ELÍAS:
13 de septiembre de 2005.
Es martes por la mañana, como es de esperarse, me encuentro sentando en mi silla de escritorio, mirando el gran ventanal que hay en mi oficina que da vista a una de las calles de New Orleans.
Miro como la gente transitaba de un lado para otro, los autos pitaban sin parar, tenía un lapicero en mí entre mis dedos el cual movía de un lado a otro, estoy deseando que fuera medio día para salir de aquí.
Suelto un suspiro, a mi mente viene la salida del domingo que tuve con Lucia Clark, fue algo extraño. Había tenido la necesidad de que ella me acompañara a desayunar, lo cual resulto agradable.
Su compañía me gusto, no sé si eso sea malo o bueno. Porque realmente disfrute de que Lucia Clark estaba a mi lado, oírla, hablar, reír y sonrojarse fueron cosas que me gustaron, también deseaba volver a ver.
-Elías - oigo que alguien me llama, eso hace que salga mis pensamientos.
Giro mi silla para ver de quien se trata, me llevo una sorpresa cuando estoy al frente de esas personas.
Mi madre se encuentra aquí y no está sola, está acompañada por mi hermana Annabelle, lo cual me sorprende mucho.
-¿Anna? - cuestiono al verla.
Tenía mucho tiempo sin ver a mi hermana menor, como más de un año, casi dos años para ser sincero.
-Elías - dice ella con una sonrisa.
Me pongo de pies, suelto mi lapicero y ella viene a abrazarme, la recibo sin importar nada, tenía rato sin abrazar a mi hermana.
-Anna, como te echaba de menos - comento mientras la estoy abrazando y acariciando su cabeza.
-Yo igual Elías, echaba de menos a mi hermano mayor - dice ella ahora mirándome.
Anna a diferencia de mí es igual a mama, su rasgo son idénticos a los de ella, su cabello rubio, sus ojos grises y su piel blanca como el papel.
Mi hermana y yo solo teníamos en común el apellido y los ojos de color grises, de resto somos muy diferentes.
-¿Por qué no avisaste que venías? - cuestiono.
El abrazo se deshace, ahora estamos frente a frente, ella sonríe.
-Quería darte una sorpresa, sabía que la presencia de tu hermana cerca de tu boda sería agradable - dice mama.
Se me había olvidado por completo que mi madre se encuentra en este mismo sitio con nosotros dos.
-Adaline - le digo en forma de saludo - Siempre pensando en los demás ¿No? - hablo en un tono sarcástico.
Mi boda, una boda que había olvidado completamente desde que llegue de Europa.
-Aún faltan como cinco o siete meses - comento sin recordar bien.
- Seis meses Elías - dice Annabelle seriamente - No puedo creer que se te olvide la fecha de tu matrimonio - dice ella.
Simplemente, me encojo, realmente no había tenido en cuenta el tiempo que falta para mi boda.
-Pero si faltan seis meses, mitad de un año, ¿Por qué viniste? - le pregunto sin entender.
Anna pone los ojos en blanco.
-Quiero pasar más tiempo aquí antes de la boda, aparte Jess me pidió que viniera para que empecemos a buscar el vestido de novia y él mi, vestido de dama de honor - dice ella sonriendo.
Las miro ambas sin entender bien nada.
-¿Jess ya viene? - pregunto sin entender nada.
Ambas me miran como si me hubiera salido un tercer ojo o algo peor, no recordaba que Jessica regresara a un de Europa, pensaba que ella llegaría en enero.
-Elías - me llama Adaline mi madre - ¿Qué está pasando en tu cabeza? - me pregunta.
Una chiquilla llamada Lucia Clark, dice mi subconsciente. Sacudo un poco mi cabeza para despejar ese pensamiento.
-Mucho trabajo - digo.
Mi madre iba a hablar, pero en ese momento se aparece mi querido amigo Salvador, justo en el momento ideal, abriendo la puerta haciendo su entrada triunfal.
-¡Annabelle! - Dice emocionado al ver a mi hermana - Que de tiempo que no te veía - dice él.
Mi hermana lo miro mal, ya que ella estuvo enamorada de él y este nunca se fijó en ella.
-Salvador - respondió ella.
Él sonríe y mira a mi madre.
-Ada querida - le dice.
-Salvador, querido - responde mi madre.
Miro mi reloj de casualidad y veo que es ya casi medio día, es mi momento de salir de mi oficina.
-No quiero ser aguafiestas, pero me tengo que ir - comento.
Todos los presentes se voltean a verme y me miran curiosamente.
-¿A dónde vas? – pregunta mi madre.
-Un almuerzo con un cliente – respondo.
Salvador me mira extrañado.
-Fue de último momento, por eso no te avise – digo rápidamente.
Agarro mi gabardina, ellos me están diciendo algo, pero no les estoy prestando atención, sin importar nada salgo de allí.
(...)
Me encuentro en mi camioneta rumbo a un restaurante nuevo italiano que abrieron hace poco, no iba solo, estoy acompañado de Lucia, ella es mi cita del día de hoy.
No hay un almuerzo de negocios, sino uno de seguir conociendo a esta interesante chiquilla que no deja de estar en mis pensamientos.
El domingo, luego de haberla dejado en su cabeza, le pedí su número y ella amablemente me lo dio. Desde entonces hemos estado conversando, hoy había decidido pasarla buscando en el instituto donde ella estudia para así salir a almorzar con ella.
Pero la estaba viendo rara, distraída y triste desde que se había montado en la camioneta, no ha apartado su vista de la ventana, eso era raro porque se encontraba callada.
- ¿Cómo te fue hoy? - le pregunto.
Quise romper un poco el silencio que había en el auto y la miro de reojo.
- Bien – responde ella sin ánimos algunos.
No parecía la misma Lucia con la que había salido a comer el domingo, se notaba totalmente diferente. Pareciera que algo le hubiera pasado.
- Lucia – la llamo - ¿Te encuentras bien? – le vuelvo a preguntar.
Seguro Lucia pensará que soy muy molesto por estarle preguntando si todo está bien o ella lo está. Pero algo me decía que ella no lo estaba, pero la única que podía confirmar aquello era la misma Lucia.
- Si - susurra.
- ¿Segura? – pregunta para finalizar.
Hemos llegado al sitio donde comeremos, antes de bajarme la miro y ella me está mirando.
Su mirada decía muchas cosas, pero sus labios no, pensé que algún momento ella rompería a llorar porque su mirada reflejaba mucha tristeza y dolor.
- Si - dice ella respondiendo mi anterior pregunta.
Luego de eso nos bajamos ambos de mi auto y nos adentramos al sitio donde comeríamos, vamos y nos sentamos en una mesa frente a la ventana.
Ella está vestida con unos vaqueros de color negro, un suéter negro que es bastante grande y un gorrito de lana, aparte lleva unas converse del mismo color, se encuentra mirando nuevamente la ventana.
Lucia parecía perdida en sus pensamientos, aparte no deja de taparse sus muñecas y eso me preocupa. Esperen... ¿Acabo decir que la chiquilla que tengo enfrente me preocupa? ¡Eso está grave!
-Lucia, cuéntame algo – hablo captando su atención.
La chiquilla se voltea a verme.
-¿Cómo qué? – responde.
-¿Cómo te va en el instituto? ¿Las clases? ¿Los exámenes? – le pregunto. Es raro que yo haga este tipo de preguntas, pero las estoy haciendo.
Ella suelta un suspiro.
-Bien, como siempre, supongo– responde sin ánimos.
Hago una pequeña mueca con mis labios.
-Lucia, sé que apenas nos vamos conociendo, pero deberías saber que puedes contar conmigo – le digo – Puedes contarme cualquier cosa que te haya pasado, me puedes tener confianza, es lo que quiero decir – hablo amablemente.
Ella tenía sus manos en la mesa, yo agarro una de ellas, no sé por qué al tocarla sentí una pequeña corriente eléctrica recorre toda mi espalda.
Sé que esto está mal, yo me iba a casar con una mujer que no era la que tenía frente a mis ojos, pero no podía alejarme de esta chiquilla, algo dentro de mí necesita tenerla cerca.
Algo que no sabía aunque era no entendía qué me pasa cuando tenía a Lucia Clark cerca de mí, solo espero que esto no pasara a mayores.
Observo a la chiquilla y ella me mira intrigada, como si estuviera debatiéndose entre hablar o no, pero lo siguiente que dice no era lo que esperaba.
-Mejor pidamos la comida – dice ella quitando su mano de la mía.
No le digo nada, simplemente asiento con mi cabeza y esperaba que algún día ella hablara conmigo.