La hija del General

By JanetBeMont

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Después de siete años Jade Asher regresa a Prince George Virginia a pasar el verano con su padre deseando que... More

Sinopsis y Booktrailer
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Mi agradecimiento
"Capítulo especial"

Capítulo 4

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By JanetBeMont

Después de que Rayder se fuera y diera las buenas noches a su padre y  Greta, Jade subió a su habitación a darse una ducha y se metió a la cama.

Eran las 4:40 am. y ya se sentía el bochorno, el ventilador que oscilaba colgado en el techo sólo servía para dos cosas: hacer un zumbido fastidioso y enviar aire caliente al cuerpo de Jade que se removía de un lado al otro inquieta en la cama, le había costado conciliar el sueño y apenas había podido descansar unas cuantas horas.

No podía apartar la imagen de su mente, él aproximándose hacía ella y lo que la hizo sentir. El recuerdo de su aliento hizo que suspirara y de manera inconsciente se llevó los dedos a sus labios y los recorrió suavemente imaginando que era la boca de él quien los tocaban. 

Le había causado más impresión de lo que ella pensaba y recordó cuanto eran niños, siempre fue bien parecido y llamaba la atención pero él era serio y nunca hizo caso a las insinuaciones de las adolescentes que lo buscaban, al menos en aquella época. Y podría apostar con certeza que la suerte con el sexo opuesto no había hecho mas que aumentar con el paso de los años. Crecer y convertirse en adulto le habían sentado de maravilla, ahora era un hombre atractivo a los ojos de cualquier mujer que lo mirara y hasta ella no podía sacárselo de la cabeza, a él y sus ojos color zafiro que la observaron como si quisieran ver a través de ella.

Y se preguntó como sería si le permitiera a Rayder  "verla"  realmente.

¡No torpe, que demonios estás pensando!

Se recriminó a ella misma golpeándose la cabeza con la palma abierta.

¡Es Rayder, el tonto que me quitó el cariño de mi padre desde que era una niña!

No podía, simplemente no debía permitirse pensar otra cosa más que él era un idiota.

Es un idiota.  Un idiota guapo y sexy y....¡maldición! ¡Deja de pensar estupideces Jade!

Pateó la sabana con fuerza mandándola al suelo, se sentó en la cama y miró nuevamente el reloj 4:48 am. Se levantó, caminó hacia la ventana y al abrirla sintió una suave brisa que le refrescó la piel caliente erizándola por el repentino cambio de temperatura. 

Y ahí estaba de nuevo pensando en Rayder Hunter.

—¡La culpa la debe tener este maldito calor!

Necesitaba aire fresco para despejar su mente.

Solía salir todas las mañanas a correr, un hábito que había cogido desde el internado y aunque era aun de madrugada no podía esperar a que fuera más tarde y seguir pensando en él, así que prendió la luz, buscó en su maleta la ropa deportiva, ató su cabello, se calzó los tenis y salió en silencio de la casa. Daría un recorrido por Fort Lee, reconocer la calle donde vivió. Una vuelta por los edificios por los viejos tiempo. Sola.


Fue a trote calle abajo recordando quienes vivían en esas casas: la de cerca de madera vivían el capitán Ross con su esposa Silvia y la pequeña Molly, cuando tenían ocho años y jugando al salón de belleza Jade le cortó una de sus largas trenzas rubias y a la mamá casi le dio un infarto. Esa fue la última vez que la dejaron visitar a la dulce Molly. Que tiempos aquellos pensó con nostalgia.

Llegando a la esquina dobló a la derecha y siguió en linea recta hasta salir de la zona habitacional, más adelante empezaban los edificios militares: el cuartel general, el edificio de alojamiento para los soldados, las oficinas de correo, mas alejados el hospital, los museos y las escuelas de artillería, la Agencia de Gestión de Contratos de Defensa.

Al acercarse al Edificio de Admisiones vio movimiento, acababa de llegar un camión con nuevos reclutas y estaban bajando del autobús mientras un soldado hablaba a voz en grito, Jade estaba a una distancia considerable y podía escuchar sin problemas todo lo que les decía, pensó en dar media vuelta y continuar con su caminata pero la oscuridad y el auto le brindaban la protección necesaria para que no la descubrieran así que decidió quedarse y observar, solo un poco.

—¡Rápido reclutas! Muevan sus perezosos traseros fuera del autobús y se forman sobre las marcas amarillas que están pintadas en el pavimento ¡muévanse! ¡muévanse!— gritó el soldado de pie al autobús con cara de pocos amigos.

—¡Si señor!— gritaron los reclutas al unísono.

—¡Atención! Antes de entrar al edificio guarden en sus maletas objetos personales como billeteras y celulares, lo que traigan en los bolsillos y manos lo tirarán en este contenedor: botellas con agua, goma de mascar, comida, cigarrillos, condones ¡ustedes no los usarán en mucho tiempo reclutas!— les dijo otro soldado que estaba frente a un gran bote de basura color gris, los reclutas pasaban vertiendo todo lo que les había ordenado y luego entraban formados al edificio.

—¡Muévanse rápido que no tenemos todo el día!— gritó de nuevo el soldado con cara de pocos amigos.

Jade estaba absorta observando la escena, el soldado frente al bote de basura se le hizo conocido: alto, rubio, delgado. Era el chico de los ojos color miel que atendía en la entrada de la base el día que ella llegó.

¡Es él!  ¡Que guapo está y es mas alto de lo que imaginaba! 

¿Y si voy y le pregunto como se llama? 

Pensó en acercarse un poco más, alzó la cabeza sobre el toldo del auto para verlo mejor pero en ese justo momento el que volteó a su dirección fue el otro soldado, no quería que la regañara  por andar husmeando y mucho menos el soldado mala cara, al parecer disfrutaba hacer sentir mal a los demás.

Se agazapó, dio tres pasos hacia atrás y chocó contra un objeto grande y duro.

—¿Se puede saber que demonios estás haciendo aquí?

—¡Ay! ¡Maldita sea!— se llevó las manos al pecho —¡me asustaste imbécil!

—Son las 5:30 am.— dijo Rayder con voz ronca y el entrecejo fruncido.

—No te pedí la hora, largo—  volteó al edificio de admisiones pero ya habían entrado todos, Jade comenzó a caminar hacia allá pero Rayder la tomó por el brazo haciéndola girar y casi choca con su pecho.

—¿Dónde crees que  vas?

—Suéltame cabeza hueca, quiero ver a los nuevos reclutas.

Y preguntarle como se llama a ojitos color de miel.

—No puedes entrar al edificio— le espetó alzando ambas cejas.

—¿Y por qué no?

—¡Porque no! Son nuevos reclutas y están recibiendo su primer entrenamiento, no es una maldita fiesta de bienvenida con cerveza y música. Vamos, te llevaré a tu casa.

—No.

—¿Disculpa?

—No voy a ir a casa, salí a correr.

—Tu no estabas corriendo cuando te encontré.

—Pues porque...— se cruzó de brazos —¿Y qué estás haciendo tu aquí en primer lugar?

—Me despertó la luz de tu ventana y te vi cuando saliste de la casa.

—¿¡Y me seguiste!?— entrecerró los ojos molesta.

—¿Qué tienes alzheimer o qué? Se supone que soy tu escolta mientras estés aquí.

Jade rodó los ojos y le dijo burlona —Debes estar bromeando cabo Hunter.

—Teniente primero. Y jamás bromeo con las misiones.

—Yo. No. Soy. Tu. Maldita. Misión.— dijo cada palabra presionando el dedo índice en el pecho de Rayder.

—No. ¡Eres una espina en el trasero, eso es lo que eres!

No se dieron cuenta de que cada vez estaban mas cerca el uno del otro, de nuevo.

—¡No sabes que gusto me da! Mi misión en la vida, ser una espina, espero que cada vez que te sientes me entierre mas en tu trasero y te duela tanto que...

—¡OIGAN!

—¡QUE!— dijeron Rayder y Jade al mismo tiempo y voltearon a ver al soldado que estaba observándolos de mala manera.

—No se que carajo está pasando aquí pero lo mejor será que se larguen, puedo escuchar sus gritos desde el edificio ¡y aquí nadie grita mas fuerte que yo! así que vuelven por donde vinieron o los voy a detener por crear escándalo en la calle.

Jade alzó el brazo apuntándolo con el dedo —mira soldadito, no estas tratando con una recluta así que a mi me hablas de buen modo o te voy a...

Rayder carraspeó evitando que terminara la oración, caminó interponiéndose como protegiendo a Jade y en cuanto el soldado lo vio de cerca se le fue el color del rostro.

—Teniente Hunter— se irguió y se llevó la mano derecha con los dedos juntos a la cien saludándolo de forma militar.

—Tranquilo oficial, no estoy de servicio ahora. Puede proseguir con el entrenamiento, nosotros ya nos retiramos— explicó Rayder con tono tranquilo.

—¡Un momento que quiero decir algo!— dijo Jade  —Yo...¡Qué haces!

Rayder la tomó por la cintura, la cargó sobre su hombro derecho y comenzó a caminar  dando zancadas grandes. Jade gritaba que la bajara pero él no hizo caso, siguió andando como si no le pesara llevándola lejos del edificio para evitar que se metiera en líos y que lo arrastrara a él con ella.


—¡Eres un idiota! ¡Bájame ya! ¡Rayder!— gritaba hacía tres cuadras sin resultado alguno.

Resignada dejó de luchar y sin nada que hacer le dio una mirada al trasero de Rayder, una buena visión ya que lo tenía casi en el rostro y se le antojó darle una nalgada como venganza pero se aguantó las ganas.

¡Ay bendito pero que nalgas tiene! ¿Por qué no recuerdo que las tenía así desde niños?  Ya, antes no era una pervertida como ahora ¡Como quisiera ser una espina de verdad! Já ¿Se molestará si le muerdo una? Como dice Clau, mejor pedir perdón que pedir permiso ¡pero es que se antojan! Las tiene redonditas, duritas bien paraditas y...¡Eres una verdadera imbécil! Recuerda que es el enemigo, es. el. enemigo. Un enemigo muy nalgón já já ¿Cómo es que va esa canción?


Pero que chica, ¡que chica si ya es toda una mujer! Es sexy y que cuerpo tiene en especial sus piernas, son tan largas. Sería más fácil cargarla si tuviera sus piernas alrededor de mi cintura, besar esos labios carnosos y luego ir bajando por su cuello mientras mis manos tocan su... ¡maldita sea! no pienses en eso ahora ¡Es la hija del general! Tiene un puto cartel con letras luminosas que dicen prohibida ¡prohibida! Y condenadamente sabrosa.


 ♪ I like big butts and I can not lie  ♪  —¡WHOAA!

Lentamente Rayder la bajó, debía dejar de pensar como lo venía haciendo y tener el trasero de ella al alcance de la mano no lo ayudaba en nada, ya podía sentir a su "amigo" cobrar vida entre sus piernas. Esperaba que en cuanto los pies de ella tocaran el suelo saldría corriendo, con Jade nunca se sabía. Para su sorpresa no sucedió así, en su lugar Jade se mordía los labios conteniendo una sonrisa que por mas que quiso no pudo evitar, él no entendía cual era la razón y la miró con desconfianza.

—¿De qué te estás riendo? 

—¿Yo?— alzó los hombros y negó con la cabeza —De nada, de nada. ¿Caminamos?

Empezaron a andar tranquilos rumbo a la casa. Él no esperaba verla hasta las diez de la mañana como habían quedado, para colmo no había podido dormir pensando en ella y ahí estaban de madrugada caminando en la oscuridad como si fueran dos amigos. Ella había tenido la misma suerte, había salido para no pensar en él y sorpresas le dio la vida. Pero Jade estaba decidida a no dejarse vencer, después de todo su especialidad era poner en jaque a Rayder, no obstante él también la conocía.

—¿Y por qué esa barba?— dijo Jade señalando el rostro de él —¿fuiste prisionero de guerra o estuviste en una misión donde estaba prohibido afeitarse? Sabes, la barba estuvo de moda hace unos meses, actores famosos la traían pero una cosa es ver al bombón de Jamie Dornan o al sexy Chris Evans; tú mas bien pareces un leñador ermitaño que ha bajado al pueblo en busca de comida. ¿Dónde has dejado tu hacha leñador Hunter?

—Para tu información acabo de llegar de una misión, si te digo de qué se trató tendría que matarte y no sabes como desearía tener un hacha en este momento— le respondió entre dientes pasándose las manos por el cabello —Hablas mucho ¿no te lo han dicho antes?

Ella rodó los ojos —No las suficientes veces como para que me  importe. ¡Espera!— dijo de repente dejando de caminar —hace rato dijiste que la luz de mi ventana te despertó ¡no me digas que todavía vives en casa de tus padres!— dijo burlona.

Rayder bajó la mirada y le dijo con tristeza —No vivo ahí desde hace años, cuando mis padres partieron yo les prometí cuidar de la casa. De vez en cuando me quedó a dormir y como te iba a ver hoy decidí pasar la noche en mi antigua habitación, que para desgracia mía está justo enfrente de la tuya.

—Yo...yo lo siento, no sabía que tus padres...no me dijeron. Por favor perdóname— se sintió fatal, no era de las que se burlaban de la muerte de un ser querido, ella sabía en carne propia lo que es perder a una madre y no se imaginaba perder a su padre.

—¡Caíste! Ellos están de vacaciones en Florida y me pidieron le echara un ojo a la casa, pero no te preocupes— posó una mano en el hombro de ella —te perdono— y empezó a reírse.

—¡Eres un...!— le dio un golpe con el puño cerrado en el hombro y sintió sus músculos duros como una roca,  ella se dolió un poco y él rió mas fuerte.

—¡Cuidado no te vayas a romper la mano!

—Hace falta mas que un cuerpo lleno de esteroides para romperme un hueso, teniente segundo.

—Teniente primero y este cuerpo es producto del ejercicio duro, luciérnaga.

—¿Luciérnaga? ese es tu mejor insulto.

—No es insulto, no fue difícil seguirte el rastro ¿no te has dado cuenta que las letras que tienes en el pantalón brillan en la oscuridad?

—¿Qué?— se cruzó de brazos nerviosa.

—Tu trasero. Dice "sabrosa" y brilla. Lo único que tuve que hacer fue seguir el letrero andante que eras tu, luciérnaga— empezó a reírse a carcajadas.

Jade fue a un auto estacionado ocupó el cristal como espejo y vio brillando en su trasero la palabra "sabrosa". Se llevó las manos al rostro, sintió arderle por lo rojo que estaba y dio gracias porque aun no amaneciera y él no lo notara, se quitó la chamarra de mala gana, se la ató en la cintura y continuó caminando como si nada, eso hizo reír a Rayder todavía más. Luego la alcanzó y siguieron el camino hasta la casa, ahora en silencio.

Llegaron y en lugar de ir a la puerta Jade entró al patio y fue al árbol que estaba afuera de su ventana. Rayder se preguntaba que estaban haciendo ahí.

—No tengo llaves, todavía es temprano y no quiero despertar a Greta ni al general. Voy a trepar— dijo tocando el tronco del viejo árbol, recordando cuando apenas si alcanzaba la primera rama, miró hacia arriba, ya no lo notaba tan grande como antes.

—No te creo.

—Observa.

En muchas ocasiones lo había trepado desafiando a Rayder, se había ganado golpes y raspaduras intentando vencerlo y logró conocerlo a la perfección, habían pasado años desde la última vez pero no olvidaba los lugares exactos donde debía apoyar el pie para subir hasta la primera rama, y le costó menos trabajo, siguió hasta la segunda rama que daba directo a su habitación, caminó a través de ella de forma ágil y dio un pequeño salto al entramado de madera, se agarró del marco de la ventana, se giró y miró hacia abajo. Rayder estaba observándola, su rostro se notaba divertido, ella inclinó el cuerpo haciendo una reverencia como dando las gracias al espectador que observó una gran hazaña, se llevó la mano a la boca, le lanzó un beso y le sonrió.

—Nos vemos más tarde— dijo en voz baja —ciao primo tenente*— y entró a su habitación.

—Hasta mas tarde luciérnaga pecosa— negó con la cabeza sonriendo y se fue a su casa.

*****

*ciao primo tenente es adiós teniente primero en italiano.







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