Unas cuadras antes de llegar a casa decidí parar en la esquina de una tienda. Mis manos se posaron en mis rodillas y tomé un poco de aire, limpie mis lágrimas al mismo tiempo en que me limpiaba la cara y me calmé... o eso llegué a pensar. Volteé a ambos lados y al no visualizar personas a mi alrededor que vieran mi deplorable estado, seguí mi camino con una sonrisa, falsa, la cual más bien parecía una mueca.
Mis labios temblaban, eran tan obvias mis ganas de llorar pero, no podía... No podía dejar que alguien me viera así, sobre todo Usagi-san porque, yo no podía acudir a él.
Ijuuin me amenazó y exigía mi silencio y aparte ¿cómo podía decirle algo así? Obviamente perdería su amor y quizás terminaría odiandome y yo no quiero eso. No podría soportar tanto.
“Yo... ¡En realidad lo amo!”.
Mi vista se comenzó a nublar y sentí como una lágrima escurría por mi mejilla.
“Oh no, otra vez quiero llorar”.
Con ambas manos tallé nuevamente mis ojos, los tallé con fuerza que tardé unos segundos en que mi vista se enfocara de nuevo; borré las lágrimas que amenazaban salir, tratando de mantener esa sonrisa que me ayudaría a ocultar lo que sentía y seguí mi camino.
En todo el trayecto, las miradas de las personas se posicionaban en mi. Murmurando cosas que yo no entendía.
“¿Tan despreciable soy?” —me pregunté, y las mismas miradas que me veían de arriba abajo me contestaban con una afirmación.
||||||
Me encontraba frente a la puerta del apartamento lidiando con entrar o salir corriendo de ahí, rezando si es que decidía entrar, Usagi-san no viera en mi mirada lo que pasaba, tan sólo que ignorara mi semblante. Trataba de entender que era lo correcto.
Tomé un largo suspiro y la abrí, esperando que Usagi-san no sospechara nada.
—E-Estoy en casa —anuncié con voz temblorosa y me regañé internamente al delatarme con ese tono de voz, pero no recibí respuesta alguna.
Las luces estaban apagadas, así que las encendí para ver mejor el panorama.
—¿Usagi-san? —lo llamé, pero nuevamente el silencio se hacía presente.
En eso, me llevé un gran susto porque de repente sonó el teléfono de la casa. Dejé mi mochila tirada al lado de la puerta y me dirigí unos pasos a la izquierda para contestar.
—¿A-aló?
—¿Misaki?
“Menos mal, es Usagi”.
—Usagi-san ¿Dónde estás?
—Lo siento, fui obligado a asistir a una estúpida reunión y llegaré pasada la medianoche. Te avisaba para que no te preocuparas. Además para que no hicieras cena para mi.
¿estarás bien?
—¡Ah! claro, no... pasa nada.
“Ya ni sé como me siento al saber que estaré solo... Pero, no hay nada que hacer”.
—Suerte en tu trabajo, nos vemos en la noche —alejé el teléfono con intenciones de dejarlo en la base, pero la voz de Usagi me llamó una vez más, con un timbre de voz tan distinto al de hace escasos minutos.
—Misaki ¿estás bien?
En ese momento me sorprendí un poco.
“¿Cómo es que este hombre me conoce tan bien?
¿Soy tan fácil de leer, incluso sin verme a los ojos?”
—¿A q-que te refieres, Usagi-san? Jaja —reí nervioso al no saber que hacer, como actuar.
—Hoy en la mañana estabas muy raro y de alguna forma en este momento te siento algo triste.
Me preocupas Misaki.
“¿Por qué me haces sentir tan culpable Usagi-san? Esas preguntas me incomodan, me recuerdan a esa noche y ya no quiero pensar en eso ¡Ya no!
—N-No me pasa nada.
“Sí, me pasa algo”.
—No te preocupes Usagi-san, me parece que exageras. Ya no te quito tu tiempo, esfuérzate en tu trabajo —antes de que dijera una palabra, algo que me atormentará aún más, colgué.
“Si sólo al escuchar mi voz sabe que hay algo que me atormenta, ¿cómo haré cuando lo tenga frente a mi?”.
Me dirigí a la cocina y preparé algo rápido aunque ni siquiera tenía hambre, pero tenía que ocupar mi mente en algo, no podía quedarme sin hacer nada, sino me volvería loco.
Llevé mi porción al comedor en total silencio y tardé un tiempo considerable en dar bocado alguno. Mi plato, terminó casi intacto y terminé tirando las sobras a la basura.
La casa estaba sola y se veía más grande de lo normal, sentía que me ahogaba ahí dentro.
Tan sólo ya no quería pensar nada, pero de alguna manera lo hacía y Usagi-san se encontraba presente en aquello que me atormentaba justo al lado de lo que Ijuuin me había dicho. Me fui a la cama temprano, pero las palabras de sensei seguía en mi cabeza.
“Solo tienes hasta mañana para darme una respuesta”
“¿Por qué esto me tiene que pasar a mi?”
Cerré los ojos con intensiones de olvidar todo mi presente, el cual, parecía un sueño, o más bien una pesadilla, aún no digería todo. Sólo... quería despertar y ver que todo seguía como antes, donde mi vida giraba en torno a mi vida universitaria y mi familia, donde no había problemas de por medio.
“Donde no traicionaba a Usagi-san”.
Y con ese deseo en mente, no me di cuenta cuando me quedé dormido.
||||||
Sentí la temperatura de una mano fría acariciando mi cabeza y una voz que me llamaba dulcemente por mi nombre.
—... saki... Misaki, despierta.
La luz solar entró por mi ventana y aunque aún no abría mis ojos era muy molesta, alejando cualquier deseo de querer dormir de más. Abri mis ojos y vi el rostro de Usagi.
“Sentí que solo cerré los ojos y los abrí, fue como si no hubiera dormido nada”.
—Usagi-san, regresaste —tallé un poco mis ojos, aún me sentía adormilado—. ¿Qué horas son?
—Yo regrese desde anoche, pero como estabas dormido no quise molestarte. Pasa de las siete de la mañana.
—¿Eh? Si no me apuro se me hará tarde —me senté en mi cama de inmediato y bostecé un poco.
Cuando me iba a levantar de ahí Usagi-san se abalanzó contra mi. Imposibilitando mi acción pues su peso no me dejaba mover con libertad.
—¡Wah! ¿Qué pasa? —no me constestó, sino que acarició mi cabello y sus labios se juntaron con los mios.
—Ow espera —el dolor que provocó en mi me obligó a alejarlo.
“Olvidé que aún me dolía mi labio”.
—Misaki ¿qué te paso ahí? —señaló mi boca un poco hinchada.
—¡Ah! eso, me mordí yo mismo por error —le sonreí levemente para que no sospechara nada.
—Hmmm... —pujó con la boca mientras me veía incrédulo por lo que había dicho. De ahí en fuera Usagi-san no dijo nada y seguí mi camino. Mi rutina fue la misma, preparé el desayuno, terminé de lavar la ropa y me dirigí a la universidad.
Toda la mañana y tarde en la escuela me la pase preocupado, ¿la razón? Ijuuin-sensei. Tengo que darle una maldita respuesta y además por otro lado está Usagi-san, tengo que fingir para que no sospeche nada.
Me duele la cabeza, este sentimiento de culpa me carcome por dentro, y este dolor en mi pecho tan inusual se hace cada vez más grande.
“Nii-chan creo que ni tu me puedes salvar”.
Me dirigí al trabajo sin muchos ánimos.
Cada paso que daba se sentía muy pesado y mis piernas temblaban. No creo que pueda esquivar más a Ijuuin-sensei.
Justo antes de entrar a Marukawa alguien venia saliendo de ahí, las puertas se abrieron por si solas, pues eran eléctricas. Mala suerte la mía, era él, pareciera como si tuviera un radar que le avisa cuando y donde encontrarme.
Alegremente me llamó por mi nombre con una sonrisa en su rostro que se veía un poco extraña y falsa.
—Takahashi-kun ¡buenas tardes!
¿apenas entras a trabajar? —con un tono serio di la respuesta, sin mirarlo a los ojos y con la cabeza agachada.
—Sí.
—¿Qué pasa Takahashi, no me digas que me odias... o si?
Al escuchar esa estupidez dicha por él levante mi mirada, una parte de mi quería gritarle la verdad ¡Si, lo odio, no sabe cuanto! Pero... No podía hacer eso. No sé de lo que es capaz. Por más que mis sentimientos de enojo quisieran salir, sólo me limité a verlo sin decir lo que verdaderamente pensaba.
De repente, fui consiente de un cambio radical que nunca había visto en él; aquella mirada tan alegre y esa sonrisa coqueta cambiaron a una cara amargada, sus ojos realmente daban miedo y de forma violenta tomó el cuello de mi camisa y me acercó a él. Las puntas de mis pies, apenas y tocaban el piso.
—Es mejor que no, porqué aunque me odies tú solo serás mio ¿entendiste? —sus ojos no se apartaban de mi. No sabia que hacer, de repente, me llené de miedo. Mi corazón, latía tan fuerte y me quedé quieto. Cuando acabó aquella frase me soltó y su cara volvió a ser la de sienpre, serena y calmada, con una sonrisa. Yo estaba tan sorprendido.
“¿Quién es Ijuuin Kyō realmente?”.
—Te esperaré a la salida, no te vayas a ir —y fue lo último que escuché de ese hombre.
Dio vuelta y se subió a su auto que permaneció inmóvil. Parecía ser verdad eso de esperarme. No tuve otra opción mas que entrar a trabajar.
||||||
Siempre terminaba mi trabajo sin contratiempos y rápido.
Hoy fue todo lo contrario.
No quería salir de ahí pero no era posible que me quedara por siempre. Ya acabado mi turno salí del edificio y el auto negro de Ijuuin seguía ahí. La ventanilla del conductor empezó a bajar y el mangaka sólo asomó su cabeza.
—Sube Takahashi.
Pensé en correr, correr y correr y no parar, pero las consecuencias me frenaban. No me permitían huir. Subí, tuve que hacerlo, no tenía opción.
En ningún momento volteé a verlo. Sólo fingí que no estaba ahí. Él tampoco habló, y eso me ponía más nervioso aún.
Después de unos minutos de trayecto que se me hicieron eternos, el auto paró en el conjunto de apartamentos donde vivía. Entramos a su edificio y fuimos a su departamento. Ninguna persona se cruzó en nuestro camino, ninguna a la cual pedir ayuda indirectamente.
—Takahash-kun —me habló el mangaka y me tensé de inmediato—. ¿Y bien? ¿qué decidiste?
“Esa maldita pregunta”
Ijuuin se encontraba tras de mi, caminando de un lado a otro, como acechandome, vigilando cualquier movimiento.
Era algo muy complicado que no sabia que decir.
—Y-yo... no puedo... —apenas pronuncié y me quería derrumbar. No podía contestar algo así.
—A ver Takahashi... No me digas que no tienes la respuesta ¿no te lo tomas en serio? o más bien ¡¿a mi no me tomas enserio?! —levantó la voz y golpeó una mesa que estaba a un lado de él. Me espantó su actitud y di un brinco.
“Tengo miedo. Mucho miedo”.
Con voz titubeante le intenté contestar cualquier cosa, sólo quería calmarlo.
—L-lo siento sensei, n-no es eso es que yo...
—Perdón Takahashi-kun —se disculpó conmigo y eso me desconcertó más. Su figura ahora estaba frente a mi—. No quería espantarte. Otra vez mostré mi lado patético. Sólo estoy ansioso... Así que vamos, dime la respuesta, sólo que antes decirla piensa en las consecuencias. ¿entendido?
Y ahí estaba otra vez su chantaje.
“Ya no puedo”.
Con todo el dolor de mi corazón, el remordimiento, la tristeza y todas esas horribles emociones sólo podia decir algo, de lo cual, me arrepentiría después. Lo sé muy bien.
“Estoy entre la espada y la pared.
Perdoname Nii-chan.
Perdoname Usagi-san”.
—S-sí.
—¿Sí que Takahashi-kun? —preguntó una vez más con una sonrisa en los labios, riéndose de lo sufría.
—Sí, acepto —le reiteré con la morada baja.
—No, se dice "sí, amo".
Las lágrimas que había ocultado hasta ahora empezaron a salir nuevamente, y con los ojos llorosos repetí esa estupida frase.
—Sí, amo.
—Así es, desde hoy —se acercó tanto que sentí su aliento chocar con el mio—.Tú eres mio.
Me empujó contra la pared y mientras alzaba mis manos empezó a besarme, no le importaron mis lágrimas y mucho menos mis sentimientos, sólo le importa él.
Metió sus manos por todo mi cuerpo, las pude sentir paseándose donde quisiera. Me llevó a su cama y comenzó a besarme mientras me despojaba violentamente de mi ropa. Mordía mis labios para no hacer ningún sólo ruido. El dolor que yo mismo me producía me alejaba de lo que ahora estaba sintiendo.
“Que asco”.
—Takahashi-kun, eres muy lindo —decía mientras agarraba mi trasero. Sus manos seguían atormentándome al sentirlas en todos lados.
“Usagi-san...”
Levantó mis piernas hasta que estuvieran a la altura de sus hombros y entró a mi muy fuerte.
—¡Ah! Me duele... Me duele mucho. S-Saquelo por favor... —mis lágrimas no dejaban de salir pero él parecía disfrutar lo que me hacía. Ignoraba por completo mis suplicas y me obligaba a besarlo.
Su lengua recorrio todo mi cuerpo, sus manos, ni hablar.
“Ayudame, Usagi-san”.
Después de minutos de suplica y de terror se corrió dentro de mi.
Lo que me sorprendió de él es que empezó a decirme. "Te amo, Takahashi-kun"
“¿Cómo puede decir eso justo después de violarme?”.
No entiendo, aún no comprendo lo que me está pasando.
Siento como sale de mi y mis mejillas siguen húmedas por las tantas lágrimas que han saludo de mis ojos. Ijuuin me dice que por hoy es suficiente y me pide que me vaya. Él sale del cuarto y me deja ahí, tratando de analizar lo que acaba de decir, mi tristeza, mi rabia, empieza a crecer.
Pero, con tal de que Usagi-san no vea esas fotos, tengo que aguantar esto. Además yo tuve la culpa.
Por estúpido, por beber sabiendo que no soy bueno en ello, por confiar en la gente, por no ver mas allá de lo que mis ojos veían sus intenciones. Por eso y más.
“Me duele mucho mi cuerpo. ¿pero qué me duele más? ¿Esto o que le fallé a Usagi-san?
Perdón Usagi-san por no haberte hecho caso. Las personas muchas veces si son malas y tienen otras intenciones y muchas veces esas intenciones no son buenas”.