Capítulo 29

340 36 2
                                    

El joven italiano llevó a Irene en su casa. Tuvieron una animada charla durante el camino, no hablaron para nada de lo que había ocurrido en aquella fiesta ni de Andrei. El italiano no intentó nada con ella por el camino, ya que no la veía demasiado animada. 

-Así que eres italiano.

-Bueno, a mí me adoptaron. Además, venimos de sitios muy diferentes.

-Eso es la invasión de los italianos...-rieron.

-Venimos a conquistar el país...

-¿El país?

-Bueno, el país y las chicas guapas que haya. -la miró:- Como tú.

-David, ¿qué pretendes?

-No pretendo nada. Estás buena, y me encantaría salir contigo, pero no lo haré.-suerte que era de noche, porque las mejillas de Irene ardieron.

-Mmm...-el chico aprovechó que Irene estaba pensativa para darle un beso.-David, por favor, ya deja de besarme.

-¿Acaso beso mal?-le dijo con una sonrisa burlona besándola otra vez.

-Besas muy bien, pero...-al ver la cara de Irene, David se puso serio:

-Ese maldito ruso te tiene atada. Irene, él te quiere, ha sido un error lo que ha hecho hoy. Deberías aclararlo con él.

-No sé si quiero hablar con él.

-Duerme un poco, mañana lo verás todo de otra forma.

-Eres buena persona en el fondo... Gracias por atenderme.

-De nada, mujer. A mí tampoco me gustaba esa fiesta, me sentía un tanto solo. Buenas noches, Irene. Nos vemos el lunes.-se despidió el moreno.

-Buenas noches, David.

Irene entró en casa, agotada. Volvió a mirar otra vez el móvil. Más mensajes de Andrei. No había parado de llamarla y enviarle mensajes, pero no quería responderle. Ya estaba harta de todo esto. Se sentía tan dolida que no podía ni siquiera pensar con claridad. Se dio una ducha rápida y, una vez en su habitación, se tumbó en su cama, lloró un rato y se durmió. 

A la mañana siguiente, el ruido de alguien la despertó. Abrió los ojos y se encontró con los de Andrei. Casi salta de la cama del susto. ¿Qué hacía él en su casa a esas horas? El chico parecía cansado, triste y preocupado.

-Buenos días, Irene.

-Andrei, vete de mi habitación.

-Necesito hablar contigo.

-¡Estoy en pijama!

-Por favor. Déjame hablar contigo. -Irene, dormida y aún cansada, asintió. Andrei se recostó a su lado.

-Dete prisa, que no tengo todo el día.

-Irene, ella se me echó encima. Yo no quería besarla. Te lo juro.

-Ya, pues ándate con cuidado porque es una víbora. ¿Y la otra qué?

-No hice nada con aquella chica. Ni siquiera la conocía. Irene, estuve buscándote, estaba muy preocupado por ti.

-Andrei, me dejaste sola para irte con los chicos. No tenía nadie con quien ir, estaba sola. No te puedes ni imaginar lo mal que me lo pasé, y lo decepcionada que me sentí después de que Laia y Lola se pelearan por mi culpa. 

-La próxima vez no te abadonaré. No voy a dejarte sola jamás. ¿Me crees?

-Vale. Pero no habrá próxima vez, porque no quiero volver a ir en ningún sitio de estos -él la abrazó, feliz. Al final se durmieron un rato abrazados.

Para Andrei aquello era fantástico, pero sabía que tendría que hacer algo para que la chica volviera a recuperar la confianza que había perdido aquella noche. Dormir con ella ese pequeño rato era el mismísimo paraíso, y aún más habiendo resulto el conflicto de la noche anterior. El perro de Irene se durmió a la puerta de la habitación. Los padres de la chica salieron a pasar el día en un centro comercial, así que tuvieron el día para ellos. El chico jamás pensó que pasaría un día así junto a ella.

Mientras tanto, Laia se estaba recuperando de su resaca en casa. Adrian había salido a trabajar aquella mañana, así que no pudo despertarse a su lado como hacía constantemente. El chico trabajaba los fines de semana también como camarero, en un restaurante bastante bueno que había al lado del hotel más "prestigioso" de la ciudad. 

Laia se vistió y desayunó pensando en todo lo de ayer. Irene no paró de mandarle mensajes dándole las gracias, aunque igualmente lo hubiera hecho. Lola era insoportable, y estuvo saliendo con Adrian antes de que el chico saliera con ella. Siempre se metía en las relaciones y las estropeaba, y no le gustaba para nada que le rondara a Andrei. 

La camarera conocía a Irene des de que entró en el instituto, y veía como sufría cada curso por culpa de los estúpidos que había en esa ciudad. Por eso cuando vio al rubio nuevo y en como cuidaba la chica se sintió feliz por ella, y no quería volverla a ver sufrir, así que no dudó ni un momento en plantarle cara a la insufrible de Lola cuando volvió a interponerse entre la pareja.

Adrian salía del trabajo al mediodía. Laia pensó en hacerle une pequeña sorpresa e ir a verlo en el restaurante. El chico siempre la cuidaba muchísimo y la trataba como una reina, no podía quejarse del novio que tenía. Adrian estaba en último curso (había repetido uno, así que tenían la misma edad) y quería estudiar hostelería, y ella quería irse a estudiar con él en la misma universidad. 

Sí, iría a verlo. Como se había levantado tarde, al cabo de poco era la hora de la salida del trabajo de Adrian. La chica se arregló y se fue andando hasta el restaurante. Le pegaba un poco lejos, pero le apetecía tomar aire fresco y hacer un poco de ejercicio. 

Cuando llegó, Adrian estaba recogiendo las cosas. El rubio se sorprendió en verla, no se esperava dicha sorpresa:

-Buenos días, cariño.  ¿Qué haces aquí?

-Quería darte una sorpresa. ¿Cómo ha ido el trabajo?

-Bien, por suerte no ha sido un día agotador como lo fue la otra semana. De hecho, me dan muchas ganas de "cocinar napolitanas".

La chica entendió en seguida a qué se refería su novio y aceptó, encantada. Nada mejor que "cocinar napolitanas". Ambos se emocionaron y se fueron directos al párking donde había el coche de Adrian, recién comprado tras sacarse el carné de conducir el verano pasado. A Laia le encantaba ese coche, era negro azabache y completamente moderno y espacioso, en donde la pareja podía "cocinar napolitanas" tranquilamente. 

A pesar de ser una amante de la fiesta y de meterse en líos, Laia sabía disfrutar de la vida y de sus oportunidades, como cuando estaba con su novio. Aunque "cocinaban muchas napolitanas", Laia amaba a Adrian, y no lo cambiaría por nadie en el mundo. 


El Alumno NuevoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant