Capítulo 04
Regresamos a la habitación después de algunos minutos, apenas había tocado la ensalada y mi té estaba casi lleno. ¿Cómo podría pensar en mí cuando mi hijo estaba hospitalizado? Otra vez.
Cuando entramos a la sala de espera, escuché mi nombre. Al mirar, vi a una mujer rubia, muy hermosa, joven de unos grandes y hermosos ojos verdes. Caminó hacia mí y me abrazo.
-¿Cómo sigue el enano?
-Estable, gracias por venir Charlotte.
-¿Dónde más podría estar? Sabes que adoro a ese mocoso.
-¿Hablaste con Richard?
-Sí. Intentó venir antes, pero su hija tuvo un accidente.
-¿Es algo grave?
-No. Al parecer solo fue una fractura de su brazo. Estará aquí mañana a primera hora. ¿Quieres que me quede para que vayas a descansar?
-Sabes que no iré a ningún lado.
-Lo sabía. Por eso, pasé a tu departamento y te traje algunas cosas. Víctor me dijo que solo trajiste cosas de Teddy, así que –dijo abriendo una pequeña mochila- un par de jeans, una sudadera y todo para que no pasas frío.
-Gracias Charlotte.
-¿Qué harías sin mí?
-Nada. Eres la mejor.
-Lo sé. Vamos, quiero ver a ese mocoso antes de que se despierte. No le digas que vine. Va a creer que me importa.
-Te importa.
-Pues sí. Pero tu hijo se la pasa molestándome, ¿Sabías que no puedo usar tacones por su culpa? ¡La última vez me pego en mi pie tan fuerte que no puedo usar mis amados zapatos!
-¿Te das cuenta que peleas con un niño de tres años?
-Físicamente tendrá tres años pero mentalmente parece un adolescente. ¡Se la pasa molestándome Ana! ¡Me dijo que era una solterona! ¡Solo tengo 23 años!
-A veces siento que tengo dos hijos en lugar de uno. – por primera vez en todo el día, sonreí, Charlotte era mi asistente personal, había estado conmigo desde hace dos años y era una de las pocas personas que sabían de mi hijo. A pesar del comportamiento infantil que tenía cuando estaba cerca de Teddy, era una mujer muy audaz. Si no fuera por ella y por Kate, y por las constantes amenazas que las dos hacían a los reporteros y paparazis, todos los periódicos estarían llenos de fotos de mi hijo.
Al entrar a la habitación Grace y Carrick estaban sentados junto a mi bebe.
-No ha despertado querida. ¿Comiste algo?
-No.
-Lo imagine, pero querida debes comer, ¿Acaso quieres que tu hijo te vea así? –Pregunto Grace- Te ha estado llamando en sueños.
Me acerque y bese su frente. Sentí algo cálido en mis hombros, Víctor me ponía una manta en los hombros. Pude ver la mirada llena de odio de Christian, pero no me importo. Víctor era como un tío para mi bebe, Teddy lo llamaba tío Vito, él y su esposa eran personas de mi entera confianza, y en ocasiones, cuando Andrea no podía cuidar a mi bebe, ellos lo hacían. Y a mi hijo le encantaba quedarse con ellos, no solo por el gran cariño que el matrimonio profesaba por mí bebe, sino porque la esposa de Víctor era una gran repostera y mi hijo adoraba sus postres. En una ocasión, recuerdo llegar antes de lo planeado de un viaje y encontrarlo picando un gran pastel de bodas que tenían que entregar, el nombre del novio estaba cambiado, decía “Amber y Luke”, en lugar de “Amber y Duke” después nos enteramos que Luke era el exnovio de la novia y se armó un escándalo en plena recepción.
Ese era mi bebe. Un niño como cualquier otro. Le gustaba jugar soccer, veía caricaturas y se reía de las cosas más absurdas. Pero sobre todo, era un niño muy celoso. No soportaba que ningún hombre que no fuera mi padre, José, Víctor o mi jefe Kevin se acerque a mí. Hace seis meses, trabaje con un autor, en un ocasión tuvimos que trabajar hasta tarde y al no querer dejar solo a mi hijo, terminamos trabajando en la sala de mi departamento. En cuanto Teddy lo vio, le empezó a hacer preguntas, Kate las llama, “Preguntas odiosas”, ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? Simplemente lo desesperó y se marchó. Al final, terminamos comunicándonos por correo y por chats. De tal palo tal astilla.
Pero ahora, ¿Qué se supone que voy a hacer? ¿Cómo le digo a mi bebe quien es Christian? Conociéndolo, no le va hacer mucha gracia que él esté aquí. Lo pude ver en su mirada cuando lo vio por primera vez. Desconfianza. Pero ahora eso no importaba, solo podía esperar a que mi bebe se recuperará y después buscaría la mejor forma de afrontar lo que se venía.
A la mañana siguiente, Richard llegó y reviso a mi bebe y salió de la habitación. Cuando el reloj marcó las ocho tocaron la puerta. Luke entró y le dijo algo a Christian, que había permanecido conmigo toda la noche, manteniendo su distancia. Ocho y treinta la puerta se volvió a abrir. Ocho cuarenta y cinco, por tercera vez escuche el sonido de unos pasos entrar a la habitación, para ese momento estaba muy despierta. Recostada junto a la cama de mi bebe, sosteniendo su pequeña manita. Nueve de la mañana. La puerta se abrió violentamente. Levanté la mirada y vi a Kate entrando dando pasos agigantados hacia Christian.
-¿Tienes la menor idea de lo que acabas de provocar idiota? –le grito, Christian se levantó furioso.
-¿De qué demonios hablas Kate? ¡Y no grites! Mi hijo está descansando.
Por algunos segundos, los dos se fulminaron son la mirada. ¡Dios! ¡Si las miradas mataran! Kate estaba roja, furiosa y él no se quedaba atrás. La mandíbula de Christian temblaba, era como ver un duelo de titanes.
Kate lo dejo y caminó hacia donde estaba yo observando el espectáculo. Intentó tranquilizarse dando varias vueltas alrededor de la habitación, respirando, la puerta se volvió a abrir. Charlotte entró hecha una furia. Caminó directamente a mí.
-Ana. Roger esta abajo. ¡Todo se fue a la mierda!
Mire a Kate, solo asintió. Sentí como mi sangre se volvió hielo. Me sentí mareada, pero no por miedo.
Odio.
Coraje.
Rabia.
Los peores sentimientos empezaron a consumirme.
Hace tres años había nacido una mujer diferente dentro de mí. Una mujer que haría lo que fuera por mantener a su hijo a salvo. Nunca había entendido a mi madre cuando decía, “Instinto maternal” pero ahora lo sabía.
Durante dos años, mi vida privada era lo más importante. La seguridad de mi hijo era lo primero. Cuando acepte trabajar como editora en jefe, la vida pública se volvió una parte importante de mi vida. Los paparazis, las revistas, todo eso. Una vida simple y vacía. Peligrosa. Donde las apariencias son lo primordial. Y en los dos últimos años, he visto cientos de familias desmoronarse gracias a esta vida. Pero eso no me ocurriría a mí.
Hace dos años. Durante una fiesta privada. Entre tantas entrevistas. Un hombre se acercó a mí. Un hombre que pasaría desapercibido. Algo común y corriente. De pronto. Me miró y abrió su maldita boca.
-Señorita Steel, ¿Nos podría hablar de la relación que mantuvo con él señor Christian Grey?
-¿Disculpe? –fue lo único que pude pronunciar. Todos los reportes se me fueron encima preguntando por Christian, durante semanas fue de lo único que se habló. En ese momento, recuerdo haber enviado un correo al padre de mi hijo, quien en varias ocasiones me llamaba y me buscaba, en ese momento, corte toda comunicación con él. Y el hizo lo mismo.
Nunca supe el cómo ni el por qué. Pero después de algunas semanas. Roger se obsesionó conmigo y la vida que tan celosamente protegía, consiguió la foto que nos tomaron durante mi ceremonia de clausura y la publicó en todos las revistas. Kate se encargó de frenarlo y callarlo por algún tiempo. Y ahora él estaba aquí.
Mire a mi bebe. Nadie le iba a hacer daño.
-¡Víctor! –Fue lo único que pude vocalizar, el hombre entró seguido por Taylor y Luke- Roger está en la recepción, sin importar lo que pase. No permitas que suba.
-Ana –Decía Kate mientras intentaba respirar -Roger vio a Mía entrar al hospital. Y en cuanto nos vio a Elliot y a mí, se volvió loco
-Eso comprueba las sospechas que siempre ha tenido – intervino Charlotte.
-¡Aahh! ¡Y todo por tu maldita culpa Christian! ¿Tienes la menor idea de lo que nos ha costado mantener a Teddy en el anonimato? –Gritó mi amiga, la mirada del padre de mi hijo era de un desconcierto total-
-¿Quién mierda es Roger? –preguntó Christian.
-Roger es un paparazi que ha investigado la vida de Ana desde el momento en que la nombraron editora en jefe, el cree que de alguna forma logro conseguir en un año lo que les toma una eternidad a muchos –decía Charlotte mientras miraba a Christian como si quisiera matarlo- En cuanto encontró una foto tuya y de Ana, se obsesionó con la idea de que tú tuviste algo que ver con el ascenso de Ana. Poco después nos enteramos que su hermano compitió por el mismo puesto, y al perderlo por una mujer joven y sin experiencia, su hermano empezó a tener varios problemas económicos y empezó a culpar a Ana.
-¡Eso es estúpido! –Grito Christian-
-Para él no lo es. Cree que de alguna forma, tú lograste posicionarme en el puesto que tengo.
-Ana. No te preocupes. Yo me encargaré de ese hombre. Ya me tiene harto. –dijo Víctor y salió de la habitación.
-Charlotte, llama a Kevin, tengo que hablar con él
-Si Ana –sacó su teléfono y salió de la habitación.
Yo era quien era por mi esfuerzo, por las noches en vela que dedique a mi trabajo. Todo lo habría logrado yo. Con las gotas de mi sudor. Nunca necesite a nadie para lograrlo. Y nadie me quitaría lo que ahora era mío. La intromisión de Christian en mi vida, significaba muchas cosas. Y esta era una de ellas. Roger no descansaría hasta destruir mi carrera, y se llevaría mi tranquila vida entre las patas. Pero eso no lo iba a permitir. Y estaba muy segura que él tampoco lo permitiría. Muchas cosas nos alejaron, no muchas, una en particular, pero a pesar de todo. Ahora los dos teníamos una cosa que amábamos más que nada. Y estaba segura de ello. La forma cariñosa y protectora con la que Christian veía a nuestro hijo me lo confirmaba. La vida de nuestro hijo estaba antes que cualquier otra cosa. Incluso antes que nosotros.