—Nadie te pidió que me siguieras. Quería estar sola una jodida noche ¿Es mucho pedir eso?—realmente me estaba enojando.
—Hay algo que no entiendes, larcha... no estarás sola aquí.—
—Eso ya lo sé, lamentablemente tú estás conmigo.—
—Me refiero a los penitentes, shank. Por tu culpa los dos moriremos aquí esta noche... y para que sepas, tenía planes para mañana.—
Me senté contra una de las paredes, suspirando con pesadez.
Él tenía razón, fui una idiota por haber entrado aquí.
—¿Cómo te llamas?—solté algo más relajada—. Si ambos moriremos aquí, por lo menos debería saber tu nombre ¿No crees?—
—Minho, me llamo Minho.—sonreí.
—Lo siento, Minho... por haber entrado al laberinto. Fui una idiota y actué sin pensar... Pero igual fue tu culpa el haberme seguido.—
—¿Pero qué dices? No iba a dejarte sola aquí. Si morimos, al menos tendrás la suerte de ver algo bonito antes de ir al otro lado... mi rostro perfecto.—se autoseñaló.
—Claro... lo que tú digas, amigo.—
—No lo niegues, soy el coreano más atractivo que has visto.—soltó mientras hacía poses demasiado ridículas. Reí divertida—. ¿De qué te ríes? Hablo en serio.—
—Eres el único coreano que recuerdo haber visto en mi vida, así que no sé si eres el más sexy de todos... ya, deja de hacer esas poses ridículas ¿quieres?—
Si tuviésemos un termómetro medidor de sarcasmo y egocentrismo y lo medimos a Minho, el termómetro explotaría.
—Seré directo contigo, me gustas y creo que yo te parezco súper guapo ¿O no?—sus palabras me tomaron por sorpresa.
¿este tipo hablaba en serio?
—Me conoces hace cinco minutos y seguramente soy la única chica que has conocido. Eso no es gustar.—
Minho comenzó a acercarse, poniéndose en cuclillas frente a mi. Aparté la mirada apenas sentí la suya sobre mi.
—No... Definitivamente me gustas.—