Otra comedia romántica absurd...

By TheLemonAuthor

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La historia se centra en Sophie Adams, una chica solitaria y pesimista que piensa en la adolescencia y el rom... More

Dedicación
Prólogo
1. Es un fastidio.
2. No quiero a nadie más.
3. Su verdadero yo.
4. Era imposible.
5. No lo entiendo.
6. Madre e hijo.
7. Comenzaba a cambiar.
8. Una estrella fugaz.
9. Travesura realizada.
10. Me haces preocupar.
11. La sexta es la vencida.
12. Su agradecimiento.
13. Nuevo sentimiento.
14. Lo intentaré.
15. Encontré el amor.
16. Me pareces interesante.
17. Justo lo contrario.
18. Victorias y derrotas.
19. Tú ganas.
20. Confío en ti.
⤅ESPECIAL MASIVO
22. No ocurrirá de nuevo.
23. Ser amigas.
24. Mentes crueles.
25. No son simples personas.
26. Pareja de cupidos.
27. Una fuerza malvada.
28. Trabajo duro.
29. No puedo fallar.
30. Podrán hacerlo.
31. Lo que somos capaces de hacer.
32. Tregua.
33. Regalo.
34. Solo se vive una vez.
35. ¿No hay amor en tu corazón?
36. Buongiorno, principessa.
37. Jamás estaré contigo.
38. Deseo.
39. Quería disfrutar esto.
40. Lo haré.
41. Saludar al pasado.
42. Atrapada en el ayer.
43. Pase lo que pase.
44. Sentimientos reales.
45. Lo que he aprendido.
Epílogo
Agradecimientos

21. Idea espectacular.

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By TheLemonAuthor

Afortunadamente, las cosas se habían calmado. Tanto Alexis como yo decidimos ser honestos y contar lo que ocurrió entre nosotros. Las reacciones fueron bastante diversas. An simplemente comenzó a molestarnos diciendo cosas como «Ya se han besado una vez, ¿qué importa si lo hacen delante de nosotros? Por favor, sin pena, queridos».

No se necesita ser muy inteligente para descifrar que Alexis se ruborizó mientras que yo la golpeé por imprudente. Nick también se burló, recibiendo un golpe de Alexis. Dante lo sabía con anterioridad, por lo tanto, escuchó en silencio. Finalmente, Coraline parecía ofendida y enojada con su mejor amigo por no haberle dicho. Además, su reacción fue un tanto celosa. Bien por ti, Alexis.

Quería evadir las burlas que la pareja no dejaban de hacernos, por lo tanto, tomé la primera oportunidad que obtuve de alejarme de ellos. Utilicé un fin de semana que dio inicio desde el viernes y finalizaba hasta el martes para ayudar a mi tía Christy en su cafetería. Mi idea era maravillosa, Dante y el resto del club de literatura me dejaría respirar por cuatro días, simplemente fantástico.

(...)

La cafetería «Magic Coffe» se encontraba en el centro de la ciudad, por lo tanto, solía ser bastante concurrida y mi tía siempre necesitaba ayuda. Cuando tenía tiempo libre, me unía al equipo de meseros sin dudarlo. Aquella cafetería era un lugar amplio, iluminado y el olor del café provocaba que el olfato disfrutara. Me dirigí hacia una mesa con clientes que llegaron recientemente.

—¿Qué hacen aquí? —susurré, intentando que mi enojo no fuera evidente.

—¿Acaso no podemos venir a disfrutar de un buen café de vez en cuando? —cuestionó An mientras ladeaba la cabeza en un intento por provocarme.

—¡Dante! —exclamé. El italiano se volteó cauteloso, actuando con indiferencia—. Mi madre te dijo que estaba aquí, ¿verdad?

—Claro que no —Era obvio que mentía. Resoplé y reconocí al resto de personas en la mesa: El club de literatura reunido. ¿No puedo estar ni un día tranquila?

—Acosadores —espeté y me fui para atender a las demás personas. Le pedí a mi tía que les tomara el pedido, ella aceptó sin pedir explicaciones. Mi tía era, por mucho, la mujer más sociable y amable que conocía.

Intenté alejarme lo más posible, aun así, sentía que ellos me seguían con la mirada.

—¡Sophie! ¡Ven aquí, por favor! —llamó Christy desde el extremo contrario de la tienda. Miré por el rabillo del ojo y noté que Dante platicaba con ella. Diablos, ¿le habrá dicho que los conozco?

—¿Hay algún problema, tía? —inquirí, extendiendo una falsa sonrisa, la cual pretendía ser inocente.

—¿Por qué no me dijiste que vendrían tus amigos? —ella negó con la cabeza con indignación—. Si me hubieras dicho, habría preparado un pastel especial o algo.

—No era necesario, ni siquiera yo lo sabía —dije mientras me esforzaba por contener el impulso de abalanzarme sobre Dante y reclamarle.

—De todas maneras —reprendió mi tía—. Pidan lo que quieran, si son amigos de mi sobrina, merecen que los atienda como se merecen —ofreció con una gran sonrisa.

—No hace falta, Christy. Con el café que trajiste es más que suficiente —rechazó Dante con cortesía y expuso su sonrisa de príncipe azul.

Mi tía asintió y recorrió la cafetería con la mirada. Frunció los labios y chasqueó la lengua.

—¿Le molesta algo? —interrogó An cuyos ojos estaban impregnados de curiosidad.

—He observado que las ventas han bajado debido a la apertura de dos nuevas cafeterías cerca de aquí —explicó ella—. No se me ocurre nada para atraer a la gente y eso me tiene preocupada.

—¿Quiere que la ayudemos? —A continuación, el italiano habló sobre su plan. Inmediatamente la mayoría lo apoyó. Alexis no intervino como era costumbre. Por mi parte, quería negarme a aquella loca propuesta. No obstante, era inútil, a mi tía parecía encantarle.

—No me pondré eso. An, estás loca —chillé, apartando ese horrible conjunto que intentaba ponerme.

—Hazlo, quieres ayudar a tu tía, ¿no es así? —An se veía seria—. Haremos que Magic Coffe tenga más clientela. Si lo logramos, tu tía prometió pagarnos. ¡Tendré dinero suficiente para la ropa que quiero!

—No olvides los libros, por favor —intervino Coraline. Sorprendentemente estaba de acuerdo con la pelirroja a tal grado que ya lucía el disfraz que yo no quería ni tocar.

—No me dejas opción —susurró An, mostrándose intimidante conforme se acercaba a mí. Coraline sostuvo mis brazos con fuerza. 

—¡No! ¡Suéltenme! —Fue lo último que pude decir antes de que comenzara la odisea.

Caminaba junto a An y Coraline. La falda, el sombrero y las medias me tenían harta. Eso sin mencionar los tacones. Salimos del establecimiento y nos encontramos con los chicos.

—¡Te ves increíble, An! —halagó Nick. Ella se ruborizó y correspondió a su halago.

—Qué linda estás, Coraline —dijo Alexis, sus mejillas estaban sonrojadas. 

—Gracias —agradeció a la vez que sonreía.

Me percaté que Dante me analizaba de pies a cabeza. Asentía con la cabeza, aprobándome.

—Te ves bien —dijo finalmente—. Nunca te había visto en modo sexy.

—An lo eligió, no era mi intención parecer pretenciosa —gruñí ofendida.

—Pretenciosa o no, te ves bien —agregó—. ¿Y yo? ¿Cómo me veo?

Era mi turno de analizarlo. Al igual que los otros chicos, Dante portaba un traje de color negro, una camisa de manga larga, un sombrero y una varita.

—Te ves como un mago recién salido de una fiesta de cumpleaños —me burlé y me dispuse a tomar una charola con pequeñas muestras de pastel en ella.

—Eres mala —suspiró.

—Como si no lo supieras —me encogí de hombros y posteriormente me dediqué a ofrecerles muestras a las personas que caminaban enfrente del lugar. El resto hizo lo mismo, logrando que un par de personas entraran, pero el resto nos ignoró y se aproximó a las cafeterías rivales.

—Esto no se quedará así —advirtió An. Acto seguido nos miró a Coraline y a mí como si estuviera planeando algo.

(...)

Sentí como el sudor surcaba cada centímetro de mi cuerpo, estábamos esperando a que Nick terminara de comprobar que el equipo de sonido funcionara bien. La «espectacular» idea de la pelirroja consistía en que las chicas bailáramos una canción y los chicos continuaran ofreciendo muestras.

—¿Por qué nosotras debemos bailar y ellos no? —preguntó Coraline, ella estaba aun más aterrorizada que yo.

—A Alexis le avergüenza mientras que Dante y Nick no saben bailar. Sería un desastre si ellos lo hicieran.

Coraline asintió resignada. De pronto, escuché la melodía de una canción pop que Suri había puesto a todo volumen durante el verano pasado. Seguí a An en su rutina, por suerte, los pasos eran sencillos. Tendría que agradecerle a mi madre y al hecho que me obligó a tomar clases de baile. La coreografía me aturdía, era muy llamativa para una persona introvertida como yo. Por alguna razón que desconocía, el plan fue exitoso puesto que hombres y mujeres se quedaron a vernos, probaron las muestras de los chicos y empezaron a entrar en la cafetería.

¿Valió la pena? Un poco, compré dos libros. Suri intentó que lo gastara en ropa, sin embargo, me negué. Muchas personas grabaron nuestra actuación y probablemente estaría circulando por internet. Dante también poseía un vídeo, fueron suficientes un par de amenazas para que lo borrara. Al final, el único punto positivo de lo ocurrido fue que aprendí una valiosa lección. Jamás debía obedecer a An en sus «espectaculares ideas» porque solamente me supondría vergüenza en el futuro.

FIN CAPÍTULO 21.


















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