Sherlocked (BBC Sherlock & Tú...

By astronope

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Jennifer Watson, una joven ex-médica transferida a Londres para trabajar en Scotland Yard. Jamás imaginó que... More

Prólogo.
Parte 1.
Capitulo I
Capitulo II
Capitulo III
Capitulo IV
Capitulo V
Capitulo VI
Capitulo VII
Capitulo VIII
Capitulo IX
Capitulo X
Capitulo XI (Final Pt. 1)
Epílogo, Pt I.
Parte 2.
Prólogo.
Capitulo I
Capitulo II.
Capitulo III.
Capitulo IV
Capitulo V.
Capitulo VI.
Capitulo VII (Final Pt. 1)
Capitulo Final Pt. 2
Epílogo.

Capitulo Final

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By astronope

(Este capitulo será narrado en 3ª persona para ampliar la trama de la capitulo. Es decir, podréis leerla desde el punto de vista de Sherlock, Lestrade y el vuestro, Jane. ¡Disfrutad del último capitulo de la primea parte!) 

Jane llevaba, para ser exactos, 36 horas cautiva, atada a una silla en el suelo, sucia, y semi-desnuda. En ese momento, lo que ella más deseaba era que acabaran con ella de una vez. ¿Porqué hacerla sufrir tanto?, ¿porqué no acabar con ésto de una buena vez, sin rodeos? No, sólo querían hacerle sufrir, que deseara jamás haber nacido. Querían hacerla sentir miserable por unas horas, hasta que se aburran y finalmente, hagan de ella lo que quieran. Pero, a ella ya le daba igual. Y a diferencia de otros que culparían a Lestrade por no encontrarla, o a Sherlock por no deducir su ubicación, Jane no estaba molesta con nada, ni nadie. Sabía que la culpa no era de nadie, ni siquiera suya. Por lo que moriría tranquilamente, sin rencor ni odio en su corazón. Sólo un gran vacío. 

Pero Sherlock no lo permitiría. 

El gran detective se encontraba en la zapatería dónde al parecer, Charles Allen trabajaba, mientras él analizaba todo su alrededor, Lestrade interrogaba al zapatero. 

— ¿Cómo que no tiene datos de él?! — gritó él. 

— L-lo siento mucho, señor. Jamás creí que él sería capaz de una barbaridad así, asi que no me tomé la molestia de investigarlo.

Sherlock se agachó y sacó su lupa, miraba detenidamente el suelo...Había restos de tierra. Tierra de construcción. De...cemento. Se reincorporó y comenzó a dar vueltas en su lugar con los ojos cerrados.  

—...siempre era lo mismo — continuó el señor— llegaba, limpiaba el desastre que dejaba por los zapatos que traía, y se ponía a trabajar. 

— ¿Desastre, de qué?— preguntó Holmes, dejando de dar vueltas, frustrado por la falta de especificación. 

— De tierra. De esa que se usa para construir. ¡Cemento! 

Holmes alzó la vista con los ojos más abiertos, colocó sus manos sobre su cien y cerró los ojos con fuerza. Lestrade se movió apenas un centímetro de su lugar cuándo Sherlock gritó:

— ¡CÁLLATE! ¡CALLEN LOS DOS! 

Y ambos obedecieron, nadie quería enfrentarse a él en éstos momentos. Jamás habían visto a Sherlock tan...molesto, frustrado por algo, o alguien. 

Tierra. Cemento. ¿Una parte de Londres dónde estén construyendo? Baker Street, Calle Fenchurch, Portobello. 

— ¡NO, NO, NO! — gritó fuertemente. — Buscamos un edificio grande. Un edificio abandonado explicaría el resto de cemento en sus zapatos. ¿Pero, qué edificios abandonados hay por aquí?! — dijo Sherlock de forma veloz, cómo siempre. 

Todos se quedaron en silencio. 

— Abbey road...— susurró Sherlock.

— ¿Qué?— preguntó Lestrade. 

— ¡Abbey Road, Graham! ¡Hay un edificio abandonado ahí! Un...una casa abandonada. 

Y en ese momento, Sherlock se dió cuenta del peligro que Jane corría. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al imaginarse su sufrimiento. Sin pensárselo más, corrió hacia la salida de aquella zapatería, pidió un taxi y se fué. Claro, sin esperar a Lestrade, que inteligentemente, había cogido un taxi justo después de él. Sherlock entró al coche sin decirle la dirección al taxista, por la cuál no había avanzado. Holmes, sin saber el porqué, comenzó a ponerse ansioso. Golpeaba con los dedos la ventana, rebotaba el pie, daba toques en la pierna. Hasta que unos segundos después, lleno de frustración gritó:

— ¿Y A QUÉ HORA PIENSA AVANZAR?! 

El señor lo miró por el retrovisor con una pequeña sonrisa. 

— No me ha dado ninguna dirección, señor. — dijo de la forma más amable posible. 

Sherlock asintió repetidamente con la cabeza, y tartamudeando dijo. 

— A...abbey road, p-por favor. 

(...) 

Sherlock estaba tenso. Se veía pálido, ojeroso, cansado. Pero en realidad, esos eran los síntomas de una persona enamorada temiendo por la vida de su amada. Y él, por primera vez era capaz de experimentarlo. Aunque de haber sabido que así sería, lo hubiera evitado. Ni el conductor ni él decían nada, hasta que finalmente llegaron a su destino. Lestrade bajó del taxi que iba detrás de Sherlock y le pagó a ambos. Lestrade se acercó al lugar dónde Sherlock se encontraba parado. 

— He llamado a mi equipo, no tardan. 

— Claro que van a tardar. Hay demasiado tráfico y tienen que pasar por las calles principales, los callejones no son buena opción. Si tienen suerte llegarán en 20 minutos. — contestó de manera fría y rápida. 

— Pero...

Sherlock lo ignoró y entró a aquel edificio, derribando de una patada la muy vieja puerta. Al entrar, sólo veían escombros por todos lados, sacó una linterna y comenzó a alumbrar el suelo...Se agachó y pasó los dedos por los restos de piso que había debajo de ellos. Sintió la arena, aplastándola entre sus dedos. Miró al frente, encontrándose con una puerta. Al abrirla, se toparon con un largo tunel...Dónde, probablemente, ella estaría esperándolos.  

— 20 minutos es tiempo suficiente para terminar de torturar, destrozar, empacar el cuerpo y esconder cualquier evidencia, ¿no has aprendido nada de éste asesino? Tortura a sus víctimas, las humilla, las hunde en un vacío emocional antes de matarlas...— Lestrade escuchaba atentamente la preocupacion y angustia de Sherlock —...En este momento, Jane está siendo expuesta a demasiadas emociones que no podrá controlar. Miedo, angustia, culpa, remordimiento, furia, tristeza. — Sherlock paró unos segundos para tomar aire. — Detrás de ésta puerta...

Holmes se detuvo frente a la gran puerta de metal que se encontraba al final del pasillo, su respiración estaba agitada, su palidez había aumentado, sus manos temblaban. ¿Que le esperaría en aquella desolada habitación? ¿El cadáver de Jane Watson, o el de Charles Allen?. Lestrade lo miró de reojo, y se dió cuenta de que no era capaz de abrir aquella puerta. Tenía miedo. Ambos lo tenían. Pero, Lestrade decidió ayudarle, y sin más abrió la puerta, encontrándose con...

— N-nada...— susurró Sherlock. — No hay n-nada...¡NO ESTÁN AQUÍ! —  gritó histérico. 

Sherlock cayo al suelo de rodillas, su mente comenzó a dar vueltas. << ¿Que he hecho mal...? >> pensó. Se reincorporó lentamente y en la esquina, vió un sucio pedazo de tela. Corrió hacia él y lo tomó, y después de olerlo, dijo: 

— E-es de Jane...— dijo en voz baja. — Estuvieron aquí...

— ¿Qué?

— Cállate. 

— Sher...

— ¡SILENCIO! — gritó Sherlock, haciendo retumbar la habitación. 

Colocó sus dedos sobre la cien, y cerró los ojos con fuerza. Necesitaba una respuesta, ¿a dónde se la habían llevado?...Tras sentir leves punzadas en su cabeza, ahí se encontraba él, en su Palacio Mental, dónde por supuesto, le esperaba su hermano mayor, Mycroft. 

— Oh, Sherlock, acéptalo ya...Está muerta. 

— ¡No está muerta! — exclamó él con rabia. — No está muerta, no está muerta...Se la han llevado. 

— ¿Pero a dónde? — dijo Mycroft. — ¡Piensa, Sherlock! 

Sherlock miraba para todos lados, pero se encontraba encerrado en un palacio lleno de vacío, tenía que encontrar algo. Tenía que recordar información borrada anteriormente, algo...

— Oh, Sherlock...— suspiró Mycroft. — Siempre fuiste tan estúpido...La respuesta está frente a tí. 

El gran detective se encontraba de nuevo en la habitación vacía, alzó la vista, y justo al lado de dónde había cogido la blusa, se encontraban las...

— Medias de ceda...

— Bien, hermanito...Estás mejorando...Pero esas medias no te llevarán a ninguna parte. 

Mycroft caminaba lentamente por el cuarto, se paró justo en el centro de la habitación. 

— Sigamos con el juego...— dijo cínicamente. — Al asesino le gusta torturar emocionalmente a sus víctimas, ¿no es así? — Sherlock asintió — Ahora, piensa. 

Y en cuánto su hermano terminó de gesticular estas palabras, el Palacio Mental  había desaparecido. Se encontraba en la habitación real, con el crimen real, y Lestrade real. El tiempo ya había comenzado a transcurrir. Con la respiración aún agitada se puso a pensar. << Tortura emocional...tortura emocional...tortura emocional...>>

  — ¡TORTURA EMOCIONAL! — gritó. 

Y finalmente, Sherlock entendió el malévolo plan de los hermanos Allen, si lo que querían era hacer sufrir a Jane, sólo había un lugar para hacerlo. 

— Necesito el historial de Jane — habló él, de repente. 

Horas antes de la llegada de Sherlock a la casa abandonada, los hermanos Allen se encontraban intentando meter a Jen a un contenedor, pero ella se retorcía, gritaba, lloraba, gemía, luchaba por su vida. Asi que, tuvieron que cedarla. Charles tomó el mismo suero que su hermano le había inyectado antes para dormirla. Pocos segundos después, Jane paró de moverse. Charles suspiró aliviado, jamás había tardado tanto en asesinar a alguien, pero por alguna razón deconocida, sentía placer al hacer sufrir y por ende, al Gran Detective; Sherlock Holmes. 

Y ella lo sabía, Jane sabía que él disfrutaba sus gritos, sus lágrimas, pero eso era todo. Ella se negaba a rogarle a semejante miseria cómo él, aunque eso le costáse la vida. Una vez la víctima dormida y dentro del contenedor, se dispusieron a llevarla al lugar que sabían que la perseguía en sus sueños; al Hospital London Bridge. Si, aquel hospital dónde Jane Watson había sido acusada de matar a la pequeña Sophie Allister, una niña de corta edad. El hermano gemelo de Charles Allen, Daniel, había logrado conseguir ésta información al ser arrestado en la comisaría. Él siempre había estudiado para ser policía, por lo que sabía que al interrogar al acusado, le ponían una carpeta enfrente con la información de el acusado, y claro, de la víctima. Nadie se toma la molestia en leer la maldita carpeta, pero él, vaya que lo hizo, y le ha servido de mucho. 

Finalmente llegaron al Hospital London Bridge, piso 5, habitación 221. La sala donde Sophie murió. El Hospital estaba siendo remodelado, por lo que no tuvieron problema al entrar. Había cemento seco, y también duro por el piso, había ladrillos por algunas habitaciónes, menos en aquella, ya que Charles se había tomado la molestia de visitar el hospital anteriormente sólo para limpiarla. Ésto ya estaba planeado. 

Dejaron a Jane sobre la camilla, donde la amarraron con una rara cuerda que le provocaba rojetes. Seguía en ropa interior, y desmayada, asi que no tuvieron problema alguno en atarla. Cuándo terminaron de inmovilizarla, le echaron un vaso de agua fría al rostro, provocando que despertáse al instante. Despertó tomando una bocanada de aire por la boca, tenía la respiración agitada, sintió miedo al ver que la habían cambiado de lugar. Pero no lloró, sabía que eso querían, verla llorar. 

Pero, en cuánto reconocío aquel lugar, su labio inferior comenzó a temblar, sus ojos comenzaron a enrojecerse y la nostalgia la atacó. Debía contenerse, no podía llorar ahora. 

— ¿Que pasa, Sara? O mejor dicho, Jane Harley Watson, ¿reconoces éste lugar? 

Ella no dijo nada

— Aquí mataste a Sophie Allister, ¿cierto? Este lugar...Aquí te convertiste en una asesina...— dijo Charles lentamente. —...ella murió en la misma camilla que tú, ¿y sabes porqué murió? 

Charles se acercó más a ella, quedando a pocos centímetros de distancia de su oido. 

—...porque, tú en el fondo, eres cómo nosotros...— dijo escupiendo las palabras. — ...Todos esos problemas, ese estrés, la crisis...Son la causa de la muerte de Sophie, bueno, además de tí. ¡Tú...querías matarla! — Allen sonrió inmensamente. — ¡TODO ESTABA PLANEADO! ¡QUERÍAS QUE ESA PEQUEÑA NIÑA MURIERA SUFRIENDO! 

— ¡YO NO LA MATÉ! ¡NOO! ¡NO, NO, NO! — gritó fuertemente. 

Y finalmente, ahí estaba ella. La Jane débil, triste, llena de culpa y remordimiento. Habían logrado desnudar su alma, y una vez sin armadura, estaban listos para atacarla. Pero, alguien más había escuchado.

Sherlock y el equipo de Lestrade se encontraban en el Lobby del hospital, buscándola. Y ese grito lo logró. Sherlock sintió su corazón volver a su cuerpo cuándo escuchó la voz de Jane, ¡estaba viva! y debía mantenerla así. Asi que corrió lo más rápido que su delgado y largo cuerpo se lo permitió, subió las escaleras mientras, en su mente, intentaba deducir en qué piso era. << Eco...paredes altas, no demasiado. 5.>> 

— ¡AAAAHHHHHHHHH! — gritó ella agudamente. 

Charles había comenzado con su juego enterrándole la punta de un cuchillo en el hombro, mientras lentamente lo bajaba, dejando una rajada cubierta de sangre. Ella respiraba con dificultad, justo cómo ellos la querían. Holmes subía velozmente las escaleras, siendo guiado por los gritos de Jane. Hasta que, finalmente, llegó al piso. Y corrió hasta la habitación. El cuchillo con el que Allen jugueteaba ya estaba clavado en el hombro de Jane, quién se veía destrozada. Allen se giró maliciosamente y sacó un arma de su bolsillo. Sherlock alzó las manos, miraba fijamente a Jane, quién se encontraba retorciéndose con dificultad, atada a esa camilla en pocisión vertical. Al verla sufrir así, sintió la rabia suficiente para lanzarse a Allen, quién sin dudarlo, disparó. ella gritó horrorizada al ver que corría sangre de la pierna de Sherlock, pero se calló al ver que eso no fué un impedimento para que atacáse.  Se movía desesperada, intentaba salir, pero le era imposible. Sherlock se encontraba con las manos sobre el cuello de Charles, en eso, salió Daniel, Jane abrió la boca para gritar, cuándo una bala le perforó el estómago. Apenas soltó un leve grito del dolor, llamó la atención de Sherlock, quién sintió su respiración cortarse. Estaba muriendo. Jane, con todas sus fuerzas gritó.

— ¡Detrás de tí! 

Sherlock tomó el cuerpo aún vivo y moviéndose de Charles y lo colocó encima de él, por lo que el cuchillo que Daniel Allen quería clavarle, terminó encajado en su hermano. Charles cayó muerto encima de Sherlock. Daniel cayó al piso de rodillas, y en ese preciso momento, Lestrade y su equipo entraron a la habitación. Dos hombres le quitaron el cuerpo de encima a Sherlock, quién salió disparado hacia Jane. 

— J-jane, mírame. Mírame a mí. Vamos. No cierres los ojos, por favor... 

— Sherlock...— dijo ella, débilmente. 

— Si, soy yo...Estás a salvo ya.

Jane intentó decir algo, pero lo único que logró soltar fué un largo suspiro. Sherlock sintió un terror inmenso recorrer su cuerpo cuándo vió la cabeza de Jane caer a un lado. Con mucho esfuerzo se puso de pie y comenzó a gritar. 

— ¡DOCTOR! ¡POR FAVOR! ¡AYUDADME, POR AQUÍ! 

Lestrade dirigió su mirada a Sherlock, y al instante vió a Jane, mandó a unos hombres a por ellos. No había tiempo para desatar a Jennifer de la camilla, por lo que la metieron junto con ella a la ambulancia. Sherlock iba junto a ella en otra camilla, mirándola fijamente. 

— No puedes morir...No puedes dejarme ahora, Jane...— susurró él. 

(...) 

Finalmente llegaron al hospital. Los trasladaron a urgencias, y en la misma sala, comenzaron a operarlos. A Sherlock debían anestesiarlo y meter unas pinzas para poder sacar la bala dentro de su muslo.

— ¡No! Sin anestesia...

— Pero, señor...

— ¡QUE NO! ¡No puedo estar dormido cuando despierte!

Lestrade asintió con la cabeza, ordenándole a la enfermera que siguiera sus instrucciones. 

— Ésto le va a doler, señor. 

Y definitivamente, así era. Sherlock sintió el frío metal entrar en su pierna, rozar sus músculos y sus arterias, pero hacía tiempo que podía controlar dolores así, y más aún con una razón. A un lado, Jane se encontraba conectada a varios aparatos. Sherlock sólo veía sangre proviniente de ella, y eso le aterraba. Pero le aterraba más no poder verla. Le aterraba más no haberse despedido...

(...)

Sherlock ya estaba estable, por lo que podía andar con muletas. Pero, Jane seguía en el quirófano, había mucho que hacer con ella. La bala se encontraba entre dos vasos sanguíneos que si reventaban, provocaría una muerte por desangre, y el cuchillo estaba atorado entre los huesos de la clavícula, el filo rozaba con la vena aorta, la que estaba conectada al corazón...Los latidos del monitor cardiaco eran cada vez más rápidos. Sherlock ya sabía que significaba, por lo que entró a la sala rápidamente. Muchos intentaron detenerle, pero no lo lograron. Se paró al lado de Jane y tomó su mano mientras veía el Monitor. Los latidos estaban demasiado acelerados...

Y dejaron de sonar. 

Los latidos pararon en cuestión de un segundo. 

Todos los presentes se dieron la vuelta y suspiraron, otros lloraron, otros sólo moquearon. Sherlock aún sujetaba la mano sin fuerza de Jane...Se arrodilló a su lado y comenzó a llorar. Por primera vez en la vida, Lestrade había visto llorar a Sherlock Holmes. Todos estaban conmocionados por la escena. Sherlock se acercó a ella y...la besó. 

Ambos cumplieron su más anhelado deseo, pero sólo uno era conciente de ello. 

Finalmente, Sherlock se separó y salió de la habitación. En cuánto pisó la sala de espera, cayó al piso de rodillas.

— ¡NOOOOOOO! — dijo golpeando el suelo — ¡ELLA NO DEBÍA MORIR! ¡NO, NO, NO! ¡TENÉIS QUE AYUDARLA! 

Janese encontraba hundida en su mente mientras Sherlock sentía el peor dolor de su vida. Le faltaban unos pocos segundos para alcanzar aquella luz de las que todos hablaban, pero aquella voz la detuvo. Aquel hombre emitió un sonido de negación, y la luz desapareció. 

No...Aún no, Jane...Aún te queda un caso por resolver.  

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