Atrapada en el Bosque #1 [COM...

By lauragarchi91

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Portada de @adrianaNavarro030 Los miré entre asustada e intrigada. El lobo se había incorporado y ahora estab... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11 (Matt)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16 (Derek)
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 (Derek)
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23 (Matt)
Capítulo 24 (Matt)
Capítulo 25 (Phil)
Capítulo 26 (Alexandra)
Capítulo 27 (Matt)
Capítulo 28 (Derek)
Epílogo
Agradecimientos
Segundo libro

Capítulo 12

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By lauragarchi91

- ¡Ja! -dijo Derek, echándose a reír después de haber oído mis palabras. La verdad es que yo también estaba bastante confundida por ello. ¿Quién en su sano juicio haría tal proposición? Yo, desde luego no -. Vale, tigresa, puedo enseñarte a cazar. Sin embargo, tenemos un problema. Resulta que Matt y yo conseguimos la carne, transformados en...bueno, el oso y el lobo -se rasco la nuca con nerviosismo, mientras miraba a otro lado-. Dios, me siento estúpido hablando de esto, nunca he tenido que hacerlo. El oso soy yo, no es un ente aparte, ¿entiendes, Alex? En fin, que tú eres humana y, para poder cazar necesitarás un arma. Dudo que puedas matar a un ciervo clavándole tus pequeños dientes.

Volvió a sonreír, mirándome directamente y con ojos divertidos. Tenía razón, necesitaba un arma. ¿Acaso estaba loca? ¿Cómo iba a manejar yo un arma? Me costaba imaginarme a mí misma sosteniendo una pistola, apuntando hacia un objetivo y disparando a sangre fría. ¿Acaso ellos podían hacerlo? Y encima usando su propio cuerpo. En seguida dudé de mis habilidades y estuve tentada en decirle al oso que no pasaba nada, que si ellos se encargaban de cazar, yo cocinaría o algo por el estilo. Aunque tampoco era muy buena cocinando. "Dios, ¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?", pensé para mí misma, dándome una bofetada mentalmente. Aquello podría cambiar, ¿no? Mi madre siempre decía que todo ser humano tenía un momento en su vida en el que se replanteaba todo a su alrededor y, una vez se haya dado cuenta de ello, maduraría de tal manera que estaría listo continuar viviendo. ¿Sería éste, mi momento?

- ¿Entonces, qué propones? -le pregunté saliendo de mi ensoñamiento.

- Déjame pensar -dijo mientras llevaba una mano a su barbilla, mientras la otra iba a su cadera, mostrando una postura bastante divertida y que me hizo sonreír. Derek era un chico muy expresivo y eso me gustaba -ya sé, vamos a la ciudad.

- Espera, ¿qué? ¿¡Estás loco!? -grite agitando los brazos, la verdad es que la loca parecía yo pero ¿es que no sabía que lo decía? Iba a seguir hablando cuando una de sus manos me tapó la boca.

- Sssshhh, no grites, Matt está descansando -y sin bajar su mano, continuó susurrando -a ver, te digo lo de la ciudad, por varios motivos: 1. Necesitas ropa, no puedes ir vistiendo el vestido de novia, principalmente porque lo quemé anoche -aquello se suponía que debía dolerme, porque había sido extremadamente caro, pero cómo lo había pagado Phil, no me importó lo más mínimo, es más me alegré -2. Luego, no tienes un colchón donde dormir y yo paso de dormir en el salón, tengo mi cama en mi cuarto y me niego a dejártela. ¿Acaso quieres que me dé dolor de espalda? Como se dice, espaldalgia o algo parecido...

- Lumbalgia -le corregí, aunque él hizo un gesto con la mano, como quitándole importancia.

- Lo que sea, me niego y punto -dijo cruzándose de brazos -y 3. Podríamos encontrar un arma para ti y enseñarte a usarla.

- Tengo una pregunta,... -

- ¿Sólo una? ¡Vaya! -

- Idiota -solté antes de hablar -¿cómo pretendes conseguir todo eso? Y no me digas que pagando porque ambos sabemos que ustedes no tienen dinero.

- No voy a negar que todo lo que hacemos fuera del bosque, probablemente no sea legal. Pero entonces, ¿dónde estaría la diversión? -dijo sonriendo, mientras caminaba en dirección a la espesura de los árboles -Vamos, tenemos muchas cosas que hacer y muchas tiendas que asaltar.

Aquellas palabras me hicieron reír, pero aun así, las dudas seguían cruzando mi mente. Observé su mano extendida, invitándome a tomarla y seguirlo hasta la ciudad. Sin embargo, ¿qué pasaría si me encontraba con Phil? ¿y con mi padres y amigos? Eso quitando el hecho de que la policía podría pillarnos. Pero al ver su rostro, con aquella sonrisa, mostrando tanta confianza en sí mismo, como si aquello fuera lo más normal del mundo; me hicieron entrelazar mis dedos con los suyos y comenzar a andar a su lado.

- Como acabe en la cárcel por tu culpa, que sepas que buscaré la forma de escaparme solo para venir aquí y matarte -le avisé consiguiendo que soltara una sonora carcajada. A ella yo respondí como él lo había hecho minutos antes-. Sssshhh, que Matt está descansando.

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- No pienso hacerlo -dije negando con la cabeza, la cual tenía asomada a través de una cortina de uno de los probadores.

- Venga, Alex. Seguro que te queda de muerte, aún recuerdo tu cuerpazo con el vestido de novia. Esos pantalones tienen que quitar el aliento a todos los tíos -insistió Derek, sentado en una de las butacas que había en la tienda, con los brazos cruzados y mostrando una sonrisa de medio lado.

- Parezco Lara Croft -murmuré mientras me armaba de valor y corría la cortina hacia la derecha, dejando que mi nuevo amigo me viera.

La mirada que me echó fue tal, que me sonrojé y comencé a taparme con las manos, poniendo con una de ellas, la cortina entre los ojos obscenos de Derek y yo. Sin embargo, este fue más rápido, levantándose e impidiendo que la tela se moviera de su sitio. Estaba serio y muy cerca de mí. No estaba segura de si debía enfadarme por ello o alegrarme, así que opté por quedarme quieta y mirar hacia otro lado, roja como un tomate.

- No sé quién es esa, pero debería envidiarte ahora mismo. Definitivamente, estos son los que más me gustan, pero nos los llevamos todos -dijo él, cogiendo mi mano y las demás prendas, las cuales no eran pocas, para dirigirnos hacia la caja, donde se encontraba una chica, más o menos de mi misma edad, la cual no paraba de observar a mi acompañante con deseo.


- Esa chica acaba de violarte con la mirada -le susurré a punto de llegar a nuestro destino.

- Lo sé, es que soy irresistible. Pero yo soy hombre de una sola mujer -me contestó encogiéndose de hombros. No sé por qué, pero esa respuesta no me gustó para nada.

- ¿Y eso que se supone que significa? -

- Nada, nada - sentenció, colocando todas las prendas delante de la chica, mientras le daba una de sus sonrisas perfectas y seductoras. "Será asqueroso" pensé dándole un disimulado empujón, como para que se centrase. Entonces caí en una cosa, estábamos en la caja, ¿cómo pensaba pagar todo aquello? La mayoría era carísimo y, estando delante de la dependienta no podríamos salir corriendo como si nada sin que nos pillaran. Pero Derek, simplemente me miró de reojo y siguió hablando -. Nos llevaremos todo esto.

- Por supuesto -dijo la joven, comenzando a quitarle los imanes de seguridad a cada una de las prendas, entre ellas, había pantalones, camisetas, abrigos, incluso ropa interior, la cual me negué a enseñarle a Derek por mucho que insistiera y pucheros me hiciera; además, de varios pares de tenis. Una vez hubo metido todo en dos grandes bolsas, volvió su mirada hacia mi amigo a través de sus largas pestañas -. ¿Pagarán en efectivo o tarjeta?

- Ya hemos pagado -dijo éste, moviendo una mano delante de la cara de la dependienta. Al principio pensé que estaba bromeando, pero cuando ésta se quedó en blanco durante unos segundos y luego lo miró con su mejor sonrisa, me quedé petrificada.

- Por supuesto, gracias por su compra y espero que vuelvas pronto -dijo la chica, mirando, obviamente, al oso. Estaba asombrada por dos cosas: 1. Que aquella tratara de ligar con él de forma tan descarada y 2. Que no se hubiera dado cuenta de que, en realidad no habíamos soltado un duro.

Derek, tras guiñarle un ojo y ella moverse de tal manera que parecía que iba a tener un orgasmo allí mismo, me cogió de la mano y, con las bolsas en la otra, salimos tranquilamente de la tienda. Yo me limité a seguirlo en silencio y con el ceño fruncido. No entendía nada de lo ocurrido. ¿Cómo lo había hecho? O él había hecho el mejor truco de magia de la historia o ella era tan tonta que se había creído la mentira de Derek. Lo mejor de todo es que no sabía cuál podría ser la verdadera, aunque yo me decantaba más por la segunda.

- Celosa -preguntó Derek, mientras el sol abrasador del verano nos inundaba. Supe enseguida que me había leído el pensamiento-. Matt te dijo una vez que piensas tan alto que para mí, es como si estuvieras gritándomelo al oído.

- No estoy celosa y mucho menos de ella -le contesté ignorando su segundo comentario.

- No era una pregunta, Stone -y volteó para mirarme. Lo observé con la nariz arrugada, haciendo que él soltara su característica carcajada.

- Lo que sea, ¿cómo has hecho eso de ahí dentro? -decidí cambiar de tema.

- Ignoraré el hecho de que estás cambiando de tema. Me divierte verte celosa -dijo ganándose un puñetazo en el brazo-. Veo que tendré que ayudarte a pegar más fuerte, es como si me hubieras acariciado. En fin, en cuanto a lo de la tienda, digamos que tengo un as bajo la manga.

- Mi padre siempre decía que tener un as bajo la manga es de tramposos -

- En ese caso, creo que tu padre y yo no nos llevaríamos muy bien. Es magia, Alex. Es el precio que pagamos cuando vivimos en el bosque -

- Ese bosque está empezando a sacarme de quicio -dije a regañadientes, mirando Derek se detenía delante de la tienda de armas.

- Hay algo que debes entender -dijo volviéndose hacia mí, totalmente serio-. Existen hechos que no se pueden explicar con la ciencia.

- Todo puede ser explicado por la ciencia, lo que pasa es que el ser humano no tiene aún las herramientas necesarias para ello -con aquello conseguí que Derek me mirase con una media sonrisa, antes de encogerse de hombros y llevarme dentro de una nueva tienda.

Nunca había entrado en una venta de armas. Lo había visto en las películas pero jamás se me ocurrió que acabaría entrando en una de ellas. El escaparate estaba lleno de cuchillos de todos los tipos y tamaños, entre pistolas y arcos. La verdad es que daba un poco de miedo, por lo que me pegué al oso, en busca de seguridad. El interior estaba formado por un mostrador que mostraba distintos tipos de balas, granadas y algún tipo de arma que no conseguí identificar. Las paredes se suponía que eran blancas, pero al estar decoradas con tantos fusiles, francotiradores y demás, le daba un aspecto imponente, dándome ganas de salir corriendo lo más rápido posible de allí para no volver nunca. También vi más arcos, con sus flechas a un lado, al igual que espadas, parecidas a la de los samuráis, katanas creo que se llamaban. Detrás del mostrador, había un hombre alto, pero lo que tenía de alto también lo tenía de gordo. Su barriga prominente sobresalía de la camisa de tirantes y sucia que llevaba. Tenía un enorme bigote pelirrojo y los brazos llenos de tatuajes. Estaba afilando uno de los cuchillos con maestría, hasta que oyó la campanita de la puerta sonar y se detuvo para mirarnos con curiosidad.

- Hombre, Charlie, ¡cuánto tiempo sin verte! -dijo con voz extremadamente aguda, tanto que casi no pude evitar echarme a llorar. Salió del mostrador y le tendió una mano a Derek, el cual la tomó con una sonrisa y lo abrazó como si fueran viejos colegas.

- Yo siempre supe que estabas enamorado de mí, Fernando, hasta una semana te parece mucho tiempo separado de mí -le respondió el oso con confianza, mientras yo permanecía callada detrás de él.

- ¿Una semana? Vaya, cualquiera lo diría, aunque debo reconocer que tu sentido del humor es lo que menos echo de menos. Tienes que venir más a menudo para poder darte una paliza -

- Desde hace varios años que eso no ocurre, Fer, asúmelo ya -dijo riéndose con naturalidad. El hombretón se cruzó de brazos y negó con la cabeza, ganándose otra sonora carcajada de Derek-. Sin embargo, no estamos aquí por eso. Quiero un arma para ella, ¿qué me recomiendas?

- Así que ahora me traes a tu novia para que la meta dentro de este "mundillo", ¡eh! -sonrió Fernando echándome un vistazo de arriba abajo, evaluándome con la mirada, para luego caminar hasta el mostrador de nuevo -.Supongo que querrás algo ligero, que pueda llevar a todas partes y que pueda matar fácilmente -

- Exacto, pero que también sea silenciosa, es decir, nada de pistolas ni nada por el estilo -le contestó mi amigo.

- Bien, te recomiendo varios cuchillos, para luchar en distancias cortas y un arco para distancias largas. Supongo que el precio no será un problema -dijo levantando una ceja.

- Sabes que no, Fer -

- Entonces, tengo este arco -caminó hasta un expositor donde cogió un arco no muy grande, pero tampoco era pequeño, era sencillo y de un color rojizo que le daba una increíble belleza-. Cógelo, pequeña, me gustaría saber cómo te sientes con él.

Lo tomé entre mis manos y me sorprendió comprobar que era extremadamente ligero. Lo cogí con mi mano derecha y tiré con la izquierda de la cuerda. Estaba bastante duro pero con entrenamiento sería capaz de controlarlo bien. Miré a Derek y le sonreí como una niña pequeña a la que le acaban de regalar un poni. Le dije "me gusta" con los labios y éste, sonriendo satisfecho le asintió con la cabeza al vendedor como diciéndole que nos lo llevábamos. Fernando también sonrió y, quitándome el arco de las manos, lo colocó sobre el mostrador, para luego sacar dos cuchillos que me dejaron impresionada. Eran más grandes de lo normal y estaban ligeramente curvados, con una empuñadura del mismo color que el arco.

- Estos son cuchillos que pueden servir tanto para pelear cuerpo a cuerpo, como para lanzarlos a una distancia determinada. No son baratos, pero son los mejores. Suelen llevarse en un cinturón a la espalda y, viendo el cuerpazo de la pequeña, estos juguetitos le harán un culo de escándalo -dijo el dependiente tendiéndomelos para que los observase. Una vez en mis manos les di el visto bueno enseguida, eran poco pesados y la empuñadura se adaptaba a mi mano perfectamente. Volví a sonreír y asentí contenta.

- Bien, pues me llevo las dos cosas: el arco, con sus flechas, obviamente, y los cuchillos -dijo Derek, sacando su lado empresario -. También me llevaré balas para mi arma y la de Kevin -el dependiente asentía mientras sacaba del mostrador todo lo que mi amigo de decía. Yo estaba impresionada por cómo podían hablar con tanta naturalidad sobre armas -. Entonces, volveremos a vernos, Fer, cuídate. Saludos a Maggie de mi parte -dijo cogiendo las bolsas con todo el armamento y yo cogía mi nuevo arco que no cabía en ninguna de ellas.

- Se los daré, Charlie pero, ¿no te olvidas de algo? -dijo Fernando cruzándose de brazos y frotándose los dedos de las manos, haciendo el famoso gesto del dinero. Oí a Derek suspirar mientras repetía el mismo gesto que le hizo a la zorra-dependienta de hacía unos minutos.

- Pero, ¿qué dices, Fer? Ya hemos pagado, ¿verdad, Nira? -yo me limité a asentir, deduciendo que yo era esa Nira a partir de ahora -. ¿Lo ves?

Fernando se limitó a asentir con una sonrisa confusa y nos despidió con un cariño abrazo, antes de volver detrás del mostrador y seguir afilando los cuchillos como si fuera lo más normal del mundo.

Cuando salimos de la tienda, el sol del atardecer nos dio en la cara y comenzamos a caminar a paso rápido dirección al bosque. Al principio me sorprendió, pero después de preguntarle apreté el paso voluntariamente. No queríamos que nadie me reconociera, dado que estábamos en mi ciudad y podía existir la posibilidad de que me encontrase con alguno de mis amigos o familia. Por un momento, me gustó aquella idea. Los echaba de menos a pesar de que solo había pasado un día. Sé que Derek leyó mis pensamientos pues en el comienzo del bosque, una hora de camino después, se detuvo y me observó, como preguntándome en silencio si quería continuar con él y Matt o volver a casa con mi familia, la cual sin duda, estaría muy preocupada. Así, que permanecimos callados observándonos durante unos minutos, yo dudando y él esperando. Al final suspiré y le sonreí.

- Vamos Charlie, hay que prepararle la cena Kevin -le dije empujándolo suavemente con mi hombro. Éste se echó a reír descaradamente. Parecía feliz con mi decisión.

- Entonces sujeta esto, Nira. Quiero llegar cuanto antes, me muero de hambre -dijo tendiéndome todas las bolsas, para luego convertirse en oso. No pude evitar sorprenderme y mirar hacia nuestro alrededor en busca de alguien. Sin embargo, estábamos solos, algo que Derek ya sabía, por supuesto.

Comenzamos a caminar, Derek llevando la bolsa de las armas entre sus fauces y yo todas las bolsas con mi ropa. Había sido un gran día, con muchas emociones, pero también había descubierto grandes cosas de ambos, sobre todo del oso. Podría acostumbrarme a todo aquello, aunque el viaje de regreso a la cabaña era extremadamente largo y, tras otra hora andando, solo estaba deseando caer rendida en la cama y dormir hasta dentro de tres días. Entonces me detuve de pronto y miré al oso entre preocupada y desganada.

- ¡Nos hemos olvidado de mi cama! -grité golpeándome las piernas con las bolsas -. ¿Dónde se supone que voy a dormir ahora? -Derek me miró de una forma bastante obscena, y deduje lo que quería decir: "Puedes dormir conmigo". Le golpeé en el costado con las bolsas y éste soltó un gruñido a modo de carcajada -. Ni de coña, francesillo, prefiero dormir en esos cojines tan incómodos.

"Déjame a mí lo de tu colchón, esta noche dormirás en mi cama. Solo por esta noche seré un perfecto gentlman, ma chère Alex" oí que decía una voz en mi mente, la cual deduje que pertenecía al oso.

- Vale, pero no vuelvas a hacer eso, me cripta los nervios -le dije comenzando a caminar de nuevo, mientras éste me seguía soltando unos sonidos muy extraños, los cuales deduje que eran como una especie de risa, bastante contagiosa ya que yo misma comencé a reír sin poder parar. Sin duda, podría acostumbrarme a esto.


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