Abro la puerta rápidamente y me adentro en la casa. Camino con el corazón a mil hasta el salón y mis ojos se abren demasiado y juro que debo estar pálidas en este momento.
Los labios de Alex se mueven frenéticamente sobre los de Emily. Sofoco un grito de sorpresa y los dos se separan.
Alex me dedica una sonrisa mostrando sus blancos dientes, mientras que Emily aparta la mirada colorada.
—¡Me va a dar algo!— Exclamo aventadome al sofá.
Demasiadas emociones en un día.
Tapo mi cara con las dos manos y escucho la puerta del salón cerrarse.
—¿Qué pasa?— Pregunta Stephen y detecto un tono cansado en su voz.
—Nada— Digo apoyando mi cabeza en el respaldo del sofá frente a la "parejita".
Iugh.
—Alice, puedo explicar...— La corto.
—Sé lo que vi, mejor no digas nada— Digo mirándola severa.
—¿Qué has hecho, Alex?— Pregunta Stephen apoyando su cadera en el sofá en el que me encuentro.
—Nada, solo nos besabamos. Alice es una exagerada.
—¡Por el amor de Dios! ¡Es una niña! ¿Y tú, cuantos años tienes, 21?
—No, Al. No lo soy. Estoy harta de que me trates como si fuera una— Emily se cruza de brazos mirándome seria.
—Tengo diecinueve, Alice.
Sorprendida, intento calmar mi interior respirando lentamente.
Tras unos minutos en silencio, Stephen decide cortarlo.
—¿Tenéis hambre?— Se rasca la nuca.
—¡Sí!— Exclama Alex y Emily lo apoya.
La mirada de Stephen cae en mí y alza una ceja, esperando a que responda.
No respondo y me cruzo de brazos molesta.
Es injusto que todos estén contra mí.
Stephen se marcha de la habitación dejándome ahí sin saber que hacer. Emily y Alex pasan los minutos echándose miraditas de complicidad y tocandose las manos. Harta de ser la mala de la película me levanto con desgana e intento ir hacia donde está Stephen.
¿Por qué siempre voy hacía él?
No me entiendo.
Escucho ruidos cerca del salón y los sigo, hasta llegar a una pequeña cocina.
Stephen se encuentra en ella mientras se mueve hábil. Trocea verdura y lo oígo silbar, acompañando los golpes secos del cuchillo.
—¿Te quedarás ahí mirando siempre?— Pregunta sin despegar su mirada del cuchillo.
Niego aunque sé que él no puede verme y me acerco a observar lo que está preparando.
Nunca me hubiera esperado que un chico como Stephen cocinara.
No sé, es algo que no pensaba.
—¿Sabes cocinar?— Pregunto curiosa.
—Claro, no sólo me dedico a pelear, también sé otras cosas.
Asiento.
—¿Por qué te molesta tanto que tu prima pueda estar con Alex?
Miro su perfil, observando lo sexy que se encuentra cocinando.
—No me parece un chico bueno para ella— Le digo tragando saliva.
—Sé que no somos los más buenos del planeta pero por lo menos dale una oportunidad.
—¿Así como te la tengo que dar a ti?
—No he dicho nada— Dice mientras echa las verduras a una olla.
—Ah no, es verdad. Tú dijiste que me alejara.
—Exacto.
Después de eso no hablamos, me quedo simplemente apoyada en la encimera mientras lo observo cocinar. La tensión se palpa en el ambiente a medida que avanzan los minutos.
—Avisalos— Dice Stephen mirándome.
No digo nada y me dirijo al salón.
Por suerte solo están hablando.
En la mesa, a lo único que me dedico es a remover el pollo y las verduras con desgana. No es que no me gusten, solo que ahora mismo comer no me urge.
—Alice, come— Me dice Emily a mi lado.
—No tengo hambre— Sonrío falsamente.
—Vamos— Me señala con la cabeza la comida; yo solo empiezo a comer sin rechistar.
No tengo ganas de nada.
Después de acabarme casi todo el plato de comida, me levanto rápidamente provocando que la silla chirrie. Los presentes en la mesa se callan de pronto y sintiendo todas las miradas sobre mí, camino hacía el baño.
Lavo mis manos y mi cara, sintiéndome mucho mejor.
—¿Te ha sentado mal mi comida o qué?— Pongo mis manos en mi pecho y miro a Stephen a través del espejo.
—No, solo que no me encuentro muy bien.
—Claro— Dice sarcástico.
—¿Podrías dejar de molestar aunque sólo fuera por un rato?
—Si te encanta estar conmigo.
—Sí, me encanta— Ahora soy yo la que habla sarcástica.
Me giro para salir del baño pero Stephen sigue en la puerta obstruyendo el paso.
—Stephen...— Mascullo intentando provocarle algo que no sea risa.
—Alice.
¿Acaba de ronronear?
Casi estallo a carcajadas.
Luego, se aparta y sale antes que yo.
Camino hasta la cocina.
—Emily, hora de irnos— La informo.
Ella rueda los ojos y se levanta, no sin antes darle un beso en la mejilla a Alex.
—Adiós Alice— Sonríe
—Adiós— Espeto seca.
A punto estamos de salir del apartamento cuando Emily se para y me dice que tiene que volver a la cocina, a por algo. Como no me fio mucho, intento pararla pero ella desaparece antes de que pueda impedirlo.
—Esto es una despedida, ¿no?— Stephen aparece por el pasillo y se apoya con la cadera en la pared, cerca de mí.
—Sí— Levanto mis hombros— Estarás contento.
—Claro, por fin te perderé de vista.
—Si de verdad hubieras querido perderme de vista no habrías venido a recogerme. Habrías dejado que me llevara el tío ese y me forzara. Puede que lo que menos quieras sea perderme de vista en este momento. ¿Qué pasa? ¿El peligroso de Stephen tiene miedo a que me...?
Las manos de Stephen cogen mi barbilla como si le fuera la vida en ello y posa sus labios bruscamente en los míos. Abro la boca muy sorprendida mientras que las piernas me tiemblan. Los gruñidos de Stephen hacen que vuelva a la realidad, a la realidad en la que nos estamos besando, por segunda vez. La lengua de él interrumpe en mi boca demasiado pronto de lo que esperaba. Aturdida y sorprendida, dejo de luchar contra los pensamientos que me dicen que me aleje y paso mis dos brazos por su cuello. La pared queda tras de mí al igual que lo hace toda clase de miedo que le tuve a Stephen. Porque ahora mismo lo único que siento hacía él es una extraña conexión que ni si quiera sé por qué aparece cada vez que nos rozamos.
Un medio grito me saca de la pequeña burbuja en la que estaba y hace que separe de mí —poniendo mis dos manos sobre su pecho— a Stephen.
—¿Con qué luego soy yo, eh?— Emily pasa por nuestro lado alzando ambas cejas. Luego desaparece por la puerta.
—¿Otra vez querías callarme?— Digo intentando respirar correctamente.
Pongo mis dos manos en mis mejillas y me tapo el rostro con el pelo.
—No, bueno en cierto modo. Esta vez era porque me apetecía.
Levanto la cabeza molesta y sintiéndome como un papel arrugado, que han utilizado a su antojo.
—No soy una muñeca para que me utilicen y menos puedes besarme cuando te apetezca.
—A mí nadie me dice que hacer— Toda clase de pensamientos y sentimientos buenos que tenía hacía él, se esfuman demasiado rápido.
Hundo los hombros.
—Esta vez si que no me volverás a tocar, porque no me vas a ver en tu vida— Entrecierro los ojos enfada y cuando paso por su lado, piso su pie lo más fuerte que puedo.
Mi buen humor hacía él ha llegado a su fin. Al igual que la fina amistad que teníamos.
* * *
¡Hola!
Siento muchísimo la tardanza.
Ya saben: deberes, trabajos y esas cosas. Además me faltaba inspiración.
Aún así aquí les traigo el capitulo. ¡Pero que intenso! xd
¡Os tengo un notición!
¡¡Estoy en proceso de subir mi libro El Amigo De Mi Hermano a Amazon!!
Tardaré unos meses creo, pues estoy cambiando detalles y errores.
Ya os iré informando.
Besooos.
Atte: Lucy.