Rojo Amanecer ©

By LillyHaggard

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Cuando un corazón se lastima una vez, ¿puede volver a amar? Angie es una mujer fuerte, ha sobrevivido a la m... More

Nota
Prefacio
Primera Parte
1. La firma de autógrafos
2. La entrevista
3. Bloody Sunrise
4. Cuatro puntos
5. Luz mortecina
6. Libros y alebrijes
7. El concierto
8. La caverna
9. Juegos de borrachos
10. Corazones embriagados
11. Amanecer
12. Hasta pronto
13. Decisiones
14. Acapulco
15. Emociones en imágenes
16. Nada como tú
17. Un simple error
Segunda Parte
18. A través de la oscuridad
19. Por favor, perdóname
21. Emily
22. Sin dejar rastro
23. Hora de despertar
24. Sueños frágiles
25. Sólo una explicación
26. Un nuevo amanecer
Epílogo
Mis otras novelas
Alas de Cuervo, disponible en Amazon

20. Tercera oportunidad

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By LillyHaggard

Canción: Ray LaMontagne - Roses And Cigarettes


I

—La verdad —comentó Jari, tras encender su cuarto o quinto cigarro consecutivo— es que las cosas que te pasan son buen material de inspiración. ¿Puedo sacar una canción de tu experiencia?

—Mientras no expliques cómo se te ocurrió.

—Y otra cosa que no puedo entender. —Jari dejó su cigarro en el borde del cenicero para tomar su vaso, lo agitó un poco haciendo sonar los hielos; ya habían continuado ahora con un whisky— ¿Cómo fue que nunca usaste condones más que en una sola ocasión? ¿Acaso eres más idiota de lo que ya me diste a entender? ¿Por qué le creíste que usaba implante?

—Confié en ella.

—De verdad eres retrasado mental.

—El hecho de que a ti te haya sucedido no significa que a mí también.

—Seguramente ella ha de estar felizmente embarazada. Y quien sabe, tal vez sean gemelos.

Brad encendió otro cigarro, siempre que se encontraba con Jari terminaba fumando a la par que él. Ya le había pedido que buscara algún tipo de ayuda para dejar de fumar, pero Jari necesitaba más intención de la que tenía.

—Por cierto, ¿cómo está Caro?

Caroline era la hija de tres años de Jari. La madre de Caro era una mujer francesa que solamente durmió con él por algunos días, Jari no sabía que la única intención que ella tenía era de quedar embarazada. Él regresó un año después, habiendo intentado comunicarse con ella todo ese tiempo, sólo para percatarse del verdadero motivo por el cual ella no contestaba ninguno de sus mensajes. La vio a ella con un bebé en brazos en un parque, se acercó y fue así como se vio reflejado en esa niña. Caro es idéntica a él.

—Está muy bien, su mamá ya accedió a que me la llevara por algunos meses de paseo.

Claro, Jari había tenido que recurrir a varios abogados y manipulación para que ella aceptara darle la paternidad que le correspondía. Él estaba totalmente dispuesto a crear incluso un gran escándalo con tal de que ella le permitiera pasar tiempo con su hija, quien por cierto lo adoraba.

—No te mentiré, Jari. Me encantaría tener hijos. Como sea. A mí me daría muchísimo gusto saber que Angie está embarazada, pero lo dudo, se notaba bastante decidida a que eso no sucediera.

—¿Por qué no la buscas? Escuché que Charlie quiere contratarla como fotógrafa. He visto sus trabajos, es muy buena. Si ustedes no la contratan lo haré yo. Seguramente se hará un buen camino y no sólo nosotros terminemos recurriendo a ella, quizá será bastante pedida.

—Ni siquiera sé a qué espera Charlie. A menos que no esté esperando y en cualquier momento se decida a llamarle.

—Eso significa que tú también tendrás que trabajar con ella.

II

—¡Y ni siquiera está embarazada!

La exclamación fue fuerte, pero no necesitó gritar para darle el peso que necesitaban sus palabras. La madre de Angie llevaba varios minutos regañando a su hija mientras platicaba con Natalia, ella estaba bastante descontenta porque su hija "había perdido el tiempo" en lugar de aprovecharse de Brad y tomar ventaja de la situación.

Natalia simplemente sonrió sin saber bien qué hacer, continuó cortando en rodajas las zanahorias que formarían parte del guiso que se serviría más tarde. Angie caminó hacia la mesa donde estaba su mamá y la amonestó por continuar regañándola.

—Mamá, no te metas en mi vida. Soy adulta y hago lo que yo quiero.

—Eres tonta, eso es lo que eres. Ese tal "como se llame" tiene dinero y debe ser guapo, ¿por qué no hiciste nada para tomar ventaja? Sólo dejaste que te usara. Nunca había visto a nadie más tonto que tú.

Su mamá siempre usaba ese tipo de expresiones. Natalia no estaba acostumbrada a la manera de ser de su futura suegra, debido a que su mamá siempre la trataba a ella y sus hermanos con mucho cariño. Se sentía incómoda y miraba a Angie de reojo, quien respondió rodando los ojos, exasperada.

—Un nieto no me vendría nada mal —continuó su mamá.

—Pero señora —murmuró Natalia—, Angie es aún muy joven y...

—Y estúpida —La interrumpió la señora.

—Mamá ya déjame en paz.

La señora siseó dramáticamente.

—No pienso ser madre soltera —insistió Angie.

—¿Y por qué no? Ese hombre era un buen partido y lo echaste todo a perder.

—¡Me llamó puta!

Tal vez eso no había sido del todo cierto, pero ellas no tenían por qué saberlo.

—Yo no estoy diciendo que te quedaras con él, sólo te hubieras embarazado y ya.

El teléfono sonó en ese momento y, como la única que no tenía las manos sucias era la mamá de Angie ella debió ir a contestar. Angie continuó lavando los demás vegetales que necesitaban prepararse.

—Mi mamá me hubiera ahorcado si yo quedara embarazada —dijo Natalia—, no puedo creer que tu mamá te regañe por todo lo contrario.

—Mi mamá es extraterrestre —se burló Angie—. Es hija de "Darth Vader".

Nat se rió quedito, intentó todo lo que pudo por no soltar una carcajada.

La mamá de Angie regresó con el teléfono y se lo dio a ella diciéndole que un hombre pedía hablar con ella, pero se escuchaba rara su voz, parecía hablar inglés en lugar de español.

—Tal vez sea tu romeo —continuó su mamá.

Angie sintió que el calor de su cuerpo la abandonaba en cuestión de segundos, su corazón comenzó a latir con prisa y su mano tembló cuando cogió el teléfono. Ambas mujeres se mantuvieron calladas y a la expectativa. Después de que ella contestó la llamada la voz del hombre al otro lado de la línea la dejó aún más sorprendida.

—Angie —dijo él.

Ella sonrió y dejó exhalar el aire, se sentía sorprendida pero feliz de escucharlo.

—Charlie.

—Hola pequeña, me reconociste.

—Sí, es un poco difícil olvidar tu voz. ¿Cómo has estado?

—Con mucho trabajo. ¿Y tú, qué tal?

—Bien, gracias. La vida sigue. Me ha sorprendido bastante que me llames, y más aún a la casa de mis padres.

—Ah, todo eso se lo debo a tu hermano, él me dijo que estabas aquí. Intenté llamar primero a tu otra casa y luego contacté con tu hermano. No sé si recuerdas que tú me diste su número de teléfono, cuando te golpeaste la cabeza.

Ella rió divertida.

—Ah, sí. Lo recuerdo.

¿Cómo olvidarlo?

—Espero que no haya sido un mal momento.

—En absoluto.

—Perfecto. Dime ¿cómo te va con las clases? Me enteré de que eres profesora en una escuela secundaria.

—Sí, pues va bien. No tengo mucho de qué quejarme.

—Me alegra saberlo, Angie y... ¿Cuándo es fin de cursos?

—Hasta julio, viernes ocho de julio.

—Hum, falta mucho tiempo.

—¿Por qué? ¿Necesitabas algo?

—Quería invitarte a la última parte de la gira por Latinoamérica, son los últimos países que se habían cancelado. Ya hay fechas concretas para la reposición de los conciertos.

—Oh, ¿y cuándo comienza?

—Son seis países los que faltan, así que se harán a finales de junio y principios de julio. Chile es el último país, se darán tres conciertos: el ocho, el nueve y el diez de julio.

—Hu, ¡cielos! No podré asistir a ninguno. ¿Necesitabas fotografías?

—Sí, fotografías de promoción y giras. Pero... ¿No podrías ni siquiera asistir al último concierto? ¿El domingo diez de julio?

—Tal vez pueda, Charlie.

—¿Tienes tus papeles en orden?

—Sí, pasaporte y esas cosas. Sí, las tengo.

—No sabes qué gusto me da escuchar eso.

—Fui con mi familia a Argentina las vacaciones pasadas. Es una suerte. Pero, ¿es caro el boleto hasta Chile?

—Esos gastos correrían por mi cuenta, Angie. No tendrás que pagar nada.

—Ah, no. Yo puedo...

—No te preocupes, de verdad. Tengo manera de conseguir descuentos y todo eso. No será ningún problema. Pero tienes que decirme con tiempo que puedes venir.

¿Podía ir? Sí, podía. Incluso podía si Charlie no pagaba sus gastos como él prometía. Pero la ansiedad, el temor... el rencor que aún sentía... Todo eso la hacía dudar. Quizá la verdadera pregunta debía ser ¿quería ir? No, no quería. Tendría que ver a Brad otra vez y no pensaba hacerlo. Ella ya había dado por hecho que nunca más se verían. Su historia de amor no había tenido un final feliz y ella estaba bien con eso. Pero ¿cómo decírselo a Charlie? Él no había hecho nada malo, además era una gran oportunidad para su carrera, en realidad era una excelente oportunidad que no podía dejar pasar.

—Tendría que pensarlo bien, Charlie. Creo que no estoy muy segura.

—¿Es por mi hermano?

Había olvidado que Charlie es muy inteligente. ¿Acaso iba a mentir para contestar esa pregunta?

—Creo que sí, Charlie. Yo... —Sus palabras no querían salir. Tal vez aún sentía dolor.

—Angie, también quisiera hablar contigo. No solamente es por cuestiones de trabajo.

Ella suspiró, bien, después de todo Angie se consideraba alguien profesional.

—Mencionaste fotografías de promoción —comentó ella—, ¿te refieres a promocionar el nuevo álbum?

—Exactamente.

—Eso tomaría algún tiempo. ¿En qué lugar les gustaría tomar esas fotografías?

—Siempre lo hacemos en Inglaterra, Angie. También tengo una fotografía tuya que me gustaría dejar como portada para el disco.

¡Oh, Dios mío!

—¿Necesitas ayuda con el diseño también? —Angie intentó todo lo que pudo porque su voz no temblara y pareciera profesional, pero era difícil, sólo esperaba que él no se percatara o que lo ignorara.

—Sí, Angie. Me encantaría que tú realizaras el diseño también.

—Bien, permíteme ordenarme y te doy una respuesta. Tal vez deba dejar mi trabajo en la escuela. ¿Quieres llamarme tú o me das un número?

—Te doy mi número personal. ¿Tienes algo para apuntar a la mano?

Angie apuntó el número, Charlie se lo proporcionaba con todo y clave LADA, así podría marcarlo directo y siempre le contestaría él donde estuviera.

—¿A qué hora estás disponible, Charlie?

—Llámame por la noche, después de las siete... Ah, pero tendrás que tomar en cuenta la diferencia de horario. Estoy en Liverpool. Son las diez de la noche.

—Son siete horas de diferencia, aquí son las tres de la tarde.

—Muy bien, Angie, espero tu llamada a esta hora, ¿está bien?

—Claro.

—Perfecto. No olvides que quisiera hablar contigo antes de comenzar a hablar sobre el trabajo.

—Lo estoy tomando en cuenta. ¿Quieres que hablemos por teléfono?

—No, no sería agradable. Tal vez lo deje aplazar para el día del último concierto.

—Muy bien, Charlie. Te agradezco todo esto. Te estaré llamando mañana por la noche para darte una respuesta.

—¿Necesitas más tiempo?

—No porque me comerá la ansiedad, prefiero no pensarlo mucho.

Se escuchó la risa de Charlie, una risa fluida y natural que nunca podría confundir.

—Te estaré esperando, cuídate y no te preocupes, Angie. Lo que decidas está bien. Piensa también en el hecho de que si trabajas para nosotros otros músicos podrán conocerte y tendrás aún más trabajo.

—Gracias, Charlie. De verdad esto es una gran oportunidad. Veré qué puedo hacer.

Tanto su mamá como Natalia permanecían como estatuas frente a Angie, cuando ella colgó el teléfono la miraron esperando a que les explicara lo que había platicado con Charlie, pero Angie sólo se ocupó en llevar el teléfono a su lugar y regresó para continuar con su trabajo.

—Hey, apúrense que papá y Fer ya van a regresar —pidió Angie. Luego sonrió con malicia. Sabía que en algunos segundos la atiborrarían con preguntas y podía hacerlas sufrir un poco.

III

Los gemelos brincaban alegres en el suelo, mientras Tara aplaudía con tal de que Brad aceptara cantarles otra canción más. Brad aceptó, pidió que le dieran un título y cuando todos corearon "Emily" Brad sonrió a Matt quien se sentaba cerca de la chimenea. Esos pequeños siempre pedían esa canción, Brad no tenía ni idea de por qué les gustaba tanto una canción triste. Pero como esa querían entonces comenzó a rasgar su guitarra y formar el característico riff de la canción.

Charlie observaba a su hermano desde la entrada de su salón de música, tenía una postura relajada mientras se recargaba en el marco de la puerta. Miró cómo Brad bailaba y cantaba para los niños, eso era algo que a él le encantaba hacer.

Había observado en una ocasión cómo cantaba para los niños del Hospital de Nueva York y había quedado impresionado al notar como todos esos pequeños se entusiasmaban por él.

Realmente quería ver a su hermano rodeado de sus propios hijos, quería verlo enamorado y correspondido, quería verlo feliz. Si Angie había tocado ese punto débil en Brad entonces Charlie haría lo posible por volverlo a ver así de feliz, aunque tuviera que ir por ella a México. Si ella le rechazaba su petición —cosa que dudaba mucho— entonces él buscaría otra forma para llevarla a Inglaterra y juntarla con su hermano. Angie le gustaba mucho, tanto como le había gustado Emily.

Brad comenzó a guardar su guitarra en el estuche, los niños debían ir a dormir, ya era muy tarde para que ellos estuvieran despiertos. Después de guardar la guitarra, y de entregar los niños a sus respectivas madres, Brad se acercó a la chimenea junto a sus hermanos, se sentó en el cálido suelo de madera a pesar de que los mullidos sillones estaban desocupados. Tomó su copa con vino tinto español y escuchó la conversación de sus hermanos.

—Ya hablé con ella —informó Charlie.

—¿Qué te dijo? —preguntó Matt.

—No creo que me rechace, incluso ella piensa que es una buena idea.

—Espero que realmente venga, sería muy bueno.

—Me dijo que también podía hacer el diseño para la portada.

—¡Ah! Me vas a quitar el trabajo —se quejó Brad.

—Quisiera ver que tal queda. Ella es buena.

Brad suspiró. Miró hacia otro lado y bebió un poco del vino. Continuó en silencio.

—¿De verdad no te molesta que haya invitado a Angie? —preguntó Charlie.

—Ya dije que no, Charlie. Déjalo así. Supongo que tendré que buscar la manera de evitarla.

—Mejor insiste en...

—No lo haré, que me perdone por sí misma. De lo contrario que no lo haga. Sé bien que fue una estupidez lo que hice, pero ya está hecho. No puedo cambiarlo.

—Se nota que ella es una mujer profesional —comentó Matt—. No creo que sea grosera contigo o algo.

—Ella no será grosera conmigo, eso es lo que me molesta más. 

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