—Si es por lo del almuerzo, ya no importa. Solo... quiero estar solo un rato.—
—En cuanto a eso... toma.—le extendí una manzana, la cual tomó tras pensarlo un poco.
Al ver que su camiseta aún estaba sucia, no pude evitar reír.
—¿De qué te ríes, shank? ¿Además de que me dejaste sin almuerzo y me ensuciaste, también te reirás de mi?—Newt no pudo evitar sonreír también.
Dios... su sonrisa era perfecta.
—Perdón por ser tan tosco... es solo que no estaba muy de buenas.—soltó tras darle una mordida a la fruta.
Newt se sentó contra un tronco que había en el suelo, yo lo imité y me senté a su lado.
—No hay problema. Y Newt... Te lo contaré todo.—el chico me miró confundido.
—¿qué?—
—Mis recuerdos... lo que recuerdo de ti...—
—¿de... de verdad recuerdas?—asentí—. Bien... Adelante, te escucho.—
—Ok...—suspiré lentamente, intentando encontrar las palabras adecuadas—. CRUEL me llevó a una de sus instalaciones cuando era pequeña, decían que tenía algo... especial. No logro recordar qué, pero sí recuerdo los experimentos que hacían conmigo... Era horrible.—
—Horrible... ¿en qué sentido?—
—En todos los sentidos.—Newt me miró preocupado—. Créeme, no querrás saberlo.—
—¿tan malo era?—
—... De verdad, no QUIERES saberlo.—al parecer comprendió que no debía insistir, porque quedó en silencio—. Un día durante el almuerzo, un niño empujó a otro más pequeño. Nadie hizo nada, pero yo no podía quedarme sentada mientras el garlopo le hacía eso al pobre chico. Me levanté y lo ayudé. El chico me miró con una sonrisa algo triste y me agradeció, en ese momento... me enamoré de ese niño y su linda sonrisa.—miré al rubio, quien me escuchaba atentamente—. Ese niño eras tú, Newt...—