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Capítulo XXVII:
Abrí los ojos de golpe. Una noche más, me había despertado empapada en sudor frío. Durante más de una semana tenía el mismo sueño: que nos detenían a todos. Pero solo duraba unos segundos, por lo que no podía concretar el momento o el lugar. Así que solo me servía para desvelarme.
Por experiencia propia, sabía que no podría volver a caer en los brazos de Morfeo durante un buen rato, así que me levanté y salí al balcón, que daba justo delante de unos bosques. Contemplé el paisaje que se abría delante de mí y disfruté de la brisa fresca que se colaba por debajo de mi ropa.
Mi mente no pudo evitar evocar la noche en la que él y yo habíamos quedado para cenar en la azotea de uno de los edificios. Desde aquella tarde, había tenido muchos detalles románticos conmigo: me robaba un beso cada vez nos encontrábamos por los pasillos y me secuestraba en mis días libres. Incluso un día me regaló un enorme ramo de rosas. ¿Sonaba cliché? Pues sí, pero me era imposible negarme. Quizá porque ambos sabíamos que lo nuestro no duraría mucho y queríamos disfrutarlo al máximo. O tal vez porque le quería tanto que no me importaba cuán cliché pudiera ser.
Un movimiento proveniente del bosque llamó mi atención, apartándome de mis –dulces—recuerdos y devolviéndome así a la realidad. Una realidad en la que estaba de pie, congelándome en un balcón durante una fría noche de otoño. Entré, esta vez mucho más calmada, y me dejé caer sobre el colchón. A los pocos segundos, mis ojos se cerraron y el cansancio me venció.
*-*-*-*
Miré fijamente mi helado. Sybil·la y Roza conversaban animadamente sobre chicos. Tatiana, en cambio, estaba enfrascada en sus pensamientos, como yo.
Caminábamos por la calle principal de la ciudad, yendo hacia palacio.
-¿No crees, Mel?
Automáticamente asentí a la pregunta de Roza.
Tatiana levantó la cabeza de la punta de sus zapatos y se acercó a mí.
-¿En qué piensas? No hace falta tener ningún poder para saber que algo te sucede.
La miré a los ojos. A pesar de ser de un azul frío, en ese momento me transmitieron calidez.
-Son mis sueños-suspiré-. Hace semanas que se repite el mismo, pero no consigo ver en qué momento sucede, ni dónde, ni por qué.
-¿Y qué sale en tu sueño?-interrogó con voz curiosa.
-Nos detienen a todas. A nosotras, a mi tía Arina y a algunas personas más.
Por el rabillo del ojo, vi cómo Tatiana bajaba la cabeza de nuevo, pensativa. Seguimos andando por la calle que llevaba al palacio.
Unos momentos después, la rubia levantó la mirada y vi preocupación en ella.
-No nos volveremos a reunir todas en varios años, o al menos no está en nuestros planes. Sin embargo, ahora coincidimos todas en la misma ciudad. Así que tu premonición debería suceder... hoy.
Justo cuando terminó de pronunciar la última sílaba, una enorme piedra cayó del cielo, destrozando la puerta de entrada a palacio. Y por toda la ciudad resonó el grito de los rebeldes.
Flechas incendiadas volaron sobre nuestras cabezas, aterrizando en el césped perfectamente cortado del jardín y el techo de palacio, creando un incendio en pocos minutos.
No hace falta decir que cundió el pánico entre la gente desde el minuto uno. Todo el mundo gritaba y corría, buscando un lugar en el que resguardarse. Tal vez en otras circunstancias me habría reído, pero teniendo en cuenta que nosotras estábamos haciendo exactamente lo mismo, no me pareció lo más adecuado.
-¡La familia real está en palacio!-el grito de un rebelde me sobresaltó-¡A por ellos! ¡No dejaremos vivir a ninguno!
Nadie se opuso. Sí, digamos que los reyes no eran muy queridos por el pueblo.
Pero mi cuerpo entero se tensó al recordar que Paul y Valerie eran parte de la familia real. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral, y no tardé en reaccionar, corriendo hacia la misma dirección que los rebeldes.
-¡Lu... Melanie! ¿A dónde vas?-oí el grito de Roza detrás de mí. Pero no me detuve.
Crucé las puertas de palacio y nadie me lo impidió: todos los rebeldes estaban en el interior. Mala planificación por su parte, buena suerte para mí.
Entré en el edificio cuya fachada estaba en llamas. ¿Qué tenían los incendios en mi contra? Me perseguían allá donde iba.
Oí un ruido seguido de un pequeño grito en una de las habitaciones. Eso sonaba como... Valerie. Me colé en ella y localicé el origen del grito: parecía que la niña estaba escondida en uno de los armarios. Abrí las puertas y la encontré debajo de una pesada caja. Supuse que el ruido había sido producido por ésta al caérsele encima.
Examiné la caja. Era demasiado pesada para apartarla... con las manos, así que usé mi telequinesis. Juro que sin ella no sobreviviría.
Valerie me dirigió una mirada sorprendida cuando lo vio, pero no dijo ni una palabra. La saqué fuera, junto con las demás chicas, encontrándome con Roza camino a la salida.
Vi que mi tía se había reunido con ellas y con algunos de sus soldados de confianza. Sin detenerme siquiera a respirar, corrí de nuevo hacia palacio.
-¡Luciana!-el grito de Roza sonó a mis espaldas.
Me di la vuelta y le dirigí una mirada. Y no necesitó más que eso.
-Voy contigo.
Entramos y subimos las escaleras rápidamente, pues todo estaba desierto. No me daba buena espina.
-¡Socorro!-el grito del rey se oyó desde donde estábamos.
Nos acercamos. Estaban en una habitación, rodeados de rebeldes dispuestos a matarlos. Fruncí el ceño. No iba a permitirlo, ese gusto sería mío.
Roza y yo nos lanzamos contra los rebeldes. Tal vez éramos inferiores en número, pero también estábamos mucho mejor entrenadas para la batalla. Una vez noqueamos al último, escruté la habitación con la mirada. No había ni rastro de Paul.
-¿Sabe dónde está su hijo?-pregunté al rey.
-¿Ese imbécil?-preguntó con desinterés-Ni lo sé ni me importa. Y ahora aparta, criada, y déjame pasar. Mi vida vale más que la tuya.
Me dio un empujón y salió pomposamente acompañado por la reina, que me dirigió una mirada de desprecio antes de cruzar el umbral junto a su marido. El odio volvió a correr en mis venas. Oh, sí, me vengaría de ellos y con gusto.
Cuando estábamos frente a la puerta de salida, nos encontramos con un "pequeño" problema: el fuego del jardín se había extendido hasta allí, bloqueándola.
Miré a Roza. No había tiempo de encontrar otra salida, y lo sabíamos. Así que exponiéndonos ante los reyes, mi amiga abrió un pasillo entre las llamas y los cuatro salimos apresuradamente de allí.
Mi amiga y yo nos reunimos con mi tía y los demás, aliviadas y relajadas al haber salido de allí.
Supongo que por eso no me esperaba lo que sucedió a continuación.
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¡Holaa!
¿Cómo estáis?
Bien, sé que he actualizado tarde D: , sorry.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
El más largo hasta el momento, e.e . Y también un poco raro. O al menos para mí.
¿Qué creéis que será "lo que sucedió a continuación"?
*teories here. Comment, it's free*
¿Y dónde creéis que estará Paul?
¿Os han caído bien los reyes? ¿No? Con lo majos que son...
Y, bueno, darlings, eso es todo. Espero que respondáis a todas las preguntas de mi interrogatorio.
Nos vemos el viernes ;).
Un besazo,
Constança.
P.D.: Siento si hay algún error, mañana revisaré el capítulo y corregiré.