Cuando Irene escuchó la horrible historia de Tal se deprimió. ¿Cómo podía ser la sociedad tan arrogante? Marcel era un sol, siempre las trataba muy bien y respetaba bastante a Andrei, no como los otros.
Andrei... Se pasaba todo el día pensando en él. Sabía que terminaría llorando en su habitación por su culpa, como pasaba siempre con todos, incluso como con Gibson, aunque eso último no era culpa del chico. De repente, se dio cuenta de un detalle muy importante. ¿Cómo había podido olvidarse de ese día tan importante ahora que tenía a Gibson otra vez y quizá a Andrei? Miró el calendario para asegurarse. Sí, mañana sería 14 de febrero, el día de los enamorados. Tendría que hacerle un regalo para su... ¿Cita? Todo lo empezó a ver como una historia de amor, aunque sabía que no debía de hacerlo.
Andrei, por su parte, ya sabía que mañana sería San Valentín, y ya tenía sus planes en marcha.
Aquella mañana de viernes, Andrei e Irene se encontraron en el instituto como siempre. Todos los demás estaban empalagosos a más no poder, incluso en la hora del patio: Luis y Emily con sus regalitos románticos, Marcel y Tal con unos besitos matinales, Anny y Toby con susurros y alguna que otra postalita de San Valentín, Cris intentando que Carlos aceptase un regalo y Alex probando que Nicole le diera un simple besito.
-Veo que no nos harán mucho caso hoy...
-¿Y si vamos a la cafetería? -una vez allí, no pudieron ni pedir, ya que Adrian estaba mantuviendo ocupada a Laia con un detallito de San Valentín. Perfecto.
-Increíble. ¡Quiero comer! -se quejó Andrei.
-Incluso Sandra y Pere no han querido ir a la universidad hoy para celebrar el día.
-Están locos.
-¿Y los solteros qué? ¿No piensan que nos sentimos realmente idiotas el día de hoy?-se lamentó Irene y Andrei se sintió mal.
-No eres la única. Pero ya verás como hoy te lo pasarás muy bien, te lo prometo. ¿Qué hay mejor que ir de compras con tu querido ruso? Tarde de solteros.-dijo Andrei y los dos rieron.
-Por supuesto que sí, Andrei.
-Voy un momento al baño, vuelvo enseguida.-mientras Andrei era fuera, Irene se levantó rápidamente hacia la barra.
-¡Laia! ¡Te necesito!
-¡Estamos ocupados!-chilló Adrian.
-¡Te aguantas! Sólo será un momento.-Meixia se dirigió hacia la chica.
-¿Qué deseas comprar, Irene?
-Una de esas galletas en forma de corazón. La más grande que encuentres.
-Ten, para ti-dijo Laia con una galleta enorme de chocolate en la que ponía "te quiero". -Es para él, ¿verdad?
-Sí... ¿Qué debo pagar?
-Nada. Es un cielo, y siempre intenta flirtear conmigo cuando me ve. -rieron:- No me pagues nada, te invito hoy, por ser el día de los enamorados. ¡Suerte!
-¡Gracias!-Irene volvió a su mesa con la galleta gigantesca y Andrei volvió unos segundos después, quedándose de piedra en ver una galleta en su mesa.
-¡Comida! ¡Por fin! ¿La has comprado?-preguntó comiendo un bocado.
-Me la ha regalado Gibson.-mintió Irene y Andrei se atragantó con la galleta. Irene rió.
-¡¡¡No hace gracia!!!! ¡Sabes que odio a Gibson! ¿Es suya o no?
-No, hombre, la he comprado yo. Un regalo para ti. Para que cojas energía para esta tarde.
-Tú también necesitas energía para aguantarme esta tarde, así que...-sacó de su bolsillo una cajita pequeña.
-¿Qué es? Andrei, sabes que no hacía falta un regalo.
-Sí que hacía falta. No te enrolles más y ábrelo. -ella abrió la caja con cuidado y de ella sacó... ¿Un billete de avión? ¿Qué regalo es este?
-¿Un billete de avión?-se quedó mirando el billete sorprendida, hasta que vio la destinación...-¡RUSIA!
-¡Rusia!
-¡Me has regalado un viaje a Rusia!
-¡Te he regalado un viaje a Rusia!
-No repitas lo que digo. -Andrei reía:- ¿Cuándo es el viaje?
-En las vacaciones de Semana Santa, podrás pasar una semana en Rusia con mi familia y conmigo. Es un regalo de cumpleaños y de San Valentín.
-Andrei, mi cumpleaños es el mes que viene.
-Lo sé, pero quería ser el primero en dártelo. Además, es para que no te deprimas en San Valentín. Es de parte de toda la familia, no sólo mío.
-Andrei, tú me has regalado un viaje, yo sólo te he regalado una galleta gratis.
-¿Y qué? No sabes cómo valoro esta galleta. No te puedes ni creer el hambre que tenía.
-Oh, venga. -Y aún queda esta tarde.
-Gracias, Andrei. Ni te imaginas cómo has llegado a cambiar mi vida desde que has llegado.
De repente, alguien se acercó a ellos con una sonrisa, aunque esa sonrisa desapareció tras un choque de miradas asesinas con Andrei. Quería estar con ella hasta que lo viera, pero no le apetecía compartir ni un segundo con el ruso.
-Por fin te encuentro, Irene. Quería darte esto.-Gibson le dio algo a la chica y se largó.
Irene y Andrei se incomodaron. A ella le había hecho muchísima ilusión el regalo de Andrei, era el mejor regalo que le pudieran haber hecho en su vida, y también se emocionó muchísimo cuando Gibson había aparecido de la nada para darle un pequeño regalo. Entonces se dio cuenta de que quizá ellos sí que la querían, y ella ni se había dado cuenta.
-Está claro que no es una galleta.-comentó Andrei rompiendo el hielo y haciendo que la chica volviera a la realidad.
-Ya lo veo... Pero lo abriré delante de él. Bueno, ¿preparado para esta tarde?
-Sí, supongo.
Irene encontró a Gibson al cambio de hora, cerca del gimnasio. El chico se había molestado en hacerle un regalo de San Valentín y ella debía de abrirlo ante él, era lo más justo. Andrei se había quedado en clase con Carlos, y las chicas salieron a buscar a los demás, así que se fue con ellas para encontrar al pelirrojo. Compró otra galleta, esta vez más pequeña, para dársela como agradecimiento (y, al igual que con Andrei, a modo de indirecta).
-Hola, Irene, ¿abriste ya el regalo?
-No. -él se sorprendió. -No era justo abrirlo sin estar tú delante, ¿no crees?
-Como quieras. -sonrió el chico y se giró para mirar a sus amigos, aunque ésos habían desaparecido misteriosamente.
Ella sacó el pequeño envoltorio de su bolsillo y lo abrió con sumo cuidado. De él salió un precioso collar de cuarzo rosa, la piedra del amor. "Chico listo", pensó ella mientras se lo ponía, emocionada.
-Me encanta, de verdad. Es perfecto. Muchísimas gracias Gibson. -dijo abrazándolo.
-Sabía que te gustaban los minerales y sus propiedades, y este es cuarzo rosa...
-La piedra del amor, lo sé. Muy listo, pelirrojo. Ten, esto es para ti. No se puede comparar al collar, pero supongo que lo que cuenta es la intención. -dijo y le dio la galleta.
-Vaya, eso sí que no me lo esperaba. Gracias, Irene, me has alegrado el día, nunca me habían hecho un regalo en San Valentín.
-A mí tampoco, créeme. Bueno, tengo que volver a clase o la profesora de literatura empezará y me perderé parte de la lección. Nos vemos más tarde. Muchísimas gracias, en serio. -le dio un beso corto en la mejilla y se fue.
Se sentía la chica más afortunada y feliz del mundo, ese era el mejor día de su vida. No se podía creer lo que le estaba pasando, para nada. Andrei vio el collar y supuso que sería de Gibson, aunque no dijo nada. No tenía motivos para quejarse, ya que su regalo había sido algo caro pero que le había conmovido y emocionado, y eso era lo que quería. Quería verla sonreír, y él lo había conseguido mucho más que el londinense.