. Tú eres tan especial.

Ladeé la cabeza, apretando los labios para retener el llanto.

—Lauren, seguro mi esposa tenía esa misma mirada tuya.

—Tú la mataste —lo acusé, horrorizada, sin poder moverme.

—Cuando la estrangulaban por el cuello. —Puso sus manos en mi cuello, pero no apretó—. Tenía los ojos como tú, llenos de vida, gritando por miedo pero cubiertos de ganas de vivir. Ah, Lauren... —Me soltó el cuello, puso sus manos en mi cintura y me pegó más a él—. Que en serio me encantas, ¿te lo dije antes? Eres incluso mejor que ella. Pero cuando me casé debías haber tenido algunos nueve u ocho años de edad...

—Yo no quiero morir.

Acercó su boca a mi oído.

—No la maté. Nunca le haría daño... —susurró—. A ella la mataron, ¿sabes por qué? Porque estaba sola, ¿por qué estaba sola? Por dejarme, si tú me dejas, estarás sola, y te harán daño, o peor, morirás.

—Quiero volver a casa, por favor, puedes volver conmigo. Puedo mudarme en tu casa y convertirla en nuestra casa. Y ninguno de los dos estaremos solos, te lo juro.

Besó mi quijada, después bajó a mi cuello.

—No puedes hacer eso si no me amas —murmuró.

¿Llegué yo a amar a Roger en algún momento de nuestra relación? A veces sentía que sí, otras que no, vagamente recuerdo, cuando estábamos en el puente cerca de la cafetería donde teníamos citas, un día de febrero, yo le estaba mirando el perfil, pensando en que él era tan hermoso que me atrevía a pasar toda la vida con él, y, entonces, traté de pensar en los atributos invisibles, en su interior, pero yo no conocía mucho de él, y el no conocía mucho de mí.

Era hermoso por fuera, pero estaba podrido por dentro.

Tal vez si hubiese prestado atención, con mucho cuidado hubiese encontrado respuesta, o tal vez, si hubiese sido lo suficientemente despistada no hubiese hallado cosa alguna, porque el que busca, halla, y una vez que descubre no puede cerrar los ojos y borrar dicho descubrimiento.

Si hubiese sido más lenta, estaría con Roger, en casa, y no sabría nada de su otra vida, y mi vida no correría peligro.

Estaba segura de una sola cosa, y esa era que, si yo llegaba a salir con vida de ese lugar me alejaría de él. Iba a desaparecer, como una motita de polvo, que se suelta al aire, transparente. No lo iba a hundir, ni iba a buscar represalias, Dios, yo solo iba a estar agradecida por dejarme vivir, tan agradecida, tan agradecida.

—Pero te amo, déjame vivir.

Subió el suéter que llevaba puesto hasta quitármelo. Me dieron ganas de llorar.

—Shh, deja de llorar, —Limpió las lágrimas que salían de mi cara, y después me besó, dejándome debajo de él—, solo muestra que aún me amas. —Sonrió.

De una sola patada la puerta se abrió, me sobresalté.

Las cosas habían cambiado, un poco. Él colchón se había secado y mi fiebre se había ido. Roger, después de esa noche en la que estuvimos juntos, me confesó algo: me iba a sacar de ahí, porque yo era especial, porque lo amaba.

Pero yo no lo amaba, yo le tenía miedo, terror, lo odiaba tanto. Pero no podía decirle o demostrárselo. Se supone que yo debía besarlo como si no estuviera en contra de mi voluntad en ese lugar, y eso me marchitaba el alma.

Kay entró con una escopeta a la habitación, y solo la miré, al mismo tiempo mis labios empezaron a temblar. ¿Hasta ahí llegaría?

—Te esperamos aquí afuera.

Roger me levantó. Caminamos detrás de Kay.

—¿Ahora qué?

—Tranquila —me susurró—. Tranquila.

Afuera había una fogata encendida. Todo había cambiado tanto en esa semana... la nieve había caído de los árboles y había un sol afuera, aunque rastros de nieve en algunas partes. Mayer recogía el cabello de la mujer en una coleta, y yo observaba los golpes en su cara. Ella no estaba cooperando, era muy rebelde. Y a mí no me importaba si lo era, no me importaba su presencia, o lo que sea.

Pasé a sentirme mal, Roger dijo que me sacaría de allí, ¿quién la sacaría a ella?

Había troncos alrededor de la fogata ardiente. En ese momento me sentí un poco cómoda y me confié demasiado por lo cálido del ambiente. Mi problema, al parecer, radicaba en lo fácil que era mi confianza.

—Acuéstate allí, en el tronco. —Kay me pidió. Yo miré a Roger en busca de información, él solo se limitó a asentir.

La muchacha se mecía con las manos abrazando sus rodillas desnudas, igual que las mías, porque ambas estábamos con el mismo vestido crema de tela fina de la otra vez. Debí adivinar que no íbamos a calentarnos simplemente frente a las ramas ardientes, que Roger era el enemigo, no un aliado.

Sin protestar, me acosté mirando al cielo con ramas de árboles que se metían en mi vista. Roger alzó mi vestido hasta mi cuello, revelando mi cuerpo debajo de este, mi ropa interior blanca y nada para cubrir mis senos. Intenté levantarme ante la reciente incomodidad.

—Shh. Tranquila.

—No, ¿Qué van hacerme? —Miré a los hombres que miraban mi cuerpo sin reservas—. No quiero...

—No, no te harán daño —me respondió en voz baja.

Aun así Kay se sentó en mis piernas, y yo grité con pavor. El sonido de mis gritos se perdía en el vasto bosque, se perdía junto con el eco, los arboles robaban mi voz y me regalaban el silencio, ¿Cómo podían ellos ser tan crueles?

Las manos cubiertas por guantes fríos de Kay agarraban mis muslos firmemente para impedir que me moviera. Después hicieron algo muy extraño: Roger agarró mis manos por encima de mi cabeza, y Kay echaba nieve en mi vientre, incluyendo mis pechos, y yo sentía como se me dormía la piel, y ahí dejé de gritar y de mover mis piernas. Me quedé tranquila, miré otra vez el cielo con ojos llorosos, intentando calmarme y parecerme al firmamento, en paz.

—Ya. —Roger avisó.

Mayer dejó a la chica, y aunque estaba libre, no corrió por ayuda, supongo que estaba muerta espiritualmente, que por eso no trataba de huir. Aun así me sentí traicionada por ella. Y la forma en que me miraba, o miraba mi situación, sin siquiera inmutarse.

El rubio sacó una braza de la fogata que no había notado antes, tan caliente que se veía al rojo vivo. Al verlo dirigirse hacia mí, grité y pataleé otra vez. Roger echó su cuerpo sobre mí, cubriéndome el rostro, y me pidió que apriete los dientes mientras sostenía mis muñecas fuertemente.

Quitaron la nieve de encima de mi vientre y fue entonces cuando apreté los dientes y en seguida se aflojaron con un grito al sentir el hierro achicharrar mi piel.

—¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!

Me eché a llorar, y la quitaron de mí. Kay se levantó de mis piernas, y Mayer ya estaba buscando la otra, para la mujer.

Alcé mi cabeza llorando, temblando, quería ver lo que habían hecho a mi cuerpo. Sin piel, sin color, se encontraba marcado el número "7". No podía dejar de sollozar, el dolor era insoportable.

Sentí algo frio en mi vientre otra vez, Roger echó más nieve para congelar la quemadura de nuevo. No sé qué era peor, si la quemadura del frío o del fuego. Las dos juntas. Quizá.

Continue Reading

You'll Also Like

87.6K 10.6K 101
Vanesa Ramírez Malasaña se enfrenta al peor caso de su corta carrera como inspectora de policía. Aparecerá el cuerpo de una joven que llevaba seis me...
478 68 42
Ally una chica que no ha tenido una vida fácil junto a su gemelo Allan, se enfrenta al mayor cambio de la vida: el amor. Amor que le ofrece un chico...
110K 7.7K 39
#SEGUNDA TEMPORADA DE MI PROFESOR DE MATEMATICAS ¿ Podrá existir el hombre perfecto y el amor verdadero en la misma persona? Quedate a descubrir la...
91.7M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...