Your Photograph (Nico di Ange...

By TheGreekEmpress

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Nico Di Angelo me miró a los ojos, esos ojos negros e inquietantes, se acercó lentamente a mí, a mi boca. -Un... More

Will
Eris
Hija de la discordia
Una cita con el Sol
Descubriendo a Nico
Durmiendo en la misma cama
Una misión prohibida
Emprendiendo la misión
La corona...excusa perfecta para besarse
Un dios lucha por mi amor
La manzana de la discordia

La fotografía del espejo

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By TheGreekEmpress

(Tn) _______

La fotografía que se encontraba pegada en el espejo de mi cómoda no me dejaba concentrar, tenía que hacer una historia ficticia de cualquier tema conmigo de protagonista y ahí estaba yo, como un montón de tarea y viendo a una fotografía de alguien que nunca existió y de quien secretamente me había enamorado...aunque él no fuera real.

Bueno era un dibujo impreso en forma de fotografía más bien, y la fotografía mostraba a un chico sentado sobre lo que al parecer era el último piso de un edificio, miraba al horizonte con sus ojos negros perdidos, mientras que su cabello azabache se mecía con el viento, tenía la piel pálida, demasiado diría yo. Llevaba ropa negra, unos jeans gastados  y una camiseta con una calavera blanca en el centro. En el dedo tenía un anillo de calavera. A su lado estaba apoyada una espada de color negro, pero él parecía no darle importancia, por alguna razón me había sentido atraída hacia esa fotografía. Entonces empecé la historia.

"Él tenía la mirada perdida en el horizonte, no existía nada más, entonces me sentí culpable, no porque le haya echo algo, sino más bien por no intentar nada. Tal vez yo era una de las únicas personas que veía la belleza y la luz en su ser, aunque él dijera que sólo tenía oscuridad. Lo entendía, se sentía solo e inadaptado, había pasado por eso varias veces, solía ser la manzana de la discordia, casi siempre que había una pelea o alguien no estaba de acuerdo con otra persona ahí me presentaba yo y por alguna razón  todo se volvía extraño, todos sacaban sus sentimientos más oscuros y nadie estaba de acuerdo, claro que entendía a este joven que se encontraba a mi lado.

-No creo que sea todo tan malo-dije.

-Eso es porque no me conoces ni un poco-respondió.

-Te apuesto a que si lo hago-mientras yo recitaba aquello él se iba acercando a mí poco a poco, muy lentamente.

-Por su puesto que no, querida.

Me besó, y había sido la mejor sensación del mundo hasta ahora..., simplemente sentía mariposas en el estómago..., era inexplicable..."

Suspiré como si en verdad me estuviese pasando aquello, esta sensación era como enamorarse del personaje de un libro, no es real, pero sientes que lo amas. Este hombre me atrae y a veces me siento impotente al saber que nada pasará, ¿Extraño verdad?

Cuando acabé de hacer las tareas me duché y me cambié de ropa, me puse un vestido negro de un modelo bonito un poco arriba de las rodillas, no supe exactamente el porqué, pero me dio ganas de arreglarme.

Cuando estuve lista me miré al espejo, no diré mi descripción, imagíneme como les guste. En fin, me quedé un momento quieta, al sentir un calor inexplicable viniendo...de ninguna parte. Me asusté un poco, pero me llevé un susto de muerte cuando un hombre apareció detrás de mí, aparentaba unos dieciocho años, cabello rubio y ojos de un color entre azul y verde que contrastaban con su piel blanca, y brazos un poco musculosos, llevaba blue jeans, una camisa a cuadros y una sonrisa de engreído. Me miraba a través del espejo.

-¿Qui...quién eres?-susurre horrorizada.

-Tranquila nena, no soy malo, ni voy a tocarte-respondió, pero se acercó a mí y me unió a su cuerpo poniendo su fuerte mano en mi vientre bajo-. Pero para ser semidiosa, hueles bien, y eres preciosa.

No sé de donde saqué fuerza, pero logré empujarlo a otro extremo y ponerme a buen recaudo para correr si era necesario. Ahora estaba realmente con el corazón desembocado. Que in hombre desconocido se aparezca en tu habitación y te proponga cosas raras, no es nada agradable.

-Vale, ya entendí, no lo quieres ahora, pero creo ver tu futuro...¡Ah! La pasaremos bien..., en fin, no he venido para eso, debo llevarte al Campamento Mestizo antes de que la misión de ese sátiro fracase, te lo explicaré en el camino, ahora debes venir conmigo, cariño.

-¡Estás loco! ¡Yo no voy a ninguna parte! ¡Déjame en paz!-grité, esperando que mi madre oyera, por suerte, en un segundo se abrió la puerta y entró mi madre alarmada, al ver al hombre se relajó, pero su cara mostraba intranquilidad.

-Así que llegó la hora, parece..., pronto-murmuró viéndome directamente-. Debes irte, ya te lo explicarán todo más adelante.

La miré extrañada, este último mes me había tratado de una manera especial, como si no fuera a verme durante un largo tiempo, no entendía nada, pero sabía que podía confiar en ella, a cualquiera le habría parecido anómalo ver un Maserati volando fuera de la ventana de mi habitación, pero había visto cosas más extrañas, cosas que venían de las antiguas mitologías. Había visto furias, un león al cual le relucía la piel, unas mujeres parecidas a vampiros pero con un serio problema en las piernas...y miles de cosas aún más raras, por alguna razón ahora sentía que me acercaba a la verdad, o tal vez solo sean imaginaciones mías.

Me despedí de mi madre emotivamente y subí al auto con aquel extraño. Cuando hubo arrancado el motor sobrevolamos latinoamérica y fuimos a lo que al parecer era Estados Unidos.

-Te lo explicaré ahora, es extraño recoger de esta manera a una semidiosa que vive en Latinoamérica..., pero que más da, se te hará difícil de creer, pero en este mundo...

Media hora después sabía que era una semidiosa, que los dioses gobernaban este mundo, pero que había un ser superior al que solo se le podía llamar Dios, los semidioses tenían un campamento especial, donde estaban protegidos de los monstruos que los atacaban constantemente mientras más sabían de sí mismos, solo me costó un poco creerle, al menos en cuanto me encontré arriba de un valle lleno de fresas cuando descendimos un poco más vi a muchos chicos con camisetas naranjas, algunos practicaban esgrima, otros volaban a pegaso, entonces la historia del hombre que se hacía llamar Apolo cobró sentido y empecé a creerle aunque con dificultad. 

El sol se estaba yendo por el oeste y el carro empezó a descomponerse.

-Es mi hora de partir. El sol ya se va y esto solo funciona con el día, adiós pequeña princesa-dijo justamente cuando aterrizamos frente a un pino-. Cruza esto y estarás segura, nos volveremos a ver, ahora, no mires.

Cerré los ojos y a pesar de todo sentí una luz abrazadora que en un segundo se apagó, volví a abrir los ojos y el dios había desaparecido, con un suspiro bajé por la colina.

 Sin saber como terminé internada en el bosque que se empezaba a poner tenebroso cuando oscurecía, caminé y caminé, pero a pesar de todo no encontraba una salida fiable, los sonidos que había en el aire me empezaban a poner bastante nerviosa, sin fijarme de pronto choqué con un árbol y me lastimé la frente, me golpeé tan duro que caí de espaldas sorprendida, quedé atontada por un rato, hasta que unos brazos me ayudaron a levantarme y de pronto me encontraba en medio de miles de sombras, en plena oscuridad, luego, caí en medio de la hierba, a lado de una fogata, al levantarme vi a dos centenares de ojos mirándome fijamente, a mi lado alguien más se levantó y necesité tiempo para recuperarme.

El mismo cabello azabache, los mismos ojos negros y la piel pálida, el anillo de calavera, era...era él, el chico de mi fotografía, la que tenía pegada en el espejo..., estaba tan estupefacta que imagino que me quedé quieta y sin respirar por un largo rato, hasta que unos muchachos con unas características parecidas a las de Apolo me ayudaron a recuperar la calma. Me abalancé sobre el muchacho de ojos negros y empecé a golpearle en la cara y a revolver su cabello para asegurarme de que era real.

-Tra...tran...tranquila-dijo, tratando de conservar la calma, pero a su lado se encontraban dos calaveras con un uniforme de la milicia, di un salto para atrás asustada y el muchacho al notar mi incomodidad hundió a esas dos cosas miedosas. No atiné a más que a mirarlo, era como conocer a un famoso, no me lo podía creer, era atractivo en persona, demasiado atractivo.

-Soy Nico Di Angelo...-iba a completar la frase, pero de pronto todos miraron hacia mi cabeza, yo también lo hice, allí se encontraba una especie de holograma de una manzana de color dorado brillante que se desvanecía poco a poco, de pronto todos se arrodillaron y una voz adulta tomó la palabra.

-Salve (Tn) _____, hija de Eris, diosa de la discordia, principiante de la guerra de Troya.

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