NATASHA (P.D.V)
-¿Cuándo vas a comenzar el juego? he invertido mucho dinero en esta corporación como para que ahora me falles.
- Mi querida Regina, no tienes de qué preocuparte. El juego comenzará pronto, únicamente estoy colocando a los jugadores en sus respectivos puestos –Sonreí mientras cruzaba las piernas y la miraba fijamente.
- ¿Colocando a los jugadores? Natasha, han pasado dos meses desde que me reuní con Nicole y Maikel para anunciarles el juego y, a día de hoy, no he visto que haya habido ningún movimiento por tu parte. Estoy buscando venganza y he invertido mi dinero en esta idea, así qué... dime, ¿debo recuperar mi dinero e invertirlo en otro lado?
Solté una ligera risa.
-Mi querida Regina, no hay necesidad de ello. Está todo perfectamente controlado, y, aunque tú no hayas visto los movimientos, créeme, he hecho varios ya.
Pobre niña, ¿realmente crees que necesito tu dinero para conseguir lo que quiero? –Pensé sin apartar la mirada de ella. Estaba tan sedienta de venganza que ni siquiera veía cómo estaba jugando con ella. De la misma forma que había jugado en su momento con su padre.
-Me gustaría saber cuáles han sido esos movimientos.
Su tono prepotente me hizo entrecerrar los ojos hacia ella. ¿Por qué tantas preguntas? ¿Por qué tanta insistencia?
-Regina, ¿por qué simplemente no te relajas y confías en mí? Estamos en el mismo bando, pequeña. Tus intereses son los míos –Dije mientras me levantaba y me dirigía a servirle una copa.
-Últimamente no creo que nuestros intereses sean los mismos, creo que tú tienes tus propios intereses y me usas a mí como un medio para conseguirlos. No te confundas, Natasha. Puedo tener dieciocho años y no tener un padre poderoso que esté aquí para ayudarme, pero ahora soy una rica heredera y puedo tener a quién quiera a mis pies. Creo que lo mejor será que trabajes por y para mí y dejes de lado tus estúpidos deseos. Los míos van primero, ¿no crees?
Apreté fuertemente la copa que había llenado para ella y la observé salir del despacho antes de reventar la copa contra la pared.
-Maldita niñata de mierda –Susurré.
¿Quién cojones se creía para tratarme así?
Sonreí ante el plan que se me había ocurrido de repente y me dirigí al teléfono que tenía encima del escritorio. Este comportamiento por su parte no quedaría impune. Nadie me hablaba así.
NIKKI (P.D.V)
-Ha pasado una puta semana, ¿Realmente he venido desde Estados Unidos hasta aquí, únicamente para ver como alimentas a una niña?
Kevin, después de no haber podido sacarme ningún tipo de información durante todo este tiempo, y ante la negativa de Philip ante sus deseos de torturarme, había terminado estallando.
-Mi hermana está muerta y esta estúpida tía sabe por qué. He confiado en ti para conseguir descubrir lo que pasó aquel maldito día, ¿y ahora me encuentro con que ni siquiera intentas sacarle información? La alimentas, le das todo lo que pide y ella, a cambio, no nos da absolutamente nada. No sé si te has olvidado, pero estás aquí por mi dinero, y ella está comiendo gracias a mi dinero. Así que dime, ¿piensas ser un buen policía de una puta vez o tengo que conseguirme a alguien más que si tenga lo que hay que tener para hacer a hablar a esta estúpida niña de dieciocho años?
- ¿Estúpida niña de dieciocho años? Kevin, creo que deberías bajarte de esa puta nube en la que estás y centrarte de nuevo en la vida. Si, tu hermana está muerta, ¿qué más quieres hacer? ¿Vas a culpar a todo el mundo que parezca extraño? ¡Despierta! ¡Tu hermana está muerta y no puedes hacer absolutamente nada, esta ida de olla que estás teniendo no la va a devolver a la vida! –Grité.
Se acercó rápidamente a mí y me giró la cara de un bofetón.
-¡Deja de escupir mierda por esa puta boca y cuéntanos lo que queremos saber! –Gritó zarandeándome.
No pude soportarlo más. Rápidamente me solté de las cuerdas a las que había estado amarrada todo este tiempo, y le pegué un puñetazo a Kevin en el labio. Cuando me soltó, impresionado, antes de que pudiese intentar hacer algún movimiento, le pegué una patada en el estómago y lo separé dos metros de mí. En el momento en el que levantó el brazo para intentar pegarme un puñetazo, se lo agarré en el aire y rápidamente se lo doblé, ocasionando que ahora su espalda estuviese pegada a mi pecho y su brazo estuviese doblado de una manera dolorosa.
-Cómo hagas un solo movimiento, te destrozo el brazo –Susurré fieramente en su oído mientras hacia un poco más de fuerza para que notase el dolor.
En un momento el agente Philip se acercó a nosotros y colocó el cañón de la pistola en mi sien.
-Suéltalo, o temo que voy a tener que dispararte.
- ¡No lo dudes, pégale un tiro de una puta vez! –Gritó Kevin.
Solté una carcajada en la cual no había ni rastro de humor.
-¿Y de qué te voy a servir muerta, maldito estúpido?
Rápidamente lo solté y lo empujé. Al momento, se había girado y había sacado un arma para apuntarme.
-Venga, dispárenme. Venga, a ver si tienen huevos de perder la única oportunidad que tienen de enterarse qué cojones pasó ese día –Sonreí fríamente.
- No nos has dicho nada, de todos modos. Así que... para la información que nos estás dando, nos sirves lo mismo muerta –Contraatacó Kevin.
Alcé una ceja y me crucé de brazos.
-Bueno, mátame y ya veremos si después te arrepientes o no de haber perdido tú última y única esperanza.
- ¿Mi última y única esperanza? –Río- no te creas tanto, bonita. Aún puedo encontrar a tus hermanos y hacerlos hablar para que me cuenten qué cojones pasó. No eres la única que sabe algo.
- En eso tienes razón. Pero te falta un detalle bastante importante, yo soy la única que puede contártelo sin mentirte. Bueno, todo esto suponiendo que puedas encontrarlos.
- Te encontramos a ti, no será muy difícil encontrarlos a ellos –Dijo el agente Philip.
Solté un bufido y negué divertida.
-¿Realmente creen que mis hermanos van a estar caminando por ahí tan panchamente? Es más, ¿creen que si pudiesen hacerlo, ya no estarían ustedes dos muertos y yo fuera de aquí en mi fabulosa casa?
- Entonces resulta que a tus hermanos no les importas lo suficiente como para venir a buscarte. Total, son siete, ¿qué más da si falta uno? –Rio Kevin.
- ¿Entonces por qué sigues intentando descubrir la muerte de tu hermana? Total, tú sigues vivo –Sonreí falsamente.
Apretó la mandíbula y el brazo que sujetaba el arma, tembló ligeramente.
-No sabes cómo me muero por pegarte un tiro ahora mismo.
- No sabes cómo me muero por pegarte una paliza –Contesté en el mismo tono.
Después de una mirada entre Philip y Kevin, ambos bajaron las armas, pero ninguno abandonó su estado de alerta.
-¿Qué pasa? ¿Ahora no confían en mí? –Reí mientras me dirigía nuevamente a la silla en la que había estado sentada. Esta vez, sin amarrar.
- Nos has engañado todo este tiempo –Dijo Philip- has podido soltarte y en ningún momento lo has hecho. Ni siquiera cuando Kevin te pegó.
- Entiendo el dolor por el que está pasando, perder a una hermana no es nada fácil y menos si no fue por cuestiones de la vida, sino porque alguien la mató. No apoyo su método de tortura hacia a mí, ¿pero qué puedo decir? Yo en su caso hubiese sido muchísimo peor.
- Al fin y al cabo, yo tenía razón. Tú y tu familia esconden algo, Nicole Romanov.
- No te pierdes una, agente Philip –Sonreí- lo que mi familia y yo escondemos va más allá de lo que ustedes se puedan llegar a imaginar. Mi familia no es una familia normal y corriente a como ustedes están acostumbrados. Tampoco es un tipo de familia que usted haya visto en su trabajo, agente Philip. Nosotros engañamos e infringimos muchísimo dolor, tanto emocional como físico. No saben con quién se estaban metiendo cuando decidieron investigar todo este asunto del asesinato. ¿Pero qué puedo decir? Les advertí bastantes veces que se fuesen de vuelta a América y no me hicieron caso, ahora... es demasiado tarde y sólo le quedan dos opciones: morir o morir.
Saqué un arma que le había quitado a Kevin durante el forcejeo y lo coloqué encima de la mesa.
-¿Quién morirá primero? ¿Usted agente Philip? O por el contrario... ¿tú, Kevin? –Sonreí.