Capítulo 27

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En el comedor de los Hunter Teresa preparaba el desayuno, Philip agarró las tazas de la repisa, tomó la cafetera y sirvió café caliente.

—No he visto a Rayder tiene casi una semana, ¿Cómo está? Estoy preocupada por él— preguntó Teresa al mismo tiempo servía en los platos el omelette de verduras.

—Debe estar trabajando entrenando soldados en el campo, tampoco lo he visto.

—Pues deberías buscarlo, a mí no me quiere ver y no sé qué hice para merecer este trato.

—Subestimamos a Rayder y a Jade, su relación era más seria de lo que pensamos— sorbió café —está enamorado y ahora que ella se fue nuestro hijo la extraña, seguro es eso.

—Tienes razón, pero— negó con la cabeza pensativa —pero estoy segura hay algo más. Él está enojado conmigo y solo Dios sabe por qué— se sentaron a la mesa.

—Es un mal entendido seguramente— partió el omelette y le dio un bocado —hablé con Robert, me dijo que discutió con Jade antes de que se fuera.

—¿Sabes por qué?

—No quiso hablar mucho pero por lo que me contó no acabó nada bien, lo noté muy preocupado.

—Tal vez es por eso que Rayder está molesto conmigo pero no tuve nada que ver. Desde que habló con nosotros entendí que no debía meterme en su vida privada.

—Ya mujer, tranquila— se levantó de la silla y apoyó la mano en el hombro de Teresa —buscaré a Rayder y le diré venga a verte ¿de acuerdo?

Teresa se la tomó esperanzada —Hazlo por favor. Oh, lo olvidaba, la esposa del comandante organizó una reunión para recaudar fondos, en la estancia infantil ya no queda espacio y el dinero recaudado será para construir una nueva aula. Iré a apoyarla, no estaré en todo el día.

—Bueno saberlo, me llevaré la chequera conmigo— sonrió.

—Si la encuentras— arqueó una ceja abrazando a Philip.

Teresa acompañó a su marido hasta la puerta.

—Me voy a trabajar— Philip le dio un beso de despedida.

—Buen día querido.

—Gracias corazón.

Después que Philip se marchó Teresa salió al pueblo a hacerse un peinado para la recaudación de fondos, las damas de la asociación de las esposas de los militares siempre apoyaban las causas que favorecen a la comunidad y esta no era la excepción Teresa era activa y le gustaba la labor.

En Pincess Beauty Salón era un día normal, Teresa se observaba frente al espejo mientras la señorita arreglaba su cabello, un peinado sencillo y pulcro de acuerdo a su edad. De espaldas a ella estaba otra chica haciendo la manicure a una clienta, mientras le limaba las uñas platicaban en voz baja no lo suficiente como para no ser escuchadas.

—La muy tonta no ha salido de su casa, ¡vieras como tiene su cara! Lo tiene bien merecido por ser una bruja.

Escuchó Teresa decir a una de ellas, a la señorita que hacía la manicure esa era Sandy Lu Barker.

—¿Megan no es tu amiga?— preguntó la chica con la que hablaba.

—Creí que lo era, hasta que me contó que se acostó con un chico que me gusta ¡no puedo creer me lo dijera así como así! créeme, no me importa que tenga relaciones con cuántos hombres se le antojen pero ella sabía cuánto me gustaba Nathan y aunque fue hace años la estúpida debió quedarse callada. ¡Me lo contó solo para hacerme sentir mal!

La hija del GeneralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora