LA EMPERATRIZ DE NUEVA YORK

By AlejandraEstherDiaz

3K 157 68

 ¿Qué hacer cuando un caprichoso quiere hacer valer su ley a sangre y fuego, sin importarle los sentimie... More

Capitulo 1. El testamento.
Capitulo 2. La propuesta.
Capitulo 3. Nuevos Horizontes.
Capitulo 4. El inicio de un engaño.
Capitulo 5. Un nuevo empleo.
Capitulo 6. La Navidad más triste.
Capitulo 7. Entre la vida y la muerte.
Capitulo 8. Una decisión dolorosa.
Capítulo 9. Aprendizaje.
CAPITULO 10. TRAVESÍA SENTIMENTAL
Capitulo 10. Error Afortunado.
CAPITULO 11 SECRETAS INTENCIONES.
CAPITULO 12 QUINCE AÑOS DESPUÉS.
Capitulo 13. Una Declaración Inesperada.
Capítulo 15. Noche de Insomnio.
Capìtulo 16. Pesadilla en la calle 12.
Capitulo 17. Un trabajo sucio.
Capitulo 18. Se acerca la hora de la verdad.
Capítulo 19. En la boca del lobo.
Capitulo 20. Decisiones.
Capítulo 21. Una sola palabra
Capítulo 22. Reencuentro con el pasado.
Capítulo 23. La Navidad que cambió todo.
Capitulo 24. Adòpteme, por favor.
Capitulo 25. El Nacimiento de una emperatriz

EPILOGO

142 5 16
By AlejandraEstherDiaz



Cinco de enero, cuatro y media de la madrugada. Todas se levantaron para arreglar sus maletas. Unas partían solas y otras, en pareja. Rhiannon partía para Hong Kong, junto a su esposo, hermana y cuñado.

—Parece cosa de ayer que vinimos a este país a cumplir con la misión de ayudar a sacar al dictador del poder. —suspiró — Hoy, partimos con la certeza del deber cumplido. Ellas dejaron sangre, alma y corazón en esa lucha.

—Algunas se quedan, tienen cosas pendientes por terminar. Tendrán una dura brega por delante. Habrá gente que las criticará por haberse puesto contra él.

—Y por haber ayudado al invasor. No les toca un camino fácil, precisamente. —expresó Maryland.

—Ojala tengan buena suerte. —replicó Ian. —Son mujeres valientes, que cualquier hombre desearía tener a su lado como esposa y compañera.

—Apreciación de dirigente enamorado —rió Edghill, con socarronería, —viejo zorro, te saliste con la tuya.

—Después de quince años, al fin la tengo en mis brazos. Mi esposa, mi mujer —la beso suavemente en la mejilla, Rhiannon rió complacida.

—El siete de enero es la lectura de testamento de Miodrag. Haremos una escala de cinco días en Nueva York, para atender ese asunto. No sé como lo tome ella, solo vio a Stuart una vez. —expreso Edghill con aprehensión.

—En las elecciones, cuando vino con la comitiva del ex presidente. Y la experiencia no fue muy buena, intentó coquetearle para ver si ella era de las que se iba con cualquiera. —recordó Maryland con humor.

—Y se dio la estrellada de su vida. Magdalena se sabe dar a respetar. Y respetó a Miodrag hasta el final. —replicó María Alejandra, que iba junto a Callum, su esposo.

—Lo sabemos, estuviste presente cuando se encontraron. Como buen marine, no podia dejar pasar una mujer bella sin intentar conquistarla. Se llevó un chasco cuando vio que no todas son iguales a las que acostumbraba.

—Ahora que es casi viuda de Miodrag, no dudo que no intente acercarse, ya que su hermano no está. —acotó Maxi. —Y seguro usara todos sus métodos para que ella se fije en él.

—Lo que seguramente logrará, si su difunto hermano era guapo, me imagino que él será impresionante.

—Lo único que Miodrag usaba bigotes, el cabello un poco más largo que él, y tenía los ojos azules, este los tiene verdes, y usa barba candado. El cabello más corto, casi como los soldados.

—Eso sí recuerdo, es un hombre atractivo e interesante. Como todos los de su tipo. Muchas quedaron babeando al verlo, otras se pusieron tontas cuando sonrió.

—No era para menos, si el difunto era impresionantemente varonil y atractivo, este no se queda atrás. Magdalena la va a tener difícil.

Ella escuchaba los comentarios sin prestar mucha atención, ensimismada en los recuerdos que llegaban a su mente. Y lo que enfrentaría cuando llegara a la Gran Manzana.

Llegaron al aeropuerto de la base. Los aviones estaban preparados y en espera de sus ocupantes. Unos iban a Los Ángeles, California. Otros a Washington y Florida. Eran diez aviones. Cada uno con cuarenta y seis tripulantes.

—Llegó el momento de la despedida. Algo que todas temían, por sus asignaciones, un par se va a hacer estudios de maestría a España, Francia e Italia.

—Magdalena, cuídate mucho. Ya sabes que viajo a Inglaterra. —dijo María Alejandra abrazando apretadamente a su amiga. —Siento que las cosas hubieran terminado así.

—Amiga, aunque estemos lejos, nuestra amistad es indestructible. —dijo mirándola con cariño. —Envíame tu dirección cuando te establezcas, para escribirte.

Callum temía que ella por lealtad decidiera no irse con él. Una decisión así, los destrozaría a los dos. Intentó permanecer tranquilo, aunque no lo estaba.

—Amiga, se dichosa, tienes a tu lado al amor de tu vida, eres su esposa, no sacrifiques tu destino por amistad y lealtad. Yo estaré bien.

—Te escribiré apenas me instale, me llevan a Edimburgo, Escocia. Cuídate mucho, por favor —, la abrazó apretadamente entre lágrimas.

Y caminó del brazo de su esposo hacia el avión que les esperaba para hacer escala primero en Atlanta para luego seguir ruta hacia Londres. Magdalena suspiró. No era buena para despedirse, había llorado mucho al despedirse de tantas amigas que compartieron dudas y angustias.

—Ya nos toca abordar el avión, vamos. —Maryland se levantó de su asiento en la sala de espera, mientras se acercaba al counter de la aduana que le daba el tiquete con el número que tenían las maletas de ella y de Magdalena.

—Me siento extraña por dejar así mi patria. Sea como sea, aquí nací. Dejo una familia que si bien sé que no me quiere, igual es mi familia.

—Ellos tomaron la decisión de alejarte de ellos. No te sientas mal, intentaste ayudarlos y lo que hicieron fue rechazarte. Ahora, aunque quieran retractarse, no podrán hacerlo.

Al subir al avión, Magdalena se volvió a mirar por última vez ese Panamá que tanto amaba, donde dejaba tantos recuerdos, buenos y malos. Una patria a la que siempre amaría, no importando lo lejos que tuviera que ir.

—Tengo que dejarte, patria amada. Dejo parte de mi vida, recuerdos y alma. No sé cuando vuelva, si es que puedo regresar sin peligro de daños a mi vida y a seres que amo. Que el sacrificio que hemos hecho entre todas no sea en vano.

Y entro en el avión, eran las ultimas en abordar. Harían una escala en Nueva York para dejar a las que se quedaban allí, el resto iría a Massachusetts, donde las esperaban nuevos retos. Los primeros cinco aviones, despegaban de suelo panameño.

*****

En Nueva York, un hombre con anteojos oscuros, abrigo largo de lana y bufanda, se dirigía a una barbería. Era rubio, llevaba el cabello un poco más largo de lo habitual, barba crecida y bigote. Iba por un cambio total. Nadie creería que era el multimillonario Miodrag Steinberg, cuya muerte se había anunciado hacia tres semanas.

Entró, el lugar por ser exclusivo para hombres de negocios, agentes del FBI, del Tesoro, funcionarios de los diversos estamentos gubernamentales asistían al lugar a mejorar un poco su apariencia y consentirse. Un templo al buen gusto y al sibaritismo varonil.

Uno de los barberos, se acercó para atenderlo. Él le indico como debía cortarle el cabello. Después le indicaría como afeitarlo de tal modo que no le quitara ni los bigotes ni tampoco parte de la barba.

El barbero se dedicó a realizar el corte que el cliente le solicitaba. No hubiera creído nunca que le estaba cortando el cabello a un muerto. Y menos a un fantasma.

El rubio cabello iba cayendo conforme el barbero cortaba. El hombre cerró los ojos, una parte de su vida se iba en cada mechón de cabello. Era necesario, para sus fines debía cambiar de apariencia. No solo se lo debía a sí mismo, si no a ella.

Al terminar su labor, el barbero le acercó el espejo. La imagen de un hombre muy apuesto, con el rubio cabello corto casi al estilo de la Marina, se reflejó en el espejo.

—Excelente —, replicó complacido al ver su imagen. —Ahora necesito que me arregle el bigote y la barba, la quiero estilo candado. Acorde con el corte de cabello, cuidado y elegante.

—Como ordene, señor —respondió el barbero, aprestándose a arreglarlo tal como deseaba. Una leve sospecha de quien podía tratarse, se filtro en la mente del fígaro, pero prefirió guardársela para sí. Nadie le creería que estaba peluqueando a un fantasma.

Unos minutos después, el peluquero le acerca el espejo. La imagen lo complace, unas lentillas con el tono adecuado para cambiar sus verdes ojos a azules, seria idéntico a su hermano.

—Excelente —, sonrió complacido al ver su imagen. La copia carbón de su hermano gemelo, excepto por el color de los ojos.

—Me place que le haya gustado, señor —, replicó el fígaro —por cierto, me recuerda a alguien conocido.

—Sí, mi hermano —dijo el hombre con gesto apesadumbrado. —Fallecio hace dos semanas, he tenido que hacerme cargo de todas sus cosas. El siete se abre el testamento, estará presente su prometida. Ni tuvo tiempo de casarse.

—Lo siento, señor —, se detuvo por qué no sabía si era la misma persona que pensaba. El replicó sencillamente, —Stuart Steinberg, mi hermano es Miodrag, quien falleció en el cumplimiento del deber.

—Sintiendo mucho su pérdida, señor, ya sabía que le conocía de algo, pero no sabía de dónde. Disculpe mi imprudencia.

—No se preocupe, usted no me conoce, acabo de llegar de una misión en Medio Oriente, necesitaba asearme, cortarme el cabello, afeitarme y comprar ropa apropiada para lo del día miércoles.

—Ha quedado muy bien, señor. Para una ceremonia de ese tipo, está usted elegante.

El trabajo le salió por casi cincuenta dólares, luego pasó a una de las exclusivas tiendas de ropa para caballero. Bloomingdale's era una de las más afamadas del ramo. Tanto que allí conseguía no solo ropa formal y tuxedos, sino ropa casual y deportiva.

Debía conseguir ropa para el día que volviera a ver a su princesa, por dentro, los nervios lo dominaban. Y si lo que hizo, salía mal pese a todo lo realizado. No quería ni pensar en eso.

No demoró, eligió corbatas, vestidos enteros, camisas, correas, pañuelos, paso por la perfumería buscando la colonia que usaba su hermano para adquirirla. Faltaban los zapatos. El elegía botas cortas pero elegantes.

Luego de hacer las compras necesarias, regreso a su penthouse. Nunca le pareció tan solitario como hasta ese día. Aquello lo sobrecogió de nostalgia y pena. Empezó a ordenar la ropa que adquirió, se dio una ducha caliente y luego se sirvió una copa de cognac.

—El siete la vuelvo a ver, no sé si pueda fingir ser Stuart frente a ella.—reflexionaba mientras bebía el cálido licor. —Pero mi caracterización debe ser perfecta, solo así podré protegerla.

Fue a la terraza del penthouse, que tenía una piscina donde muchas veces retozó íntimamente con la elegida de ese momento. Esta noche, estaba quieta. Las azules aguas reflejaban el brillo de una luna de invierno. En su mente la imagen de ella con su traje de baño que usaba en el comando, él rodeando su cintura con los brazos, apretándola entre el borde de la piscina y su cuerpo, besándola apasionadamente.

Sacudió la cabeza, estaba soñando nuevamente. La soledad, el apagado sonido de los copos de nieve estrellándose contra el vidrio polarizado de la ventana que protegía la piscina, era lo único que lo acompañaba.

—Un largo camino, para tenerte en mi vida definitivamente. —suspiró. —Me duele tener que esconderme y esconder a mi hermano. Lo hago para que pueda sanar y recuperar su vida como hombre, antes de volver a su trabajo. Y por ella, para que sus enemigos no la alcanzaran.

Cerró la puerta que daba a la terraza. La tristeza le embargaba el alma, pero debía ser fuerte, si quería lograr su propósito. El teléfono sonó.

—¿Oigo? —respondió carraspeando, no quería que supieran que se había dejado llevar por los sentimientos y la nostalgia.

—Miodrag, soy Linus. Estoy en el vestíbulo del edificio. —se escuchó la voz de un hombre de unos sesenta y cinco años de edad. —¿Estas solo o acompañado?

—Solo, Linus. —respondió enfático. No llevaría nunca más a otra mujer a ese lugar. La única que merecía estar ahí con él era Magdalena, pero no como una conquista más del momento. Ella entraría allí como propietaria, dueña y señora.

—Eso quiere decir que puedo subir. —replicó la voz por la línea. — Ábreme el portón, necesito hablar contigo.

Un sonido sordo en el portón le avisó que podía pasar. Ingresó al edificio, entro en el elevador que lo conduciría al piso veinticuatro, donde estaba el penthouse, unos minutos después, Miodrag le abría la puerta.

—Tienes mal semblante, pese a que te cortaste el cabello y afeitaste. Y sigo sin entender el por qué de todo esto. —dijo Linus, mirándolo con expresión preocupada. —Si quieres a esa muchacha, trágate el miedo y el orgullo y búscala. No permitas que una desconocida, te aleje de la mujer que amas.

—La matarán si me acerco a ella. Me lo advirtió claramente, ella odia a las chicas que fueron parte de Alas Delta, ignoro por qué. —levantó la vista. —He de descubrirlo y llevarla a las autoridades.

—En realidad no te dio un motivo de peso, odia a la chica sencillamente, porque le cae mal o le recuerda a alguien de su pasado. Y lo de las otras muchachas tampoco tiene motivo alguno, como no sea alguna venganza particular.

—Yo intenté sacarle el motivo, pero me dijo que eso no era cosa que me importaba. Que me limitara a obedecer y no a cuestionar su proceder.

—Una mujer con una manera muy particular de callarle la boca a sus enemigos. Y a todo el que la contraríe.

—Tengo entendido que por ahora, será intocable. Es legisladora, al subir el gobierno elegido en las elecciones del año pasado, tendría que hacer algo extraordinario para quitarle el fuero y las prerrogativas funcionales que impiden que se le abra causa civil y penal.

—Si vas a continuar con esto, tendrás que hacerlo con sumo cuidado. Ya viste lo que le paso a tu hermano. Y no estás exento de una situación así. —se acerco al ancho ventanal. —Nunca he reprochado tus conquistas y el modo como manejas tus asuntos amorosos. Ahora, me he tomado la libertad de aconsejarte, porque te veo sufriendo por un amor de verdad.

—Esto lo hago por Stuart, para que sane sus heridas tanto físicas como emocionales, lo ocurrido no puede tomarse a la ligera. Se a lo que me expongo —se pasó la mano por la cabeza —, lo que le pasó a él puede ocurrirme o quizás algo mucho peor. A mí que me pase lo que sea, pero a ella no.

Linus miró al hombre que estaba frente a él, dentro de casi veinticuatro horas, se encontraría nuevamente con el amor de su vida. Y no debía, dar a entender quien era en realidad.

—Mañana en la mañana voy a buscar los lentes de contacto. Pasado mañana la veré. Me siento nervioso, casi un mes sin verla, para reencontrarme con ella fingiendo ser otra persona.

—No tienes que pasar por esto, si estuviera en tu situación, me arriesgo, voy a esperarla en el aeropuerto, le digo la verdad, me la llevo a una isla desierta en el Caribe donde haya un juez y un sacerdote y me caso. Después de la luna de miel, lleno este lugar de guardaespaldas.

Miodrag sonrió comprensivo, Linus era amigo de su padre, desde la segunda guerra mundial, él y Jonás, su abogado, eran para él como si fuera la presencia de su padre.

—Si fuera tan fácil, —se quejó con desaliento. —Si tan solo pudiera descubrir la razón de su odio por las chicas Alas Delta. Me temo que es algo más que el simple caer mal por ser una mujer distinta al resto.

—Por lo que me has dicho, la mayoría de tus sospechas se van por el hecho de que los verdaderos padres tuvieron algún tipo de vínculo con la misteriosa enmascarada, vinculo laboral, más bien.

—Esto desafía todos mis métodos de investigación. Y todos los años de experiencia como agente secreto. Me siento desnudo ante la maldad.

—Me temo que en esta cruzada no vas a estar solo. Muchos de los que fueron asignaciones de esas chicas estarán en las mismas que tú. Tendrán las mismas interrogantes en su cabeza.

—No es un consuelo, cuando tengo que alejarme de la única mujer que me ha importado de verdad. Herirla sin querer, por causa de un error de años antes. —Expresó —, engañarla cuando se han burlado tanto de sus sentimientos.

—No la creo tan inflexible cuando se entere. Le dolerá enterarse, pero si te ama de verdad, comprenderá y te justificará. Es una buena mujer, si me guio por la descripción que me das. Lo demás lo sabré cuando la vea en persona.

—La adorarás, es una buena chica a la que hicieron pasar por un infierno. Ha sabido salir de él de la mejor manera, sin perder su bondad, su manera de ser ni su humildad.

—Tengo que dejarte, Miodrag, por favor, piensa en lo que te dije. No permitas que otros dicten lo que debes hacer o no con tu vida. —se encamino a la puerta. —Descansa, mañana tendrás un dia pesado. Necesitas estar en total dominio de ti.

Y salio, cerrando la puerta, el hombre termino de beber el cognac que se había servido y se dirigió a su cuarto a tomar una ducha. De ahí se acostaría inmediatamente. Necesitaba dar reposo a su cuerpo, pero sobre todo, a su mente.

******

En Panamá, el parque de la Asamblea Legislativa estaba engalanado, con las banderas de todos los partidos políticos, pese a que todavía estaban presentes en las calles las botas, los tanques y los vehículos militares norteamericanos.

Los legisladores elegidos por el pueblo en las elecciones pasadas, se aprestaban a ocupar sus curules. Entre ellos estaba una figura conocida, pero no menos siniestra. La legisladora de la república Edeltraud Walgreen de Arosemena.

Con su inmaculado traje sastre blanco, y la banda tricolor cruzándola desde el hombro derecho a la cadera izquierda, se veía imponente. Nadie podría imaginar que tras esa imagen nítida y en apariencia comprometida con la transparencia en los asuntos políticos escondía un ser lleno de rencor, odio y saña con la gente humilde y menos afortunada.

Respiró profundamente y sonrió con cinismo y satisfacción. Lo ocurrido sirvió para adelantar dramáticamente sus fines. La invasión que para algunos fue un acto entreguista y rastrero, para otros era una liberación y el regreso de una democracia que añoraban, se había convertido en una aliada incondicional.

—Estoy libre de toda sospecha, nadie sabrá el paradero de los hijos de mis subordinados, a los que despedí. Nunca sabrán cual fue su destino final. Me las arreglé para dejarlos en manos de quienes labrarían poco a poco su desdicha y los convertirían en lacras sociales. Y si se llega a investigar, no podrán hacer nada porque soy intocable, el fuero electoral me cubre de cualquier investigación y posible encausamiento penal y civil. —Reflexionó — Los empleados de mi oficina legislativa, conocerán las nuevas directrices. No se tolerarán errores. Y tendré informantes que me digan todo lo que hagan, fuera y dentro del despacho. Me asegurare de que obedezcan por medio de sus familiares. A ninguno le gustara encontrar muerta a su esposa, madre o novia. Y los que tienen familia, sabrán que incluso sus hijos pagarán caro sus errores.

Una sonrisa satánica de quien se sabe invencible curvo su boca e hizo brillar los pequeños ojillos de rata que tenia. Nada ni nadie la detendría, su secreto estaría seguro. Pensó en el nórdico y en la chica que había escapado a su venganza. Ya tendría tiempo de ocuparse de ambos. Mientras él obedeciera, su amiguita continuaría con vida.

Una llamada la sorprendió. Era el momento de entrar a ocupar su escaño en el hemiciclo legislativo, con paso ágil, elástico, casi de ganso, como lo hacían sus lejanos antepasados nazis caminó hacia el interior del Palacio.

En ese momento hacia su entrada el Presidente de la Republica, acompañado de sus compañeros de fórmula política. Un momento de gloria y triunfo, hecho para ser escrito en los anales de la historia panameña. Pese a las torturas que ella había sufrido al ser arrestada, que debieron atemperar sus rencores, los avivó increíblemente.

—Ahora, nada me detendrá para vengarme de todos los que aborrezco y odio, me hayan hecho algo o no. Convertiré sus vidas en un verdadero infierno que les hará maldecir el día que los parieron.

En las gradas de la sala donde se escenificaría la inauguración del primer periodo legislativo ya en democracia, estaban dos jóvenes observando con impotencia aquel espectáculo.

—De modo que esta vieja bruja se salió con la suya. —comentó Alejandra María, viéndola sonreír triunfante. —Que goce, esto no va a durarle toda la vida.

—Tanto que luchamos para que esto no resultara cierto. Me siento impotente y con ganas de retorcerle ese cuello de gallina vieja.

—Calma, Federico. Nosotros nos quedamos a terminar nuestras carreras pese a todo, enfrentando al qué dirán y a enemigos gratuitos que nos hemos ganado por no ser como el montón.

—Esto no va a durar toda la vida, recuerda el refrán. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.

—Calla, ya inician las notas del himno. —dijo Alejandra María escuchando los acordes de la famosa Banda Republicana, encargada de la música de los actos protocolares y de ceremonial del Estado. Ambos entonaron las notas de un himno marcial pero de profundo significado.

Al acabar, se inicio el primer discurso presidencial en democracia. Un discurso al que casi no le prestó atención. Sus ojos estaban puestos en la mujer que había dictado una sentencia de muerte sobre Magdalena.

—En estos momentos me gustaría tener un revolver para dispararle desde aquí en la cabeza. Esta mujer ha sido la causa de la desgracia de tantas compañeras nuestras.

—No voy a dejarte hacer eso, Federico. —Replicó Dianette, —tanto luchar para que te enfangues la vida matando a esa bruja. No seas torpe contigo mismo tirando por la borda una carrera que estás a punto de terminar.

El hombre bajó la cabeza ante el sereno señalamiento de su compañera. Ellos determinaron quedarse en Panamá para terminar la carrera. Ambos eran casi graduandos. Ella tenía una cuenta pendiente con la legisladora. Una prima suya estaba prófuga de la justicia, después de haber matado en defensa propia a una antigua colaboradora de ésta, que no contenta con quitarle a su pareja, mando a matar a su madre.

—Yo estoy interesada en que esta culebra pague por sus crímenes, pero por nada del mundo comprometería mi libertad y mi futuro por ella. Ya tendremos oportunidad de cobrar lo que nos debe.

Al terminar la ceremonia de instalación, inicio el discurso presidencial. Todos estaban en su papel. Un discurso vibrante, emotivo, a tono con el momento que vivían.

Después de la instalación de la asamblea, Alejandra María y Federico salieron lo más discretamente posible para evitar un posible encontronazo con la todopoderosa legisladora.

—Tendrá que pasar todo un período presidencial para poder entablar una demanda civil o una querella penal. Cuatro años intocable.

—Y si se reelige, serán ocho años o más. Este sistema en apariencia constitucional, da ganas de vomitar. —dijo Alejandra haciendo un gesto de asco —Y mientras tanto, mi prima prófuga, sin saber en qué momento caerá o en manos de los guerrilleros colombianos o los paramilitares.

—Valor, algún día demostrarás que tu prima actuó en defensa propia. Y que los maleantes son otros. Todavía nos falta un largo camino por recorrer.

Ya en las afueras de la Asamblea, pararon un taxi para ir hacia la residencia estudiantil en el área de San Felipe, en el Casco Viejo, se mantuvieron en silencio, para no identificarse y evitar confrontaciones. Ambos se sentían incómodos ante la gente, que parecía saber a qué se dedicaron antes de que los norteamericanos intervinieran.

Alejandra sentía que por doquiera la señalaban con el dedo, como traidora a su patria. Pese a que muchos estaban en contra de Noriega, sentía como era juzgada por tomar una decisión que le cambio la vida en muchos aspectos. Aquello significó renuncias a amistades, familia y hasta al hogar familiar. No se arrepentía. Ya estaba por graduarse, para no depender de la familia.

Una familia que no quería que siguiera estudiando, si no que consiguiera un empleo, se mal casara con un peor es nada y empezara a contribuir con el censo de población, de manos de un ruin egoísta que cree que las mujeres son solo objetos para ser vistos, no para ser escuchados ni apreciados.

Y no le dolió dejarlos. No iba a sacrificar sus sueños y metas a un grupo de gente conformista y dejada. Prefería seguir adelante sola, pese a la nostalgia y la tristeza, su madre, la única que la comprendía, murió de un cáncer linfático que se la llevo a la temprana edad de cuarenta y nueve años.

Federico perdió a su madre de la misma manera, un infarto fulminante se la llevo teniendo solo cincuenta y tres años. Su familia materna le dio la espalda, dado que todos estaban de parte del dictador. El sabia que como hombre debía dar la cara a la adversidad, no esconderse para rehuir lo que le tocaba de responsabilidad. Ahora le tocaba a él demostrar de qué madera estaba hecho.

—Espero que me toque tenerte de compañera de clase, —sonrió con cariño—, tendremos que apoyarnos el uno al otro en la dura lucha que nos espera.

—Se que nos tocara enfrentarnos a gente que va a señalarnos con el dedo, me llamaran gringuera, zorra, perra, y todos los epítetos ofensivos que existan para ofenderme como mujer y persona. Profesores que me harán la vida imposible y que desista de ser abogada, en fin, se que de todo habrá.

—A mí me llamarán traidor, cobarde, vende patria y hasta maricón me dirán. Yo ni les voy a hacer caso. Hice lo que mi corazón y mi conciencia me dictaron.

El taxi los dejo en su destino. El dormitorio para estudiantes que venían del Interior del país se encontraba al lado de la Iglesia San Francisco de Asis, en restauración por ser una de las iglesias más antiguas del Casco Viejo.

—Nuestro nuevo hogar, por ahora, hasta que encontremos uno cerca de la Universidad. No es tan lujoso como el que dejamos, pero hay que acostumbrarse.

—A luchar por ser buenos profesionales, nuestra patria lo reclama.

Y subieron la escalera para llegar a la oficina del dormitorio que regentaban los religiosos agustinos.

Continue Reading

You'll Also Like

18.9K 1.8K 28
Evil † Su mirada me da escalofríos, miedo, como si leyera mis pensamientos. Algo oscuro esconde en su mirada algo que no quiero saber. Ese hermoso h...
357K 56.9K 28
Seokjin y Jungkook están a cargo de un caso de asesinato. El multimillonario Kim SonJoon ha sido asesinado y todos su herederos son sospechosos. -Él...
69.8M 6.9M 49
[COMPLETADA] Una noche fue suficiente para cambiarlo todo, para destruirlo todo. Él acabó con mi familia, con todo lo que amo y por alguna razón me d...
410K 23.8K 36
Te ví por primera vez en una fotografía, quien diría, quien diría Anastasia que me enamoraría tan perdidamente de tí, que asesinaría a todas esas per...