¡Maldito Derek! Me había dejado convencer por él. Mis padres murieron en un accidente, dejándome huérfana, me vino con el? cuentito de que la mordida es un regalo y ahora era su maldita beta. Sabía que no había vuelta atrás y que si quería aprender a controlarme tenía que quedarme a su lado.
Lo espere en aquel sótano donde estaba él vagón abandonado, pero no apareció solo. Una rubia, un chico de tez oscura y un pálido lindo estaban a su lado.
-Chicos ella es _____, ______ ellos son Erika, Boyd y Isaac -Nos presentó Derek y no hice mas que asentir, después de lo de los padres me costaba mostrar emociones o confiar en las personas.
-¿Acaso no hablas? -preguntó la rubia en tono burlón y la fulminé con la mirada.
-Yo no haría eso -advirtió Derek cruzándose de brazos, había sido testigo de mi temperamento cuando llegaba a enojarme.
-No creo que pueda ser tan mala -dijo Isaac y solo rodé los ojos, no me conocía en lo absoluto.
-Vamos bonita, solo unas palabras -bromeó Erika, haciéndome enojar, era de perder fácil la paciencia.
-Callate antes que te desgarre la garganta -espeté y saque las garras con agilidad.
-¿Lo dominaste? -preguntó Isaac sorprendido.
-Si, sólo me falta la luna llena -me encogí de hombros.
-Genial -comentó Isaac sonriéndome de lado e imité su acción.
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