- ¡Imbécil! - le gritó la chica furiosa.
- ¡¿Cómo te atreves a insultarme? Soy el tercer príncipe del Imperio Kou. Debes tenerme más respeto.
-Te tendré respeto cuando dejes de ser tan imbécil y comiences a pensar antes de actuar- su rostro estaba colorado por culpa de la rabia, y sus hipnotizantes ojos del color del hielo se habían oscurecido-. Es cierto que eran bandidos, pero no tenías que matarlos a todos.
- ¡Querían secuestrarte o matarte! -el chico de cabellos rosados estaba llegando al límite de su autocontrol, y si eso seguía así se pondría a destrozar todo lo que había a su paso.
-Ni siquiera sabias si me atacaban a mí. Además, puedo defenderme sola-sus voces se oyeron antes de que el carruaje, que había sufrido bastantes daños, se detuviese delante de las puertas-. Para algo me entrenaron desde pequeña.
-Sí, para que seas una insufrible que no es capaz de agradecer que la salven-dio una patada a lo que quedaba de la puerta del carruaje, para después saltar al exterior seguido de la chica que miraba al cielo intentando calmarse.
-Podía librarme de ellos, pero te has puesto a mover esa enorme espada sin pensar ni siquiera en que estaba a tu lado. Casi me das varias veces- le acusó.
-La próxima vez dejaré que te lleven.
-No habrá próxima vez, porque no pienso viajar más contigo- Kouha se giró furioso hacia la chica.
-Ya decía yo que había mucho ruido aquí-en la puerta les esperaba un hombre delgado, de largos cabellos rojos y atados en una coleta. Su rostro tenía pecas y sus ojos de color rosa observaban lo que quedaba del carruaje. Vestía ropas holgadas, unas pulseras y un gran pendiente en la oreja izquierda. Lo más llamativo era un abanico de plumas negras que portaba entre sus manos-. Con lo bien que os lleváis la mayoría del tiempo y el miedo que dan vuestras discusiones.
-Koumei-la chica de largos cabellos negros se relajó al ver al segundo príncipe del Imperio-. Kouha lo ha vuelto a hacer de nuevo- se quejó la chica- Hemos sido rodeados por bandidos y no me ha dejado defenderme y unirme a la batalla.
-Eres una chica- sentenció el chico de apariencia andrógina con el cabello de color rosado. Sus ojos que miraban con furia a la chica eran del mismo color. Llevaba un gorro azul con un diseño que recordaba al de unas alas doradas y dos largas tiras rojas; su ropa era de color blanco y aspecto oriental, acompañado de unos pantalones cortos. También llevaba dos brazaletes como accesorios, cada uno con una joya de color verde.
- ¿Y no será que estabas preocupado por ella porque te gusta? -Kouha se puso colorado, mientras la chica desviaba también su mirada sonrojada-. Yuuki es una chica muy guapa, además de una gran guerrera. He oído a muchos de nuestros hombres suspirar por ella.
- ¡¿Cómo?!-gritó Kouha- Mataré a todo aquel que se intente acercar a ella-Yuuki suspiró cansada. Le quería, pero cuando se ponía así era totalmente insufrible.
- ¿Qué se supone que hacéis aquí dando voces? -los tres se giraron hacia el recién llegado-. El emperador y Dainu os esperan-el primer príncipe Ren Kouen los miraba desde lo alto de las escaleras. Kouen era un hombre alto y musculoso que tenía los ojos y el cabello color rojo. Iba vestido con las ropas tradicionales que señalaban su estatus real, y una capa de color negro-. Kouha ¿qué le ha pasado al carruaje? -sus ojos recorrieron a su hermano pequeño en busca de una explicación para pasar después a la chica que le esquivó la mirada.
-Unos bandidos se quisieron llevar a Yuuki y yo la protegí-el hombre asintió mientras examinaba los daños.
-No intentaban...-no la dejaron terminar la frase.
- ¡¿Casarnos?!-gritaron los dos al unisonó-. ¿Padre que quiere decir con eso? -Kouha miraba al Emperador Koutoku confundido.
-Todavía soy muy joven-Yuuki se giró hacia su padre que la miraba con su amable sonrisa- Padre...
-Es una orden imperial-sentenció el Emperador-. Esta noche lo celebraremos y mañana será la ceremonia- Yuuki y Kouha no salían de su asombro. Esperaban que aquello sucediera en algún momento, pero no de forma tan precipitada.
Kouen y Koumei miraban desde su posición como la pareja se movía incómoda en sus asientos. Cuando fueron convocados aquella mañana no se pudieron imaginar que recibirían aquella inesperada noticia, pero al enterarse de lo motivos los dos hermanos mayores lo comprendieron.
Kouha estaba cada vez más alterado y Yuuki miraba suplicante a su padre en busca de alguna explicación, pero él solo sonreía con amabilidad a su hija.
-Padre, Yuuki todavía no está en edad de casarse, y yo tampoco. ¿Por qué de repente habéis decidido que tenemos que casarnos? -el Emperador le fulminó con la mirada.
-Yuuki ve a que te preparen para la celebración de esta noche-la chica asintió a regañadientes. Sabía que no podía desobedecer una orden del Emperador, por lo que salió de la habitación dejando allí a los príncipes, el Emperador y su padre.
-Kouha-el General Dainu le miraba con su amable sonrisa consiguiendo que el chico se relajase un poco-. Hace varios meses comenzamos a escuchar rumores que venían del Imperio de Parthevia. Decían que un hombre poderoso estaba interesado en Yuuki-Kouha le miró sin comprender. Que él supiera Yuuki nunca había estado en el Imperio de Parthevia.
-Creemos que ese hombre estuvo en el Imperio Kou en algún momento y en ese momento se cruzó con Yuuki-la voz de Koumei les sorprendió-. He investigado y hace algunos meses un grupo de comerciantes que venía del Imperio de Parthevia pasó cerca de aquí.
- ¿Y qué tiene que ver eso con que nos tengamos que casar? -preguntó el del pelo rosa.
-Ese hombre quiere a Yuuki y los soldados han oído rumores de que está planeando llevársela, aunque para ello tenga que usar la fuerza-en los ojos del General se podía ver la angustia que sentía por perder a su hija-. Por eso pensamos que si os casábamos, ella estaría más protegida y ese supuesto hombre cesaría en su intento al saber que está casada con un Príncipe Imperial-Kouha se quedó en silencio analizando todo lo que le habían contado. No le desagradaba la idea, ya que sabía los sentimientos que tenía hacia ella y que ella le correspondía, además que llevaban juntos desde que tenía uso de razón, pero eso de tener que casarse de una forma tan precipitada era simplemente demasiado, pero por otra parte no quería que le pasara nada a Yuuki.
-Si es por el bien de Yuuki lo haré-el Emperador sonrió satisfecho, mientras que el General Dainu le abrazaba agradeciéndole que fuese a cuidar de su hija, por otra parte, Kouen y Koumei le miraban serios.
Yuuki no salía todavía de su asombro porque cuando llegó a su habitación vio a su madre con varias modistas que la cogieron y la comenzaron a medir y a probar telas para su vestido de boda. Cuando quiso reaccionar ya estaba preparada para la fiesta que se daría esa misma noche en su honor y el de Kouha.
-Mamá por favor explícame que está pasando, porque no lo entiendo-la mujer se movió nerviosa ante la enfadada mirada de su hija-. Me hacéis venir hasta aquí, cuando sabíais que iría con Kouha a conquistar unos territorios al sur y lo primero que me dicen es que me tengo que casar mañana.
-El Emperador solo quiere lo mejor para vosotros-una sirvienta se acercó para peinar a la chica-. Todos sabemos los sentimientos que tenéis el uno por el otro y...
-Ese no es motivo para que me queráis casar de una manera tan repentina. Sabéis todos los planes que teníamos para seguir con la conquista del Imperio.
-Es una orden directa del Emperador-sentenció su madre. No podía contarle a su hija la verdad, porque si no se negaría rotundamente y alegaría que ella era lo suficientemente fuerte como para defenderse, y aunque en el fondo sabía que su hija había recibido un gran entrenamiento tenía miedo de que no fuera suficiente.-. No podemos incumplir sus órdenes-Yuuki asintió no muy convencida de sus palabras. Le estaban ocultando algo muy importante y pensaba descubrir que era.
-Emperador Koutoku no creo que sea buena idea esta boda-Gyokuen miraba al hombre con su amable sonrisa-. Son muy jóvenes para casarse, además deberíamos buscar una princesa de algún reino para casar a Kouha.
-Mañana se celebrará la boda y hoy celebraremos el compromiso- sentenció el hombre ignorando las caricias de la mujer.
-Kouen no me gusta esto- Koumei miraba distraído uno de los libros-. Sabemos lo que puede pasar después de esta boda.
-Lo sé, y por eso no nos separaremos de ellos en un buen tiempo. No queremos que vuelva a suceder lo mismo que con Mizuki.
-Siempre supe que Yuuki podía sufrir el mismo destino, pero parece que a ellos no les interesa Kouha o no ven como una amenaza la presencia de Yuuki.
-Hasta que no estemos seguros de lo que puede pasar tendremos que estar alerta.
La sala se había llenado de gente que bebía y reía, mientras algunos le daban la enhorabuena a Kouha, aunque poca gente se acercaba al chico de cabellos rosas, ya que su fama le precedía y la gente prefería estar lejos de él. Por lo que el chico estaba malhumorado y aburrido en aquella fiesta que se suponía que era en su honor.
Un murmullo se extendió por la sala al entrar Yuuki seguida de su madre. La chica llevaba un precioso kimono azul con detalles en blanco a juego con sus ojos. Sus cabellos estaban recogidos con varios adornos y su rostro había sido ligeramente maquillado.
Kouha se levantó para ir en busca de la que ahora era su prometida, pero nada más acercase vio el enfado en sus ojos. Era comprensible, ya que nadie le había explicado nada, y sabía muy bien que si él estuviese en su lugar ya habría roto algo y amenazado a alguien para que le explicasen que pasaba.
-Estás preciosa- le susurró el chico cuando la guio hacia su asiento.
- ¿Me lo contarás? - su voz se notaba tensa por la presión al sentir todas las miradas de los presentes-. Sé que antes me echaron de la sala para que te explicasen el motivo de esta locura.
-Te prometo que te lo explicaré, pero será después de la boda-Yuuki frunció el ceño ante la contestación del príncipe-. Mi hermano Kouen me hizo prometer que no te diría nada antes de que todo esto terminara-la chica suspiró derrotada, porque sabía que si había hecho esa promesa jamás la rompería-. Te prometo que cuando todo esto termine nos iremos a seguir con nuestros planes.
-No estoy contenta con esta boda-sonó la voz en la gran sala-. Esa niña es igual que su padre, un pacifista que lo único que quiere es seguir con el deseo del antiguo Emperador.
-Mi señora he escuchado los rumores de que una persona importante del Imperio de Parthevia quiere a la chica, incluso está planeando secuestrarla.
-Entonces tendremos que ayudarle a que cumpla su cometido.